La energía que da la fortaleza era la que, por ejemplo, permitía a Martín Luther King y a sus seguidores comprometerse con la lucha por los derechos humanos de los negros y cantar en las manifestaciones enérgicamente no-violentas el ya clásico ¡Vamos a vencer! (We shall overcome), mientras recibían violencia a cambio. Es también el caso de la fortaleza -unida a la paciencia- que implica el proponerse cambiar de raíz situaciones de pecado, de injusticia, de situaciones sub-humanas (y ponerse a actuar efectivamente con tal fin), como nos lo expresaba Juan Pablo II "Las decisiones pueden crear estructuras concretas de pecado, impidiendo la plena realización de quienes son oprimidos de diversas maneras por las mismas. Demoler tales estructuras y sustituirlas con formas más auténticas de convivencia, es un cometido que exige valentía y paciencia" (San Juan Pablo II).
+Oscar Sarlinga.
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