lunes, 1 de junio de 2015

CORPUS CHRISTI.

"No otra es la paz sino el mismo Cristo que se entrega: «El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo» (Jn 6, 51)".
Cristo es nuestra paz, «pan» entregado por la vida del mundo. El es el «pan» que Dios Padre ha preparado para que la humanidad tenga la vida y la tenga en abundancia (cf. Jn 10, 10).
La paz es la misma síntesis de todos los bienes que Dios nos ha prometido. Contemplado el pasado siglo y el milenio que hemos iniciado desde la contemplación del Rostro de Cristo, podemos ver que la humanidad ha experimentado y experimenta distintas pruebas. Junto con grandes aspiraciones a la paz, ha habido desgarramientos y desilusiones, y la humanidad ha debido sufrir. Pero nosotros sabemos que la paz nos ha sido conseguida con la Sangre de la Cruz y que Jesús nos la dejó para siempre: «Mi paz os dejo, mi paz os doy. No os la doy como la da el mundo» (Jn 14, 27).
Recibamos la Paz de Cristo en nuestro corazón, y démosla. También la Paz se fortalece dándola, derribando muros de desentendimiento, odio y división, como nos lo dice el Apóstol de los paganos, San Pablo: «él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno derribando el muro que los separaba, la enemistad (...) por medio de la cruz» (Ef 2, 14. 16). No otra es la paz sino el mismo Cristo que se entrega: «El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo» (Jn 6, 51).
Fotografía de archivo Corpus Christi 2013. 

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