"La pobreza sociológica, estructural, no es un bien (al contrario); y se necesita de todos nosotros un mayor espíritu de compartir, y de ponernos a disposición para una transformación en el sentido de la Doctrina social de la Iglesia. Las condiciones de vida subhumanas constituyen otros tantos desafíos para nosotros, en una renovada promoción humana integral. La virtuosa “pobreza” en un sentido de vaciamiento interior y de disposición a la gracia del Espíritu nos moverá a una también mayor entrega generosa a esta causa, que exigirá de nosotros mayores sacrificios".
Mons. Oscar Sarlinga.
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