"Una actitud profunda y espiritualmente transformadora de la realidad humana del sufrimiento".
En el campo del pensamiento y de la experiencia cristianos, es dable vincular el concepto moderno de "resiliencia" con la virtud moral de la "fortaleza", la cual, por lo demás, también poseía un definido perfil entre los antiguos pensadores griegos y latinos. Con el cristianismo, la fortaleza adquirió valor evangélico, en el espíritu de las bienaventuranzas, pues el Evangelio va dirigido a los "anawim", los pobres en el espíritu, los mansos y humildes, los operadores de justicia y paz, los misericordiosos y los que sufren. Jesucristo, nuestro Señor y Maestro, con frecuencia nos insta en las Escrituras: "No tengáis miedo" (Mt 14, 27), y nos enseña que es necesario saber "dar la vida" (Jn 15, 13) para ganarla verdaderamente. No podemos olvidar, por otra parte, que el concepto cristiano acerca del sufrimiento es positivo, en tanto que deviene redentor si se lo une a los sufrimientos de Cristo, a su Cruz. Esto no significa una actitud masoquista de ninguna naturaleza, sino una actitud profunda y espiritualmente transformadora de la realidad humana del sufrimiento. Precisamente, como dice el Apóstol Pablo: "(…) nosotros predicamos a un Cristo crucificado (…) un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (Cf 1Cor 1, 23-24).
Mons. Oscar Sarlinga. Ponencia en la APSA (Asociaciòn Argentina de psiquiatras). 2007.
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