jueves, 25 de junio de 2015

SANTA FLORENTINA


Era considerada una mujer de gran cultura y belleza. Dejó todo para consagrarse por entero a las obras de Dios, empezando por consagrar se virginidad en el monasterio benedictino de Santa María del Valle, en Ecija. Allí, gracias a sus dotes de gobierno, santidad y ejemplaridad para todas las hermanas, la eligieron abadesa, es decir Madre Superior. En el monasterio no solo se formaban mujeres para la vida consagrada, sino también para formarse tanto intelectualmente, como en virtudes y buenos modales.

SANTA FLORENTINA le pide a su hermano San Leandro que le escriba las normas para su “Beaterio”. Entre algunas de las reglas monásticas, le aconseja:
• Que sea servicial con las hermanas que viven con ella.
• Que procuren no hacer sufrir a ninguna.
• Que debe procurar leer y orar continuamente.
• Que si vive la vida comunitaria, su vida se parecerá a la de los apóstoles.

• Y le indica que sea discreta y prudente, para saber lo que debe conceder y negar según las necesidades de cada una.
Tuvo a su cuidado más de 2000 consagradas, atendiendo en forma maternal, en hermandad y caritativamente hasta su muerte.
Sepultada en el convento, destruido durante la invasión árabe, sus restos juntos a los de San Fulgencio, fueron trasladados al norte. Luego de 6 siglos fueron encontrados en la provincia de Cáceres en un pueblo llamado Berzocana (próximo al Santuario de Guadalupe y a la ciudad de Trujillo) donde fue erigido su mausoleo.
En el siglo XIV, las hermanas dominicas se hicieron cargo del convento, que reedificaron y lo dedicaron a Santa Florentina.

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