El miedo (que es totalmente humano el tenerlo), cuando logra vencernos,
siempre nos paraliza, arruina posibilidades maravillosas, nos quita el
coraje de afrontar situaciones nuevas. Tenemos necesidad de una valentía
especial para querer hacer el bien, para comprometernos con la justicia
y la paz, a fin de dar testimonio del Reino de Dios. La fortaleza ha de
llevarnos a "superar" en cierta manera, nuestros propios límites y
"superarnos" a nosotros mismos, asumiendo los riesgos de encontrarnos en
situaciones en las que no sabremos bien cuál será la solución correcta,
o en ocasiones de ser mal vistos, criticados, con riesgo de exponernos a
consecuencias desagradables. Para alcanzar tal fortaleza, el hombre
resiliente debe estar sostenido por un gran amor a la verdad y al bien a
que se entrega.
+Oscar Sarlinga.
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