domingo, 29 de septiembre de 2013

Misa dominical en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen.

Homenaje al P. Giovanni Guarino, en su 40mo. aniversario de ordenación sacerdotal y 50mo. de vida religiosa, y al P. Mario Barenzano, en su 50mo. aniversario de vida religiosa, en la congregación del Rogate, Padres Rogacionistas.


Ofrendas alusivas en la misa de los PP. Rogacionistas en Nuestra Señora del Carmen, en Campana.

Nuestra Señora del Carmen y San Aníbal Maria Di Francia presentes en el almuerzo de homenaje por las "bodas de oro" de vida religiosa de los PP. Giovanni Guarino y Mario Barenzano.

Palabras iniciales y bendición de Monseñor Sarlinga en el almuerzo comunitario, de homenaje en las Bodas de Oro de vida religiosa de los PP. Giovanni Guarino y Mario Barenzano, Rogacionistas.

Padre Federico Lavarra con el seminarista de la congregación rogacionista, Rodrigo Golán.

Los Santos Arcángeles. 29 de septiembre.

"Feliz memoria de los siete príncipes de los ángeles".

Óptimo libro del Padre Serrano, de la Compañía de Jesús. Épocas de oro de la Modernidad irradiante de fe, abierta en amor difusivo y constructivo.
Aquí pueden leer en google.books la obra insigne del Padre Andrés Serrano, S.I. sobre los santos arcángeles.
http://books.google.com.ar/books

De izquierda a derecha: el arcángel Rafael (con el joven Tobías), el arcángel Miguel (que pisa al dragón) y el arcángel Gabriel, con la vara de azucenas (porque anunció a María).

viernes, 27 de septiembre de 2013

Hoy son las Fiestas Patronales de la parroquia de San Vicente de Paúl, de Ariel del Plata, partido de Campana.

San Vicente de Paúl.
San Vicente de Paul
Fundador de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad
1581-1660
Fiesta: 27 de septiembre.

Nació en Aquitania el año 1581. Cursados los correspondientes estudios, fue ordenado sacerdote y ejerció de párroco en París. Fundó la Congregación de la Misión, destinada a la formación del clero y al servicio de los pobres, y también, con la ayuda de santa Luisa de Marillac, la Congregación de Hijas de la Caridad. Murió en París el año 1660.

De sus escritos: El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo

Reflexiones de San Vicente de Paul:
"Al servir a los Pobres se sirve a Jesucristo" C. IX, 252
"Por consiguiente, debe vaciarse de sí mismo para revestirse de Jesucristo" C. XI 342
"No me basta con amar a Dios, si no lo ama mi prójimo" C. XII, 262
"¡Cómo! ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura." CXII, 271
"Si se invoca a la Madre de Dios y se la toma como Patrona en las cosas importantes, no puede ocurrir sino que todo vaya bien y redunde en gloria del buen Jesús, su Hijo..." C.XIV, 126
"No puede haber caridad si no va acompañada de justicia" C. II, 54
"Nada mas grande que un sacerdote a quien Dios de todo poder sobre su Cuerpo natural y su Cuerpo místico"

Oración
"Glorioso San Vicente, celestial patrono de todas las obras de caridad y padre de todos los necesitados. Que jamás olvidaste en tu vida a nadie a quien a ti haya recurrido. Mira de cuantos males nosotros somos oprimidos y ven en nuestra ayuda. Consigue del Señor, socorro a los pobres, alivio a los enfermos, consuelo a los afligidos, protección a los abandonados, caridad a los ricos, conversión a los pecadores, celo a los sacerdotes, paz a la Iglesia, tranquilidad a los pueblos y salvación para todos nosotros. Sí; que todos experimenten los efectos de vuestra piadosa intercesión; de modo que aliviados por ti en las miserias de esta vida, podamos reunirnos contigo en el cielo, en donde no habrá jamás luto, ni llanto, ni dolor, sino gozo, alegría y bienaventuranza eterna".
Amén.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Hoy, 26 de septiembre, festividad de la Madonna del Pozzo (advocación de la Virgen María).

Bajo esta advocación, la Ssma. Virgen María es patrona, en la diócesis de Zárate-Campana, de quienes sufren depresión y estados de grave y urgente necesidad.
¿Sabías que su sagrada imagen está también, en nuestra diócesis, en Villa Rosa -Pilar- y en Los Cardales?. (Puede leerse en:http://infocatolica.com/ )
 La Madonna del Pozzo.
La homilía en Villa Rosa, para la entronización de la imagen de la Madonna del Pozzo.
Es larga, pero para quien le interese recordar algún parágrafo, aquí está.

Mensaje y homilía de monseñor Oscar D. Sarlinga, obispo de Zárate-Campana, con ocasión de la Entronización de las imagénes de la Madonna del Pozzo y del Patriarca San José (Parroquia Santa Rosa de Lima, Villa Rosa, 18 de marzo 2007)

Saludo cordialmente al Cura párroco y diversas autoridades presentes, al equipo del programa de la Sra. Alicia Barrios, la cual ha venido siguiendo con espíritu de apertura y de servicio a la comunidad este acontecimiento de devoción, a los diversos medios presentes y a todos los hermanos que nos siguen a través de dichos medios de difusión

Queridos hermanos y hermanas en el Señor Jesús,

INTRODUCCIÓN

En esta festividad, que ha convocado a tantísimos fieles, uniéndonos a las palabras de Isabel, podemos decir hoy nuevamente: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1, 45). Así saludó Isabel a la Virgen Madre, la cual se introdujo en el Misterio de Cristo, el Salvador, precisamente, porque «ha creído»(1). Creyó en la Anunciación, y las palabras referidas «Feliz la que ha creído» se refieren en primer lugar a este instante(2), que permitió que el Verbo se hiciera Hombre.

Hoy la llamamos también, junto con nuestro Papa Benedicto: ¡«Llena de gracia» eres tú, María! Tu nombre es para todas las generaciones prenda de esperanza segura. Sí, porque como escribe el sumo poeta Dante, para nosotros, los mortales, Tú «eres de la esperanza fuente viva» («Paraíso», XXXIII, 12). Volvemos a recurrir a esta fuente, al manantial de tu Corazón inmaculado, como peregrinos confiados para sacar fe y consuelo, alegría y amor, seguridad y paz (3).

Permítanme, a modo de breve introducción, estas palabras: La Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, es una sola. Ella es la creatura más perfecta salida de la Mano de Dios, y exenta del pecado original en razón de la misión que el mismo Dios le confirió: ser la Madre de su Hijo, Jesucristo, el Salvador del mundo. Las diversas «advocaciones», en la medida en que están aprobadas por la Iglesia, son «modos de llamar, modos de invocar» a la Virgen María, con distintos nombres, ya sea según una aparición, un milagro ocurrido en ese lugar, una especial demostración del poder intercesor de María, o bien acerca de una cualidad o aspecto de su mediación maternal. Así, la Santísima Virgen es Patrona de la Argentina bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján, cuyo Santuario se yergue majestuoso en medio de nuestras pampas, hoy urbanizadas, y donde millones de peregrinos van a manifestar la fe en Jesús, con la intercesión de María.

Esta advocación de «Nuestra Señora del Pozo» o «Madonna del Pozzo», en sí, no posee más poder intercesor que ninguna otra. Todas las advocaciones de la Virgen tienen la misma fuerza de intercesión, porque todas provienen de la íntima unión de la única Virgen María ante su Hijo Jesús, siendo Él, a su vez, el «Único Mediador» entre Dios y los hombres («unus Mediator» como nos refiere San Pablo en la I Tim 2:5). En cuanto a, como creyentes, cómo puede movernos a la fe una advocación determinada, entonces sí las distintas advocaciones pueden ayudarnos.

La «Madonna del Pozzo» es una advocación muy antigua, originada en un hecho prodigioso (que narraré con más detalle en la homilía escrita) y que ocurrió en el año 1256, durante el Pontificado del Papa Alejandro IV, quien se hizo luego presente en el lugar y llevó él mismo en procesión por las calles de Roma, donde es hoy venerada en la iglesia de «Santa María in Via». La devoción es popular en Roma, y mucha gente acude a rezar y a beber el agua del pozo que aún hoy sigue manando en ese lugar. Al mismo tiempo, este templo, dotado ya de una imagen de la Virgen en su advocación de Ntra. Sra. de Luján, que pueden contemplar Vds. con manto y corona renovados, necesitaba un signo de aquél hombre, el varón justo, al que Dios concedió el cuidar a María y al Niño: me refiero a San José, cuya festividad, aun con la austeridad propia de la Cuaresma, hoy celebramos. Por esto lo honramos como Castísimo Esposo de la Virgen María y como quien hizo las veces de padre en esta tierra de Jesús, el Redentor.

Este mensaje de introducción puede hacer ya las veces de la homilía. Por esto de la que he preparado resaltaré algunos párrafos, y luego quienes desean podrán leerla completa en el boletín diocesano de este Obispado de Zárate-Campana o en los medios eclesiales que la publiquen. Sólo me resta decirles que valoro mucho el esfuerzo y el trabajo de sacerdotes, fieles laicos y consagrados de esta parroquia de Villa Rosa, y que en atención a las obras de caridad social realizadas, en especial para con los más pobres, para con la educación y para con la niñez necesitada, desde el inicio la he eximido de toda colaboración con el Obispado, de tal modo que todo ingreso proveniente de los fieles, ya sea de antes y de ahora en adelante, esté enteramente dedicado al sustento de la parroquia, de las obras de evangelización y caridad social. Al mismo tiempo, la presencia de la imagen de la «Madonna» no le confiere a este templo ni carácter de Santuario ni lugar de peregrinación especial. Esto sí, la Iglesia toda es peregrina, y deseo, sí, que todos los que pidan gracias por intercesión de la Virgen, reciban abundante bendición y en particular la de «salir a flote» a una vida de alegría, paz y prosperidad.

I. EL SÍMBOLO DEL POZO

Quien les habla, a los pocos meses de haber sido hecho Obispo de este lugar, tuvo el deseo de declarar a la Virgen María, bajo esta advocación de «Nuestra Señora del Pozo» como Patrona y Protectora de las personas que sufren depresión, que están en situaciones de grave dificultad, del orden que fuere, de los abatidos, de los que más sufren y de quienes no encuentran una salida a sus problemas, y esto sobre todo porque el origen de la advocación es una imagen pintada sobre una baldosa de importante dimensión, la cual fue arrojada en un profundo pozo y se hundió en sus aguas. En la noche entre el 25 y el 26 de septiembre de ese año de 1256 las aguas desbordaron y trajeron a flote el baldosón con la imagen de la Virgen. «Porque nada es imposible para Dios» y porque en todo hecho en el que Él interviene prodigiosamente hay un signo de su inefable Amor a interpretar. Y así comencé distribuyendo algunas imágenes en las distintas parroquias, con la sola intención de promover que esas personas tuvieran un aliciente más, una luz más entre otras, para ver a la Virgen como quien puede «sacarlas del pozo» de la depresión, de la angustia y del sinsentido existencial, sin pretender suplantar, ni siquiera sobreponer, claro está, la devoción religiosa, a las legítimas curas de las ciencias competentes, que cuando son rectas y buenas representan también causas segundas queridas por Dios. Como es lógico, este acto de declararla Patrona para esta finalidad, tiene validez sólo en la circunscripción de esta diócesis de Zárate-Campana, aunque el título de la advocación como tal es aprobada por la Iglesia y como tal cualquiera la puede invocar.

Por eso hice pintar una imagen réplica sobre madera de cedro (mientras que, como he dicho, la imagen original está pintada sobre un baldosón de basalto, como luego podrán profundizar en la historia del milagro), y en el lugar donde la baldosa expone una fractura (sobre el ángulo superior derecho), pedí ponerle una estrella de seis puntas, signo de la Virgen como «Estrella que nos guía» (especialmente cuando nos toca sufrir la «noche» del abandono y de la desolación, y como «Estrella de la Nueva Evangelización» que todos estamos llamados a realizar.

Una breve meditación que tiene que ver con esta introducción: el agua es un elemento natural, un don de Dios, un bien precioso para preservar, aunque cuando se desborda o cuando sale de madre puede provocar estragos. Por otra parte, en la Biblia el «pozo» posee significados altamente positivos, y también significado de caída y angustia. En sentido religiosamente positivo y como signo de bendición, el pozo es el lugar de encuentro de Dios con el hombre, o de una bendición junto a él, como el caso de Isaac, Jacob y Moisés. Jesús encuentra a la Samaritana junto al pozo, como símbolo de su encuentro con la humanidad pecadora y necesitada de su curación. El pozo representa a la vez la fuente bautismal, donde Dios nos hace sus hijos, regenerándonos a la vida eterna. También se hizo pozo de agua pura la roca hendida en el desierto. Y pozo de Salvación el costado herido de Cristo en la Cruz, que sustituyó con el agua viva al agua del pozo de Jacob (Cf Jn 4:7-15).

Pero el pozo puede también significar el «arrojar allí a quien se lo quiere someter a la injusticia, a la muerte y a la desgracia». Puede, pues, significar el abandono, la traición, el puñal clavado. En la historia de José y sus hermanos, en la Biblia (el cual es, por supuesto, «otro» José, y que encontramos en el Libro del Génesis, en el «ciclo patriarcal», del capítulo 37 al 50), vemos como estos últimos tramaron matar a su mencionado hermano José y para ello lo arrojaron a un pozo y lo vendieron como esclavo a un precio dinerario, por envidia, odio y desprecio total que le profesaron. Los invito, queridos hermanos y hermanas, queridos oyentes, a leer en la Biblia la historia de José, objeto de una envidia obcecada por parte de sus hermanos. Este es echado a un pozo, vendido después como esclavo por 20 monedas de plata, y enviado posteriormente a prisión por una falsa denuncia de intento de violación. Allí permaneció ocho años, sin nunca desesperar. Invitado por el Faraón a interpretar un sueño, logró el favor de éste y luego salvó del hambre a todo Egipto y a los países vecinos. Sus hermanos, que habían querido matarlo, vienen a él para pedirle ayuda. José, lejos de odiarlos y vengarse, no les guarda rencor por el mal que le han hecho; por el contrario, los consuela.

¡Cuántas cosas nos enseña hoy esta historia bíblica!. ¿O acaso nunca nos han traicionado, vituperado, o incluso querido abatir o destruir?. ¿Y acaso nosotros nunca sufrimos esa tentación, más cercana o más lejana, o bien aquella otra tentación de cobrarnos justicia por nuestra propia mano?. ¿O acaso la envidia, los rencores, las rivalidades y las divisiones no causan ruina en algunas familias y en comunidades enteras?. ¿Nunca hemos sufrido los efectos de la mentira, la difamación y la calumnia, en uno u otro grado?. Y nosotros, ¿nunca hemos mentido, o, por lo menos, no hemos sido imprudentes para con los demás?. Porque de todo esto es también un símbolo el «echar al pozo» del que estamos hablando, y nos recuerda, -en especial en este tiempo de Cuaresma, los efectos devastadores del pecado como «desamor» y las consecuencias de este último-. Necesitamos conversión al Amor divino. Pido hoy para todos los asistentes a esta celebración, y para todos los que nos escuchan, la gracia de la sincera conversión, de recuperar la fe para todos los que la hayan perdido o abandonado, y el don de la felicidad espiritual.

Por eso, para terminar esta parte, les he referido esta historia sagrada de José, sus hermanos, y el padre de todos ellos, Jacob, que termina así: José tuvo dos hijos y a cada uno de ellos puso un simbólico nombre que nos ayuda a ver cómo Dios no sólo «nos saca del pozo» sino que nos da más bendición de la que pensábamos y nos colma con su consuelo: al primero de los hijos lo llamó «Manasés», que significa: «Dios me ha hecho olvidar todos mis sufrimientos»; al segundo, «Efraín», que quiere decir: «Dios me ha hecho fecundo en el país de mi desgracia» (Cf Gen 41, 51-52). ¡Qué gran enseñanza!, ¿no es cierto?. La tristeza, el desaliento y la angustia no son eternos. Siempre brilla la Esperanza y siempre hay una Luz, por lejos que la veamos.

II. LA MEDIACIÓN DE MARÍA, LA MADRE DE DIOS

El Ángel llama a María «llena de gracia». Destinada a ser la Madre del Salvador, en el misterio de Cristo preexistente, también María se halla presente en la mente de Dios «antes de la creación del mundo» por haber sido elegida de antemano por el Padre como Madre de su Hijo en la Encarnación. La intercesión de María le viene de su íntima e indisoluble unión a su Hijo Jesucristo, lo cual se da de modo totalmente esencial, pues el Padre la ama eternamente en su Hijo, en el cual se concentra toda «la gloria de la gracia»(4).

María es la que por excelencia «peregrinó en la fe» y se mantuvo firme y doliente junto a la Cruz de Jesús, en lo cual manifestó su condición de «esclava del Señor, a la cual una espada atravesó el corazón». Ofreció todo al Padre como Madre a la Iglesia naciente, por eso Jesús se la confía a Juan, imagen éste de todo discípulo: «He aquí a tu madre». De este modo nació la relación materno-filial de la Virgen con la Iglesia(5). Después de la resurrección y de la ascensión de Jesús, viene el gran impulso a Misión evangelizadora, de la cual María participa como imagen preeminente de la Iglesia. En el Cenáculo de Jerusalén, a la espera del descenso del Espíritu, Ella ya era Madre del Señor glorificado que ascendió al Cielo. En efecto, la Iglesia naciente era fruto de la Cruz y de la resurrección de su Hijo.

Por esto, después de la ascensión del Hijo y del descenso del Espíritu Santo, la maternidad mariana permanece en la Iglesia como mediación materna. Ella intercede por todos sus hijos como la madre que coopera en la acción salvadora de Jesús, Redentor del mundo, por eso el Papa Pablo VI, luego de la promulgación de la Lumen Gentium, en el Concilio Vaticano II, la proclamó solemnemente, «Madre de la Iglesia». La Virgen seguirá intercediendo por nosotros hasta que el Señor vuelva en Gloria, como al respecto enseña el Concilio Vaticano: «Esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sin cesar (....) hasta la consumación perpetua de todos los elegidos»(6). La cooperación de María participa, por su carácter subordinado, de la universalidad de la mediación del Redentor, único mediador(7), con cuya muerte redentora la mediación materna de la «Esclava del Señor» alcanzó una dimensión universal, tanto como la obra redentora de Cristo abarca a toda la humanidad.

III. PRECISIONES SOBRE LA IMAGEN ORIGINAL DE LA MADONNA DEL POZZO

Como he dicho al inicio del mensaje que les he dirigido, la imagen de la «Madonna del Pozzo» se venera en la iglesia de Santa Maria in Via, de la Ciudad Eterna, y fue coronada por orden del Cabildo Vaticano en el año 1646. Si bien el origen de dicho templo es muy antiguo, registros históricos comprobables llegan al año 955. El hecho prodigioso o milagroso que dio origen a la devoción se produjo, como también se ha dicho, en el año de 1256 bajo el pontificado de Alejandro IV. El nombre de la iglesia deriva de la muy cercana «via Flaminia», de la Roma antigua(8).

El milagro referido, que como tal fue aprobado por la Iglesia y que es conocido por muchos fieles en el mundo, se manifestó luego de haber sido arrojada a un profundo pozo la imagen de la Virgen, pintada sobre una piedra, en un predio perteneciente a la casa de un cardenal, llamado Pietro Capocci. En la noche entre el 25 y el 26 de septiembre, las aguas del pozo se desbordaron, trayendo a flote la pesada piedra o baldosón con la imagen de la Virgen, e inundando el predio. El fenómeno cesó tan sólo cuando se hizo presente el cardenal –quien profesaba gran devoción a la Virgen- y tomó con sus manos la imagen, pasando entre las aguas. Junto a ese lugar el cardenal hizo reedificar el antiguo y casi derruido templo, construyendo una iglesia más amplia y decorosa –en cuyo lado derecho quedó incluido el pozo(9)-, a cuyas aguas la piedad popular le atribuyó la propiedad de sanar a los enfermos. La iglesia de Santa María in Via, muy visitada, fue reedificada por orden de Inocencio VIII en 1452 y su restauración duró hasta 1491(10).

Por otra parte, en Italia son diversos los Santuarios en los cuales se venera a la Santísima Virgen bajo la advocación de «Madonna del Pozzo» porque han sido diversas las manifestaciones en las cuales la Virgen vino en ayuda de sus fieles, en determinadas situaciones, con referencia a un pozo de agua. Uno de los más célebres de entre ellos es el de Capurso, en una pequeña ciudad de origen medieval, a poca distancia de Bari, en la Puglia.

IV. EL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ

Por último, quiero decirles que, aun en esta Cuaresma, celebramos con gozo la festividad de San José, el varón justo (Mt 1, 19), descendiente de la familia de David, a quien el Señor encargó cuidar del Niño Jesús y de su Madre. Él es Patrono de la Iglesia Católica a nivel Universal. Su festividad nos llama a contemplar el misterio de Jesús, de su Encarnación, y nos invita a visualizar la evangélica y conmovedora escena de la Sagrada Familia de Nazaret. Volvamos a San José nuestros ojos del espíritu y nuestra devoción, en este día en que entronizamos su imagen en este templo, en Villa Rosa. Él fue el trabajador silencioso que hizo las veces de padre de Jesús, lo cuidó, sin duda lo educó y le enseñó a trabajar, le dio ambiente familiar, protección, en fin, todo lo que un buen padre ha de dar. Su figura nos enseña más acerca de la grandeza de nuestro Dios, que quiso que su Hijo viniera a este mundo como hombre entre los hombres, como «Hijo del Hombre», y que, siendo de condición divina, se abajara a convivir con nosotros y compartir nuestro modo de vivir, creciendo en sabiduría y gracia y siendo nuestro Salvador. Y esto a tal punto que Jesús, Hijo de Dios, era conocido entre sus conciudadanos como « Filius fabri », «Hijo del carpintero» (Mt. 13, 55). Que José fuera el «varón justo» es decir, bueno, óptimo, nos lleva a ver que es modelo de toda virtud. Pero más aun, es modelo de fidelidad a una misión, que él mismo tuvo que aprender a comprender, como quien hacía las veces de padre (Cf Lc. 3, 23), de protector y de defensor. Es por eso que la Iglesia misma declaró a San José como su propio protector, lo venera y lo presenta al culto y a nuestra meditación. Él es el Protector nuestro, de nuestras familias y comunidades. Honrémoslo hoy, y que esta imagen que permanecerá en esta parroquia de Villa Rosa sea para todos los feligreses y todos cuantos las visiten y dirijan al Cielo una plegaria, una fuente de bendición. Amén.


Mons. Oscar D. Sarlinga, obispo de Zárate-Campana

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Notas:
(1) Cf Pablo VI, Proclamación de María Madre de Dios como «Madre de la Iglesia», luego con oportunidad de la clausura de la tercera sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II, luego de la promulgación de la Constitución dogmática Lumen Gentium, en AAS 57 (1965), pp. 1-67
(2) El hecho que el momento decisivo de la Encarnación se produjo porque la Virgen «creyó» y «asintió», en contraposición a la desobediencia de nuestros primeros padres, es un tema tratado, entre otros Padres de la Iglesia, por San Ireneo de Lyon: «Y como por obra de la virgen desobediente el hombre fue herido y, precipitado, murió, así también por obra de la Virgen obediente a la palabra de Dios, el hombre regenerado recibió, por medio de la vida, la vida ... Ya que era conveniente y justo (...) que Eva fuera «recapitulada» en María, con el fin de que la Virgen, convertida en abogada de la virgen, disolviera y destruyera la desobediencia virginal por obra de la obediencia virginal» (San Ireneo de Lyon, Expositio doctrinae apostolicae, 33: S. Ch. 62, 83-86; Cf. también Adversus Haereses, V, 19, 1: S. Ch. 153, 248-250).
(3) Benedicto XVI, Homenaje del Papa a la Inmaculada en la Plaza de España, Roma, viernes, 8 diciembre 2006.
(4) Cf Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 8
(5) Cf Ibid., 40.
(6) CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. sobre la Iglesia Lumen Gentium , 62.
(7) Cf Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 40
(8) Estudios serios que se han realizado, en especial los que estuvieron a cargo del Prof. Orazio Marucchi, han podido constatar en los cimientos de la casa que se encuentra a la derecha de la iglesia, un tramo de una antigua calle romana (que hoy está a seis metros bajo el nivel de la edificación actual) construida con baldosones, y que llevaba una dirección casi normal hacia el eje de la actual iglesia de Santa Maria in Via. Parece que fue una calle lateral a la «via Flaminia» (actual via del Corso). Cerca de allí estaban los arcos del célebre «Acueducto de la virgen», de época romana.
(9) El pozo en cuestión quedó dentro de la edificación de la actual iglesia (hoy día en la capilla lateral derecha). Era creencia piadosa, aunque imposible de verificar, que en ese pozo se hallaba una piedra del pozo de la Samaritana. Dicha creencia tuvo vigencia popular hasta los tiempos de Alejandro VII.
(10) En el año de 1513, la iglesia fue confiada por el Papa León X a los Padres Servitas, quienes la tienen a su cargo hasta el presente.

martes, 24 de septiembre de 2013

24 de septiembre / Nuestra Señora de la Merced

Iglesia catedral basílica de Nuestra Señora de las Mercedes,
ciudad de Mercedes, arquidiócesis de Mercedes-Luján.
Me permitirán los hermanos y hermanas de Mercedes que tome "prestada" esta hermosa fotografía de Nuestra Señora de las Mercedes, de la iglesia catedral basílica, que me es tan querida, en el día de esta festividad de la Virgen. Y felicidades a la arquidiócesis de Mercedes-Luján, y a los hermanos y hermanas de la ciudad de Mercedes.
Aquí en nuestra diócesis, es el cumpleaños de Mons. Ariel Pérez, vicario general. Está en el retiro espiritual del clero, en el Cenáculo donde celebro la misa de la festividad de nuestra Madre, por todos nosotros, nuestras familias, nuestras buenas intenciones y proyectos. La Virgen de la Merced nos consiga de Jesús todas las "mercedes" (gracias) que necesitamos, aún las que no nos atrevemos a pedir.

lunes, 23 de septiembre de 2013

23 de septiembre, San Pío de Pietrelcina: PIEDRAS DEL EDIFICIO ETERNO

Imagen de San Pío de Pietrelcina,
entronizada por S.E. Mons. Oscar Sarlinga en la iglesia parroquial de San Manuel mártir,
en La Lonja, Pilar.
Mediante asiduos golpes de cincel salutífero y cuidadoso despojo, el divino Artífice busca preparar piedras para construir un edificio eterno, como nuestra madre, la santa Iglesia Católica, llena de ternura, canta en el himno del oficio de la dedicación de una iglesia. Y así es en verdad.
Toda alma destinada a la gloria eterna puede ser considerada una piedra constituida para levantar un edificio eterno. Al constructor que busca erigir una edificación le conviene ante todo pulir lo mejor posible las piedras que va a utilizar en la construcción. Lo consigue con el martillo y el cincel. Del mismo modo el Padre celeste actúa con las almas elegidas que, desde toda la eternidad, con suma sabiduría y providencia, han sido destinadas para la erección de un edificio eterno. El alma, si quiere reinar con Cristo en la gloria eterna, ha de ser pulida con golpes de martillo y cincel, que el Artífice divino usa para preparar las piedras, es decir, las almas elegidas. ¿Cuáles son estos golpes de martillo y cincel? Hermana mía, las oscuridades, los miedos, las tentaciones, las tristezas del espíritu y los miedos espirituales, que tienen un cierto olor a enfermedad, y las molestias del cuerpo.
Dad gracias a la infinita piedad del Padre eterno que, de esta manera, conduce vuestra alma a la salvación. ¿Por qué no gloriarse de estas circunstancias benévolas del mejor de todos los padres? Abrid el corazón al médico celeste de las almas y, llenos de confianza, entregaos a sus santísimos brazos: como a los elegidos, os conduce a seguir de cerca a Jesús en el monte Calvario. Con alegría y emoción observo cómo actúa la gracia en vosotros.
De los escritos de san Pío de Pietralcina, presbítero.

Oración de bendición y entronización de imagen de San Miguel Arcangel

ORACIÓN DE BENDICIÓN Y ENTRONIZACIÓN DE LA IMAGEN DEL ARCÁNGEL SAN MIGUEL Y POSTERIOR BENDICIÓN DEL TEMPLO

ORACIÓN
Oración de bendición y entronización de la imagen de San Miguel Arcángel
Padre Celestial, te damos infinitas gracias por tu Amor, por tu Providencia y por todos los favores que nos concedes; te adoramos y consagramos nuestra vida a Ti.
Jesucristo, Señor nuestro, te damos infinitas gracias por tu Amor y por todos los beneficios de que gozamos; gracias por los méritos de Tu Pasión, Muerte y Resurrección; te adoramos y nos consagramos a Tu Amor Misericordioso en este día y siempre.
Espíritu Santo, "Padre de los pobres", te damos infinitas gracias por Tu inhabitación en nosotros, en tu Iglesia, de la que eres Alma, y por tu protección, te adoramos y nos consagramos a tu amorosa enseñanza, pues tú nos guías y santificas, nos iluminas y nos fortaleces; toma nuestra alma en tu seno santísimo en este día y siempre.
María, Madre nuestra, Virgen bendita, te damos gracias por tu mirada materna, por tus cuidados y tu intercesión; te amamos, te veneramos y nos consagramos a Ti en este día y siempre, a este templo y a nuestras familias.
San Miguel Arcángel, cuya imagen hoy entronizamos, a Ti, príncipe de la milicia celestial, te agradecemos el cuidado y la protección sobre la Santa Iglesia de Dios, sobre nuestras familias y nuestros caminos, junto con San Gabriel, San Rafael, y todos los espíritus que están ante el Trono del Altísimo, como nos lo dice la Palabra divina.
Ven, Señor, a nosotros, ven Espíritu Santo, apodérate de nuestras vidas, toma posesión de nosotros, inflama nuestros espíritus y haz que esta imagen venerada de San Miguel Arcángel irradie espiritualmente su patronazgo sobre esta iglesia y estas regiones, sobre nuestra diócesis, sobre todos nosotros, nuestras familias y comunidades, nuestras buenas intenciones y proyectos.
Espíritu Santo, toma posesión de nuestra alma para que amemos con el Corazón de Jesús, bajo cuyo patrocinio se encuentra esta entera parroquia, “comunidad de comunidades” en tu Amor.
+En el nombre del Padre +y del Hijo, +y del Espíritu Santo.
(Mons. Oscar Sarlinga)

Imagenes de la jornada:

Al llegar al templo parroquial del Sagrado Corazón de Jesús -en Ing. Maschwitz-Maquinista Savio- nuestro Obispo Mons. Oscar fue a orar al Santísimo y luego a ver la imagen principal de San Miguel Arcángel, que permanecerá en dicha sede parroquial.
Procesión popular por las calles de los barrios "Lambaré" y "Doña Justa" con la segunda imagen de San Miguel Arcángel, que preside desde hoy la capilla dedicada en su honor, en el barrio mencionado, "Doña Justa" a cinco cuadras del arroyo Pinazo, en el límite entre Ing. Maschwitz y Garín.
La capilla del Arcángel San Miguel en el barrio "Doña Justa"
Oración previa al ingreso a la capilla de San Miguel Arcángel en Barrio Doña Justa.
Mons. Oscar junto con el cura párroco Pbro. Alfredo Meóniz en la bendición de la imagen del Arcángel San Miguel.
Aspersión con agua bendita a la imagen del Arcángel San Miguel en capilla homónima del barrio "Doña Justa".
Bendición a los sacerdotes en capilla de San Miguel Arcángel en Barrio "Doña Justa".
Presentación de ofrendas en capilla de San Miguel Arcángel el día de la dedicación del templo
Niños que participaron de la Santa Misa en la capilla de San Miguel Arcángel.
La capilla de San Miguel Arcángel y su centro pastoral como una de las comunidades de la gran comunidad parroquial del "Sagrado Corazón de Jesús" de Ing. Maschwitz-Maquinista Savio, con su cura párroco, Pbro. Alfredo Meoniz.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Para memoria y presente: nuestra diócesis está consagrada al Sagrado Corazón de Jesús.

La consagración tuvo lugar el 9 de mayo de 2009.

La espléndida imagen del Sagrado Corazón de Jesús, en parroquia de Lima, Zárate.
Un patrimonio religioso cultural diocesano.

Carta de Mons. Oscar Sarlinga a los fieles de la diócesis

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Queridos hermanos y hermanas de esta diócesis de Zárate-Campana. Quienes vamos a participar de la celebración del 9 de mayo llevamos en el corazón a todos nuestros hermanos de nuestra querida diócesis, de entre las distintas áreas geográficas que la componen, los partidos de Belén de Escobar, Campana, Zárate, Baradero, Pilar, Exaltación de la Cruz y San Antonio de Areco. 

El 9 de mayo tendrá lugar esta fiesta diocesana, luego de tres años de misión permanente en prácticamente todas las parroquias, y esperamos constituya para nosotros un momento privilegiado para unirnos con Cristo en su Sagrado Corazón, y para unir, en la comunión de los santos, a todos nuestros seres queridos, y también a quienes no amamos tanto, pues, «todos los hombres -como recuerda el Concilio- están llamados a esta unión con Cristo, que es la luz del mundo”(1).

Gozosamente recordamos la promesa del Señor, el Todopoderoso, en celebración anunciada de la Virgen de Luján (“cuya humilde imagen de la Limpia y Pura Concepción” ha querido quedarse con nosotros, en estas regiones). Él Dios de la Vida nos dijo: “Yo les daré un corazón nuevo...” (Ez 36, 26). La promesa del «corazón nuevo» se cumplió de modo máximo en el Corazón del Hijo del hombre, Jesucristo, en el cual está como «condensada» nuestra fe en el Hijo del Dios vivo, el Hijo del Dios Bendito, pues, como nos lo expresara el Santo Padre Benedicto XVI: “(…) el Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención”(2). 

Nuestro pueblo creyente profesa una especial devoción al Sagrado Corazón. Esto significa que es un aspecto fundamental de la piedad popular. En la pastoral, tenemos que cuidar a esta última como un tesoro, alentándola, profundizándola, encauzándola. Ella será un instrumento privilegiado de esa «conversión pastoral» que nos pide el Documento de Aparecida (3). ¿Por qué? –podremos preguntarnos- Porque, creo, el «corazón» (en sentido bíblico), es también el «centro de la conversión» que Dios desea, de nuestra parte, y asimismo es el centro donde Dios quiere entrar en la intimidad humana, quitando de ella escoria y miserias (las del «hombre viejo» de San Pablo), para darnos Misericordia, en el sentido como lo profetizara Ezequiel: “Yo quitaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne” (Ez 36, 26). 

Corazón de carne, que mucho nos hace falta, y no de piedra, es un corazón que tiene sensibilidad humana, que es sede del sentido común y de los buenos sentimientos hacia los demás, y que por sobre todo es capaz de dejarse penetrar por el soplo del Espíritu Santo (Cf Ez 36, 26-27), sin rechazar la acción poderosa de Aquél que es «el Alma de la Iglesia». 

Jesucristo nos entregó su Espíritu a cada uno de nosotros, y por la acción de ese mismo Espíritu reactualiza dicha entrega de su Corazón traspasado. Porque cuando Cristo entregó su espíritu en las manos del Padre (cf. Lc 23, 46), vinieron los soldados, y viendo que estaba muerto “(…) uno de los soldados le traspasó con su lanza el costado, y enseguida brotaron sangre y agua” (Jn 19, 32-34). 

En ese momento, ya la Iglesia y el mundo recibieron al Espíritu de Consuelo, como «un Pentecostés nacido del costado abierto». Juan Pablo II reflexionaba sobre ese momento y nos decía: “(…) en adelante, Él envía el Espíritu de verdad. El agua que brota de su costado traspasado es el signo del Espíritu Santo: Jesús había anunciado a Nicodemo el nuevo nacimiento “del agua y del Espíritu”. Las palabras del Profeta se cumplen, “Yo les daré un corazón nuevo, pondré en ustedes un espíritu nuevo” (4). Por ese mismo motivo nuestro Santo Padre Benedicto XVI tomó como punto de partida de su encíclica sobre el Amor, el Corazón traspasado de Cristo (5). 

En nuestra consagración, estaremos lejos de realizar algo «novedoso», al menos como entiende la palabra lo que podríamos llamar cierta «cultura de la información al instante». Ya en 1899, el Papa León XIII (6) consagró el género humano, esto es, toda la humanidad, al Sagrado Corazón de Jesús. Muchos países, naciones, diócesis están consagradas al Sagrado Corazón. Luego de la visita a nuestra diócesis de las reliquias de Santa Margarita María Alacoque, y en sintonía fraterna con la Basílica del Sagrado Corazón de Paray-le-Monial, en Francia, nos ha parecido, en el Espíritu, hacer este gesto, impulsados a “(…) dar gracias «al que nos ama y nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre» (Ap 1,5-6)” (7) con una consagración especial.

De tal modo, unidos en un solo corazón y una sola alma con los hermanos y hermanas de esta Iglesia particular, queremos reafirmar ante el mismo Jesucristo, nuestra voluntad de ser cada día más una Iglesia eucarística, unida al Santo Padre, Vicario de Cristo, una Iglesia mariana, misionera, en estado de misión, entregada a quienes más lo necesitan y a la promoción integral del ser humano. 

Como lo afirmaba Juan Pablo II, hay una gran relación entre la consagración al Sagrado corazón y la misión: “La consagración así entendida se ha de poner en relación con la acción misionera de la Iglesia misma, porque responde al deseo del Corazón de Jesús de propagar en el mundo, a través de los miembros de su Cuerpo, su entrega total al Reino, y unir cada vez más a la Iglesia en su ofrenda al Padre y en su ser para los demás” (8).

¿Cómo no relacionar este hecho con el Año Paulino Jubilar?. Al re-asumir, una vez más, y a los pies de la Virgen de Luján, la dimensión misionera de toda la pastoral, significará para todos nosotros una gran bendición.

Si miramos con atención, veremos que nuestro mundo de hoy es «maravilloso y dramático». ¿Qué lo podría verdaderamente transformar?. Creo que será una renovación del corazón humano el que, a su vez, lo renovará, con la ayuda de la Gracia. El Concilio Vaticano II constataba que «los desequilibrios que sufre el mundo moderno están relacionados con aquel otro desequilibrio más fundamental que tiene sus raíces en el corazón del hombre», y la fe descubre felizmente que «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (9). 

Ofrezcamos al Corazón del Verbo hecho carne, con sinceridad y sencillez, nuestros corazones, nuestros hogares, nuestras familias y comunidades, nuestras parroquias, asociaciones de fieles, movimientos, centros de caridad institucionalizada y promoción humana, escuelas, universidades, talleres, toda nuestra vida diocesana, en esta maravillosa y oportuna ocasión “(…) para presentar el Corazón de Jesús, «hoguera ardiente de caridad, (...) símbolo e imagen expresiva del amor eterno con el que “Dios tanto amó el mundo que le dio su Hijo unigénito” (Jn 3, 16)»” (10).

El Señor Misericordioso los bendiga y los proteja siempre, con la intercesión de la Santísima Virgen de Luján, nuestra Patrona, con su manto celeste y blanco, colores del cielo y de nuestro ser argentino.

Quien los quiere con el alma y es el Pastor de ustedes, en Cristo Jesús,
+Oscar, Obispo de Zarate-Campana

Sábado 18 de abril de 2009, en las Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia

(1) CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, 3.
(2) BENEDICTO XVI, El decálogo del Corazón de Jesús, según Benedicto XVI- Junio mes del Sagrado Corazón CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 7 junio 2008, n. I. El domingo 1 de junio, en sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI habló de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
(3) CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, Vta. Conferencia, Documento de Aparecida, n. 174.
(4) JUAN PABLO II, Peregrinación a Francia, Homélie du Pape Jean Paul II, Paray-le-Monial (France), 5 octobre 1986, n. 7.
(5) “En mi primera encíclica sobre el tema del amor, el punto de partida ha sido precisamente la mirada dirigida al costado traspasado de Cristo, del que habla Juan en su Evangelio (Cf. Jn 19,37)” (BENEDICTO XVI, Enc. Deus Caritas est, 12).
(6) LEÓN XIII, Encíclica Annum sacrum (25 de mayo de 1899: Leonis XIII P. M. Acta, XIX [1899] 71-80).
(7) “Esa consagración es debida a Cristo Redentor del género humano, por lo que él es en sí y por cuanto ha hecho por todos los hombres. El creyente, al encontrar en el Sagrado Corazón el símbolo y la imagen viva de la infinita caridad de Cristo, que por sí misma nos mueve a amarnos unos a otros, no puede menos de sentir la exigencia de participar personalmente en la obra de la salvación” (JUAN PABLO II, El cristianismo, religión del amor, Mensaje de Juan Pablo II, Varsovia, en la fiesta del Sagrado Corazón, 11 de junio de 1999 en el Centenario de la consagración del género humano al Sagrado Corazón realizada por León XIII).
(8) JUAN PABLO II, El cristianismo, religión del amor, Mensaje de Juan Pablo II, Varsovia, en la fiesta del Sagrado Corazón, 11 de junio de 1999 en el Centenario de la consagración del género humano al Sagrado Corazón realizada por León XIII
(9) CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 22
(10) PABLO VI, Investigabiles divitias, 5: AAS 57 [1965] 268).

viernes, 20 de septiembre de 2013

Para recordar, discurso de S.S. Paulo VI, de 1972.

Data de años, pero siempre actual recordarlo, y orar.
PADRE NUESTRO, LIBRANOS DEL MAL

S.S. Paulo VI.

Discurso de S.S. Paulo VI, del 15 de noviembre de 1972.

¿Cuáles son hoy las mayores necesidades de la Iglesia? No os parezca simplista, o incluso supersticiosa o irreal, nuestra respuesta: Una de las necesidades mayores es la defensa de ese mal que se llama Demonio.
Antes de aclarar nuestro pensamiento invitamos al vuestro a abrirse a la luz de la fe sobre la visión de la vida humana, visión que desde este observatorio se alarga inmensamente y penetra en singulares profundidades... Y en verdad, el cuadro que estamos invitamos a contemplar con realismo global es muy bello... Es el cuadro de la creación, la obra de Dios, que Dios mismo, como espejo exterior de su sabiduría y de su potencia, admiró en su substancial belleza, (Gen 1,10)
Después es muy interesante el cuadro dramático de la humanidad, de cuya historia emergen la de la redención, la de Cristo, la de nuestra salvación con sus estupendos tesoros de revelación, de profecía, de santidad, de vida elevada a nivel sobrenatural, de promesas eternas", (Ef. 1,10).
Sabiendo mirar este cuadro, no puede uno no permanecer encantado (S. Agustín, Soliloquios): Todo tiene un sentido, todo tiene un fin y todo deja entrever una Presencia-Trascendencia, un Pensamiento, una Vida y finalmente un Amor, por lo que el universo, por lo que es y por lo que no es, se presenta a nosotros como una preparación entusiasmante y gozosa de tantas cosas bellas y todavía más perfectas que esperamos. (1 Co 2,9; 13,12; Rom 8,19-23)
La visión cristiana del cosmos y de la vida es por tanto triunfal mente optimista; esta visión justifica nuestra vida y nuestro reconocimiento de vivir, por lo que nosotros, celebrando la gloria de Dios, cantamos nuestra felicidad (Cf. El Gloria de la Misa)
La enseñanza bíblica
Pero ¿Es completa esta visión? ¿Es exacta? ¿No nos importan nada las deficiencias que hay en el mundo? ¿Las disfunciones del mundo respecto a nuestra existencia? ¿El dolor, la muerte, la maldad, la crueldad, el pecado: en una palabra, el mal? ¿Y no vemos cuánto mal hay en el mundo? ¿Especialmente cuánto mal moral, es decir simultáneamente, si bien diversamente, contra el hombre y contra Dios? ¿No es este triste espectáculo un misterio inexplicable? ¿Y no somos nosotros, precisamente nosotros seguidores del Verbo, los cantores del Bien, nosotros creyentes, los más sensibles, los más turbados por la observación y la experiencia del mal?
Lo encontramos en el reino de la naturaleza, donde tantas manifestaciones suyas nos parece que denuncian un desorden. Después lo encontramos en el ámbito humano donde encontramos la debilidad, la fragilidad, el dolor, la muerte, e incluso cosas peores, una doble ley contrastante, una que quisiera el bien y la otra por el contrario vuelta hacia el mal, tormento que S. Pablo mete en humillante evidencia para demostrar la necesidad y la fortuna de una gracia salvadora, de la salvación traída por Cristo (Rom 7); ya el poeta pagano había denunciado este conflicto interior en el corazón mismo del hombre: "video meliora, proboque, deteriora sequor» (Ovidio Met 7,19)
Encontramos el pecado, perversión de la libertad humana, y causa profunda de la muerte porque es separación de Dios, fuente de la vida, (Rom 5,12), y después, a su vez, ocasión y efecto de una intervención en nosotros y en nuestro mundo de un agente oscuro y enemigo, el Demonio.
El mal no es sólo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa.
Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien rechaza reconocerla como existente: y también quien hace de esto un principio en si mismo, no teniendo él mismo, como toda criatura, origen en Dios; incluso la explica como una pseudo-realidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras malas obras.
El problema del mal, visto en su complejidad y en su absurdidad respecto a nuestra unilateral racionalidad, se hace obsesión. Ello constituye la dificultad más fuerte para nuestra inteligencia religiosa del cosmos. Por eso S. Agustín sufrió durante años: "Quaerebam unde malum, et non erat exitus", Yo buscaba de donde proviniese el mal y no encontraba explicación (Confesiones VII, 5,7,11, etc. P L. 32, 736, 739).
Aquí vemos la importancia que tiene la advertencia del mal para nuestra correcta comprensión cristiana del mundo, de la vida, de la salvación. Primero en el desarrollo de la historia evangélica al principio de la vida pública: ¿Quién no recuerda la página densísima de significados de la triple tentación de Cristo? Después en tantos otros episodios evangélicos, en los cuales el Demonio cruza los pasos del Señor y figura en sus enseñanzas (Mt 12,43). ¿Y cómo no recordar que Cristo, refiriéndose tres veces al Demonio, como su adversario lo cualifica como «príncipe de este mundo» (Jn 12,31; 14,30; 16,11)?
Y es la incumbencia de esta nefasta presencia es señalada en muchísimos pasos del Nuevo Testamento. S. Pablo lo llama “el dios de este mundo"( II Co 4,4) y nos pone sobre aviso acerca de la lucha contra las tinieblas, que nosotros los cristianos debemos sostener no con un solo Demonio, sino con una temerosa pluralidad: «Revestíos, dice el Apóstol, de la armadura de Dios para poder afrontar las insidias del diablo, porque nuestra lucha no es solamente con sangre y con la carne, sino contra los Principados y las Potestades, contra los dominadores de las tinieblas, contra los espíritus malignos del aire" (Ef. 6,11-12),
Diversas citas evangélicas nos indican que no se trata sólo de un Demonio, sino de muchos (Lc11, 21;Mc 5,9), pero uno es el principal: Satanás, que quiere decir El Adversario, el enemigo; y con él muchos, todos criaturas de Dios, pero caídas porque se rebelaron y están condenadas. (Cf. Denz Sch 800-428); todo un mundo misterioso desbaratado por un drama desgraciado, del que conocemos muy poco.
El sembrador oculto de errores
Sin embargo conocemos muchas cosas de este mundo diabólico, que se relacionan con nuestra vida y con toda la historia humana. El Demonio está en el origen de la primera desgracia de la humanidad; él fue el tentador solapado y fatal del primer pecado, el pecado original (Gen 3; Sb 1,24). De aquella caída de Adán, el Demonio adquirió un cierto poder sobre el hombre, del que sólo la redención de Cristo nos puede liberar. Es historia que aún dura; recordemos los exorcismos del bautismo y los frecuentes referencias de la Sagrada Escritura y de la Liturgia a la agresiva y opresora "potestad de las tinieblas" (Lc 22,23; Col 1, 13)
Es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos por eso que éste ser oscuro y perturbador existe verdaderamente, y que con astucia traidora actúa; es el enemigo oculto que siembra errores y desventuras en la historia humana. Recordemos la parábola evangélica reveladora del grano bueno y de la cizaña, síntesis y explicación de la absurdidad que siempre preside nuestras vicisitudes contrastantes: Inimicus homo hoc fecit" (Mt 13,28). Es "el homicida desde el principio... y padre de la mentira", como lo define Cristo (Jn 8,44-45); es el instigador del equilibrio moral del hombre.
Es él el pérfido y astuto encantador, que sabe insinuarse en nosotros, por la vía de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de desordenados contactos sociales en el juego de nuestro obrar, para introducirnos desviaciones, tanto más nocivas cuanto conformes a la apariencia de nuestras estructuras físicas o psíquicas, o de nuestras instintivas y profundas aspiraciones.
Este tema sobre el Demonio y el influjo que él ejercita sobre los individuos, sobre las comunidades, sobre enteras sociedades, sobre acontecimientos es un capitulo muy importante de la Doctrina Católica que se debe estudiar de nuevo, a pesar de que hoy se le da poca importancia.
Algunos piensan encontrar en los estudios sicoanalíticos y psiquiátricos o en experiencias espiritistas - hoy por desgracia demasiado difundidas en algunos países - un planteamiento suficiente. Se teme recaer en viejas teorías maniqueas o en pavorosas divagaciones fantásticas y supersticiosas. Hoy se prefiere mostrarse fuertes y sin prejuicios, positivistas, excepto en dar su fe a tantas gratuitas posturas mágicas o populares, o peor aún, abrir la propia alma - ¡la propia alma bautizada, visitada tantas veces por la presencia eucarística y habitada por el Espíritu Santo!- a las experiencias licenciosas de los sentidos y a aquellas deletéreas de los estupefacientes, como también a las seducciones ideológicas de los errores de moda, fisuras éstas a través de las cuales el Maligno puede fácilmente penetrar y alterar la mente humana.
No está dicho que todo pecado sea debido directamente a la acción diabólica (S. Th. 1,104,31) pero también es verdad que quien no vigila con cierto rigor sobre si mismo (Mt 12,45; Ef 6,11) se expone al influjo del "Mysterium iniquitatis", al que S. Pablo se refiere (II Ts 2,3-12) y que hace problemática la alternativa de nuestra salvación.
Nuestra doctrina se hace incierta, oscurecida como está por las tinieblas mismas que circundan al Demonio. Pero nuestra curiosidad, excitada por la certeza de su existencia múltiple, se hace legítima con dos preguntas:
¿Cuáles son los signos de la presencia diabólica? y ¿Cuáles son los medios de defensa contra este tan insidioso peligro?
La presencia de la acción del Maligno
La respuesta a la primera pregunta impone mucha cautela, aunque los signos del Maligno parecen tan evidentes (Cf. Tertuliano, Apol 23). Podemos suponer su acción siniestra allí donde la negación de Dios es radical, sutil y absurda, donde la mentira se afirma hipócrita y potente, contra la verdad evidente, donde el amor se ha apagado a causa de un egoísmo frío y cruel, donde el nombre de Cristo es impugnado con odio consciente y rebelde (1 Co 16,22; 12,3), donde el espíritu del Evangelio es adulterado y desmentido, donde la desesperación se afirma como la última palabra, etc. Pero es un diagnóstico muy amplio y difícil, que Nos no nos atrevemos ahora a profundizar y autenticar, no por eso privado de dramático interés, al cual también la literatura moderna ha dedicado páginas famosas (Cf. Las obras de Bernanos, estudiadas por Ch. Moeller Littér du XX siècle,I, Pag 397 ss; P. Macchi Il volto del male di Bernanos: satan; Études Carmélitaines, Desclée de Br. 1948)
El problema del mal aparece como uno de los más grandes y permanentes problemas para el espíritu humano, incluso después de la respuesta victoriosa que nos da Jesucristo: "Nosotros sabemos que hemos nacido de Dios, y que todo el mundo ha sido puesto bajo el Maligno"(I Jn 5,19).
Nuestra defensa
A la otra pregunta: ¿Qué defensa, qué remedio poner a la acción del Demonio? La respuesta es más fácil de formular, pero es difícil llevar a la práctica. Podremos decir: Todo lo que nos defiende del pecado, nos defiende por ello mismo del enemigo invisible. La gracia es la defensa decisiva. La inocencia asume un aspecto de fortaleza y después cada uno recuerda lo que la pedagogía apostólica había simbolizado en la armadura de un soldado, las virtudes que pueden hacer invulnerable al cristiano (Rom l3,12; Ef 6,11.14.17; 1 Ts 5,8). El cristiano debe ser militante, debe ser vigilante y fuerte (I Pe 5,8); y a veces debe recurrir a algún ejercicio ascético especial para alejar ciertas incursiones diabólicas; Jesús así lo enseña indicando el remedio «en la oración y el ayuno" (Mt 9, 29 ). El Apóstol sugiere la línea maestra a tener en cuenta: "no os dejéis vencer por el mal, antes bien, vencer al mal con el bien" (Rom 12,21; Mt 13,29).
Con la certeza de las adversidades presentes en las que hoy las almas, la Iglesia, el mundo se encuentran, nosotros buscamos dar sentido y eficacia a la acostumbrada invocación de nuestra principal oración: «Padre nuestro... líbranos del mal». A todo esto ayuda también nuestra bendición apostólica.

Paulus PP VI

lunes, 16 de septiembre de 2013

Preparándonos hacia la festividad de "Santa Teresita del Niño Jesús".

Con Santa Teresita, San Luis Rey y Santa Juana de Arco, pedir la gracia de no ser "ladrones".

Pidamos, juntos, una "rosa espiritual" desde el día 21 (San Mateo) hacia la festividad de la santa doctora de la Iglesia. Rosa que impregne nuestras inquietudes, nuestras alegrias o tristezas. Rosas que llenen de salud a aquellos que sufren. Rosas de consuelo... tantas veces pienso cuánto, "enfrascados" o autorreferenciados en nuestros problemas e incluso nuestros dramas, o los dramas que nos crean, por el decurrir de los acontecimientos, o bien a propósito, podemos "robar" la oración de alabanza a la que estamos llamados, oración de intercesión, que haría tanto bien a los desconsolados, a los sufrientes, a los abandonados... Lo estoy pensando mucho. Arrojados sí, aventureros no. El mundo en que vivimos, "maravilloso y dramático" puede transformarse en "la caverna obscura" si no "salimos hacia". Nos acompañen dos "humildes" y "grandes" a los que les profeso devoción, San Luis Rey y Santa Juana de Arco (y resulta que profundizando en la vida de Santa Teresita, ella los admiraba y les rezaba, puede que porque fueran franceses, pero Juana de Arco no estaba canonizada en la época de nuestra santa del "pequeño camino"). En fin, rueguen por nosotros, que no seamos "ladrones" de la alabanza y la intercesión.
En el seno de la Trinidad, San Luis Rey de Francia y Santa Juana de Arco reciben a Santa Teresita del Niño Jesús.
En el Santuario de Santa Teresita del Niño Jesús, de Lisieux, Francia.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Beatificación del Cura Brochero: transmisión en vivo

El sacerdote José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914) -más conocido como el “Cura Brochero”- será beatificado el 14 de septiembre, en el Cerro de la Cruz, Villa Cura Brochero, Córdoba.

La celebración, que comenzará a las 10, será presidida por el cardenal Ángelo Amato, enviado del Papa Francisco y Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos; se esperan más de 150 mil personas.

La ceremonia será transmitida en vivo desde ésta misma web en colaboración con el Canal 21 del Arzobispado de Buenos Aires, a cuyo equipo agradecemos su buena predisposición.

A continuación presentamos las catequesis brocherianas para prepararnos espiritualmente y orar en agradecimiento por el Beato Cura Brochero:

Catequesis 1 – Vida pobre y entregada:


Catequesis 2 – Predicación evangélica:


Catequesis 3 – Su celo misionero:

jueves, 12 de septiembre de 2013

El Santo Nombre de María. Las promesas.

María ofrece uvas al Niño Jesús.

Dice San Alfonso María de Ligorio en su libro "Las glorias de María" lo siguiente:
EL NOMBRE DE MARÍA
Oh dulce, Virgen María
El nombre de María es dulce en la vida y en la muerte


1. María, nombre santo
El augusto nombre de María, dado a la Madre de Dios, no fue cosa terrenal, ni inventado por la mente humana o elegido por decisión humana, como sucede con todos los demás nombres que se imponen. Este nombre fue elegido por el cielo y se le impuso por divina disposición, como lo atestiguan san Jerónimo, san Epifanio, san Antonino y otros. “Del Tesoro de la divinidad –dice Ricardo de San Lorenzo– salió el nombre de María”. De él salió tu excelso nombre; porque las tres divinas personas, prosigue diciendo, te dieron ese nombre, superior a cualquier nombre, fuera del nombre de tu Hijo, y lo enriquecieron con tan grande poder y majestad, que al ser pronunciado tu nombre, quieren que, por reverenciarlo, todos doblen la rodilla, en el cielo, en la tierra y en el infierno. Pero entre otras prerrogativas que el Señor concedió al nombre de María, veamos cuán dulce lo ha hecho para los siervos de esta santísima Señora, tanto durante la vida como en la hora de la muerte.


2. María, nombre lleno de dulzura
En cuanto a lo primero, durante la vida, “el santo nombre de María –dice el monje Honorio– está lleno de divina dulzura”. De modo que el glorioso san Antonio de Papua, reconocía en el nombre de María la misma dulzura que san Bernardo en el nombre de Jesús. “El nombre de Jesús”, decía éste; “el nombre de María”, decía aquél, “es alegría para el corazón, miel en los labios y melodía para el oído de sus devotos”. Se cuenta del V. Juvenal Ancina, obispo de Saluzzo, que al pronunciar el nombre de María experimentaba una dulzura sensible tan grande, que se relamía los labios. También se refiere que una señora en la ciudad de colonia le dijo al obispo Marsilio que cuando pronunciaba el nombre de María, sentía un sabor más dulce que el de la miel. Y, tomando el obispo la misma costumbre, también experimentó la misma dulzura. Se lee en el Cantar de los Cantares que, en la Asunción de María, los ángeles preguntaron por tres veces: “¿Quién es ésta que sube del desierto como columnita de humo? ¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente? ¿Quién es ésta que sube del desierto rebosando en delicias?” (Ct 3, 6; 6, 9; 8, 5). Pregunta Ricardo de San Lorenzo: “¿Por qué los ángeles preguntan tantas veces el nombre de esta Reina?” Y él mismo responde: “Era tan dulce para los ángeles oír pronunciar el nombre de María, que por eso hacen tantas preguntas”.
Pero no quiero hablar de esta dulzura sensible, porque no se concede a todos de manera ordinaria; quiero hablar de la dulzura saludable, consuelo, amor, alegría, confianza y fortaleza que da este nombre de María a los que lo pronuncian con fervor.

3. María, nombre que alegra e inspira amor
Dice el abad Francón que, después del sagrado nombre de Jesús, el nombre de María es tan rico de bienes, que ni en la tierra ni en el cielo resuena ningún nombre del que las almas devotas reciban tanta gracia de esperanza y de dulzura. El nombre de María –prosigue diciendo– contiene en sí un no sé qué de admirable, de dulce y de divino, que cuando es conveniente para los corazones que lo aman, produce en ellos un aroma de santa suavidad. Y la maravilla de este nombre –concluye el mismo autor– consiste en que aunque lo oigan mil veces los que aman a María, siempre les suena como nuevo, experimentando siempre la misma dulzura al oírlo pronunciar.
Hablando también de esta dulzura el B. Enrique Susón, decía que nombrando a María, sentía elevarse su confianza e inflamarse en amor con tanta dicha, que entre el gozo y las lágrimas, mientras pronunciaba el nombre amado, sentía como si se le fuera a salir del pecho el corazón; y decía que este nombre se le derretía en el alma como panal de miel. Por eso exclamaba: “¡Oh nombre suavísimo! Oh María ¿cómo serás tú misma si tu solo nombre es amable y gracioso!”
Contemplando a su buena Madre el enamorado san Bernardo le dice con ternura: “¡Oh excelsa, oh piadosa, oh digna de toda alabanza Santísima Virgen María, tu nombre es tan dulce y amable, que no se puede nombrar sin que el que lo nombra no se inflame de amor a ti y a Dios; y sólo con pensar en él, los que te aman se sienten más consolados y más inflamados en ansias de amarte”. Dice Ricardo de San Lorenzo: “Si las riquezas consuelan a los pobres porque les sacan de la miseria, cuánto más tu nombre, oh María, mucho mejor que las riquezas de la tierra, nos alivia de las tristezas de la vida presente”.
Tu nombre, oh Madre de Dios –como dice san Metodio– está lleno de gracias y de bendiciones divinas. De modo que –como dice san Buenaventura– no se puede pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente lo invoca. Búsquese un corazón empedernido lo más que se pueda imaginar y del todo desesperado; si éste te nombra, oh benignísima Virgen, es tal el poder de tu nombre –dice el Idiota– que él ablandará su dureza, porque eres la que conforta a los pecadores con la esperanza del perdón y de la gracia. Tu dulcísimo nombre –le dice san Ambrosio– es ungüento perfumado con aroma de gracia divina. Y el santo le ruega a la Madre de Dios diciéndole: “Descienda a lo íntimo de nuestras almas este ungüento de salvación”. Que es como decir: Haz Señora, que nos acordemos de nombrarte con frecuencia, llenos de amor y confianza, ya que nombrarte así es señal o de que ya se posee la gracia de Dios, o de que pronto se ha de recobrar.
Sí, porque recordar tu nombre, María, consuela al afligido, pone en camino de salvación al que de él se había apartado, y conforta a los pecadores para que no se entreguen a la desesperación; así piensa Landolfo de Sajonia. Y dice el P. Pelbarto que como Jesucristo con sus cinco llagas ha aportado al mundo el remedio de sus males, así, de modo parecido, María, con su nombre santísimo compuesto de cinco letras, confiere todos los días el perdón a los pecadores.


4. María, nombre que da fortaleza
Por eso, en los Sagrados cantares, el santo nombre de María es comparado al óleo: “Como aceite derramado es tu nombre” (Ct 1, 2). Comenta así este pasaje el B. Alano: “Su nombre glorioso es comparado al aceite derramado porque, así como el aceite sana a los enfermos, esparce fragancia, y alimenta la lámpara, así también el nombre de María, sana a los pecadores, recrea el corazón y lo inflama en el divino amor”. Por lo cual Ricardo de San Lorenzo anima a los pecadores a recurrir a este sublime nombre, porque eso sólo bastará para curarlos de todos sus males, pues no hay enfermedad tan maligna que no ceda al instante ante el poder del nombre de María”.
Por el contrario los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera a la Reina del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que los abrasara. La misma Virgen reveló a santa Brígida, que no hay pecador tan frío en el divino amor, que invocando su santo nombre con propósito de convertirse, no consiga que el demonio se aleje de él al instante. Y otra vez le declaró que todos los demonios sienten tal respeto y pavor a su nombre que en cuanto lo oyen pronunciar al punto sueltan al alma que tenían aprisionada entre sus garras.
Y así como se alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María, lo mismo –dijo la Señora a santa Brígida– acuden numerosos los ángeles buenos a las almas justas que devotamente la invocan.
Atestigua san Germán que como el respirar es señal de vida, así invocar con frecuencia el nombre de María es señal o de que se vive en gracia de Dios o de que pronto se conseguirá; porque este nombre poderoso tiene fuerza para conseguir la vida de la gracia a quien devotamente lo invoca. En suma, este admirable nombre, añade Ricardo de San Lorenzo es, como torre fortísima en que se verán libres de la muerte eterna, los pecadores que en él se refugien; por muy perdidos que hubieran sido, con ese nombre se verán defendidos y salvados.
Torre defensiva que no sólo libra a los pecadores del castigo, sino que defiende también a los justos de los asaltos del infierno. Así lo asegura el mismo Ricardo, que después del nombre de Jesús, no hay nombre que tanto ayude y que tanto sirva para la salvación de los hombres, como este incomparable nombre de María. Es cosa sabida y lo experimentan a diario los devotos de María, que este nombre formidable da fuerza para vencer todas las tentaciones contra la castidad. Reflexiona el mismo autor considerando las palabras del Evangelio: “Y el nombre de la Virgen era María” (Lc 1, 27), y dice que estos dos nombres de María y de Virgen los pone el Evangelista juntos, para que entendamos que el nombre de esta Virgen purísima no está nunca disociado de la castidad. Y añade san Pedro Crisólogo, que el nombre de María es indicio de castidad; queriendo decir que quien duda si habrá pecado en las tentaciones impuras, si recuerda haber invocado el nombre de María, tiene una señal cierta de no haber quebrantado la castidad.

5. María, nombre de bendición
Así que, aprovechemos siempre el hermoso consejo de san Bernardo: “En los peligros, en las angustias, en las dudas, invoca a María. Que no se te caiga de los labios, que no se te quite del corazón”. En todos los peligros de perder la gracia divina, pensemos en María, invoquemos a María junto con el nombre de Jesús, que siempre han de ir estos nombres inseparablemente unidos. No se aparten jamás de nuestro corazón y de nuestros labios estos nombres tan dulces y poderosos, porque estos nombres nos darán la fuerza para no ceder nunca jamás ante las tentaciones y para vencerlas todas. Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María, como lo dio a entender a santa Brígida hablando con su Madre santísima, revelándole que quien invoque el nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del paraíso. Porque, añadió el divino Salvador, son para mí tan dulces y queridas tus palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides.
En suma, llega a decir san Efrén, que el nombre de María es la llave que abre la puerta del cielo a quien lo invoca con devoción. Por eso tiene razón san Buenaventura al llamar a María “salvación de todos los que la invocan”, como si fuera lo mismo invocar el nombre de María que obtener la salvación eterna. También dice Ricardo de San Lorenzo que invocar este santo y dulce nombre lleva a conseguir gracias sobreabundantes en esta vida y una gloria sublime en la otra. Por tanto, concluye Tomás de Kempis: “Si buscáis, hermanos míos, ser consolados en todos vuestros trabajos, recurrid a María, invocad a María, obsequiad a María, encomendaos a María. Disfrutad con María, llorad con María, caminad con María, y con María buscad a Jesús. Finalmente desead vivir y morir con Jesús y María. Haciéndolo así siempre iréis adelante en los caminos del Señor, ya que María, gustosa rezará por vosotros, y el Hijo ciertamente atenderá a la Madre”.

6. María, nombre consolador
Muy dulce es para sus devotos, durante la vida, el santísimo nombre de María, por las gracias supremas que les obtiene, como hemos vitos. Pero más consolador les resultará en la hora de la muerte, por la suave y santa muerte que les otorgará. El P. Sergio Caputo, jesuita, exhortaba a todos los que asistieran a un moribundo, que pronunciasen con frecuencia el nombre de María, dando como razón que este nombre de vida y esperanza, sólo con pronunciarlo en la hora de la muerte, basta para dispersar a los enemigos y para confortar al enfermo en todas sus angustias. De modo parecido, san Camilo de Lelis, recomendaba muy encarecidamente a sus religiosos que ayudasen a los moribundos con frecuencia a invocar los nombres de Jesús y de María como él mismo siempre lo había practicado; y mucho mejor lo practicó consigo mismo en la hora de la muerte, como se refiere en su biografía; repetía con tanta dulzura los nombres, tan amados por él, de Jesús y de María, que inflamaba en amor a todos los que le escuchaban. Y finalmente, con los ojos fijos en aquellas adoradas imágenes, con los brazos en cruz, pronunciando por última vez los dulcísimos nombres de Jesús y de María, expiró el santo con una paz celestial. Y es que esta breve oración, la de invocar los nombres de Jesús y de María, dice Tomás de Kempis, cuanto es fácil retenerla en la memoria, es agradable para meditar y fuerte para proteger al que la utiliza, contra todos los enemigos de su salvación.

7. María, nombre de buenaventura
¡Dichoso –decía san Buenaventura– el que ama tu dulce nombre, oh Madre de Dios! Es tan glorioso y admirable tu nombre, que todos los que se acuerdan de invocarlo en la hora de la muerte, no temen los asaltos de todo el infierno.
Quién tuviera la dicha de morir como murió fray Fulgencio de Ascoli, capuchino, que expiró cantando: “Oh María, oh María, la criatura más hermosa; quiero ir al cielo en tu compañía”. O como murió el B. Enrique, cisterciense, del que cuentan los anales de su Orden que murió pronunciando el dulcísimo nombre de María.
Roguemos pues, mi devoto lector, roguemos a Dios nos conceda esta gracia, que en la hora de la muerte, la última palabra que pronunciemos sea el nombre de María, como lo deseaba y pedía san Germán. ¡Oh muerte dulce, muerte segura, si está protegida y acompañada con este nombre salvador que Dios concede que lo pronuncien los que se salvan!
¡Oh mi dulce Madre y Señora, te amo con todo mi corazón! Y porque te amo, amo también tu santo nombre. Propongo y espero con tu ayuda invocarlo siempre durante la vida y en la hora de la muerte. Concluyamos con esta tierna plegaria de san Buenaventura: “Para gloria de tu nombre, cuando mi alma esté para salir de este mundo, ven tú misma a mi encuentro, Señora benditísima, y recíbela”. No desdeñes, oh María –sigamos rezando con el santo– de venir a consolarme con tu dulce presencia. Sé mi escala y camino del paraíso. Concédele la gracia del perdón y del descanso eterno. Y termina el santo diciendo: “Oh María, abogada nuestra, a ti te corresponde defender a tus devotos y tomar a tu cuidado su causa ante el tribunal de Jesucristo”. —

San Miguel Arcángel en el barrio "Doña Justa" de las zonas más periféricas de Ing. Maschwitz, en el ámbito de la actual parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.

San Miguel, el arcángel fiel.
El Obispo irá el domingo 22 de septiembre al barrio para entronizar la imagen, rededicar al culto la capilla y entronizar a San Miguel Arcángel, con una feliz coincidencia de visión pastoral con el Pbro. Alfredo Meóniz y su comunidad parroquial.
Era nuestra intención que los tres arcángeles tuvieran su templo en la diócesis. La parroquia de Nuestra Señora de Luján de Zárate donó una espléndida imagen de San Miguel Arcángel, que estaba destinada a la capilla que fue el inicio de la actual parroquia del Sagrado Corazón, pero que ahora, con el nuevo templo parroquial, quedó a 10 cuadras de distancia. Siendo una capilla más pequeña, la imagen grande va a ir al nuevo templo del Sagrado Corazón, y el P. Federico Dundas de la sociedad San Juan, donó otra imagen mas pequeña, que se ajustaría en tamaño para entronizarla en la capilla que esta ubicada en el barrio Doña Justa a unas 10 cuadras de la actual sede parroquial.
A las 16.30 todos los fieles, Obispo y cura párroco incluidos, saldrán en procesión desde la sede parroquial del Sagrado Corazón de Jesús y a las 17 se prevé la Santa Misa en la nueva capilla retitularizada a San Miguel Arcángel y de tal modo reabierta al culto en una zona ubicada en las márgenes donde hay gente apostólica y que desea que nuestra fe católica "nos haga salir a evangelizar".

miércoles, 11 de septiembre de 2013

¡Cuánta falta nos hace el silencio como “descanso del corazón”!.

El Santo Silencio de la Iglesia en el sábado santo.
Como en el Sábado Santo, día de “silencio” para la Iglesia, en el descenso de Cristo a los infiernos, para rescatar a nuestros primeros padres y nuestros ancestros, hay signos que nos llevan a la necesidad de revalorizar el “silencio”. Puesto que recientemente hemos hecho ayuno, en la jornada de oración por la Paz, me pregunto si hemos considerado lo suficiente el valor del Santo Silencio, que, en lo personal, me propongo a manera de una predisposición a las jornadas de retiro espiritual que –espero- pueda vivir antes-durante-y enseguida después- del viaje a Villa Cura Brochero, para la beatificación.
Es útil distinguir entre el pecaminoso silencio y el santo silencio.
Hay un silencio pecaminoso, cuando “callar” equivale a faltar, por “silencio culpable” a la justicia largamente esperada, a la prudencia (no siempre “callar” es prudente, puede constituir una imprudencia máxima, según el caso particular) o a la caridad, o incluso cuando significa una falta a la misericordia, por ejemplo, cuando, pudiendo, no se da el buen consejo, o no se enseña al que no sabe.
Hay un Santo Silencio, ámbito de pacificación y sanación del alma, el silencio que genera paz en los corazones y en la comunidad. A la manera del “santo ayuno”, más que causar detrimento, reconstituye nuestro ser, y dispone a “relaciones nuevas” entre “nuevas creaturas”. Santo Tomás de Aquino nos enumera varias clases de silencio: el silencio de la admiración (del maravillarse), el silencio de la seguridad (en Dios), el silencio de longanimidad (propio del alma generosa, que no está siempre imputando culpas y delitos, aunque sea verdad) y el silencio de “descanso del corazón”, el más reconstituyente, creo. Callemos hermanos, y vuelva el silencio, que ya hemos perdido, el don de escuchar, y en este tumulto de nuestras palabras, somos incapaces de escuchar a Dios. Callemos hermanos, y que hable el Señor.