sábado, 25 de diciembre de 2010

EL OBISPO MONSEÑOR OSCAR SARLINGA CELEBRÓ LA NOCHEBUENA EN LA IGLESIA CO-CATEDRAL DE BELÉN DE ESCOBAR Y ALLÍ TRANSMITIÓ SU MENSAJE DE NAVIDAD

EN NOCHEBUENA TUVIERON LUGAR LAS FIESTAS PATRONALES DE LA IGLESIA CO-CATEDRAL DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR, EN BELÉN DE ESCOBAR (ZÁRATE-CAMPANA)
Imagen del Belén en iglesia co-catedral de la Natividad del Señor
Templo co-catedralicio de Belén de Escobar

La iglesia de la Natividad del Señor, co-catedral de la diócesis de Zárate-Campana, tiene el día de sus fiestas patronales en Navidad. Este año fue considerada patronal la misa de Nochebuena, para lo cual el 17 de diciembre comienza una novena de oración, reflexión y acción apostólicas, bajo el lema “La Iglesia crece cuando vive en comunidad”. Cada día de la novena está inspirado en uno de los puntos del documento de la Vta. Conferencia General del Episcopado de Latinoamérica y del Caribe, en Aparecida. El 24 por la noche el Obispo Mons. Oscar Sarlinga celebró la Misa de Gallo, con la concelebración del cura párroco, Pbro. Daniel Bevilacqua, y de los sacerdotes colaboradores de la jurisdicción parroquial, Pbro. Mauricio Aracena, Pbro. Nicolás Guidi, Pbro. Alfredo Antonelli, vicario parroquial, y Mons. Marcelo Monteagudo, Delegado para las misiones y Representante legal del colegio “Santa María” de Escobar. Ha sido la ocasión en que nuestro Obispo transmitió su mensaje y homilía la diócesis de Zárate-Campana y a la feligresía de Escobar, así como los augurios de un feliz año nuevo 2011, ya tan cercano.

El pesebre

HOMILÍA DE MONS. OSCAR SARLINGA EN LA NOCHEBUENA DE 2010
Iglesia concatedral de la Natividad del Señor
Belén de Escobar

I
LA LUZ RENACIENTE PARA ILUMINAR NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL
La nuestra es una humanidad y una sociedad en la que no faltan luces, causales de un sano optimismo (que hemos de basar en la virtud y en el don de la esperanza), aunque también existen motivos de obscurecimiento, de índole moral, cultural, socioeconómica, y, en nada menor, espiritual. Hoy es Nochebuena, es la noche más buena porque víspera del Nacimiento, la Natividad o Navidad, ocasión para clamar, para “anunciar”(Cf. Lc. 4, 18, ss) que “éste es el día que hizo el Señor, y que por eso, nos alegramos y regocijamos” (Cf Ps. 117, 24). Es el Nacimiento del Señor Jesucristo, que nos trae con toda la fuerza de su verdad, de su gracia, el mensaje y la realidad de liberación, en primer lugar, liberación del pecado y sus consecuencias. Liberación, por ende, de nuestras obscuridades, de toda angustia, de toda zozobra, liberación que lo es, al mismo tiempo,de los límites autocomplacientes con los que podríamos congratularnos, y que nos harían permanecer en una cómoda mediocridad, en el orden espiritual y en todos los ámbitos de la vida. La Luz, que brilla en las tinieblas (Cf Jn 1,5) renaciente en nuestros corazones ha venido, en cambio, para iluminar nuestras vidas personales y nuestra sociedad actual.
Es Navidad, realidad a la vez humilde e inmensa, humana y divina. La única Persona del Verbo une dos naturalezas, la divina y la humana. Esta última, hecha a imagen de la divina (Cf. Gen. 1, 26-27). La divina, eterna, infinita. El niño nacido, en su misma humanidad, es también imagen inefable, inenarrable de Dios invisible (Cf Col. 1, 15; 2 Cor. 4, 4). En su divinidad, es Dios que se hizo Hombre. Se trata aquí, fijémonos, del inefable misterio del Niño nacido, Hombre y Dios, como lo expresa San Agustín: «natusestChristus (. . .) de Patre, Deus; de Matre, homo», ha nacido Cristo; de Padre, Dios, de Madre, hombre , de modo tal que Él viene a nosotros como fuente y culmen de nuestra historia humana, uniendo lo celestial y lo terreno (Cf Ef. 1, 10) y dándonos, así, pleno acceso a la salvación (Cf Lc. 3, 6).
El Papa Benedicto XVI, en una homilía navideña en el año 2001, en que se refirió a San Gregorio di Nissa y a San Anselmo de Canterbury, desarrolló el tema a partir de un versículo del evangelio de Juan: “Puso su tienda en medio de nosotros” (Jn 1,14) , y explicaba cómo San Gregorio aplicaba esta palabra de la “tienda” a nuestro cuerpo (y a nuestro espíritu) expuesto al dolor y al sufrimiento, y San Anselmo lo aplicaba asimismo al cosmos, al mundo, lacerado por el pecado del hombre. Fue la ocasión para que el Papa aludiera a este mundo nuestro, herido también por el abuso de las energías, por la explotación indiscriminada de éstas, por la contaminación y por todo lo que arruina la armonía, el equilibrio, la belleza y la salud de la naturaleza. Será ésta una renovada ocasión de meditar en cuidar “la Casa grande” en la que vivimos, nuestro mundo de hoy, y de cuidar particularmente de cada uno de nuestros hermanos y hermanas. Es cuidar de recuperar nuestra dignidad, cada día.
II
RENACER, DESPERTARSE, LEVANTARSE, RECIBIR UN IMPULSO RENOVADO POR LA LUZ DE NAVIDAD
Necesitamos un impulso “renovador desde dentro”, verdaderamente liberador. Como cristianos, una somnolencia nos puede afectar, incluso acosar, diríamos. A esa somnolencia a la que nos referimos, puede sucederle el letargo, e incluso la postración (causada casi siempre, y en el fondo, por el miedo). Necesitamos un impulso renovador, y queremos recibirlo en fidelidad a la Iglesia, en comunión dentro de ella, con el Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, el cual “(…) es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los Obispos como de la muchedumbre de los fieles” y con todos nuestros hermanos y hermanas. Lo que necesitamos es un impulso nuevo capaz de crear “tiempos nuevos de evangelización” (y civilización), arraigándonos, como Iglesia que somos, todavía más en la fuerza profética y poder perennes de Pentecostés , para ser de verdad “un solo corazón y una sola alma”(Cf Hech. 4, 32).
En tanto Iglesia particular de Zárate-Campana nos hemos puesto como gran meta el afianzar la herencia del Gran Jubileo por el que entramos en el IIIer. Milenio, puesto nuestro corazón en Jesucristo, el que hace “nuevas todas las cosas” (y a cuyo Corazón hemos consagrado la diócesis el 9 de mayo de 2009 en la iglesia concatedral de Belén de Escobar). Lo haremos sólo si somos humildes y si estamos dispuestos al desafío de la unidad. Ese «sentir con la Iglesia» ha sido comprendido en nuestro Plan Pastoral, conscientes de la esencial necesidad, sobre todo, de vivir más y mejor el Evangelio de Jesucristo , porque sólo así viviremos la “novedad” perenne del Evangelio. A este respecto, Benedicto XVI nos refería, en su encíclica “Deus Caritas est”: “(…) ahora nos toca recoger la herencia jubilar, tomar conciencia de que lo importante no es tanto hacer “programas nuevos”, sino vivir la novedad permanente del evangelio…” . Para realizarlo, hay que despertar de la somnolencia que puede afectarnos, siguiendo la exhortación, hoy más viva que nunca, de San Agustín: «Despiértate, hombre, porque por ti Dios se hizo hombre» . Despertarse y levantarse, para ponerse a caminar; lejos de nosotros la “postración espiritual”, es tiempo de caminar.
III
LA BÚSQUEDA DEL NIÑO QUE HA NACIDO HACE RENACER EN LA IGLESIA EL “CORAZÓN MISIONAL”
El Amor que surge del Corazón de Cristo nos asocia a nosotros, como hermanos y hermanas, en la gran familia humana amada y salvada por Él, que es la Iglesia, en la cual puede y debe nacer “una nueva manera de ser como seres humanos”, pues hemos sido hechos hijos de Dios, y por consiguiente “hermanos”. ¿Qué necesidad hay del odio, de la intriga, de la violencia, o del indeferentismo?.Nuestras familias, nuestra sociedad, merecen una renovación obrada por el Amor; los más pobres y excuidos, los enfermos, los necesitados, los que han perdido el sentido de la vida y de la auténtica felicidad, también lo merecen. Si a la Iglesia la cimienta Cristo mismo con su Amor, podemos y debemos esperar que un mundo mejor va a renacer, y, de hecho, en cierto sentido nace cada día; tengamos esperanza . Tengamos realismo y esperanza, puesta en obra, esta última, para un humanismo trascendente, digno de Dios y digno del hombre, que abrace a todos y a cada uno en una gran fraternidad, en la justicia largamente esperada, en la amistad social .
Para nosotros que somos fieles de Cristo, si queremos contribuir, colaborar a la profunda renovación que conlleva ese humanismo trascendente, es preciso asumir, como nos enseñaba la inolvidable exhortación EvangeliiNuntiandi, que “(…) no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio. La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior y, si hubiera que resumirlo en una palabra, lo mejor sería decir que la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama, trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos” .
En esa línea, el “corazón misional” de la Iglesia tiene particularmente en Navidad un objetivo: mostrar dónde está el Pesebre, con el “Niño que nos ha nacido”, para, desde allí, colaborar a la transformación de los corazones, primero, y de la sociedad actual. ¿Obstáculos existen?. Muchos, hay muchos obstáculos que son manifiestos, pero el más importante de ellos no siempre lo es tanto, tan manifiesto, digo, y se trata de la soberbia, personal, o, en cierto sentido, grupal o colectiva. En esto hemos de mirarnos nosotros mismos, bien dentro, pues puede anidar en repliegues interiores de nuestro espíritu. Por el contrario, la humildad nos corrige de esa falla fundamental, la cual impide a quien la padece (o la cultiva) el lograr ese encuentro con “Cristo Revelador”,quien se manifiesta a los humildes de corazón y a aquéllos que lo buscan movidos interiormente por el Espíritu de Amor .
Consideremos cómo se manifestó el Salvador del mundo, con humildad, casi sin que los hombres de su tiempo lo advirtieran, como si hubiera querido que, inspirados quienes lo esperaban como por un movimiento interior, hubieran tenido que “ponerse a buscarlo”. Para buscar al Niño pequeño y para encontrarlo, era preciso “inclinarse”, como lo hicieron los “anawim”, los “pobres de Yahweh”, en lenguaje bíblico. El inclinarnos para encontrar el supremo Bien -en este sentido bíblico mencionado- nos da dignidad, nos dignifica, lejos de constituir una abajadoraindignidad o sujeción. Sinos ponemos a su búsqueda, aunque de entrada no lo divisemos, el Niño nos saldrá al encuentro, nos tomará de la mano y nos conducirá, incluso como a la oveja perdida, si es necesario (Cf Lc. 15, 5). Nos conducirá al redil de su justicia y su felicidad, si confiamos en Él, tengamos fe y confianza en dejarnos guiar. El Niño se hará para nosotros “Puerta de nuestra salvación”, “Puerta de la Vida”, y “Puerta de la Paz”, como llamó Juan Pablo II a Jesucristo en un Mensaje de Navidad .
No tengamos miedo. Es el momento, en esta Nochebuena, de hacer resonar en nuestros oídos del alma la voz de San Pablo cuando nos dijo: «Alégrense en el Señor, se lo repito, ¡alégrense!» (Fil 4, 4; 2, 18; 3, 1). Creámosle al Ángel presente en el Pesebre, a la voz angélica que ha entonado el mensaje de esa inmensa alegría que espanta de nosotros el miedo y la postración: «¡No teman!. He aquí que les anuncio una gran alegría, que será para todo el pueblo: hoy les ha nacido en la ciudad de David un salvador, que es Cristo el Señor» (Lc. 2, 10-11).
Quiera el Señor darnos que estas celebraciones navideñas confirmen en nosotros, como fieles cristianos, nuestra plena, cordial, amorosa y firme adhesión a Cristo Jesús, el Señor. ¡Creemos en Él!. Creemos, y le pedimos que aumente nuestra fe. Él sólo es nuestro Salvador y el Salvador del mundo (Cf Hech 4,12), el que nació para nosotros (Cf Lc. 2, 11), el que vino por cada uno de nosotros (Cf Gal. 2, 20).
PONEMOS NUESTRA RENOVADA NATIVIDAD EN MANOS DE LA VIRGEN MADRE
A los fines de poner en las mejores manos todo lo que hemos considerado anteriormente, dejémosle un gran lugar en nuestra vida a la intercesión de Aquélla a quien todas las generaciones llamarán por siempre Bienaventurada, la Virgen María. Sí, Bienaventurada por haber creído en el cumplimiento de lo que se le había dicho de parte del Señor, por haber creído en Su Palabra (Cf Luc. 1, 45).
En esta Nochebuena bendita, que María, la Mujer creyente, la Madre de Dios y la Madre de la Iglesia, junto con San José, nos protejan y guíen, en estas fiestas patronales de la iglesia concatedral de Belén de Escobar, con augurio de bendiciones para el cercano año 2011, y en todos los momentos de nuestra vida.

+Oscar, obispo de Zárate-Campana

Video de la Misa de Noche Buena y Fiesta Patronal de la Natividad del Señor,
por justin.tv

1º parte

miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL OBISPADO DIO DIFUSIÓN AL PROGRAMA DE LA NOVENA DE LAS FESTIVIDADES DE LA IGLESIA CO-CATEDRAL DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR, EN BELÉN DE ESCOBAR

LA FESTIVIDAD PATRONAL TENDRÁ LUGAR EN NOCHEBUENA, 
PUES "NATIVIDAD DEL SEÑOR" ES LA FIESTA DE "NAVIDAD"

Imagen del Belén en la iglesia co-catedral de la Natividad del Señor en Belén de Escobar
La Misa de Nochebuena será presidida por el Obispo Mons. Oscar Sarlinga, y concelebrada por Mons. Marcelo Monteagudo (Delegado de las Misiones y Representante legal del colegio "Santa María" de Belén de Escobar) por el Pbro. Daniel Bevilacqua (cura párroco de la Natividad del Señor) y por los Pbros. Mauricio Aracena, Nicolás Guidi y Alfredo Antonelli.

Bajo el lema "La Iglesia crece cuando vive en comunidad", el próximo 17 de diciembre comienza la novena de la Iglesia Cocatedral. Cada día de la novena esta inspirada en uno de los puntos del documento de la V Conferencia General del Episcopado de Latinoamerica y del Caribe, en Aparecida. A continuación presentamos el programa.

24 de diciembre 21.00 horas Santa Misa de Nochebuena y fiestas patronales de la Natividad del Señor

jueves, 9 de diciembre de 2010

CELEBRACIONES DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN y BODAS DE PLATA DE LA PARROQUIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN, DE MAQUINISTA SAVIO (ESCOBAR-PILAR)

En la diócesis de Zárate Campana todas las parrqouias celebraron a la Inmaculada Concepción de María. En la jurisdicción de la iglesia catedral de Santa Florentina tuvo lugar la tradicional procesión náutica, con la presencia de Mons. Edgardo Galuppo y el Pbro. Hugo Lovatto. Por la tarde tuvo lugar en la iglesia catedral la celebración de las segundas comuniiones solemnes, en eucaristía presidida por Mons. Santiago Herrera. Rector del Seminario. El Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga presidió la eucaristía, por la mañana, en la comunidad "Cenacolo" y por la tarde recibió a la procesión en Maquinista Savio, de la que participaron 4.000 personas, y que culminó en el gran ginmasio parroquial puesto que la capacidad del templo se vio desbordada. Fue la ocasión de celebrar las bodas de plata de la parroquia de la Inmaculada Concepción, de esa localidad que abarca sectores de los partidos de Escobar y de Pilar, y que fue erigida en 1985. En con la multitud que colmó el gimnasio se encontraban fieles de todas las capillas y centros pastorales de la jurisdicción, religiosos, religiosas, un grupo de seminaristas diocesanos, los diáconos permanentes Rev. Heredia y Rev. Cerrano y los sacerdotes que concelebraron con el Obispo, a saber: Mons. Justo Rodríguez Gallego, cura párroco, Mons. Edgardo Galuppo, vicario general (y ex-cura párroco de Maquinista Savio), Mons. Marcelo Monteagudo (delegado para las misiones), Mons. Daniel Ferrari (presidente de la comisión judicial de la diócesis), el Pbro. Nicolás Guidi, el Pbro. José de Estrada y el Pbro. Alfredo Meóniz.
Predicación del Obispo en la Misa de la Inmaculada Concepción en Maq. Savio

Momento de la predicación en la Misa de la Inmaculada Concepción en Maq. Savio

Nuestro Obispo Oscar tuvo la siguiente homilía:

HOMILÍA DE MONS. OSCAR SARLINGA EN LA SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

MAQUINISTA SAVIO (PARTIDOS DE ESCOBAR Y PILAR)


8 de diciembre de 2010, en las “Bodas de Plata” de la parroquia de la Inmaculada Concepción
Queridos hermanos sacerdotes, autoridades civiles, diáconos permanentes, seminaristas, religiosos, religiosas, hermanos y hermanas todos
Proclamamos una vez más a María, con todo nuestro corazón, la Bienaventurada, la Feliz, porque ha creído. Luego de la procesión realizado, que ha sido casi una peregrinación, a lo largo de quince cuadras, con tanta feligresía proveniente de las distintas capillas y centros pastorales, celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción, en las “bodas de plata” de esta parroquia, joven, de esta región, también joven y tan poblada.

I. LO QUE FUE OBRANDO LA VIRGEN INMACULADA EN MAQUINISTA SAVIO

En efecto, tierras de antigua cristiandad no podrían ser éstas, porque no lo son de antigua población, y  tampoco han pertenecido a esos centros de la más antigua evangelización de la zona, como el histórico Pilar viejo, o, ya más en el interior de la diócesis, Santiago del Baradero (del siglo XVII) o San Antonio de Areco y Capilla del Señor, ambas poblaciones del siglo XVIII. Con el sucederse de la historia, y porque nada escapa al designio providente de Dios, Él quería que la Inmaculada tuviera su templo en esta región, que estaba llamada a ser un lugar populosísimo de la Provincia de Buenos Aires, y que deviniera, con el tiempo, una jurisdicción parroquial de la diócesis de Zárate-Campana, a la que creó S.S. Pablo VI en 1976.
Según palabras registradas de un testigo directo, de la familia Nieto, en los recientes orígenes de Maquinista Savio se tenía ya desde el inicio la intención de construir una capilla, para lo cual la consecución del terreno acabó materializándose en 1958, ubicado aquél, precisamente, en la división territorial de los partidos de Escobar y Pilar, del lado de la acera de este último. Aunque parezca especial, una calle que separa ambos partidos hace que el actual templo se ubique en la acera correspondiente a Pilar. Por entonces, la familia Beliera donó el terreno para la escuela, y la familia Nieto el de la iglesia, que era un proyecto. Faltaba el templo. En 1980 el cura párroco de Garín, Padre Perna, manifestó la intención de construir dicho templo, más allá de las diferencias entre  los límites de los partidos en el que el predio donado se ubicaba. Fue así como en 1981 se edificó la capilla, “Inmaculada Concepción”, con el aporte de donaciones locales y uno significativo de que llegó de los católicos alemanes, gestionado por el Padre Florencio de Del Viso. En 1985 el entonces Obispo diocesano, Mons. Alfredo Mario Espósito, la erigió como parroquia.
Por aquí pasaron, pues, el Padre Perna, el Padre Florencio, el Padre Elías, el Padre Sposaro, el Padre Edgardo Galuppo, el P. Hugo Acuña, y por cierto el P. Justo Rodríguez Gallego quien, junto con los laicos colaboradores, puso un sentido de misionariedad, de comunión y paz. Fue de importancia el aporte pastoral de la diócesis de Toledo a estas tierras, con la voluntad de configurar una parroquia misionera y solidaria, y en esta historia vivida, historia sagrada, continuó, pues, como lo he dicho, Mons. Justo Rodríguez Gallego, junto con sus colaboradores laicos, habiendo concluido el templo parroquial, el cual tuve la dicha de consagrar solemnemente, el 8 de mayo de 2006, hace exactamente 4 años. El Obispado quiso donar el altar, lugar de la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana, desde donde es construida y fortalecida, en y por Cristo, la comunidad parroquial. En muy sucinta historia, me comprenderán ustedes, ésta es historia vivida de la comunidad católica de Maquinista Savio, es historia guiada por la mano Providente del Padre, y por la poderosa intercesión de María, la Inmaculada Concepción, la Esposa del Espíritu Santo, la Madre de Jesucristo nuestro Dios y Señor.

II.  LA INMACULADA CONCEPCIÓN, “KEKHARITOUMÉNE” MADRE DEL MESÍAS SALVADOR

Sí, hermanos todos que forman esta multitud reunida en este gran gimnasio, estamos hoy aquí en esta parroquia de la Inmaculada Concepción para manifestar, exclamar, declamar, nuestro amor a María Santísima, Madre de Dios y de la Iglesia, Madre de cada uno de nosotros, pues el Evangelio, asegurándonos que la Virgen es Madre de Dios (Cf Lc 1,26ss) nos ofrece la base granítica, a la que no puede rozar la menor sombra de duda, para dar a María el honor debido y la efusión de un sentimiento afectuoso que, como amoroso eco, se resume en el Hijo, en Cristo. Ella, María, es la “llena de gracia” (Lc 1,28), la Kekharitouméne, la cual nos ha dado a Jesucristo, razón por la que cada uno puede ver cuánto el ejemplo de la Virgen,  su intercesión, su protección, nos ayudan grandemente, como fieles suyos, a renovarnos interiormente y a reconciliarnos con Dios y con los hermanos, así como a huir del pecado y de sus consecuencias.
Y la “Inmaculada Concepción”, más que una “advocación”, o “título” de la Virgen, es lo que Ella misma es. La Virgen misma es la Inmaculada Concepción, porque Ella, la Virgen, es la obra maestra de la redención obrada por Cristo. Por la potencia de su amor y de su mediación única y universal, Cristo ha obtenido que la Madre fuera preservada del pecado original; por ello María ha sido totalmente redimida por Cristo, ya antes de ser concebida, en razón de la misión que le reservaba el Padre(1), el ser Madre del Mesías Salvador.

III. EN LA PARROQUIA SE REALIZA TAMBIÉN LA IMAGEN DE LA IGLESIA COMO PUEBLO MESIÁNICO

Es la ocasión, por esto, de redescubrir también hoy, nosotros, a la Iglesia como Cuerpo del Salvador, como Pueblo peregrinante de Jesucristo, el Ungido del Padre, nacido de María Virgen.
La Iglesia es pueblo mesiánico(2) porque, con el don recibido, el «sentido de la fe» procedente de la unción del Espíritu, se hace “pueblo profético” que exhorta con amor y con mansedumbre a todos los hombres a la conversión. También la parroquia tiene ese sentido profético, y también ella posee la misión de ser un centro del “profetismo de la esperanza”, esa esperanza en que todo cuanto ha sido sembrado en 25 años sea cultivado y produzca cosecha abundante, conforme a la voluntad de Dios, que da a uno a sembrar, a otro el cosechar (Cf Jn 4,37).
Para dar testimonio de esa índole mesiánica que tenemos como Pueblo, necesitamos esperanza. Me refiero a la esperanza teologal, más que a las meras “expectativas” o “ganas” o “tendencias” con las que a veces nuestras mentes pueden confundirse, al no escapar del todo al secularismo imperante. La esperanza verdadera es la que “renueva”, porque es Dios mismo quien dijo “Yo hago nuevas todas las cosas”; es Él, con su Gracia, el que tiene el poder de hacernos “nacer de nuevo”, y por eso la esperanza nos hace renacer, y por eso también la enseñanza de la Iglesia reactualiza la palabra que Dios Padre, en el Hijo Jesús (el Verbo) “dice” desde el origen del mundo, y que el Espíritu de Amor reactualiza hoy y hace comprensible, en el tiempo, y en los tiempos nuestros, creaturas históricas, y que podemos hoy resumir en estas tres bíblicas exhortaciones: “escucha”, “recuerda”, “conviértete”. En esto radica la base de la pastoral de una parroquia, a través de “la escucha de la fe”, de la catequesis, y de la misión que de allí procede. 
La esperanza, queridos hermanos e hijos, promueve al mismo tiempo una dinámica evangelizadora y promotora de la dignidad humana, de tal modo que hace desarrollar y crecer una interrelación mutua de caridad, de participación, de colaboración, de mutua ayuda, al modo como vemos en la comunidad eclesial del libro de los Hechos (Cf Hech 18,1-4). De tal modo que, movidos por el Espíritu, vivamos unidos los unos a los otros en la humildad, sin sobreestimarnos a nosotros mismos, o creernos los detentores de lo absoluto, del conocimiento, de los poderes, por pequeños que estos sean si los miramos a una escala global; lo malo es cuando a esos poderes los queremos acaparar, y esto sin espíritu de servicio. Por eso es tan importante en una parroquia la corrección fraterna(3) y el ponernos siempre a la escucha, como María, el estar en relación con todos, y en especial con los más pobres, con los pequeños, los sencillos, a la manera como  lo refiere San Pablo, es decir, no creyéndonos llenos de sabiduría, “sino con el amor gratuito”(cf 1 Cor 13).
Es con este espíritu como ha de ser comprendida la colaboración y el diálogo, y de ese modo se sientan las bases para “edificar” la Iglesia como pueblo de Dios, como obra agradable a Dios, que asciende “con suave fragancia”, como sacrificio, y que a la vez desciende “como bendición” sobre nuestro pueblo, porque, como ha dicho el Señor a través del profeta Jeremías: “Yo encontraré mi gozo en hacerles el bien” (Jer 32,41).
 ¡Si tuviéramos más conciencia, psicológica y moral, de cuánto necesitamos colaborar, cada uno según su vocación, elección, misión,  a “edificar” la Iglesia!

IV. EN LA INMACULADA SE REFLEJA LA BELLEZA INFINITA

Por último, hermanos y hermanas, oímos hablar tantas veces de relativismo y secularismo; son desafíos que hemos de asumir en una nueva evangelización. Me referiré sólo a una de las manifestaciones de aquéllos, y quiero decirles que existen tantas falsas luces que atraen nuestra atención, nuestra fascinación, tantas pseudo-bellezas que nos encandilan en este mundo en que ni todo ni mucho es como aparece; pseudo-bellezas que en realidad terminen obscureciendo nuestra mirada, y pueden enceguecernos, tales como la fascinación del poder por el poder mismo, el ansia de predominio, la hipocresía que nos deja bellos por fuera (en el mejor de los casos) y feos por dentro, el abuso, el mal uso del sexo, el no poner importancia más que en nuestro propio interés por encima del bien común; son como “luces fatuas”, como pseudo-faros que atraen enfermizamente nuestras potencias y nuestras facultades, pero que en el fondo y al final nos dejan tristeza, una nada interior y un horrendo vacío en nuestra vida.
Y hoy, en la solemnidad de la Inmaculada, ¿no sería acaso la oportunidad de responder a una cuestión semejante, de gran actualidad pastoral, esto es, cómo reproponer en manera adecuada a María a nuestro pueblo, desde la perspectiva de la belleza que atrae nuestras potencias?. Desde la oración y en ella, querríamos hoy también proponer la “vía de la belleza” de María, la que Ella tiene como Esposa del Espíritu Santo, como “toda hermosa” (tota pulchra), como ideal supremo de perfección al que ningún artista ha logrado plasmar en plenitud, como “la Mujer revestida de sol” (Ap 12,1), en la cual los rayos purísimos de la belleza humana se conjugan con los rayos luminosos, soberanos, de la belleza sobrenatural. Sí, también la contemplación de la “Toda Hermosa” nos ayudará en nuestro camino de fe, porque Ella es hermosa porque “Kekharitouméne”, porque llena de gracia, llena del Espíritu, cuya Luz que no tiene fin brilla con incomparable esplendor. La belleza de María nos ayudará a concentrar nuestra mirada y quitarla de las luces fatuas que terminan obscureciéndonos, haciéndonos seres obscuros u obscurecidos, por lo menos. ¡Qué renovada espiritualidad puede surgir de la vía de la belleza!. Se lo auguro a todos ustedes, se lo deseo de corazón, redescubrir, con María, la belleza de la imagen de Dios en nosotros, en la familia, en la comunidad, en la lucha diaria por el bien común.
El Señor conceda a todos, Pastores y fieles, la firmeza y suavidad de la fe, la fuerza de la esperanza y la caridad amorosa, y que la gracia divina esté con ustedes en estas Bodas de Plata de la parroquia, y siempre, como nos lo deseó San Pablo: «la gracia esté con todos aquellos que aman a Nuestro Señor Jesucristo con amor inmutable» (Ef. 6, 24).


Notas:
1 CF BENEDICTO XVI, Audiencia general, Aula Pablo VI, Ciudad del Vaticano, Miércoles 7 de julio de 2010
2 Cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, 9.
3 Cf CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, 37.

domingo, 5 de diciembre de 2010

LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA SE PREPARA A CELEBRAR A LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA VIRGEN

El próximo 8 de diciembre, juntamente con la tradicional procesión náutica en el Paraná de las Palmas, se celebran las Bodas de Plata de la parroquia de la Inmaculada Concepción en Maquinista Savio (localidad entre Escobar y Pilar) y el 5to. aniversario de la presencia de la comunidad "Cenacolo" de recuperación de tóxico-dependientes (en la Casa de Nuestra Señora de Luján, en Exaltación de la Cruz-Pilar). El Obispo Mons. Oscar Sarlinga presidirá las dos últimas celebraciones mencionadas, respectivamente a las 19 y a las 11.
Francisco de Zurbarán, la Inmaculada Concepción

Jesús, concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de María Virgen

    1. El Nombre de "Jesús” significa “Salvador”. Este mismo Jesús, que vivió treinta años en Nazaret, en Galilea, es el Hijo Eterno de Dios, “concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de María Virgen”. Lo proclaman los Símbolos de la Fe, el Símbolo de los Apóstoles y el niceno-constantinopolitano; lo han enseñado los Padres de la Iglesia y los Concilios, según los cuales, Jesucristo, Hijo eterno de Dios, es “ex substantia matris in saeculo natus” (cf. Símbolo Quicumque, DS 76). La Iglesia, pues, profesa y proclama que Jesucristo fue concebido y nació de una hija de Adán, descendiente de Abraham y de David, la Virgen María. El Evangelio según Lucas precisa que María concibió al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo, “sin conocer varón” (cf. Lc 1, 34 y Mt 1, 18. 24-25). María era, pues, virgen antes del nacimiento de Jesús y permaneció virgen en el momento del parto y después del parto. Es la verdad que presentan los textos del Nuevo Testamento y que expresaron tanto el V Concilio Ecuménico, celebrado en Constantinopla el año 553, que habla de María “siempre Virgen”, como el Concilio Lateranense, el año 649, que enseña que “la Madre de Dios... María... concibió (a su Hijo) por obra del Espíritu Santo sin intervención de varón y que lo engendró incorruptiblemente, permaneciendo inviolada su virginidad también después del parto” (DS 503).

    2. Esta fe esta presente en la enseñanza de los Apóstoles. Leemos por ejemplo en la Carta a de San Pablo a los Gálatas: “Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer... para que recibiéramos la adopción” (Gál 4, 4-5). Los acontecimientos unidos a la concepción y al nacimiento de Jesús están contenidos en los primeros capítulos de Mateo y de Lucas, llamados comúnmente “el Evangelio de la infancia”, y es sobre todo a ellos a los que hay que hacer referencia.

    3. Especialmente conocido es el texto de Lucas, porque se lee frecuentemente en la liturgia eucarística, y se utiliza en la oración del Ángelus. El fragmento del Evangelio de Lucas describe la anunciación a María, que sucedió seis meses después del anuncio del nacimiento de Juan Bautista (cf. Lc 1, 5-25). “ fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María” (Lc 1, 26). El ángel la saludó con las palabras “Ave María”, que se han hecho oración de la Iglesia (la “salutatio angelica”). El saludo provoca turbación en María: “Ella se turbó al oír estas palabras y discurría qué podría significar aquella salutación. El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y llamado Hijo del Altísimo... Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón? El ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por eso el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 29-35). El ángel anunciador, presentando como un “signo” la inesperada maternidad de Isabel, pariente de María, que ha concebido un hijo en su vejez, añade: “Nada hay imposible para Dios”. Entonces dijo María: “He aquí a la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 37-38).

    4. Este texto del Evangelio de Lucas constituye la base de la enseñanza de la Iglesia sobre la maternidad y la virginidad de María, de la que nació Cristo, hecho hombre por obra del Espíritu. El primer momento del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios se identifica con la concepción prodigiosa sucedida por obra del Espíritu Santo en el instante en que María pronunció su “sí”: “Hágase en mi según tu palabra” (Lc 1, 38).

    5. El Evangelio según Mateo completa la narración de Lucas describiendo algunas circunstancias que precedieron al nacimiento de Jesús. Leemos: “La concepción de Jesucristo fue así: Estando desposada María, su Madre, con José, antes de que conviviesen se halló haber concebido María del Espíritu Santo. José, su esposo, siendo justo, no quiso denunciarla y resolvió repudiarla en secreto. Mientras reflexionaba sobre esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 18-21 ).

    6. Como se ve, ambos textos del “Evangelio de la infancia” concuerdan en la constatación fundamental: Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de María Virgen; y son entre sí complementarios en el esclarecimiento de las circunstancias de este acontecimiento extraordinario: Lucas respecto a María, Mateo respecto a José.
Para identificar la fuente de la que deriva el Evangelio de la infancia, hay que referirse a la frase de San Lucas: “María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón” (Lc 2, 19). Lucas lo dice dos veces: después de marchar los pastores de Belén y después del encuentro de Jesús en el templo (cf. 2, 51). El Evangelista mismo nos ofrece los elementos para identificar en la Madre de Jesús una de las fuentes de información utilizadas por él para escribir el “Evangelio de la infancia”. María, que “guardó todo esto en su corazón” (cf. Lc 2, 19), pudo dar testimonio, después de la muerte y resurrección de Cristo, de lo que se referí la propia persona y a la función de Madre precisamente en el período apostólico, en el que nacieron los textos del Nuevo Testamento y tuvo origen la primera tradición cristiana.

    7. El testimonio evangélico de la concepción virginal de Jesús por parte de María es de gran relevancia teológica. Pues constituye un signo especial del origen divino del Hijo de María. El que Jesús no tenga un padre terreno porque ha sido engendrado “sin intervención de varón”, pone de relieve la verdad de que Él es el Hijo de Dios, de modo que cuando asume la naturaleza humana, su Padre continúa siendo exclusivamente Dios.

    8. La revelación de la intervención del Espíritu Santo en la concepción de Jesús, indica el comienzo en la historia del hombre de la nueva generación espiritual que tiene un carácter estrictamente sobrenatural (cf. 1 Cor 15, 45-49). De este modo Dios Uno y Trino “se comunica” a la criatura mediante el Espíritu Santo. Es el misterio al que se pueden aplicar las palabras del Salmo: “Envía tu Espíritu, y serán creados, y renovarás la faz de la tierra” (Sal 103/104, 30). En la economía de esa comunicación de Sí mismo que Dios hace a la criatura, la concepción virginal de Jesús, que sucedió por obra del Espíritu Santo, es un acontecimiento central y culminante. Él inicia la “nueva creación”. Dios entra así en un modo decisivo en la historia para actuar el destino sobrenatural del hombre, o sea, la predestinación de todas las cosas en Cristo. Es la expresión definitiva del Amor salvífico de Dios al hombre, del que hemos hablado en las catequesis sobre la Providencia.

    9. En la actuación del plan de la salvación hay siempre una participación de la criatura. Así en la concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo María participa de forma decisiva. Iluminada interiormente por el mensaje del ángel sobre su vocación de Madre y sobre la conservación de su virginidad, María expresa su voluntad y consentimiento y acepta hacerse el humilde instrumento de la “virtud del Altísimo”. La acción del Espíritu Santo hace que en María la maternidad y la virginidad estén presentes de un modo que, aunque inaccesible a la mente humana, entre de lleno en el ámbito de la predilección de la omnipotencia de Dios. En María se cumple la gran profecía de Isaías: “La virgen grávida da a luz” (7, 14; cf. Mt 1, 22-23); su virginidad, signo en el Antiguo Testamento de la pobreza y de disponibilidad total al plan de Dios, se convierte en el terreno de la acción excepcional de Dios, que escoge a María para ser Madre del Mesías.

    10. La excepcionalidad de María se deduce también de las genealogías aducidas por Mateo y Lucas.
    El Evangelio según Mateo comienza, conforme a la costumbre hebrea, con la genealogía de Jesús (Mt 1, 2-17) y hace un elenco partiendo de Abraham, de las generaciones masculinas. A Mateo de hecho, le importa poner de relieve, mediante la paternidad legal de José, la descendencia de Jesús de Abraham y David y, por consiguiente, la legitimidad de su calificación de Mesías. Sin embargo, al final de la serie de los ascendientes leemos: “Y Jacob engendró a José esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo” (Mt 1, 16). Poniendo el acento en la maternidad de María, el Evangelista implícitamente subraya la verdad del nacimiento virginal: Jesús, como hombre, no tiene padre terreno.
    Según el Evangelio de Lucas, la genealogía de Jesús (Lc 3, 23-38) es ascendente: desde Jesús a través de sus antepasados se remonta hasta Adán. El Evangelista ha querido mostrar la vinculación de Jesús con todo el género humano. María, como colaboradora de Dios en dar a su Eterno Hijo la naturaleza humana, ha sido el instrumento de la unión de Jesús con toda la humanidad.

domingo, 28 de noviembre de 2010

VIGILIA DE ORACIÓN POR LA VIDA NACIENTE VÍSPERAS DEL PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

27 de noviembre de 2010

En la iglesia catedral de Santa Florentina, de la ciudad de Campana, fue celebrada la “Vigilia de oración por la vida naciente” tal como lo solicitara el Papa Benedicto XVI. Las celebraciones constaron de la escucha del mensaje del Obispo, Mons. Oscar Sarlinga, en la iglesia criptal de Santa Florentina y los Santos Padres de la Iglesia Hispana, llena de fieles y en especial de jóvenes, con la presencia del Delegado de las Misiones, Mons. Marcelo Monteagudo, del cura párroco y Delegado de la Pastoral de Juventud, Pbro. Hugo Lovatto, del Pbro. Dr. Nestor Villa, Moderador de la comisión de ecumenismo y diálogo interreligioso, y de los Pbros. Agustín Villa y Lucas Martínez, vicarios de la iglesia catedral. A continuación se tuvo la oración de las vísperas solemnes, en el templo catedralicio y luego la celebración de la misa, presidida por el Obispo y concelebrada por los sacerdotes mencionados. Al término de la misa, los jóvenes tuvieron la Hora Santa de adoración al Santísimo, con la intención especial por la vida naciente, en comunión con la intención del Santo Padre Benedicto XVI.

MENSAJE DE MONS. OSCAR SARLINGA EN LA VIGILIA DE ORACIÓN POR LA VIDA NACIENTE, EN LAS VÍSPERAS DEL PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO DE 2010

Queridos sacerdotes, hermanos y hermanas, muy queridos jóvenes, que numerosos han acudido a nuestro llamado:
Estamos hoy aquí, en esta Vigilia en la iglesia catedral, para abrir el corazón a la Palabra de Cristo. El Verbo Eterno ha oído todo del Padre, en la eternidad del Amor entre ambos, su Espíritu. Jesucristo, el Verbo de Dios hecho Hombre, quien nos dijo “(…) todo aquello que he oído del Padre, se lo he dado a conocer a ustedes” (Jn 15,15c). Él nos libera;  nos llama, por ello, “amigos”, más que siervos, y nos llama así, pues lo somos, es maravilloso tenerlo como nuestro Amigo, aquél que nos enseña la Ley nueva del Amor, aquél que es, Él mismo, “el Evangelio de la Vida”. Por eso queremos proclamar con entusiasmo un gran “Sí” a la vida humana, a la persona como imagen de Dios, en todas las etapas y dimensiones de su existencia. Esta verdad “crística” sobre el sentido más profundo de nuestra vida humana nos trae liberación interior y alivio frente a no pocas adversidades que nos toca vivir en nuestra sociedad contemporánea. ¿Lo creemos?. Porque el creerlo, el vivirlo interiormente será lo que nos hará “libres”, con la libertad evangélica.

I. EL INICIO DEL ADVIENTO

El inicio del tiempo litúrgico del Adviento provoca en nosotros sentimientos de agradecimiento por la liberación que nos trajo Cristo. El agraviante e insoportable peso de la esclavitud, de cualquier esclavitud, a comenzar por la más originaria, la del pecado, ya no tiene derecho alguno sobre nosotros, porque el Espíritu Santo infunde hoy, con suavidad y firmeza, en los oídos interiores de nuestra alma, la disposición a dedicarnos con entera libertad a proclamar con nuestra palabra y nuestras obras ese Evangelio. Queremos hacerlo como “pueblo de la vida” que, en tanto miembros de la Iglesia, verdaderamente somos.
Con esta disposición de espíritu, “aquí estamos”, le decimos al Señor, con una alentadora presencia de juventud católica, este sábado 27 de noviembre, en la iglesia catedral de Santa Florentina, unidos al Papa y a toda la Iglesia en la celebración de la "Vigilia por la vida naciente". Nos hemos hecho eco de la iniciativa del Santo Padre Benedicto XVI, quien preside las Vísperas en la Basílica de San Pedro, y en cuya invitación a la Vigilia nos ha dicho:
"Todos nosotros somos conscientes de los peligros que amenazan hoy la vida humana a causa de la cultura relativista y utilitarista que ofusca la percepción de la dignidad propia de cada persona humana, cualquiera que sea el estadio de su desarrollo. Estamos llamados más que nunca a ser "el pueblo de la vida" (Juan Pablo II, Encíclica Evangelium vitae, n. 79) con la oración y el compromiso”

II. LA VIDA HUMANA ES DON SAGRADO

El valor de la vida humana es sagrado, porque así lo quiso Dios en su sapiencia.  En la primera página del Génesis, se narran acontecimientos de fe e “históricos” (con el género de la historia sagrada) a la vez: la creación del universo y del hombre, es decir, el nacimiento de la primera criatura humana, hecha a imagen y semejanza del Creador (cfr. Gen. 2, 7; 1, 26-27). En la visión bíblica, el ser humano goza de un alma espiritual, inmortal, irreductible a lo corpóreo. Por esta razón, como deducía el Bienaventurado Papa Juan XXIII en la “Mater et Magistra”, toda vida humana “ha de considerarse por todos como algo sagrado, ya que desde su mismo origen exige la acción creadora de Dios”[i].    
El alma que vivifica al ser humano es creada inmediatamente de la nada por Dios en el instante de la concepción de ese nuevo ser, de modo tal que el varón y la mujer, el papá y la mamá, son cooperadores libres de la Providencia divina, y de esta manera intervienen como en un “milagro portentoso”, más notable todavía que resucitar a un muerto o devolver la vista a un ciego. Esto último lo dice Santo Tomás de Aquino: “es más milagro el crear almas, aunque esto maraville menos, que iluminar a un ciego; sin embargo, como éste es más raro, se tiene por más admirable”[ii]. Y el gran Doctor de la Iglesia San Agustín queda incluso más maravillado ante el hecho de la creación de un nuevo ser humano “que ante la resurrección de un muerto”, pues, afirma, cuando Dios resucita un muerto, recompone o recrea “huesos y cenizas”; sin embargo –prosigue el Santo Obispo y Doctor- “(…) tú antes de llegar a ser hombre no eras ni cenizas ni huesos; y sin embargo has sido hecho, no siendo antes absolutamente nada”[iii].
De aquí el alcance vital, existencial, del drama tremendo del aborto procurado. No se trata de condenar a las personas que han vivido o viven ese drama, se trata de la dignidad de la persona humana concebida, y de la dignidad de la persona humana durante toda su vida, lo cual, es cierto, sólo se comprende cabalmente desde una visión integral del ser humano, como lo afirmaba el Papa Pablo VI cuando recordaba que este problema, como cualquier otro referente a la vida humana, hay que considerarlo, por encima de las perspectivas parciales de orden biológico o sociológico, “(…) a la luz de una visión integral del hombre y de su vocación, no sólo natural y terrena sino también sobrenatural y eterna”[iv]. Se trata también del valor pedagógico de la ley (incluso de la ley civil) y de su incidencia en una sociedad civilizada.

III. JUSTICIA, DERECHOS Y CARIDAD, PUES NO HAY VIDA SIN LA LEY NUEVA DEL AMOR

Nuestro gran “Sí” a la vida incluye todos los derechos. ¿Cómo olvidarlo?. Este “Sí” está animado por la Ley Suprema del Amor, la cual posee también una dimensión social. Así, queremos reafirmar hoy el derecho de educar a los hijos conforme a las convicciones profundas, el derecho fundamental de la libertad religiosa, todos los derechos humanos, y el anhelo a la paz y la justicia social, en tiempos caracterizados por transformaciones sociales y culturales.  Como tuvo ocasión de subrayarlo el Papa Benedicto XVI en su Encíclica “Caritas in veritate”, la Doctrina Social de la Iglesia ha puesto siempre de manifiesto la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social en los diversos sectores de las relaciones humanas[v]. Es preciso decir que sin justicia tampoco hay un “Sí” a la vida. Se promueve la justicia cuando se acoge la vida del otro y se asume la responsabilidad hacia él, respondiendo a sus expectativas, porque en él se capta el rostro mismo del Hijo de Dios, que por nosotros se hizo hombre. La imagen divina impresa en nuestro hermano funda la altísima dignidad de toda persona y suscita en cada uno la exigencia del respeto, del cuidado y del servicio. Por ello, que ninguno disocie, en este tema: el vínculo entre justicia y caridad, en perspectiva cristiana, es cercanísimo, “inter-incluido”, diríamos: "(…) la caridad supera a la justicia, porque amar es donar, ofrecer de lo "mío" al otro; pero nunca sin la justicia, que induce a dar al otro lo que es "suyo", lo que le corresponde en razón de su ser y de su obrar [...] Quien ama con caridad a los demás es ante todo justo hacia ellos. No solo la justicia no es extraña a la caridad, no sólo no es una vía alternativa o paralela a la caridad: la justicia es 'inseparable de la caridad', intrínseca a ella. La justicia es la primera vía de la caridad"[vi]. Y de todo esto, de todo, la Eucaristía es "fuente y culmen".

CONCLUSIÓN. EL EVANGELIO DE LA VIDA NOS MUEVE A CUMPLIR EN ESPÍRITU Y EN VERDAD EL QUINTO MANDAMIENTO

“No matarás” nos dice la Ley de Dios. ¿Por qué acostumbrarnos a recibir todos los días noticias de cómo se matan unas gentes a otras?. Es como si la conciencia moral se hubiera cauterizado en ese aspecto. Por otra parte, podemos entender el “matarse” en una pluriformidad de significado. Me explico: existe una tendencia creciente a pensar que podemos arbitrariamente disponer de nuestra propia vida y de la vida de los demás, por los motivos que fuere, ya sea por causa de un relativismo muy enraizado, por ejemplo, o por la infravaloración de la vida propia (parece increíble, pero esto se da cada vez más) y de la vida de los otros. Puede que ello se dé respecto de la persona humana recién concebida, o de los niños, o del ser humano en cualquiera de sus etapas o dimensiones. También se puede “matar” en un sentido más amplio que podemos atribuir a la palabra, cuando se daña conscientemente al otro por odio, codicia, envidia, intereses egoístas u otras causales, las cuales, en el fondo, tienen su raíz en las “obras de la carne” que menciona San Pablo (Cf Gal 5,11-21). A este propósito, resulta de gran iluminación para nuestro corazón el que  San Pablo, al hablar de las mencionadas “obras de la carne”, mencione no sólo “fornicación, impureza, lascivia (...) embriagueces, orgías”, sino que nombra también otros pecados, en lo que lo “carnal” y “sensual” pareciera no estar tan patente, pero que sí lo está, porque aquéllos constituyen, en lo más hondo, “pecados del espíritu” humano, y por ende, “de la carne afectada por el pecado”: “idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, iras, rencillas, disensiones, divisiones, envidias...” (Cf Ibid). Si ponemos nuestra mente a ver la realidad, junto con numerosos signos de amor, de entrega, de generoso sacrificio y de alegría que se dan en nuestro mundo, encontraremos también todo esto que nos menciona San Pablo; son realidades de rigurosa actualidad, y constituyen algunas de las causas más profundas del irrespeto de la dignidad de las personas. Por el contrario, el  respetar la dignidad de la persona es la esencia del quinto mandamiento, el cual también nos enseña que hemos de respetar el alma, la salud, el cuerpo y la fama de nosotros mismos y de los demás. De tal modo, el escándalo voluntariamente procurado (o surgido del nunca suficientemente calibrado pecado de la imprudencia), y asimismo las faltas a la salud propia o de los demás, la cólera y el odio, y miríadas de formas de irrespeto de la vida, nos hablan, casi como por sentido contrario, de la importancia de llenar nuestra alma, nuestra mente, nuestro espíritu, nuestras obras, de la Luz de Dios y de la mencionada nueva “Ley”, la “Ley nueva del Amor, del Espíritu Santo”. Veamos esperanza, queridos hermanos. Veamos la capacidad que el Señor puso en nosotros para “transformar el mundo” con la ayuda de su Gracia, con su Amor, para que, cada uno según su misión y elección, contribuyamos a la generación de un humanismo nuevo, trascendente, verdaderamente digno de Dios y del hombre, como nos lo enseña la doctrina social de la Iglesia[vii]. Con la ayuda de la Virgen Madre de Dios, Madre de la Iglesia, Estrella de la Evangelización.

_____________________
Notas:

[i] Juan XXIII, Enc. Mater et Magistra, 15-V-1961

[ii] S. TOMAS DE AQUINO, Los cuatro opuestos, 7.    

[iii] S. AGUSTIN, Sermo 127, 11, 15; ML 38, 713.      

[iv] Pablo VI, Enc. Humanae vitae, n. 7.

[v] Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, n. 35.

[vi] Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, n. 6.

[vii] Cf PONT. CONSEJO “JUSTICIA Y PAZ”, COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA, Introducción, n. 19.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Se presentó la Comisión Nacional de Justicia y Paz en la Diócesis Zárate-Campana

Fuente: La Autentica Defensa
http://www.laautenticadefensa.com.ar/noticias.php?sid=79409

Mons. Casaretto, Mons. Sarlinga y el Ctdor Castelluci
Integrantes de la comisión diocesana de Justicia y Paz y publico en general que participó de la presentación.
En las instalaciones del salón auditorio del Obispado, se presentó anoche de manera institucional la Comisión Nacional de Justicia y Paz, en un acto que contó con la presencia del Obispo de la Diócesis Zárate - Campana, Monseñor Oscar Sarlinga, y el presidente de la comisión de Pastoral Social, Monseñor Jorge Casaretto.

Francisco Castellucci, uno de los integrantes de la comisión nacional de "Justicia y Paz", fue el encargado de presentar el trabajo y los objetivos de este organismo de la Conferencia Episcopal Argentina de la Iglesia Católica que trabaja buscando contribuir a la "unidad nacional en el marco del diálogo".

Conformado por 17 miembros, esta comisión es la única del Episcopado que no está compuesta enteramente por Obispos. No obstante cuenta con el Obispo de San Isidro, Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, Mons. Jorge Casaretto como su asesor y guía.

Junto y articulándose con Pastoral Social, Deplai y Cáritas, la CNJP participa del objetivo de la Iglesia de "generar acciones que ayuden a mejorar la calidad de la sociedad argentina sobre problemáticas de ciudadanía que puedan afecta su desarrollo y acceso a una vida digna".

Justicia y Paz lleva a discusión cuestiones que afectan a los cimientos mismos de la estructura social y se ubica ante el mediano y largo plazo, con miras al Bicentenario (2010-2016)

El trabajo con representantes de otras religiones y asociaciones no gubernamentales, así como organizaciones de los diferentes sectores de la sociedad, ocupa un lugar esencial dentro de la Comisión, por estar también ellos comprometidos en la sociedad argentina.

En el orden de la Diócesis Zárate-Campana, el asesor doctrinal es Monseñor Sarlinga, mientras que la comisión está presidida por el licenciado Jorge Gulin, acompañado por Nilda Carboni, Javier Buscasa y Maria Primavera, entre otros integrantes.

Entre los principales temas de los que se ocupa la CNJP se encuentran la desnutrición infantil y materna, la inclusión de los adultos mayores, y la educación y pobreza.

Luego de la bienvenida brindada por monseñor Sarlinga, fue el obispo sanisidrense, quien habló sobre el proyecto "De habitantes a ciudadanos: Construir un país que nos incluya a todos: Un desafío para la Argentina del Bicentenario (2010-2016)".

La exclusión social es la problemática central que remarca el proyecto, en el que se proponen diferentes alternativas para avanzar desde distintos sectores de la sociedad, hacía una mayor inclusión.

domingo, 21 de noviembre de 2010

PRÓXIMA VIGILIA DE ORACIÓN POR LA VIDA EN LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA

Eucaristía fuente de vida para el Pueblo de la vida
Con motivo del inicio del Adviento (Advenimiento del Señor) y de la reciente carta enviada a todos los Obispos por el Sr. Cardenal Prefecto de la Congregación del Culto Divino y de los Sacramentos, el Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga ha dirigido unas líneas a los sacerdotes en la que los exhorta a presidir celebraciones como la pedida, e invitar a las parroquias, a las comunidades religiosas y a los movimientos a participar con espíritu de fe. Al mismo tiempo el Obispo solicitó a los curas párrocos y demás sacerdotes que prevean (como ya han adelantado que lo harán en algunas parroquias, tales como la catedral de Campana, la co-catedral y la parroquia de Presidente Derqui, por ejemplo, así como en colegios católicos y capillas de la diócesis) el unirse al Santo Padre Benedicto XVI para que de verdad podamos dar testimonio de ser "el pueblo de la vida", como cita el texto a la encíclica Evangelium Vitae, del recordado Juan Pablo II.
Mons. Oscar Sarlinga presidirá la celebración inicial en la iglesia catedral de Santa Florentina, de Campana, el sábado 27 de noviembre, a las 18. Tendrá lugar a continuación la celebración de la Santa Misa, y luego de ésta, la Hora Santa, con especial participación de los jóvenes.  
La carta del Sr. Cardenal Prefecto, S.Em. Antonio Cañizares, dice así:

Excelencia:

El próximo sábado 27 de noviembre el Santo Padre celebrará en la Basílica de San Pedro una solemne “Vigilia por la vida naciente” coincidiendo con las Primeras Vísperas del primer Domingo de Adviento en el marco de la cercana solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. La Vigilia comprenderá, además de las Vísperas, también la adoración eucarística, para agradecer al Señor que, con el don total de sí mismo, ha dado sentido y valor a toda vida humana y para invocar su protección sobre cada ser humano llamado a la existencia.

Es deseo del Santo Padre que en las Iglesias particulares los Obispos presidan celebraciones análogas e involucren a las parroquias, a las comunidades religiosas, a las asociaciones y a los movimientos. Por este motivo nos ha encargado hacer esta invitación en su nombre.

Todos nosotros somos conscientes de los peligros que amenazan hoy la vida humana a causa de la cultura relativista y utilitarista que ofusca la percepción de la dignidad propia de cada persona humana, cualquiera que sea el estadio de su desarrollo. Estamos llamados más que nunca a ser “el pueblo de la vida” (Juan Pablo II, Encíclica Evangelium vitae, n. 79) con la oración y el compromiso. Con esta Vigilia celebrada en todas las Iglesias particulares en unión con el Santo Padre, pastor universal, impetraremos la gracia y la luz del Señor para la conversión de los corazones y daremos un testimonio eclesial común a favor de una cultura de la vida y del amor.

Lo saludarnos con vivos sentimientos de fraternidad.

Antonio Cardenal Cañizares Llavera

Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos

Ennio Cardenal Antonelli

Presidente del Pontificio Consejopara la Familia

(con dos anexos)

A los Emmos. y Excmos.Presidentes de las Conferencias Episcopales en sus respectivas Sedes

VIGILIA DE ORACIÓN POR LA VIDA

al inicio del Año Litúrgico 2010/11

La Vigilia puede celebrarse:
a) comenzando con la Exposición del Santísimo Sacramento y el canto de las Vísperas o
b) teniendo las Vísperas y la Bendición con el Santísimo Sacramento como culmen.

* PRIMER MODELO:

Una imagen de la Virgen (Virgen de la Esperanza, con el Niño en su purísimo vientre) se encuentra a un lado del Altar adornada con algunas luces.  Por ser Adviento no aconsejamos un adorno floral.

I. Entrada procesional con el canto del "Roráte Caeli" (Jubílate Deo nº 58,pp.63ss).
Tras llegar al Altar se trae el Santísimo Sacramento para la Exposición.  Se puede traer acompañado por niños que portan palmas o ramas de olivo en las manos y con luces, mientras se puede entonar un "Canto Popular" adecuado.  Se expone el Santísimo según el Ritual (Lat. AAS 65 -1973-610) cantando el "Ave verum... ".

Tras un tiempo breve de adoración silenciosa, quien preside, se retira a la Sede desde la que participa en las Primeras Vísperas del Domingo Primero de Adviento.

II. Rezo de las Ia Vísperas del Primer Domingo de Adviento.
Sigue el Oficio de Vísperas según la Liturgia de las Horas.  En la homilía se introduce y muestra el sentido de esta Vigilia en el comienzo de un nuevo Año Litúrgico (Boceto en Anexo). Terminado el canto de Vísperas quien preside se acerca a adorar silenciosamente por un tiempo la Santísima Eucaristía.

III. Comienza las súplicas por la vida (En su momento se hará pública la fórmula oficial para esta súplica).
Ante el Santísimo Sacramento da comienzo esta parte de la Vigilia con una "Oración inicial al Señor de la Vida". Tras la Oración todos se sientan:
- Lectura (Gn 3, 9-15).
- Canto del "Ave, Maris Stella" (Jubílate Deo n°67, pp.75ss).
- Motivación de quien preside e introducción de la meditación de los Misterios Gozosos de la vida del Señor con María.
- Meditación de los Misterios Gozosos del Señor, rezo del Santo Rosario.

A continuación se van rezando los cinco Misterios siguiendo un mismo esquema:
-Lectura del paso evangélico.
-Tiempo de adoración, meditación y súplica personales, en silencio.
-Rezo del Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria, que puede ser cantado. Parece aconsejable distribuir el rezo de cada Misterio a unas personas de grupos diversos (padres que esperan un hijo; niño enfermo con sus padres; familia completa con los hijos; abuelos con nietos; y educadores).
-Breve silencio y Oración conclusiva del que Preside.

Terminada la Contemplación de los Misterios Gozosos se procede a concluir la Vigilia con la Bendición y Reserva del Santísimo Sacramento.
- Bendición con el Santísimo y Reserva.
Tras un breve silencio el que preside se acerca al Altar para leer la Oración del Venerable papa Juan Pablo II en "Evangelium Vitae " y concluir la Exposición del Santísimo Sacramento conforme al Ritual.
- Introducción: oramos a María para que presente nuestra oración a su Hijo, Vida del mundo.
- Oración de "Evangelium Vitae".
- Canto del "O salutáris hóstia" (Jubílate Deo n°50, p.55).
- Oración.
- Bendición.

Como de costumbre se acompaña la Reserva de la Eucaristía con un "Canto Popular" adecuado y se procede a despedir la Asamblea.

* SEGUNDO MODELO:

I. Entrada procesional con una imagen de la Santísima Virgen.
Se trata de procesionar con todos, o una parte significativa de los participantes, llevando la imagen de la Santísima. Virgen, preferentemente una Virgen de la Esperanza (con el Niño dentro de su seno).  La procesión desde el "Atrio "(o desde una plaza o iglesia cercana) hasta el Altar tendría un carácter penitencial (por todos los atentados contra la vida desde su concepción hasta su consumación). Puede ser cantando las letanías lauretanas con algunos títulos marianos y preces añadidos por su oportunidad.
- Monición inicial.
- Procesión con el "canto litánico".

Llegados al Altar se "entroniza" a un lado la imagen de la Santísima. Virgen María y se puede cantar la "Salve Regina" como final de la Procesión. La imagen puede ser incensada en tal momento. Algunos niños pueden colocar luces junto a ella. Por comenzar el Adviento se aconseja prescindir de flores.

- Saludo inicial de quien Preside.
- LECTURA bíblica, todos sentados, (Gn 3, 9-15).
- Canto: "Ave, maris stella... "(Jubílate Deo n°67, p.75ss).
- Breve alocución, introducción a la Vigilia (Cristo, Evangelio de la Vida).

II. Exposición del Santísimo Sacramento.
Se expone la Eucaristía en el Altar, conforme al Ritual. Al traer el Santísimo Sacramento hasta el Altar desde la capilla de la Reserva puede acompañarlo un cortejo de niños con luces y palmas o ramos de olivo en las manos. Un "canto popular "puede interpretarse hasta que el Santísimo  Sacramento llega a las gradas del Altar.
- Exposición del Santísimo Sacramento. Incensación.
- Canto: "Ave verum... ".

Una vez que quien preside se retira a su sede, en silencio, se inicia la meditación de los misterios gozosos de la vida del Señor de la mano de la Virgen María.
- Meditación evangélica con María, el Santo Rosario.

Comienza la meditación de los Misterios Gozosos siguiendo en cada uno de los cinco el siguiente esquema:
- Lectura del paso evangélico.
- Tiempo de silencio, adoración y meditación personales.
- Rezo del PADRENUESTRO, 10 AVEMARIAS y GLORIA (el Gloria puede cantarse como en Fátima). Sugerimos que el Primer Misterio (Encarnación) lo recen unos padres que esperan el nacimiento de un hijo/a; el Segundo Misterio (Visitación) un niño enfermo o minusválido con sus padres; el Tercer Misterio (Nacimiento) una Familia con los hijos; el Cuarto Misterio (Presentación -Simeón y Ana-) unos Abuelos con los nietos; el Quinto Misterio (Perdido y hallado...) un/os Educadores.
- Breve silencio y Oración conclusiva del que preside.
- Súplica por la VIDA.

Terminada la meditación de los Misterios Gozosos de la vida del Salvador, ante el Santísimo Sacramento, se realizaría una súplica solemne por la vida. En su momento se hará público el texto oficial de la misma.
* Silencio breve.
* SUPLICA por la VIDA, puede tener respuestas titánicas de la Comunidad entera y ser leída por una o varias personas.
* Silencio, adoración-oración personales.
- Celebración de las PRIMERAS VÍSPERAS del Año Litúrgico.
Puede usarse como himno el "Rorate Caeli" (Jubílate Deo n°58, pp.63ss.).
Tras la "Lectura Breve "en la Homilía se da el sentido de esta "Vigilia por la Vida" dentro de la cual se celebran este año las Primeras Vísperas del Adviento. Terminado el rezo de Vísperas con la Oración Colecta, quien preside, en silencio, se traslada ante el Santísimo Sacramento para concluir la solemne Vigilia de Oración por la Vida.
- Conclusión de la Vigilia, Bendición con el Santísimo. Sacramento.
 * Arrodillados ante el Santísimo Sacramento se reza la Oración del Venerable papa Juan Pablo II en "Evangelium Vitae".
* Introducción: oramos a María para que presente nuestra oración a su Hijo, Vida del mundo.
* Oración de "Evangelium Vitae".
Oh María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Madre, el número inmenso
de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo
como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo
con solícita constancia, para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.

- Tras un brevísimo silencio se procede a la Bendición Eucarística conforme al Ritual.
a) Canto eucarístico, "O salutáris hostia.." (Jubílate Deo n°50, p.55, por su letra "Qui vitam sine término Nobis donet in patria") e incensación.
b) Oración.
c) Bendición.
* Terminada la Bendición se reserva el Santísimo Sacramento acompañado por un "canto popular" y se despide a la Comunidad reunida.

ESQUEMA: HOMILÍA PARA LA VIGILIA

1. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?" (Sal 8/5).
Desde siempre/ el hombre se interroga sobre el sentido de su vida.
2. "Cristo, el Nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación"... (GS 22).  El misterio que celebraremos próximamente en la solemnidad del Nacimiento de Jesucristo es el gran Sí de Dios a la vida humana. "El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre"... "Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros" (GS 22).
3. De manera especial y urgente en estos momentos, "la Iglesia, (que) siente el deber de dar voz con inalterable valentía a quien no tiene voz", hace "una confirmación precisa y firme del valor de la vida humana y de su carácter inviolable, y, al mismo tiempo/ una acuciante llamada a todos y a cada uno, en nombre de Dios: ¡respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana" (EV 5).
4. "Defender y promover, respetar y amar la vida es una tarea que Dios confía a cada hombre" (EV 42). Es un derecho y un deber que corresponde a todos. Sujeto insustituible de este derecho y tarea es la familia, "santuario de la vida".
5. Esta tarea se resume, en cierto modo, en celebrar el evangelio de la vida, en celebrar al Dios que da la vida; y comporta celebrarlo en la oración, en la liturgia y en los sacramentos.  Pero sobre todo la celebración del evangelio de la vida ha de realizarse en la existencia cotidiana vivida en el amor por los demás y en la entrega de uno mismo (cfr EV/ 83-86). En "hacerse cargo" de toda la vida y de la vida de todos (cfr. EV 87-91). Momento particular de esta tarea, es la promoción de una cultura de la vida,  donde "el pueblo de la vida" (EV 78-79) en su innumerable y rica diversidad de asociaciones e instituciones está llamado a realizar un servicio insustituible en la sociedad.
6. La Vigilia de oración por la vida humana naciente quiere ser el grito de toda la Humanidad que se eleva a Dios Padre, dador de todo bien, con el fin de que toda vida humana sea respetada, protegida y amada.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Más de 35 mil fieles participaron de la Peregrinación a pie a Luján

(Luján-Enviados Especiales)- Nuevamente la fe movilizó a miles de personas, 30 mil ó 35 mil según distintas fuentes, pero en definitiva quedó otra vez en claro la devoción y la fe de los vecinos de nuestra zona por la Virgen de Luján.
Afortunadamente gracias a la excelente organización todo transcurrió sin inconvenientes para los peregrinos que a pie partieron desde Campana y Zárate, a los que se sumaron luego de los de Pilar y Exaltación de la Cruz. 
También desde Baradero 1500 peregrinos lo hicieron en colectivos. Los primeros peregrinos a pie llegaron pasadas las 2.30, aunque el grueso recién lo hizo entre las 4.00 y las 6.00, llegando los últimos cerca de las 7.00.
A las 6.00 del domingo, puntualmente, con el ingreso de las imágenes de la virgen y las intenciones de cientos de fieles, comenzó la misa encabezada por el obispo de la Diócesis Zárate-Campana, Monseñor Oscar Sarlinga.
En su homilía Sarlinga destacó el "caminar juntos" como Iglesia congregada y congregante, a la manera del camino en esta historia de los hombres, haciendo historia sagrada, en una peregrinación que se dirige hacia el Cielo, donde no habrá llanto ni dolor, donde el Señor Jesucristo nos iluminará para siempre como Sol de Justicia, y Él será todo en todos, en compañía de la Reina del Cielo, la Virgen María, a quien veneramos como Nuestra Señora de Luján".
Con el Obispo concelebró una veintena de sacerdotes, y numerosos permanecieron atendiendo las confesiones.

Seis diáconos permanentes y los seminaristas del Seminario San Pedro y San Pablo asistieron también a la celebración, y algunos de los seminaristas habían hecho también la peregrinación a pie, en un trayecto en el cual se tuvieron diversos testimonios transmitidos en directo durante toda la noche del sábado y la madrugada del domingo por las FM "Santa María" de Campana y Matheu (Escobar) del Obispado de Zárate-Campana. Particularmente conmovedor resultó el testimonio vertido por radiodufusión por el Sr. Angelito, de Zárate, quien desde hace 30 años se dedica con alma y vida a esta manifestación de fe.
Ya a las 3 de la madrugada del domingo, Mons. Sarlinga y algunos de los sacerdotes del Obispado estuvieron escuchando confesiones hasta las 06, hora en que comenzó la Eucaristía. El obispo aludió a las numerosas confesiones de jóvenes, y auguró que se pueda tratar pastoralmente el cómo hacer para que tanta cantidad de gente, que va llegando por etapas a la Basílica y luego de venerar la imagen de la Virgen se va retirando, tenga la suficiente atención y diversas celebraciones litúrgicas, si bien una gran cantidad permaneció para la misa, y de hecho la gran Basílica estaba repleta y con feligresía presente también en el atrio.
A continuación mencionó el obispo que solemos recordar en las peregrinaciones aspectos de la evangelización, la misión, la promoción humana integral, movidos por la Gracia y con su auxilio, pero que ahora también quería hablarles de la espiritualidad del "abandono" (recordando, por ejemplo, a Santa Teresita y a Charles de Foucauld), ese abandono -dijo- "que es una entrega total, generosa, confiada, en las Manos del Padre". 
Dado que el lema de la peregrinación aludía a la inmensa alegría de tener a María por Madre, el obispo dijo que María siempre nos conduce a Cristo, a quien está íntimamente unida, y Cristo es Epifanía del Padre, el Padre Amoroso en cuyas Manos ponemos nuestra alma, como la oración de Charles de Foucauld, que pronunció durante la homilía, haciendo hincapié en "dar el alma al Padre con todo el amor del que somos capaces, con tal que su voluntad se cumpla en nosotros, en nosotros como personas, como familias, como comunidad, como Iglesia".

HISTORIA DE LA PEREGRINACIÓN:
Creada la diócesis el 21 de abril de 1976 por S.S. Pablo VI, de modo espontáneo y como un sentir del Pueblo de Dios en estas tierras, la gente comenzó a peregrinar desde 1978 una vez al año a la Basílica de Luján, donde se halla la sagrada imagen de la Virgen, con cuya advocación es patrona del Pueblo Argentino.
Como acto de piedad popular, la peregrinación se encuentra entre las acciones más destacadas de una pastoral orgánica y signo visible de la unidad del Pueblo de Dios en su caminar en la diócesis, contribuyendo a la Civilización del Amor, hacia la Vida Eterna.Concluida su homilía, el obispo introdujo los agradecimientos al carácter "insterinstitucional" de la peregrinación, diciendo que "es propio de bien nacido el ser agradecido" y destacó en primer lugar la coordinación general de la Direccion de Culto de la Provincia de Buenos Aires, dirigida por el Sr. Enrique Moltoni, en cooperación con los coordinadores generales de la diócesis, Pbro. Mauricio Aracena y el Lic. Sergio Pandiani.
La peregrinación en la que participan las instituciones y las fuerzas vivas priorizan la integridad y la tranquilidad del peregrino en ese acto de fe, de esperanza y de caridad que nos afianza como Familia de Dios, también porque muchas familias acompañan en automóvil a los peregrinantes a pie, en todo el "recorrido protegido".

Asimismo Mons. Sarlinga destacó la participación activa de:
Ministerio de Transporte de la prov. Bs As
Ministerio de Salud, a través del centro de emergencias Sanitarias
Policía Provincial a través del C.O.P (centro de operaciones policiales)
Jefaturas Departamentales: Zarate, Pilar, Mercedes, Exaltación de la Cruz
Jefaturas Distritales: Campana, Escobar, Pilar, Zarate
Comisarias de los mismos distritos
Policía Vial
El COP estableció un camión de telecomunicaciones, para la unificación de las mismas
La participación de los Municipios de: Zarate, Escobar, Pilar, Campana y Exaltación de la Cruz
Defensa Civil toda la región 8
Armada Argentina
Ejercito Argentino
Prefectura Naval Argentina
ABSA, a través de un camión con agua potable
Cruz Roja Argentina, en Zarate, Campana
Movimiento Scout
Medios de comunicación, grafico y audio-visuales
Colegio de Farmacéuticos de Campana
Radio aficionados de Campana
Bomberos Voluntarios (de las ciudades de Zárate, Campana, Capilla del Señor, Cardales, Baradero, Escobar)
Policía Federal Argentina
Empresa EDEN
Todos los voluntarios que  prestaron servicio al peregrino (Móviles de Apoyo, de Animación, Equipos de servicio al Peregrino y Guías de Ruta)
Y asimismo a los responsables por ciudad de la Peregrinación:
Campana: Alejandra Berayra y el Pbro. Hugo Lovatto
Zarate: Sr. Angel Lavie y Pbro. Eduardo Mussato
Baradero: Sr. Daniel Buey y Diac. Ricardo Dib
Escobar: Sr. Alberto Mensi y Pbro. Daniel Bevilaqua
Exaltacion de la Cruz: Pbro. Walberto Morales
Pilar: Sr. Oscar Martinez y Pbro. Fernado Crevatin
Derqui: Sr. Angel Ayala y Pbro. Oscar Iglesia

sábado, 30 de octubre de 2010

LAS CONFIRMACIONES QUE SE CELEBRARON EN LA DIÓCESIS

CONFIRMACIONES EN LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA
DESDE SEPTIEMBRE HASTA FINES DE OCTUBRE

Confirmaciones en Maquinista Savio

Confirmaciones en Maquinista Savio Momento crismación

Confirmaciones de alumnos del Colegio Santa María en Belén de Escobar

Confirmaciones en Santiago del Baradero

Confirmados del Col. San José de la ciudad de Baradero

MES DE SEPTIEMBRE

Viernes 10 de septiembre, en San Juan Bautista, de Matheu (Escobar), turno de 18 y de 19.30. Confirmó Mons. Edgardo Galuppo.
Sábado 11 de septiembre, en la Inmaculada Concepción, de Maquinista Savio, a las 10: Confirmó el Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga.
Domingo 12 de septiembre en la parroquia de la Beata Teresa de Calcuta (Zárate), a las 10: Confirmó Mons. Edgardo Galuppo.
Sábado 18 de septiembre, en Santa Rosa de Lima (Manuel Alberti, Pilar), turnos de 15.30 y 17. Confirmó Mons. Tomás Llorente Martínez.

MES DE OCTUBRE

Viernes 1ro. de octubre, en Nuestra Señora del Pilar (Pilar). Confirmó Mons. Tomás Llorente Martínez.
Viernes 1ro. de octubre, en parroquia de Nuestra Señora de Luján y San José Obrero (Zelaya, Pilar), a las 19.30. Confirmó Mons. Santiago Herrera.
Domingo 3 de octubre, en parroquia de Nuestra Señora del Carmen, de Campana. Confirmó Mons. Santiago Herrera, a alumnos del colegio "San Aníbal María di Francia".
Viernes 8 de ocrubre, en parroquia de Nuestra Señora de Luján y San José Obrero, de Zelaya (Pilar). Confirmó el P. Ariel Penín, cura párroco.
Sábado 9 de octubre, en parroquia de Santiago Apóstol, de Baradero. Confirmó Mons. Marcelo Monteagudo.
Viernes 15 de octubre, en la iglesia co-catedral de la Natividad del Señor, turnos a las 17 y a las 19. Confirmó el Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga, a alumnos del colegio "Santa María" de Belén de Escobar.
Sábado 16 de octubre, en Santiago Apóstol, de Baradero, a las 19. Confirmó Mons. Edgardo Galuppo.
Sábado 23 de octubre, en Santiago Apóstol, de Baradero, a las 16. Confirmó el Sr. Obispo, Mons. Oscar Sarlinga, a alumnos del colegio "San José".
Viernes 29 de octubre, en San José Obrero (Zárate) en parroquia confiada a los PP Salesianos, a las 19. Confirmó el Sr. Obispo, Mons. Oscar Sarlinga.
Sábado 30 de octubre, en Nuestra Señora del Pilar (Pilar) a las 11. Confirmó el Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga.
Sábado 30 de octubre, en parroquia de Nuestra Señora de Luján (Zárate), a las 19. Confirmó el Sr. Obispo, Mons. Oscar Sarlinga.
Domingo 31 de octubre, en parroquia de San Antonio de Padua (De Ing. Maschwitz, Escobar), a las 10. Confirmó el Sr. Obispo, Mons. Oscar Sarlinga.
Domingo 31 de octubre, en parroquia de San Patricio, de San Antonio de Areco, a las 17. Confirmó el Sr. Obispo, Mons. Oscar Sarlinga.

LA CONFIRMACIÓN EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

(SEGUNDA PARTE: LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO)

(SEGUNDA SECCIÓN: LOS SIETE SACRAMENTOS DE LA IGLESIA)

CAPÍTULO PRIMERO: LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

ARTÍCULO 2: EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN

1285 Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf OCf, Praenotanda 1). En efecto, a los bautizados "el sacramento de la confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras" (LG 11; cf OCf, Praenotanda 2):

I.- La Confirmación en la economía de la salvación

1286 En el Antiguo Testamento, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado (cf. Is 11,2) para realizar su misión salvífica (cf Lc 4,16-22; Is 61,1). El descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo por Juan fue el signo de que él era el que debía venir, el Mesías, el Hijo de Dios (Mt 3,13-17; Jn 1,33- 34). Habiendo sido concedido por obra del Espíritu Santo, toda su vida y toda su misión se realizan en una comunión total con el Espíritu Santo que el Padre le da "sin medida" (Jn 3,34).

1287 Ahora bien, esta plenitud del Espíritu no debía permanecer únicamente en el Mesías, sino que debía ser comunicada a todo el pueblo mesiánico (cf Ez 36,25-27; Jl 3,1-2). En repetidas ocasiones Cristo prometió esta efusión del Espíritu (cf Lc 12,12; Jn 3,5-8; 7,37-39; 16,7-15; Hch 1,8), promesa que realizó primero el día de Pascua (Jn 20,22) y luego, de manera más manifiesta el día de Pentecostés (cf Hch 2,1-4). Llenos del Espíritu Santo, los Apóstoles comienzan a proclamar "las maravillas de Dios" (Hch 2,11) y Pedro declara que esta efusión del Espíritu es el signo de los tiempos mesiánicos (cf Hch 2, 17-18). Los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar, recibieron a su vez el don del Espíritu Santo (cf Hch 2,38).

1288 "Desde aquel tiempo, los Apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a los neófitos, mediante la imposición de las manos, el don del Espíritu Santo, destinado a completar la gracia del Bautismo (cf Hch 8,15-17; 19,5-6). Esto explica por qué en la Carta a los Hebreos se recuerda, entre los primeros elementos de la formación cristiana, la doctrina del bautismo y de la la imposición de las manos (cf Hb 6,2). Es esta imposición de las manos la ha sido con toda razón considerada por la tradición católica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa, en cierto modo, en la Iglesia, la gracia de Pentecostés" (Pablo VI, const. apost. "Divinae consortium naturae").

1289 Muy pronto, para mejor significar el don del Espíritu Santo, se añadió a la imposición de las manos una unción con óleo perfumado (crisma). Esta unción ilustra el nombre de "cristiano" que significa "ungido" y que tiene su origen en el nombre de Cristo, al que "Dios ungió con el Espíritu Santo" (Hch 10,38). Y este rito de la unción existe hasta nuestros días tanto en Oriente como en Occidente. Por eso en Oriente, se llama a este sacramento crismación, unción con el crisma, o myron, que significa "crisma". En Occidente el nombre de Confirmación sugiere que este sacramento al mismo tiempo confirma el Bautismo y robustece la gracia bautismal.

Dos tradiciones: Oriente y Occidente

1290 En los primeros siglos la Confirmación constituye generalmente una única celebración con el Bautismo, y forma con éste, según la expresión de S. Cipriano, un "sacramento doble. Entre otras razones, la multiplicación de los bautismos de niños, durante todo el tiempo del año, y la multiplicación de las parroquias (rurales), que agrandaron las diócesis, ya no permite la presencia del obispo en todas las celebraciones bautismales. En Occidente, por el deseo de reservar al obispo el acto de conferir la plenitud al Bautismo, se establece la separación temporal de ambos sacramentos. El Oriente ha conservado unidos los dos sacramentos, de modo que la Confirmación es dada por el presbítero que bautiza. Este, sin embargo, sólo puede hacerlo con el "myron" consagrado por un obispo (cf CCEO, can. 695,1; 696,1).

1291 Una costumbre de la Iglesia de Roma facilitó el desarrollo de la práctica occidental; había una doble unción con el santo crisma después del Bautismo: realizada ya una por el presbítero al neófito al salir del baño bautismal, es completada por una segunda unción hecha por el obispo en la frente de cada uno de los recién bautizados (véase S. Hipólito de Roma, Trad. Ap. 21). La primera unción con el santo crisma, la que daba el sacerdote, quedó unida al rito bautismal; significa la participación del bautizado en las funciones profética, sacerdotal y real de Cristo. Si el Bautismo es conferido a un adulto, sólo hay una unción postbautismal: la de la Confirmación.

1292 La práctica de las Iglesias de Oriente destaca más la unidad de la iniciación cristiana. La de la Iglesia latina expresa más netamente la comunión del nuevo cristiano con su obispo, garante y servidor de la unidad de su Iglesia, de su catolicidad y su apostolicidad, y por ello, el vínculo con los orígenes apostólicos de la Iglesia de Cristo.

II.- Los signos y el rito de la Confirmación

1293 En el rito de este sacramento conviene considerar el signo de la unción y lo que la unción designa e imprime: el sello espiritual.

La unción, en el simbolismo bíblico y antiguo, posee numerosas significaciones: el aceite es signo de abundancia (cf Dt 11,14, etc.) y de alegría (cf Sal 23,5; 104,15); purifica (unción antes y después del baño) y da agilidad (la unción de los atletas y de los luchadores); es signo de curación, pues suaviza las contusiones y las heridas (cf Is 1,6; Lc 10,34) y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza.

1294 Todas estas significaciones de la unción con aceite se encuentran en la vida sacramental. La unción antes del Bautismo con el óleo de los catecúmenos significa purificación y fortaleza; la unción de los enfermos expresa curación y el consuelo. La unción del santo crisma después del Bautismo, en la Confirmación y en la Ordenación, es el signo de una consagración. Por la Confirmación, los cristianos, es decir, los que son ungidos, participan más plenamente en la misión de Jesucristo y en la plenitud del Espíritu Santo que éste posee, a fin de que toda su vida desprenda "el buen olor de Cristo" (cf 2 Co 2,15).

1295 Por medio de esta unción, el confirmando recibe "la marca", el sello del Espíritu Santo. El sello es el símbolo de la persona (cf Gn 38,18; Ct 8,9), signo de su autoridad (cf Gn 41,42), de su propiedad sobre un objeto (cf. Dt 32,34) -por eso se marcaba a los soldados con el sello de su jefe y a los esclavos con el de su señor-; autentifica un acto jurídico (cf 1 R 21,8) o un documento (cf Jr 32,10) y lo hace, si es preciso, secreto (cf Is 29,11).

1296 Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (cf Jn 6,27). El cristiano también está marcado con un sello: "Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones" (2 Co 1,22; cf Ef 1,13; 4,30). Este sello del Espíritu Santo, marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre, pero indica también la promesa de la protección divina en la gran prueba escatológica (cf Ap 7,2-3; 9,4; Ez 9,4-6).

La celebración de la Confirmación

1297 Un momento importante que precede a la celebración de la Confirmación, pero que, en cierta manera forma parte de ella, es la consagración del santo crisma. Es el obispo quien, el Jueves Santo, en el transcurso de la Misa crismal, consagra el santo crisma para toda su Diócesis. En las Iglesias de Oriente, esta consagración está reservada al Patriarca:

La liturgia de Antioquía expresa así la epíclesis de la consagración del santo crisma (myron): " (Padre...envía tu Espíritu Santo) sobre nosotros y sobre este aceite que está delante de nosotros y conságralo, de modo que sea para todos los que sean ungidos y marcados con él, myron santo, myron sacerdotal, myron real, unción de alegría, vestidura de la luz, manto de salvación, don espiritual, santificación de las almas y de los cuerpos, dicha imperecedera, sello indeleble, escudo de la fe y casco terrible contra todas las obras del Adversario".

1298 Cuando la Confirmación se celebra separadamente del Bautismo, como es el caso en el rito romano, la liturgia del sacramento comienza con la renovación de las promesas del Bautismo y la profesión de fe de los confirmandos. Así aparece claramente que la Confirmación constituye una prolongación del Bautismo (cf SC 71). Cuando es bautizado un adulto, recibe inmediatamente la Confirmación y participa en la Eucaristía (cf CIC can.866).

1299 En el rito romano, el obispo extiende las manos sobre todos los confirmandos, gesto que, desde el tiempo de los apóstoles, es el signo del don del Espíritu. Y el obispo invoca así la efusión del Espíritu:

Dios Todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo, a estos siervos tuyos y los libraste del pecado: escucha nuestra oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito; llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad; y cólmalos del espíritu de tu santo temor. Por Jesucristo nuestro Señor.

1300 Sigue el rito esencial del sacramento. En el rito latino, "el sacramento de la confirmación es conferido por la unción del santo crisma en la frente, hecha imponiendo la mano, y con estas palabras: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo" (Paulus VI, Const. Ap. Divinae consortium naturae). En las Iglesias orientales, la unción del myron se hace después de una oración de epíclesis, sobre las partes más significativas del cuerpo: la frente, los ojos, la nariz, los oídos, los labios, el pecho, la espalda, las manos y los pies, y cada unción va acompañada de la fórmula: "Sfragi~ dwrea~ Pneumto~ æAgiou" ("Rituale per le Chiese orientali di rito bizantino in lingua greca, I -LEV 1954), p. 36". ("Signaculum doni Spiritus Sancti" - "Sello del don que es el Espíritu Santo").

1301 El beso de paz con el que concluye el rito del sacramento significa y manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con todos los fieles (cf S. Hipólito, Trad. ap. 21).

III.- Los efectos de la Confirmación

1302 De la celebración se deduce que el efecto del sacramento es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los Apóstoles el día de Pentecostés.

1303 Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:

– nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir "Abbá, Padre" (Rm 8,15).;

– nos une más firmemente a Cristo;

– aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo;

– hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia (cf LG 11);

– nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz (cf DS 1319; LG 11,12):

Recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y de fortaleza, el Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de temor santo, y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu (S. Ambrosio, Myst. 7,42).

1304 La Confirmación, como el Bautismo del que es la plenitud, sólo se da una vez. La Confirmación, en efecto, imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el "carácter" (cf DS 1609), que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo (cf Lc 24,48-49).

1305 El "carácter" perfecciona el sacerdocio común de los fieles, recibido en el Bautismo, y "el confirmado recibe el poder de confesar la fe de Cristo públicamente, y como en virtud de un cargo (quasi ex officio)" (S. Tomás de A., s.th. 3, 72,5, ad 2).

IV.- Quién puede recibir este sacramento

1306 Todo bautizado, aún no confirmado, puede y debe recibir el sacramento de la Confirmación (cf CIC can. 889, 1). Puesto que Bautismo, Confirmación y Eucaristía forman una unidad, de ahí se sigue que "los fieles tienen la obligación de recibir este sacramento en tiempo oportuno" (CIC, can. 890), porque sin la Confirmación y la Eucaristía el sacramento del Bautismo es ciertamente válido y eficaz, pero la iniciación cristiana queda incompleta.

1307 La costumbre latina, desde hace siglos, indica "la edad del uso de razón", como punto de referencia para recibir la Confirmación. Sin embargo, en peligro de muerte, se debe confirmar a los niños incluso s i no han alcanzado todavía la edad del uso de razón (cf CIC can. 891; 893,3).

1308 Si a veces se habla de la Confirmación como del "sacramento de la madurez cristiana", es preciso, sin embargo, no confundir la edad adulta de la fe con la edad adulta del crecimiento natural, ni olvidar que la gracia bautismal es una gracia de elección gratuita e inmerecida que no necesita una "ratificación" para hacerse efectiva. Santo Tomás lo recuerda:

La edad del cuerpo no constituye un prejuicio para el alma. Así, incluso en la infancia, el hombre puede recibir la perfección de la edad espiritual de que habla la Sabiduría (4,8): `la vejez honorable no es la que dan los muchos días, no se mide por el número de los años'. Así numerosos niños, gracias a la fuerza del Espíritu Santo que habían recibido, lucharon valientemente y hasta la sangre por Cristo (s.th. 3, 72,8,ad 2).

1309 La preparación para la Confirmación debe tener como meta conducir al cristiano a una unión más íntima con Cristo, a una familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus dones y sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana. Por ello, la catequesis de la Confirmación se esforzará por suscitar el sentido de la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo, tanto a la Iglesia universal como a la comunidad parroquial. Esta última tiene una resp onsabilidad particular en la preparación de los confirmandos (cf OCf, Praenotanda 3).

1310 Para recibir la Confirmación es preciso hallarse en estado de gracia. Conviene recurrir al sacramento de la Penitencia para ser purificado en atención al don del Espíritu Santo. Hay que prepararse con una oración más intensa para recibir con docilidad y disponibilidad la fuerza y las gracias del Espíritu Santo (cf Hch 1,14).

1311 Para la Confirmación, como para el Bautismo, conviene que los candidatos busquen la ayuda espiritual de un padrino o de una madrina. Conviene que sea el mismo que para el Bautismo a fin de subrayar la unidad entre los dos sacramentos (cf OCf, Praenotanda 5.6; CIC can. 893, 1.2).

V.- El ministro de la Confirmación

1312 El ministro originario de la Confirmación es el obispo (LG 26).

En Oriente es ordinariamente el presbítero que bautiza quien da también inmediatamente la Confirmación en una sola celebración. Sin embargo, lo hace con el santo crisma consagrado por el patriarca o el obispo, lo cual expresa la unidad apostólica de la Iglesia cuyos vínculos son reforzados por el sacramento de la Confirmación. En la Iglesia latina se aplica la misma disciplina en los bautismos de adultos y cuando es admitido a la plena comunión con la Iglesia un bautizado de otra comunidad cristiana que no ha recibido válidamente el sacramento de la Confirmación (cf CIC can 883,2).

1313 En el rito latino, el ministro ordinario de la Conformación es el obispo (CIC can. 882). Aunque el obispo puede, en caso de necesidad, conceder a presbíteros la facultad de administrar el sacramento de la Confirmación (CIC can. 884,2), conviene que lo confiera él mismo, sin olvidar que por esta razón la celebración de la Confirmación fue temporalmente separada del Bautismo. Los obispos son los sucesores de los apóstoles y han recibido la plenitud del sacramento del orden. Por esta razón, la administración de este sacramento por ellos mismos pone de relieve que la Confirmación tiene como efecto unir a los que la reciben más estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión de dar testimonio de Cristo.

1314 Si un cristiano está en peligro de muerte, cualquier presbítero puede darle la Confirmación (cf CIC can. 883,3). En efecto, la Iglesia quiere que ninguno de sus hijos, incluso en la más tierna edad, salga de este mundo sin haber sido perfeccionado por el Espíritu Santo con el don de la plenitud de Cristo.

Resumen

1315 "Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaría había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo" (Hch 8,14-17).

1316 La Confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos todavía más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las obras.

1317 La Confirmación, como el Bautismo, imprime en el alma del cristiano un signo espiritual o carácter indeleble; por eso este sacramento sólo se puede recibir una vez en la vida.

1318 En Oriente, este sacramento es administrado inmediatamente después del Bautismo y es seguido de la participación en la Eucaristía, tradición que pone de relieve la unidad de los tres sacramentos de la iniciación cristiana. En la Iglesia latina se administra este sacramento cuando se ha alcanzado el uso de razón, y su celebración se reserva ordinariamente al obispo, significando así que este sacramento robustece el vínculo eclesial.

1319 El candidato a la Confirmación que ya ha alcanzado el uso de razón debe profesar la fe, estar en estado de gracia, tener la intención de recibir el sacramento y estar preparado para asumir su papel de discípulo y de testigo de Cristo, en la comunidad eclesial y en los asuntos temporales.

1320 El rito esencial de la Confirmación es la unción con el Santo Crisma en la frente del bautizado (y en Oriente, también en los otros órganos de los sentidos), con la imposición de la mano del ministro y las palabras: "Accipe signaculum doni Spiritus Sancti" ("Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo"), en el rito romano; "Signaculum doni Spiritus Sancti" ("Sello del don del Espíritu Santo"), en el rito bizantino.

1324 Cuando la Confirmación se celebra separadamente del Bautismo, su conexión con el Bautismo se expresa entre otras cosas por la renovación de los compromisos bautismales. La celebración de la Confirmación dentro de la Eucaristía contribuye a subrayar la unidad de los sacramentos de la iniciación cristiana.