Estuve a rezar junto a su tumba, hace algunos años en Roma. Poco se lo conoce, poco se le pide su interecesión de verdadero amigo de Jesucristo; poco lo consideramos entre nuestros amigos en el Cielo. Posee un cierto parecido, cierta analogía con los santos "locos de Dios" de la tradición de la iglesia ortodoxa rusa... Una analogía, ni siquiera una semejanza... Y una semejanza con tantos nuevos vagabundos, callejeros y mendicantes modernos, con una vida de santidad y a quienes, esto sí, ni siquiera conocemos y a los que quizá, jamás nos hemos acercado, pero están.
Benito nació en Amettes, cerca de Arras (Francia), en 1748, siendo el mayor de los quince hijos de unos modestos agricultores. Estudió en su pueblo y con un tío suyo sacerdote. Pronto quiso hacerse monje, pero su carácter inquieto no se adaptaba a la vida monástica. Entendió entonces que su vocación era vivir en austeridad y oración, recorriendo caminos y calles como peregrino: ser el "vagabundo de Dios". Viajó por Francia, España (Montserrat y Compostela) e Italia. En la Basílica de San Francisco, en Asís, se ciñó el cordón de la archicofradía de los "cordígeros" de la Tercera Orden por devoción al Poverello. Pasó sus últimos años en Roma, como mendigo. Vivía de la caridad, compartía las limosnas con los más pobres, dormía en las ruinas del Coliseo. Sus jornadas las llenaban la oración contemplativa, el ayuno y la penitencia, y las peregrinaciones. Murió en Roma el 16 de abril de 1783, en casa de un carnicero caritativo que lo recogió en la calle ya moribundo.
- Oración:
Oh Dios, que concediste a san Benito José unirse a ti por el camino de la humildad y el amor a la pobreza, concédenos, por sus méritos, sabiduría para sopesar los bienes de la tierra amando intensamente los del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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