Con las Cenizas dicho rito penitencial nos ha significado lo caduco de nuestra vida. Nuestra mente, nuestro corazón, tan irrumpido como suele estar por invasiva profusión de imágenes, sonidos (o ruidos), voces, por una proyectividad puramente humana, y diríamos por tanta profanidad, provenientes del mundo circunstante, necesita de un “detenerse”, de un “silencio santo” que nos permita “ponernos en coloquio, en sintonía” con nuestro propio interior, un poco a modo de como se decía de San Benito: Secum vivebat. Y esto para ponernos más en coloquio con Dios. Las cenizas, rito simbólico, nos invitan a reconsiderar la caducidad de todo lo material, a dar tiempo para Dios y escucharlo, para volver a reconocer que «sus palabras no pasarán» (cf. Mc 13, 31), para entrar en la íntima comunión con Él, esa comunión que «nadie podrá quitarnos» (cf. Jn 16, 22).
sábado, 28 de febrero de 2015
Extraer "de los males, bienes".
"Cuaresma para una experiencia de vivir “co-resucitados” con Cristo: toda una propuesta de espiritualidad para la acción .
Sin “respuesta al don de amor” no hay existencia plena. Y esta respuesta hemos de darla de corazón, en experiencia de gratuidad. Sin experiencia de gratuidad, a la vez, podemos estar seguros de que no dará frutos en nosotros la unión a la Pasión de Cristo. En cambio, una unión de corazón a la Pasión del Señor será la que podrá de verdad mover a conversión, y por consiguiente, a una vida de “co-resucitados con Cristo”. Quien vive la gratuidad, se deja moldear “un corazón de carne”. Quien no, tristemente avanzará hacia la petrificación del corazón (“un corazón de piedra”)".
Mons. Oscar Sarlinga.
Pocos tienen presentes que San Francisco de Asís fue uno de los primeros devotos que mencionó "el Sagrado Corazón de Jesús" |
Promover economía de honradez, desarrollo, justicia y paz alienta el Papa a las cooperativas del mundo
«Hay que tener la valentía y la fantasía de construir el camino justo para integrar en el mundo, el desarrollo, la justicia y la paz»
(RV).- Lo reiteró el Papa Francisco al recibir a la Confederación de cooperativas italianas, extendiendo en su denso discurso una especial exhortación a las de todo el mundo. Tras recordar la historia de la realidad que representan, como «memoria viva de un gran tesoro de la Iglesia italiana», el Obispo de Roma puso en guardia contra los peligros de poner el dinero por encima de la dignidad y centralidad de la persona humana recordando, con Basilio de Cesarea, Padre de la Iglesia del IV siglo, evocado por san Francisco de Asís, que el dinero es el estiércol del demonio. Y alentó a luchar contra las cooperativas deshonradas e inmorales:
«Lo repite una vez más el Papa ¡el dinero es el estiércol del diablo! Cuando el dinero se vuelve un ídolo, manda las opciones del hombre Y entonces arruina al hombre y lo condena. Hace que se vuelva un siervo. El dinero al servicio de la vida puede ser gestionado de manera justa por la cooperativa, si ésta es una cooperativa auténtica, verdadera, donde no manda el capital sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital.
Por ello les digo que hacen bien – y les digo que lo hagan cada vez más – en contrastar y combatir contra las falsas cooperativas, aquellas que prostituyen su propio nombre de cooperativa. Es decir, de una realidad tan buena, para engañar a la gente con objetivos de lucro contrarios a los de la verdadera y auténtica cooperación. Les digo que hacen bien, porque es una vergonzosa y gravísima mentira, que no se puede absolutamente aceptar, el que se asuma en el campo en que obran, una fachada honrada, y sin embargo, persigan finalidades deshonradas e inmorales, dirigidas a la explotación del trabajo o a las manipulaciones de mercado, llegando incluso a escandalosos tráficos de corrupción».
El Papa Bergoglio, evocando el magisterio petrino de sus predecesores, renovó sus llamamientos a globalizar la solidaridad
Alentando a llevar la cooperación en los distintos sectores, a las nuevas fronteras del cambio, hasta las periferias existenciales, donde el sistema socio-político actual parece destinado a sofocar la esperanza, el Santo Padre, con una exhortación y apoyo especial a las ‘empresas recuperadas’, recordó a los que no tienen empleo – entre ellos a los jóvenes, a las mujeres, adultos. La necesidad de impulsar una red de asistencia sanitaria; de justicia social; de armonización entre trabajo y familia, saliendo al paso de las necesidades de niños y ancianos. Y la necesidad de invertir bien, juntando los medios buenos para realizar obras buenas.
(CdM – RV)
Evangelio del Sábado 28 de Febrero
Sábado de la primera semana de Cuaresma
Evangelio según San Mateo 5,43-48.
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Mateo 5,43-48.
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
viernes, 27 de febrero de 2015
Evangelio del Viernes 27 de Febrero
Viernes de la primera semana de Cuaresma
Evangelio según San Mateo 5,20-26.
Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Mateo 5,20-26.
Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
jueves, 26 de febrero de 2015
Evangelio del Jueves 26 de Febrero
Jueves de la Primera semana de Cuaresma
Evangelio según San Mateo 7,7-12.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Mateo 7,7-12.
Jesús dijo a sus discípulos:
Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra?
¿O si le pide un pez, le da una serpiente?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
miércoles, 25 de febrero de 2015
Para CUARESMA: el "clamor de esperanza del santo abandono".
"Lo pongo hoy en el corazón de ustedes (y me incluyo) para que hagamos de ese “clamor de esperanza del santo abandono” de Jesús en la Cruz, un incentivo de vida; no nos desanimemos, incluso aunque suframos por querer hacer el bien, incluso aunque nos hagan sufrir por ello. El Señor ha resucitado y, aun misteriosamente, en nuestro interior nos hace “ver su Rostro” (Cf Jn 12, 21), si es que lo imitamos en ser "mansos y humildes de corazón" (Cf Mt 11,29). Requiere, esto sí, de una ascesis de nuestra parte, la dimensión ascética es importante si uno se prepara para caminar “hacia dentro” en esta misión".
Mons. Oscar Sarlinga.Cruz del altar mayor de la iglesia concatedral de Belén de Escobar |
Una meta: erradicar la pobreza en el sentido de "condiciones de vida subhumana, no conforme con la dignidad humana". Cultivar la pobreza "evangélica".
"La pobreza sociológica, estructural, no es un bien (al contrario); y se necesita de todos nosotros un mayor espíritu de compartir, y de ponernos a disposición para una transformación en el sentido de la Doctrina social de la Iglesia. Las condiciones de vida subhumanas constituyen otros tantos desafíos para nosotros, en una renovada promoción humana integral. La virtuosa “pobreza” en un sentido de vaciamiento interior y de disposición a la gracia del Espíritu nos moverá a una también mayor entrega generosa a esta causa, que exigirá de nosotros mayores sacrificios".
Mons. Oscar Sarlinga.
Digámosle una vez más: "Bienaventurada".
En el espíritu de la Bienaventurada Virgen María, ser pobre, “anaw”, en el espíritu, para creer y servir, en especial a los abandonados.
“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1,48), lo ha dicho la Santísima Virgen en la expresión del profetismo del pueblo de Israel en su pureza. Hoy también queremos cumplir con su palabra de santidad, llamándola: Bienaventurada, feliz, María, honrada hoy como Nuestra Señora de Lourdes”, pues nos convoca aquí, entre centenares de hermanos y hermanas; bienaventurada porque ha creído y su intercesión nos ayuda a creer, a afianzarnos en la fe y en el amor, a deponer orgullos y egoísmos, para ser “sencillos y humildes” (“anawin” como en el Salmo 131, 1) y a querer “servir” y no “ser servidos”. En el cántico de María se expresa toda la alegría del corazón humilde de la Virgen, que se estremece de gozo ante la grandeza de Dios: "Celebra, todo mi ser, la grandeza del Señor, y mi espí¬ritu se alegra en el Dios que me salva" (Lc 1, 46). No podemos dejar de ver aquí el estremecimiento creyente de los "temerosos de Yaweh", presente en los Salmos del Antiguo Testamento. Y esto, porque el Señor "ha mirado la pobreza de su sierva" (Lc 1 47).
“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1,48), lo ha dicho la Santísima Virgen en la expresión del profetismo del pueblo de Israel en su pureza. Hoy también queremos cumplir con su palabra de santidad, llamándola: Bienaventurada, feliz, María, honrada hoy como Nuestra Señora de Lourdes”, pues nos convoca aquí, entre centenares de hermanos y hermanas; bienaventurada porque ha creído y su intercesión nos ayuda a creer, a afianzarnos en la fe y en el amor, a deponer orgullos y egoísmos, para ser “sencillos y humildes” (“anawin” como en el Salmo 131, 1) y a querer “servir” y no “ser servidos”. En el cántico de María se expresa toda la alegría del corazón humilde de la Virgen, que se estremece de gozo ante la grandeza de Dios: "Celebra, todo mi ser, la grandeza del Señor, y mi espí¬ritu se alegra en el Dios que me salva" (Lc 1, 46). No podemos dejar de ver aquí el estremecimiento creyente de los "temerosos de Yaweh", presente en los Salmos del Antiguo Testamento. Y esto, porque el Señor "ha mirado la pobreza de su sierva" (Lc 1 47).
Virgen de Lourdes. Imagen auténtica |
La educación.
Cultivémosla cada día más. Ennoblece y genera progreso.
El rol de la educación en cultivar la capacidad de admiración, de comprensión interna, de contemplación y de formarse un juicio personal
Una tarea fundamental para el progreso de los pueblos, es la educación de la sociedad y, de modo particular, de los jóvenes, para que se beneficien de los frutos de la cultura, incluyendo aquí el sentido religioso y moral, de tal manera que no vivamos sólo de «códigos» (aunque dichos códigos sean necesarios) sino de convicciones profundas, trascendentes, que encuentran su «humus» de crecimiento en la amistad social, la cual incluye que se promueva la capacidad de admiración, de comprensión interna, de contemplación y de formarse un juicio personal, así como de cultivar el sentido religioso moral y social.
Mons. Oscar Sarlinga.
El rol de la educación en cultivar la capacidad de admiración, de comprensión interna, de contemplación y de formarse un juicio personal
Una tarea fundamental para el progreso de los pueblos, es la educación de la sociedad y, de modo particular, de los jóvenes, para que se beneficien de los frutos de la cultura, incluyendo aquí el sentido religioso y moral, de tal manera que no vivamos sólo de «códigos» (aunque dichos códigos sean necesarios) sino de convicciones profundas, trascendentes, que encuentran su «humus» de crecimiento en la amistad social, la cual incluye que se promueva la capacidad de admiración, de comprensión interna, de contemplación y de formarse un juicio personal, así como de cultivar el sentido religioso moral y social.
Mons. Oscar Sarlinga.
El mendigo que fue enterrado en el cementerio teutónico.
Tomado de: http://www.zenit.org/
Ciudad del Vaticano, 25 de febrero de 2015 (Zenit.org) H. Sergio Mora
Willy Herteleer, de origen flamenco, mendigo desde hace varias décadas en Roma, en la zona cercana a la basílica de San Pedro, fue enterrado en el cementerio teutónico, ubicado en el interior del Vaticano. Llegado desde Holanda hace unos treinta años, perdió su trabajo y pasó a una condición de indigencia.
El hecho no tendría mayor importancia si no fuera que este camposanto, originariamente destinado a los peregrinos que provenían del norte de Europa y morían en Roma, a través de los siglos se volvió lugar destinado a aristocráticos, nobles y caballeros teutónicos.
Herteleer era conocido, en particular en la iglesia de Sant'Anna, ubicada en uno de los ingresos de la ciudad del Vaticano, donde iba a misa todos los días. “Mi medicina es la comunión” era una de sus frases preferidas. E invitaba a los jóvenes a ir a misa y a confesarse.
Herteleer, falleció en 12 de diciembre en el hospital romano Santo Spirito, y el 9 de enero fue la ceremonia en el cementerio teutónico, presidida por Mons. Amerigo Ciani, acompañado por los canónicos de la basílica. De hecho, Mons. Ciani, que tiene como hobby la pintura, y que le había retratado en dos ocasiones, fue quien se dio cuenta que el mendigo flamenco ya no estaba. Se informó y al conocer que estaba en la morghe lo hizo enterrar el en Vaticano.
El número dos de la oficina de prensa de la Santa Sede, padre Ciro Benedettini, interrogado por ZENIT, indicó que a este hombre le habían encontrado una casa de reposo en el barrio Appio-Tuscolano, pero que él quiso volver a la zona del Vaticano para convertir a otros mendigos que allí vivían. De hecho dormía en el túnel del parqueo junto a otros ocho 'sin techo'.
En el pesebre que cada año se levanta en la parroquia de Sant'Anna, en esta Navidad le quisieron representar. Está a la derecha extendiendo su mano.
El sin techo de origen flamenco que vivía en la zona del Vaticano decía: 'Mi medicina está en la comunión'
Ciudad del Vaticano, 25 de febrero de 2015 (Zenit.org) H. Sergio Mora
Willy Herteleer, de origen flamenco, mendigo desde hace varias décadas en Roma, en la zona cercana a la basílica de San Pedro, fue enterrado en el cementerio teutónico, ubicado en el interior del Vaticano. Llegado desde Holanda hace unos treinta años, perdió su trabajo y pasó a una condición de indigencia.
El hecho no tendría mayor importancia si no fuera que este camposanto, originariamente destinado a los peregrinos que provenían del norte de Europa y morían en Roma, a través de los siglos se volvió lugar destinado a aristocráticos, nobles y caballeros teutónicos.
Herteleer era conocido, en particular en la iglesia de Sant'Anna, ubicada en uno de los ingresos de la ciudad del Vaticano, donde iba a misa todos los días. “Mi medicina es la comunión” era una de sus frases preferidas. E invitaba a los jóvenes a ir a misa y a confesarse.
Herteleer, falleció en 12 de diciembre en el hospital romano Santo Spirito, y el 9 de enero fue la ceremonia en el cementerio teutónico, presidida por Mons. Amerigo Ciani, acompañado por los canónicos de la basílica. De hecho, Mons. Ciani, que tiene como hobby la pintura, y que le había retratado en dos ocasiones, fue quien se dio cuenta que el mendigo flamenco ya no estaba. Se informó y al conocer que estaba en la morghe lo hizo enterrar el en Vaticano.
El número dos de la oficina de prensa de la Santa Sede, padre Ciro Benedettini, interrogado por ZENIT, indicó que a este hombre le habían encontrado una casa de reposo en el barrio Appio-Tuscolano, pero que él quiso volver a la zona del Vaticano para convertir a otros mendigos que allí vivían. De hecho dormía en el túnel del parqueo junto a otros ocho 'sin techo'.
En el pesebre que cada año se levanta en la parroquia de Sant'Anna, en esta Navidad le quisieron representar. Está a la derecha extendiendo su mano.
Evangelio del Miércoles 25 de Febrero
Miércoles de la Primera semana de Cuaresma
Evangelio según San Lucas 11,29-32.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Lucas 11,29-32.
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
martes, 24 de febrero de 2015
Evangelio del Martes 24 de Febrero
Martes de la Primera semana de Cuaresma
Evangelio según San Mateo 6,7-15.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Mateo 6,7-15.
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
lunes, 23 de febrero de 2015
El "pozo" al que arrojaron a José, y su historia en la Biblia. Un aporte para la Cuaresma.
"Pero el pozo puede también significar el «arrojar allí a quien se lo quiere someter a la injusticia, a la muerte y a la desgracia». Puede, pues, significar el abandono, la traición, el puñal clavado. En la historia de José y sus hermanos, en la Biblia (el cual es, por supuesto, «otro» José, y que encontramos en el Libro del Génesis, en el «ciclo patriarcal», del capítulo 37 al 50), vemos como estos últimos tramaron matar a su mencionado hermano José y para ello lo arrojaron a un pozo y lo vendieron como esclavo a un precio dinerario, por envidia, odio y desprecio total que le profesaron. Los invito, queridos hermanos y hermanas, queridos oyentes, a leer en la Biblia la historia de José, objeto de una envidia obcecada por parte de sus hermanos. Este es echado a un pozo, vendido después como esclavo por 20 monedas de plata, y enviado posteriormente a prisión por una falsa denuncia de intento de violación. Allí permaneció ocho años, sin nunca desesperar. Invitado por el Faraón a interpretar un sueño, logró el favor de éste y luego salvó del hambre a todo Egipto y a los países vecinos. Sus hermanos, que habían querido matarlo, vienen a él para pedirle ayuda. José, lejos de odiarlos y vengarse, no les guarda rencor por el mal que le han hecho; por el contrario, los consuela.
¡Cuántas cosas nos enseña hoy esta historia bíblica!. ¿O acaso nunca nos han traicionado, vituperado, o incluso querido abatir o destruir?. ¿Y acaso nosotros nunca sufrimos esa tentación, más cercana o más lejana, o bien aquella otra tentación de cobrarnos justicia por nuestra propia mano?. ¿O acaso la envidia, los rencores, las rivalidades y las divisiones no causan ruina en algunas familias y en comunidades enteras?. ¿Nunca hemos sufrido los efectos de la mentira, la difamación y la calumnia, en uno u otro grado?. Y nosotros, ¿nunca hemos mentido, o, por lo menos, no hemos sido imprudentes para con los demás?. Porque de todo esto es también un símbolo el «echar al pozo» del que estamos hablando, y nos recuerda, -en especial en este tiempo de Cuaresma, los efectos devastadores del pecado como «desamor» y las consecuencias de este último-. Necesitamos conversión al Amor divino. Pido hoy para todos los asistentes a esta celebración, y para todos los que nos escuchan, la gracia de la sincera conversión, de recuperar la fe para todos los que la hayan perdido o abandonado, y el don de la felicidad espiritual.
Por eso, para terminar esta parte, les he referido esta historia sagrada de José, sus hermanos, y el padre de todos ellos, Jacob, que termina así: José tuvo dos hijos y a cada uno de ellos puso un simbólico nombre que nos ayuda a ver cómo Dios no sólo «nos saca del pozo» sino que nos da más bendición de la que pensábamos y nos colma con su consuelo: al primero de los hijos lo llamó «Manasés», que significa: «Dios me ha hecho olvidar todos mis sufrimientos»; al segundo, «Efraín», que quiere decir: «Dios me ha hecho fecundo en el país de mi desgracia» (Cf Gen 41, 51-52). ¡Qué gran enseñanza!, ¿no es cierto?. La tristeza, el desaliento y la angustia no son eternos. Siempre brilla la Esperanza y siempre hay una Luz, por lejos que la veamos".
(de la homilía en la entronización de la Madonna del Pozzo en Villa Rosa, Pilar).
¡Cuántas cosas nos enseña hoy esta historia bíblica!. ¿O acaso nunca nos han traicionado, vituperado, o incluso querido abatir o destruir?. ¿Y acaso nosotros nunca sufrimos esa tentación, más cercana o más lejana, o bien aquella otra tentación de cobrarnos justicia por nuestra propia mano?. ¿O acaso la envidia, los rencores, las rivalidades y las divisiones no causan ruina en algunas familias y en comunidades enteras?. ¿Nunca hemos sufrido los efectos de la mentira, la difamación y la calumnia, en uno u otro grado?. Y nosotros, ¿nunca hemos mentido, o, por lo menos, no hemos sido imprudentes para con los demás?. Porque de todo esto es también un símbolo el «echar al pozo» del que estamos hablando, y nos recuerda, -en especial en este tiempo de Cuaresma, los efectos devastadores del pecado como «desamor» y las consecuencias de este último-. Necesitamos conversión al Amor divino. Pido hoy para todos los asistentes a esta celebración, y para todos los que nos escuchan, la gracia de la sincera conversión, de recuperar la fe para todos los que la hayan perdido o abandonado, y el don de la felicidad espiritual.
Por eso, para terminar esta parte, les he referido esta historia sagrada de José, sus hermanos, y el padre de todos ellos, Jacob, que termina así: José tuvo dos hijos y a cada uno de ellos puso un simbólico nombre que nos ayuda a ver cómo Dios no sólo «nos saca del pozo» sino que nos da más bendición de la que pensábamos y nos colma con su consuelo: al primero de los hijos lo llamó «Manasés», que significa: «Dios me ha hecho olvidar todos mis sufrimientos»; al segundo, «Efraín», que quiere decir: «Dios me ha hecho fecundo en el país de mi desgracia» (Cf Gen 41, 51-52). ¡Qué gran enseñanza!, ¿no es cierto?. La tristeza, el desaliento y la angustia no son eternos. Siempre brilla la Esperanza y siempre hay una Luz, por lejos que la veamos".
(de la homilía en la entronización de la Madonna del Pozzo en Villa Rosa, Pilar).
Salmo
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia
el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R/.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia
el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R/.
El Papa a los miembros del crimen organizado: conviértanse y abandonen el mal
(RV).- “A todos los que han elegido el camino del mal y pertenecen a organizaciones criminales, renueven esta invitación a la conversión: ¡Abran su corazón al Señor!”, lo dijo el Papa Francisco en un emocionante encuentro celebrado la mañana de este sábado con siete mil peregrinos de la Diócesis de Cassano all’ Jonio, de Calabria al sur de Italia, región elegida por Francisco para realizar el cuarto viaje apostólico de su Pontificado, el pasado mes de junio. Una visita que dejó huella a todos, y como no también al Papa quien como ha confesado ante los fieles en el aula Pablo VI, “todavía vive en mi corazón el recuerdo de la visita a vuestra comunidad diocesana: los encuentros con los encarcelados, con los enfermos, los sacerdotes, los religiosos, los seminaristas, los ancianos, la visita a la catedral y al Seminario y después la extraordinaria presencia de la gente en Sibari”, “He tocado con la mano vuestra fe, vuestra caridad”, dijo.
Francisco ha reafirmado el pensamiento que ya les trasmitió en su momento los fieles de Cassano, asegurando que “quien escucha y acoge la Palabra y quien vive de manera sincera la respuesta a la llamada del Señor, no pueden de ninguna manera dedicarse a los trabajos del mal. No se puede uno definir como cristiano y violar la dignidad de las personas, los que pertenecen a la comunidad cristiana no puede programar y realizar gestos de violencia contra los otros y contra el ambiente. Los gestos exteriores de la religiosidad no acompañados de la verdadera y pública conversión no bastan para considerarse en comunión con Cristo y con su Iglesia. Los gestos exteriores de religiosidad no bastan para acreditar cuanto creyente somos, con la maldad y la arrogancia típica de los criminales, hacen la ilegalidad de su estilo de vida. A los que han elegido el camino del mal y están afiliados a organizaciones criminales que renueven esta invitación a la conversión. ¡Abran su corazón al Señor!, el Señor les espera y la Iglesia les acoge, si su elección de servir al mal fue pública, clara y pública será también vuestra voluntad de servir el bien”.
El obispo de Roma pidió a los peregrinos que conserven el esplendor del patrimonio de su tierra, que es un regalo de Dios, para las futuras generaciones. Y así recordó la “belleza” de la Comunidad Emmmanuel, dedicada a acoger a los más débiles, “Jóvenes devastados por la droga que han encontrado en ustedes y en sus estructuras ‘al buen samaritano’, que ha sabido inclinarse ante sus heridas y ha sabido ungir con el bálsamo la cercanía y el afecto. ¡Cuántas familias han encontrado en ustedes la ayuda necesaria para volver a esperar la suerte de sus hijos! La Iglesia les reconoce por este servicio”.
Y así recordó que “el tiempo que vivimos tiene una gran necesidad de esperanza y por eso les exhortó a que se opongan a la cultura de la muerte y les pido que sean testigos del Evangelio y de la vida”.
(MZ-RV)
Francisco ha reafirmado el pensamiento que ya les trasmitió en su momento los fieles de Cassano, asegurando que “quien escucha y acoge la Palabra y quien vive de manera sincera la respuesta a la llamada del Señor, no pueden de ninguna manera dedicarse a los trabajos del mal. No se puede uno definir como cristiano y violar la dignidad de las personas, los que pertenecen a la comunidad cristiana no puede programar y realizar gestos de violencia contra los otros y contra el ambiente. Los gestos exteriores de la religiosidad no acompañados de la verdadera y pública conversión no bastan para considerarse en comunión con Cristo y con su Iglesia. Los gestos exteriores de religiosidad no bastan para acreditar cuanto creyente somos, con la maldad y la arrogancia típica de los criminales, hacen la ilegalidad de su estilo de vida. A los que han elegido el camino del mal y están afiliados a organizaciones criminales que renueven esta invitación a la conversión. ¡Abran su corazón al Señor!, el Señor les espera y la Iglesia les acoge, si su elección de servir al mal fue pública, clara y pública será también vuestra voluntad de servir el bien”.
El obispo de Roma pidió a los peregrinos que conserven el esplendor del patrimonio de su tierra, que es un regalo de Dios, para las futuras generaciones. Y así recordó la “belleza” de la Comunidad Emmmanuel, dedicada a acoger a los más débiles, “Jóvenes devastados por la droga que han encontrado en ustedes y en sus estructuras ‘al buen samaritano’, que ha sabido inclinarse ante sus heridas y ha sabido ungir con el bálsamo la cercanía y el afecto. ¡Cuántas familias han encontrado en ustedes la ayuda necesaria para volver a esperar la suerte de sus hijos! La Iglesia les reconoce por este servicio”.
Y así recordó que “el tiempo que vivimos tiene una gran necesidad de esperanza y por eso les exhortó a que se opongan a la cultura de la muerte y les pido que sean testigos del Evangelio y de la vida”.
(MZ-RV)
Evangelio del Lunes 23 de Febrero
Lunes de la primera semana de Cuaresma
Evangelio según San Mateo 25,31-46.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Mateo 25,31-46.
Jesús dijo a sus discípulos:
"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".
"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
domingo, 22 de febrero de 2015
LA ENVIDIA Y EL ODIO, QUE ARROJAN AL POZO AL HERMANO.
Sin embargo, conforme nos pongamos en la corriente de la poderosa voluntad de Dios, o no... el "pozo" puede ser causa de salvación, o de ruina. Como siempre, está nuestra libertad de adherir a la Palabra de Dios (con todas sus consecuencias), o menos, o nada.
José, odiado, enviado y traicionado por sus hermanos. Echado a un pozo para que muriera; traicionando los hermanos, así, también al "padre común" de todos. En la misa de entronización de la Madonna del Pozzo, en Villa Rosa, hice referencia a esto. La verdad que es un poco larga (como era "hace muchos años" mi costumbre...). Les extracto algunos pasajes.
Mensaje y homilía de monseñor Oscar D. Sarlinga, obispo de Zárate-Campana, con ocasión de la Entronización de las imagénes de la Madonna del Pozzo y del Patriarca San José (Parroquia Santa Rosa de Lima, Villa Rosa, 18 de marzo 2007)
José, odiado, enviado y traicionado por sus hermanos. Echado a un pozo para que muriera; traicionando los hermanos, así, también al "padre común" de todos. En la misa de entronización de la Madonna del Pozzo, en Villa Rosa, hice referencia a esto. La verdad que es un poco larga (como era "hace muchos años" mi costumbre...). Les extracto algunos pasajes.
Mensaje y homilía de monseñor Oscar D. Sarlinga, obispo de Zárate-Campana, con ocasión de la Entronización de las imagénes de la Madonna del Pozzo y del Patriarca San José (Parroquia Santa Rosa de Lima, Villa Rosa, 18 de marzo 2007)
Queridos hermanos y hermanas en el Señor Jesús,
INTRODUCCIÓN
En esta festividad, que ha convocado a tantísimos fieles, uniéndonos a las palabras de Isabel, podemos decir hoy nuevamente: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1, 45). Así saludó Isabel a la Virgen Madre, la cual se introdujo en el Misterio de Cristo, el Salvador, precisamente, porque «ha creído»(1). Creyó en la Anunciación, y las palabras referidas «Feliz la que ha creído» se refieren en primer lugar a este instante(2), que permitió que el Verbo se hiciera Hombre.
Hoy la llamamos también (...) ¡Llena eres de gracia eres tú, María! Tu nombre es para todas las generaciones prenda de esperanza segura. Sí, porque como escribe el sumo poeta Dante, para nosotros, los mortales, Tú «eres de la esperanza fuente viva» («Paraíso», XXXIII, 12). Volvemos a recurrir a esta fuente, al manantial de tu Corazón inmaculado, como peregrinos confiados para sacar fe y consuelo, alegría y amor, seguridad y paz (3).
(...)
Esta advocación de «Madonna del Pozzo», en sí, no posee más poder intercesor que ninguna otra. Todas las advocaciones de la Virgen tienen la misma fuerza de intercesión, porque todas provienen de la íntima unión de la única Virgen María ante su Hijo Jesús, siendo Él, a su vez, el «Único Mediador» entre Dios y los hombres («unus Mediator» como nos refiere San Pablo en la I Tim 2:5). En cuanto a, como creyentes, cómo puede movernos a la fe una advocación determinada, entonces sí las distintas advocaciones pueden ayudarnos.
La «Madonna del Pozzo» es una advocación muy antigua, originada en un hecho prodigioso (que narraré con más detalle en la homilía escrita) y que ocurrió en el año 1256, durante el Pontificado del Papa Alejandro IV, quien se hizo luego presente en el lugar y llevó él mismo en procesión por las calles de Roma, donde es hoy venerada en la iglesia de «Santa María in Via». La devoción es popular en Roma, y mucha gente acude a rezar y a beber el agua del pozo que aún hoy sigue manando en ese lugar. Al mismo tiempo, este templo, dotado ya de una imagen de la Virgen en su advocación de Ntra. Sra. de Luján, que pueden contemplar Vds. con manto y corona renovados, necesitaba un signo de aquél hombre, el varón justo, al que Dios concedió el cuidar a María y al Niño: me refiero a San José, cuya festividad, aun con la austeridad propia de la Cuaresma, hoy celebramos. Por esto lo honramos como Castísimo Esposo de la Virgen María y como quien hizo las veces de padre en esta tierra de Jesús, el Redentor.
(...)
I. EL SÍMBOLO DEL POZO
Quien les habla, a los pocos meses de haber sido hecho Obispo de este lugar, tuvo el deseo de declarar a la Virgen María, bajo esta advocación de «Nuestra Señora del Pozo» como Patrona y Protectora de las personas que sufren depresión, que están en situaciones de grave dificultad, del orden que fuere, de los abatidos, de los que más sufren y de quienes no encuentran una salida a sus problemas, y esto sobre todo porque el origen de la advocación es una imagen pintada sobre una baldosa de importante dimensión, la cual fue arrojada en un profundo pozo y se hundió en sus aguas. En la noche entre el 25 y el 26 de septiembre de ese año de 1256 las aguas desbordaron y trajeron a flote el baldosón con la imagen de la Virgen. «Porque nada es imposible para Dios» y porque en todo hecho en el que Él interviene prodigiosamente hay un signo de su inefable Amor a interpretar. Y así comencé distribuyendo algunas imágenes en las distintas parroquias, con la sola intención de promover que esas personas tuvieran un aliciente más, una luz más entre otras, para ver a la Virgen como quien puede «sacarlas del pozo» de la depresión, de la angustia y del sinsentido existencial, sin pretender suplantar, ni siquiera sobreponer, claro está, la devoción religiosa, a las legítimas curas de las ciencias competentes, que cuando son rectas y buenas representan también causas segundas queridas por Dios. Como es lógico, este acto de declararla Patrona para esta finalidad, tiene validez sólo en la circunscripción de esta diócesis de Zárate-Campana, aunque el título de la advocación como tal es aprobada por la Iglesia y como tal cualquiera la puede invocar.
Por eso hice pintar una imagen réplica sobre madera de cedro (mientras que, como he dicho, la imagen original está pintada sobre un baldosón de basalto, como luego podrán profundizar en la historia del milagro), y en el lugar donde la baldosa expone una fractura (sobre el ángulo superior derecho), pedí ponerle una estrella de seis puntas, signo de la Virgen como «Estrella que nos guía» (especialmente cuando nos toca sufrir la «noche» del abandono y de la desolación, y como «Estrella de la Nueva Evangelización» que todos estamos llamados a realizar.
Una breve meditación que tiene que ver con esta introducción: el agua es un elemento natural, un don de Dios, un bien precioso para preservar, aunque cuando se desborda o cuando sale de madre puede provocar estragos. Por otra parte, en la Biblia el «pozo» posee significados altamente positivos, y también significado de caída y angustia. En sentido religiosamente positivo y como signo de bendición, el pozo es el lugar de encuentro de Dios con el hombre, o de una bendición junto a él, como el caso de Isaac, Jacob y Moisés. Jesús encuentra a la Samaritana junto al pozo, como símbolo de su encuentro con la humanidad pecadora y necesitada de su curación. El pozo representa a la vez la fuente bautismal, donde Dios nos hace sus hijos, regenerándonos a la vida eterna. También se hizo pozo de agua pura la roca hendida en el desierto. Y pozo de Salvación el costado herido de Cristo en la Cruz, que sustituyó con el agua viva al agua del pozo de Jacob (Cf Jn 4:7-15).
Pero el pozo puede también significar el «arrojar allí a quien se lo quiere someter a la injusticia, a la muerte y a la desgracia». Puede, pues, significar el abandono, la traición, el puñal clavado. En la historia de José y sus hermanos, en la Biblia (el cual es, por supuesto, «otro» José, y que encontramos en el Libro del Génesis, en el «ciclo patriarcal», del capítulo 37 al 50), vemos como estos últimos tramaron matar a su mencionado hermano José y para ello lo arrojaron a un pozo y lo vendieron como esclavo a un precio dinerario, por envidia, odio y desprecio total que le profesaron. Los invito, queridos hermanos y hermanas, queridos oyentes, a leer en la Biblia la historia de José, objeto de una envidia obcecada por parte de sus hermanos. Este es echado a un pozo, vendido después como esclavo por 20 monedas de plata, y enviado posteriormente a prisión por una falsa denuncia de intento de violación. Allí permaneció ocho años, sin nunca desesperar. Invitado por el Faraón a interpretar un sueño, logró el favor de éste y luego salvó del hambre a todo Egipto y a los países vecinos. Sus hermanos, que habían querido matarlo, vienen a él para pedirle ayuda. José, lejos de odiarlos y vengarse, no les guarda rencor por el mal que le han hecho; por el contrario, los consuela.
¡Cuántas cosas nos enseña hoy esta historia bíblica!. ¿O acaso nunca nos han traicionado, vituperado, o incluso querido abatir o destruir?. ¿Y acaso nosotros nunca sufrimos esa tentación, más cercana o más lejana, o bien aquella otra tentación de cobrarnos justicia por nuestra propia mano?. ¿O acaso la envidia, los rencores, las rivalidades y las divisiones no causan ruina en algunas familias y en comunidades enteras?. ¿Nunca hemos sufrido los efectos de la mentira, la difamación y la calumnia, en uno u otro grado?. Y nosotros, ¿nunca hemos mentido, o, por lo menos, no hemos sido imprudentes para con los demás?. Porque de todo esto es también un símbolo el «echar al pozo» del que estamos hablando, y nos recuerda, -en especial en este tiempo de Cuaresma, los efectos devastadores del pecado como «desamor» y las consecuencias de este último-. Necesitamos conversión al Amor divino. Pido hoy para todos los asistentes a esta celebración, y para todos los que nos escuchan, la gracia de la sincera conversión, de recuperar la fe para todos los que la hayan perdido o abandonado, y el don de la felicidad espiritual.
Por eso, para terminar esta parte, les he referido esta historia sagrada de José, sus hermanos, y el padre de todos ellos, Jacob, que termina así: José tuvo dos hijos y a cada uno de ellos puso un simbólico nombre que nos ayuda a ver cómo Dios no sólo «nos saca del pozo» sino que nos da más bendición de la que pensábamos y nos colma con su consuelo: al primero de los hijos lo llamó «Manasés», que significa: «Dios me ha hecho olvidar todos mis sufrimientos»; al segundo, «Efraín», que quiere decir: «Dios me ha hecho fecundo en el país de mi desgracia» (Cf Gen 41, 51-52). ¡Qué gran enseñanza!, ¿no es cierto?. La tristeza, el desaliento y la angustia no son eternos. Siempre brilla la Esperanza y siempre hay una Luz, por lejos que la veamos.
II. LA MEDIACIÓN DE MARÍA, LA MADRE DE DIOS
El Ángel llama a María «llena de gracia». Destinada a ser la Madre del Salvador, en el misterio de Cristo preexistente, también María se halla presente en la mente de Dios «antes de la creación del mundo» por haber sido elegida de antemano por el Padre como Madre de su Hijo en la Encarnación. La intercesión de María le viene de su íntima e indisoluble unión a su Hijo Jesucristo, lo cual se da de modo totalmente esencial, pues el Padre la ama eternamente en su Hijo, en el cual se concentra toda «la gloria de la gracia»(4).
María es la que por excelencia «peregrinó en la fe» y se mantuvo firme y doliente junto a la Cruz de Jesús, en lo cual manifestó su condición de «esclava del Señor, a la cual una espada atravesó el corazón». Ofreció todo al Padre como Madre a la Iglesia naciente, por eso Jesús se la confía a Juan, imagen éste de todo discípulo: «He aquí a tu madre». De este modo nació la relación materno-filial de la Virgen con la Iglesia(5). Después de la resurrección y de la ascensión de Jesús, viene el gran impulso a Misión evangelizadora, de la cual María participa como imagen preeminente de la Iglesia. En el Cenáculo de Jerusalén, a la espera del descenso del Espíritu, Ella ya era Madre del Señor glorificado que ascendió al Cielo. En efecto, la Iglesia naciente era fruto de la Cruz y de la resurrección de su Hijo.
Por esto, después de la ascensión del Hijo y del descenso del Espíritu Santo, la maternidad mariana permanece en la Iglesia como mediación materna. Ella intercede por todos sus hijos como la madre que coopera en la acción salvadora de Jesús, Redentor del mundo, por eso el Papa Pablo VI, luego de la promulgación de la Lumen Gentium, en el Concilio Vaticano II, la proclamó solemnemente, «Madre de la Iglesia». La Virgen seguirá intercediendo por nosotros hasta que el Señor vuelva en Gloria, como al respecto enseña el Concilio Vaticano: «Esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sin cesar (....) hasta la consumación perpetua de todos los elegidos»(6). La cooperación de María participa, por su carácter subordinado, de la universalidad de la mediación del Redentor, único mediador(7), con cuya muerte redentora la mediación materna de la «Esclava del Señor» alcanzó una dimensión universal, tanto como la obra redentora de Cristo abarca a toda la humanidad.
III. PRECISIONES SOBRE LA IMAGEN ORIGINAL
DE LA MADONNA DEL POZZO
Como he dicho al inicio del mensaje que les he dirigido, la imagen de la «Madonna del Pozzo» se venera en la iglesia de Santa Maria in Via, de la Ciudad Eterna, y fue coronada por orden del Cabildo Vaticano en el año 1646. Si bien el origen de dicho templo es muy antiguo, registros históricos comprobables llegan al año 955. El hecho prodigioso o milagroso que dio origen a la devoción se produjo, como también se ha dicho, en el año de 1256 bajo el pontificado de Alejandro IV. El nombre de la iglesia deriva de la muy cercana «via Flaminia», de la Roma antigua(8).
El milagro referido, que como tal fue aprobado por la Iglesia y que es conocido por muchos fieles en el mundo, se manifestó luego de haber sido arrojada a un profundo pozo la imagen de la Virgen, pintada sobre una piedra, en un predio perteneciente a la casa de un cardenal, llamado Pietro Capocci. En la noche entre el 25 y el 26 de septiembre, las aguas del pozo se desbordaron, trayendo a flote la pesada piedra o baldosón con la imagen de la Virgen, e inundando el predio. El fenómeno cesó tan sólo cuando se hizo presente el cardenal –quien profesaba gran devoción a la Virgen- y tomó con sus manos la imagen, pasando entre las aguas. Junto a ese lugar el cardenal hizo reedificar el antiguo y casi derruido templo, construyendo una iglesia más amplia y decorosa –en cuyo lado derecho quedó incluido el pozo(9)-, a cuyas aguas la piedad popular le atribuyó la propiedad de sanar a los enfermos. La iglesia de Santa María in Via, muy visitada, fue reedificada por orden de Inocencio VIII en 1452 y su restauración duró hasta 1491(10).
Por otra parte, en Italia son diversos los Santuarios en los cuales se venera a la Santísima Virgen bajo la advocación de «Madonna del Pozzo» porque han sido diversas las manifestaciones en las cuales la Virgen vino en ayuda de sus fieles, en determinadas situaciones, con referencia a un pozo de agua. Uno de los más célebres de entre ellos es el de Capurso, en una pequeña ciudad de origen medieval, a poca distancia de Bari, en la Puglia.
IV. EL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ
Por último, quiero decirles que, aun en esta Cuaresma, celebramos con gozo la festividad de San José, el varón justo (Mt 1, 19), descendiente de la familia de David, a quien el Señor encargó cuidar del Niño Jesús y de su Madre. Él es Patrono de la Iglesia Católica a nivel Universal. Su festividad nos llama a contemplar el misterio de Jesús, de su Encarnación, y nos invita a visualizar la evangélica y conmovedora escena de la Sagrada Familia de Nazaret. Volvamos a San José nuestros ojos del espíritu y nuestra devoción, en este día en que entronizamos su imagen en este templo, en Villa Rosa. Él fue el trabajador silencioso que hizo las veces de padre de Jesús, lo cuidó, sin duda lo educó y le enseñó a trabajar, le dio ambiente familiar, protección, en fin, todo lo que un buen padre ha de dar. Su figura nos enseña más acerca de la grandeza de nuestro Dios, que quiso que su Hijo viniera a este mundo como hombre entre los hombres, como «Hijo del Hombre», y que, siendo de condición divina, se abajara a convivir con nosotros y compartir nuestro modo de vivir, creciendo en sabiduría y gracia y siendo nuestro Salvador. Y esto a tal punto que Jesús, Hijo de Dios, era conocido entre sus conciudadanos como « Filius fabri », «Hijo del carpintero» (Mt. 13, 55). Que José fuera el «varón justo» es decir, bueno, óptimo, nos lleva a ver que es modelo de toda virtud. Pero más aun, es modelo de fidelidad a una misión, que él mismo tuvo que aprender a comprender, como quien hacía las veces de padre (Cf Lc. 3, 23), de protector y de defensor. Es por eso que la Iglesia misma declaró a San José como su propio protector, lo venera y lo presenta al culto y a nuestra meditación. Él es el Protector nuestro, de nuestras familias y comunidades. Honrémoslo hoy, y que esta imagen que permanecerá en esta parroquia de Villa Rosa sea para todos los feligreses y todos cuantos las visiten y dirijan al Cielo una plegaria, una fuente de bendición. Amén
Notas:
(1) Cf Pablo VI, Proclamación de María Madre de Dios como «Madre de la Iglesia», luego con oportunidad de la clausura de la tercera sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II, luego de la promulgación de la Constitución dogmática Lumen Gentium, en AAS 57 (1965), pp. 1-67
(2) El hecho que el momento decisivo de la Encarnación se produjo porque la Virgen «creyó» y «asintió», en contraposición a la desobediencia de nuestros primeros padres, es un tema tratado, entre otros Padres de la Iglesia, por San Ireneo de Lyon: «Y como por obra de la virgen desobediente el hombre fue herido y, precipitado, murió, así también por obra de la Virgen obediente a la palabra de Dios, el hombre regenerado recibió, por medio de la vida, la vida ... Ya que era conveniente y justo (...) que Eva fuera «recapitulada» en María, con el fin de que la Virgen, convertida en abogada de la virgen, disolviera y destruyera la desobediencia virginal por obra de la obediencia virginal» (San Ireneo de Lyon, Expositio doctrinae apostolicae, 33: S. Ch. 62, 83-86; Cf. también Adversus Haereses, V, 19, 1: S. Ch. 153, 248-250).
(3) Benedicto XVI, Homenaje del Papa a la Inmaculada en la Plaza de España, Roma, viernes, 8 diciembre 2006.
(4) Cf Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 8
(5) Cf Ibid., 40.
(6) CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. sobre la Iglesia Lumen Gentium , 62.
(7) Cf Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 40
(8) Estudios serios que se han realizado, en especial los que estuvieron a cargo del Prof. Orazio Marucchi, han podido constatar en los cimientos de la casa que se encuentra a la derecha de la iglesia, un tramo de una antigua calle romana (que hoy está a seis metros bajo el nivel de la edificación actual) construida con baldosones, y que llevaba una dirección casi normal hacia el eje de la actual iglesia de Santa Maria in Via. Parece que fue una calle lateral a la «via Flaminia» (actual via del Corso). Cerca de allí estaban los arcos del célebre «Acueducto de la virgen», de época romana.
(9) El pozo en cuestión quedó dentro de la edificación de la actual iglesia (hoy día en la capilla lateral derecha). Era creencia piadosa, aunque imposible de verificar, que en ese pozo se hallaba una piedra del pozo de la Samaritana. Dicha creencia tuvo vigencia popular hasta los tiempos de Alejandro VII.
(10) En el año de 1513, la iglesia fue confiada por el Papa León X a los Padres Servitas, quienes la tienen a su cargo hasta el presente.
Evangelio del Domingo 22 de Febrero
Primer Domingo de Cuaresma
Evangelio según San Marcos 1,12-15.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Marcos 1,12-15.
En seguida el Espíritu lo llevó al desierto,
donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:
"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".
donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:
"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
sábado, 21 de febrero de 2015
Evangelio del Sábado 21 de Febrero
Sábado después de Ceniza
Evangelio según San Lucas 5,27-32.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Lucas 5,27-32.
Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme".
El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos.
Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?".
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".
El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos.
Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?".
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
viernes, 20 de febrero de 2015
Cuaresma: reflexiones de Monseñor Oscar
http://obispadodezaratecampana.org/
Queridos lectores: el miércoles de Ceniza, nuestro Obispo publicó en su perfil de facebook reflexiones acerca del tiempo cuaresmal que ha comenzado. A continuación se las compartimos para que mediten sobre ellas. Dios los bendiga.
La Virgen María en nuestro camino cuaresmal.
La Virgen Madre, Mujer creyente, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, Madre de la Divina Gracia, nos guíe en la Cuaresma, en un itinerario de penitencia purificadora, conversión plenificante (que incluya, real y existencialmente, la solidaridad como dimanación de la caridad, también “hasta que duela”), “per crucem ad Lucem”, por la Cruz, a la Luz.
Cuaresma, para revivificar nuestra fe.
Creamos, todo es posible para el que cree, pues, aunque muchas cosas nos cuesten o duelan, cuando el Señor nos hizo “suyos”, nosotros «hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16). Ahora, “es tiempo de caminar” (como solía aconsejar santa Teresa de Jesús, que de camino sufriente, bastante sabía).
Cuaresma para cultivar la espiritualidad de los ANAWIM
Aun esperando contra toda humana esperanza, tengamos siempre divina esperanza, porque son los “esperanzados” y los “esperanzadores” (y en este sentido, los “anawin”, los “Pobres de Yahweh”) los que reciben la divina transformación esperada, de manos del Altísimo.
Muchos signos del Amor están a nuestro alrededor, mucho hemos caminado, en nuestro “itinerario hacia la Pascua”. El desear calibrarlo con la mensura “de este mundo”, de nada nos servirá; apliquemos la mirada con los ojos de la Fe, la “virtud-puerta”, y, para nada menor, sino más bien de modo fundante: “a la luz del contenido de la Fe”, de la Iglesia.
¿Qué pasa cuando quedamos “reducidos a la impotencia”?. Para reflexionar en Cuaresma.
Los invito a interpretar algún “signo”, y a estos efectos, les aporto algo que recuerdo haber leído en las obras del Obispo y predicador, Bossuet: «Cuando el Todopoderoso quiere mostrar que una obra viene sólo de su mano, entonces reduce todo a la impotencia, y después, Él obra».
Qué hacer cuando “se nos apagó la luz”. El “apagón” de haber extinguido el Espíritu, a lo que se refiere San Pablo (Cf. II Tes.)
¿De dónde surge la obscuridad que a veces parece haber ganado nuestras vidas?. Esto es así porque, en la gravedad del pecado como “voluntaria aversión a Dios”, hay siempre, en un sentido u otro, cierto acto de procurar «extinguir el Espíritu» (Cf I Tes. 5, 19), esto es, el procurar extinguir al Compañero inseparable, Dulce Huésped del alma, Consuelo y Dador de bondad, Padre de los Pobres. Una especie de “apagón”.
Sin embargo, la apertura al Espíritu hace que la luz nunca se apague, porque es divina.
Tantas veces pareciera que en nuestras vidas “se hubiera apagado la luz”.
Por no vivir en plenitud la “gratuidad”, por “desconfiar” (la desconsoladora desconfianza enraizada en el espíritu humano), tantas veces nos sentimos frustrados y casi impotentes, incluso (o en especial) ante nuestro pecado, ante todas las consecuencias de éste (que ni siquiera llegamos a mesurar) o bien ante nuestro endurecimiento, o el de los otros, todo lo cual pareciéramos no poder modificar de ningún modo, o muy poco. Puede dejarnos perplejos la desproporción entre los medios que (con la mejor intención) pudimos haber puesto para que “todo vaya para mejor”, y la realidad que pensamos haber “conseguido”. La actitud que estaríamos llevados a experimentar es la de “abandono” en el sentido abandónico, algo así como el haberse apagado la luz.
“(…) esa especie tan particular y densa de oscuridad…”
Cuaresma, tiempo para que se disipen nuestras “oscuridades”.
Es la categoría de “encuentro gratuito, amoroso” con Dios Amor la que tiene el poder de disipar en nosotros esa especie tan particular y densa de oscuridad, esa densa y negra como un bitumen, el cual, ennegreciéndonos, nos “impide” -en el sentido más propio- el ver que no es otro sino el amor misericordioso de Dios el único que «revalida, promueve y extrae el bien de todas las formas de mal existentes en el mundo y en el hombre (…) y que, así, “constituye el contenido fundamental del mensaje mesiánico de Cristo” (Cf. San Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, 6).
Cuaresma en el camino penitencial de “dar y recibir respuesta”.
¿Por qué cuesta tanto dar y recibir respuesta?. ¿Podríamos dejar de notar una extendida “desatención”?. Me refiero a una especie de un permanente “seguir el carnaval” (despojado éste de su significación primigenia, como días de particular festividad, que precedían a la penitencia cuaresmal). Estruendos, abundan. A nuestro alrededor (por no hablar de nosotros mismos) muchos miran sin ver, pocos atienden, muchos “oyen”, pocos “escuchan”. Tantísimos, sin embargo, “esperan”, y de esa “espera” nosotros, “los apóstoles”, los evangelizadores (obviamente incluyo al laicado), debiéramos sentirnos “deudores”, tanto así, que toda cómoda o apoltronada instalación o reniegue, en este aspecto, nos debiera preocupar, y mucho. Sería “no querer responder”.
Cuaresma es tiempo privilegiado para “mirar al que hemos traspasado” (Cf. “Mirarán al que traspasaron”, dicho en Jn 19,37).
Es decir, mirar, y ver, a Cristo. Y escucharlo, en y por su Espíritu, es decir, “contemplar su Rostro”; y luego, más que imponer nuestro propio decir y hablar, abrirnos a la escucha de su Palabra, que nos abre a la vez al “amor gratuito y «apasionado».
Y efectivamente, este “apasionamiento” es certísimo, tanto que el amor, el verdadero, es fruto del Espíritu Santo, y que nuestra respuesta a la llamada del Espíritu, más que obligación a causa de“ser comandados”, es respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
Evangelio del Viernes 20 de Febrero
Viernes despúes de Ceniza
Evangelio según San Mateo 9,14-15.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Mateo 9,14-15.
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".
Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
jueves, 19 de febrero de 2015
Evangelio del Jueves 19 de Febrero
Jueves después de Ceniza
Evangelio según San Lucas 9,22-25.
Jesús dijo a sus discípulos:
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Lucas 9,22-25.
Jesús dijo a sus discípulos:
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
miércoles, 18 de febrero de 2015
La cuaresma como ÉXODO. A partir del MIÉRCOLES de CENIZA.
"El don de aprender a escuchar, recibir, agradecer y dar, en el Éxodo de la Cuaresma".
Queridos hermanos y hermanas. Pido al Señor para todos nosotros la gracia cuaresmal de recibir de Dios el don de un corazón agradecido, que reconozca, precisamente, “haber recibido”, y no “haber conseguido todo yo solo”. Para descubrir esto, o profundizarlo, pedimos también a Dios el don de saber “escuchar”, y tener la humildad de “recibir” y “agradecer”. El perfeccionarnos, desde la oración y la acción de gracias, y la penitencia, mediante la sabiduría constituirá para nosotros durante este tiempo litúrgico cuaresmal todo un programa de vida, si lo es en tanto apertura al Don divino. Muchas veces no alcanzamos siquiera a ver el sentido del "don", de "lo donado", dado, regalado, por Dios a nosotros. Y no porque Él tenga obligación, o porque lo hayamos merecido según un concepto de justicia reivindicativa, en absoluto.
La Iglesia católica realiza un gesto austero y simbólico: la imposición de las cenizas, y este rito es acompañado por dos fórmulas llenas de significado: la primera fórmula (la cual, es una pena, en la práctica casi ya no se dice, al menos en nuestro país: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás» (Cf. Génesis 3, 19), y la segunda, maravillosa y llena de fuerza evocadora, “Conviértete y cree en el Evangelio”, proveniente de las palabras pronunciadas por Jesús al inicio de su ministerio: «Conviértanse y crean en el Evangelio» (Marcos 1, 15).
Así, con el tiempo que transcurre tan velozmente, emprendemos hoy ese camino de reflexión y oración, con todos los cristianos del mundo para ponernos en camino hacia el Calvario, y desde Él hacia la Resurrección.
Es un camino en que pediremos a Dios mayores luces sobre nuestra vocación y elección, que es lo que Él quiere de nosotros en este mundo nuestro “maravilloso” y a la vez “dramático”, como tantas veces hemos evocado (inspirados en el «Testamento espiritual» del beato Pablo VI), mundo que busca perfecciones, a menudo vanas. La perfección viene del don y de la virtud de la sabiduría, que nos hace buscar a Dios, y gozarnos de encontrarlo, con todos sus dones, con la donación de su Vida en nosotros.
El hecho de la Cuaresma como tiempo litúrgico no “suspende” en nada, como es obvio, los efectos de Pentecostés. Nuestra vida cristiana prosigue en un Pentecostés renovado.
Cuaresma, más aún, puede en nuestra vida un renovado Pentecostés, en sentido de que dejemos que el Espíritu haga en nosotros un corazón nuevo.
La Virgen Madre, que acompañó a Jesucristo en todos los momentos de su vida, nos ayude en el “Éxodo” de la Cuaresma, a tener liberación interior, y desde allí, a ponernos en obra para aquello a lo que el Señor nos llame. Estemos abiertos a su Llamada, con fidelidad ( el "emét" de la Biblia).
con afecto y bendición.
+Oscar.
Queridos hermanos y hermanas. Pido al Señor para todos nosotros la gracia cuaresmal de recibir de Dios el don de un corazón agradecido, que reconozca, precisamente, “haber recibido”, y no “haber conseguido todo yo solo”. Para descubrir esto, o profundizarlo, pedimos también a Dios el don de saber “escuchar”, y tener la humildad de “recibir” y “agradecer”. El perfeccionarnos, desde la oración y la acción de gracias, y la penitencia, mediante la sabiduría constituirá para nosotros durante este tiempo litúrgico cuaresmal todo un programa de vida, si lo es en tanto apertura al Don divino. Muchas veces no alcanzamos siquiera a ver el sentido del "don", de "lo donado", dado, regalado, por Dios a nosotros. Y no porque Él tenga obligación, o porque lo hayamos merecido según un concepto de justicia reivindicativa, en absoluto.
La Iglesia católica realiza un gesto austero y simbólico: la imposición de las cenizas, y este rito es acompañado por dos fórmulas llenas de significado: la primera fórmula (la cual, es una pena, en la práctica casi ya no se dice, al menos en nuestro país: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás» (Cf. Génesis 3, 19), y la segunda, maravillosa y llena de fuerza evocadora, “Conviértete y cree en el Evangelio”, proveniente de las palabras pronunciadas por Jesús al inicio de su ministerio: «Conviértanse y crean en el Evangelio» (Marcos 1, 15).
Así, con el tiempo que transcurre tan velozmente, emprendemos hoy ese camino de reflexión y oración, con todos los cristianos del mundo para ponernos en camino hacia el Calvario, y desde Él hacia la Resurrección.
Es un camino en que pediremos a Dios mayores luces sobre nuestra vocación y elección, que es lo que Él quiere de nosotros en este mundo nuestro “maravilloso” y a la vez “dramático”, como tantas veces hemos evocado (inspirados en el «Testamento espiritual» del beato Pablo VI), mundo que busca perfecciones, a menudo vanas. La perfección viene del don y de la virtud de la sabiduría, que nos hace buscar a Dios, y gozarnos de encontrarlo, con todos sus dones, con la donación de su Vida en nosotros.
El hecho de la Cuaresma como tiempo litúrgico no “suspende” en nada, como es obvio, los efectos de Pentecostés. Nuestra vida cristiana prosigue en un Pentecostés renovado.
Cuaresma, más aún, puede en nuestra vida un renovado Pentecostés, en sentido de que dejemos que el Espíritu haga en nosotros un corazón nuevo.
La Virgen Madre, que acompañó a Jesucristo en todos los momentos de su vida, nos ayude en el “Éxodo” de la Cuaresma, a tener liberación interior, y desde allí, a ponernos en obra para aquello a lo que el Señor nos llame. Estemos abiertos a su Llamada, con fidelidad ( el "emét" de la Biblia).
con afecto y bendición.
+Oscar.
Con Jesús la hermandad se dilata superando toda diferencia, dijo el Papa
Tomado de: http://www.news.va/
2015-02-18 Radio Vaticana
(RV).- En su catequesis de la audiencia general, celebrada el miércoles de ceniza en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco continuó sus reflexiones sobre la familia, refiriéndose en esta ocasión a los hermanos.
Fraternidad valor esencial
Tras recordar que la fraternidad era un valor esencial en el pueblo de Israel, el Papa Bergoglio afirmó que su ruptura, sin embargo, abre un abismo profundo en el hombre. De ahí que la pregunta de Dios a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” – dijo – no cesa de resonar a lo largo de la historia.
También destacó que en la familia aprendemos a abrirnos a los demás, a crecer en libertad y en paz, siendo esa primera convivencia fraterna la que se propone como un ideal para cualquier relación dentro de la sociedad y entre los distintos pueblos.
Y añadió que con Jesús, este vínculo de hermandad se dilata hasta superar cualquier diferencia de nación, lengua, cultura o religión.
Por eso decir “es como un hermano para mí” – afirmó el Santo Padre – es el mayor elogio que se puede hacer, puesto que sin este valor, la libertad y la igualdad alcanzadas por muchos pueblos se convierten en individualismo y conformismo.
Además el Papa recordó que esta virtud brilla cuando en la familia hay un hermano más débil del que cuidan los demás miembros. Y pidió que también los cristianos veamos de este modo a los pobres y a los pequeños, dejando que el hermano toque nuestro corazón, tal como nos los enseñó el Señor.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
Texto completo de la catequesis del Papa
La familia: los hermanos
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro camino de catequesis sobre la familia, después de haber considerado el papel de la madre, del padre, de los hijos, hoy es el turno de los hermanos. “Hermano”, “hermana” son palabras que el cristianismo ama mucho. Y gracias a la experiencia familiar, son palabras que todas las culturas y todas las épocas comprenden.
El vínculo fraterno ocupa un lugar especial en la historia del pueblo de Dios, que recibe su revelación en lo vivo de la experiencia humana. El salmista canta la belleza del vínculo fraterno, y dice así: “¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! (Sal 132,1). Y esto es verdad, la hermandad es bella. Jesucristo ha llevado a su plenitud también esta experiencia humana del ser hermanos y hermanas, asumiéndola en el amor trinitario y potenciándola para que vaya más allá de los vínculos de parentela y pueda superar todo muro de ajenidad.
Sabemos que cuando la relación fraterna se arruina, cuando se arruina esta relación entre hermanos, abre el camino a experiencias dolorosas de conflicto, de traición, de odio. El relato bíblico de Caín y Abel constituye el ejemplo de este resultado negativo. Después del asesinato de Abel, Dios pregunta a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?” (Gen 4,9 a). Es una pregunta que el Señor continúa repitiendo a cada generación. Y lamentablemente, en cada generación, no cesa de repetirse también la dramática respuesta de Caín: “No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?” (Gen 4,9 b). Pero cuando se rompe la unión entre los hermanos, se transforma en una cosa fea, también mala para la humanidad. Y también en familia, ¡cuántos hermanos han peleado por pequeñas cosas o por una herencia y luego no se hablan más, no se saludan más! Pero esto es feo. La fraternidad es algo grande. Pensar que ambos, todos los hermanos han habitado en el vientre de la misma mamá durante nueve meses, ¡vienen de la carne de la mamá! Y no se puede romper la fraternidad. Pensemos un poco, todos conocemos familias que tienen hermanos divididos, que han peleado, pensemos un poco y pidamos al Señor por estas familias – quizás en nuestra familia hay algunos casos – para que el Señor nos ayude a reunir a los hermanos, a reconstituir la familia. La hermandad no se debe romper y cuando se rompe sucede lo que acaeció a Caín y Abel, cuando el Señor pregunta a Caín a dónde estaba su hermano: “No lo sé, no me importa de mi hermano”. ¡Esto es feo, es una cosa muy, muy dolorosa de escuchar! En nuestras oraciones recemos siempre por los hermanos que se han dividido.
El vínculo de fraternidad que se forma en familia entre los hijos, si sucede en un clima apertura hacia los demás, es la gran escuela de libertad y de paz. En familia, entre los hermanos se aprende la convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad. Quizás no siempre somos conscientes, ¡pero es precisamente la familia que introduce la fraternidad en el mundo! A partir de esta primera experiencia de fraternidad, nutrida por los afectos y por la educación familiar, el estilo de la fraternidad se irradia como una promesa sobre la sociedad entera y sobre las relaciones entre los pueblos.
La bendición que Dios, en Jesucristo, derrama sobre este vínculo de fraternidad, lo dilata en un modo inimaginable, haciéndolo capaz de superar toda diferencia de nación, de lengua, de cultura e incluso de religión.
Piensen en lo que se convierte el vínculo entre los hombres, aún muy diferentes entre sí, cuando pueden decir de otro: “¡Él es como un hermano, ella es como una hermana para mí!” Esto es bello, ¡es bello! La historia ha demostrado suficientemente, además, que incluso la libertad y la igualdad, sin la fraternidad, pueden llenarse de individualismo y de conformismo, también de interés.
La fraternidad en la familia brilla de modo especial cuando vemos la atención, la paciencia, el afecto del cual están rodeados el hermanito o la hermanita más débil, enfermos o discapacitados. Los hermanos y hermanas que hacen esto son muchísimos, en todo el mundo, y tal vez no apreciamos lo suficiente su generosidad. Y cuando los hermanos son muchos en familia – hoy saludé una familia, allí, que tiene nueve hijos: el mayor, o la mayor, ayuda al papá, a la mamá, a cuidar a los más pequeños. Y esto es bello, este trabajo de ayuda entre los hermanos.
Tener un hermano, una hermana que te quiere es una experiencia fuerte, impagable, insustituible. Lo mismo sucede con la fraternidad cristiana. Los más pequeños, los más débiles, los más pobres deben enternecernos: tienen “derecho” a tomarnos el alma y el corazón. Sí, ellos son nuestros hermanos y como tales debemos amarlos y tratarlos. Cuando sucede esto, cuando los pobres son como de casa, nuestra propia fraternidad cristiana vuelve a tomar vida. Los cristianos, de hecho, van al encuentro de los pobres y de los débiles no para obedecer a un programa ideológico, sino porque la palabra y el ejemplo del Señor nos dice todos somos hermanos. Éste es el principio del amor de Dios y de toda justicia entre los hombres. Les sugiero una cosa: antes de finalizar, me faltan pocas líneas, en silencio cada uno de nosotros, pensemos en nuestros hermanos, en nuestras hermanas, pensemos en silencio y en silencio desde el corazón recemos por ellos. Un instante de silencio.
He aquí, con esta oración hemos traído a todos los hermanos y hermanas, con el pensamiento, con el corazón, aquí a la plaza para recibir la bendición. Gracias.
Hoy más que nunca es necesario volver a llevar la fraternidad al centro de nuestra sociedad tecnocrática y burocrática: entonces la libertad y la igualdad también tomarán su entonación justa. Por eso, no privemos con ligereza a nuestras familias, por temor o por miedo, de la belleza de una amplia experiencia fraterna de hijos e hijas. Y no perdamos nuestra confianza en la amplitud de horizonte que la fe es capaz de sacar de esta experiencia, iluminada por la bendición de Dios. Gracias.
(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual, Griselda Mutual - RV)
Resumen de la catequesis del Papa Francisco para los fieles de nuestro idioma:
Queridos hermanos y hermanas:
Seguimos con el tema de la familia, en concreto hoy hablamos de los hermanos. La fraternidad era un valor esencial en el pueblo de Israel, encontrando cumplidos elogios de ella en el Antiguo Testamento.
Su ruptura, sin embargo, abre un abismo profundo en el hombre. La pregunta de Dios a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” no cesa de resonar a lo largo de la historia.
Es en la familia donde aprendemos a abrirnos a los demás, a crecer en libertad y en paz, siendo esa primera convivencia fraterna la que se propone como un ideal para cualquier relación dentro de la sociedad y entre los distintos pueblos.
Con Jesús, este vínculo de hermandad se dilata hasta superar cualquier diferencia de nación, lengua, cultura o religión. Qué mayor elogio puede haber que decir: Es como un hermano para mí.
Sin este valor, la libertad y la igualdad alcanzadas por muchos pueblos se convierten en individualismo y conformismo.
Cómo brilla esta virtud cuando en la familia hay un hermano más débil, con qué afecto los demás cuidan de él.
También los cristianos debemos ver así a los pobres, a los pequeños, dejando que el hermano toque nuestro corazón como nos enseñó Jesús.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los numerosos jóvenes, así como a los grupos provenientes de España, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos.
Pidamos al Señor que en esta Cuaresma, que hoy iniciamos, bendiga a las familias y su generosa entrega. Que en ellas aprendamos a ser siempre hermanos. Muchas gracias.
(RV).- En su catequesis de la audiencia general, celebrada el miércoles de ceniza en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco continuó sus reflexiones sobre la familia, refiriéndose en esta ocasión a los hermanos.
Fraternidad valor esencial
Tras recordar que la fraternidad era un valor esencial en el pueblo de Israel, el Papa Bergoglio afirmó que su ruptura, sin embargo, abre un abismo profundo en el hombre. De ahí que la pregunta de Dios a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” – dijo – no cesa de resonar a lo largo de la historia.
También destacó que en la familia aprendemos a abrirnos a los demás, a crecer en libertad y en paz, siendo esa primera convivencia fraterna la que se propone como un ideal para cualquier relación dentro de la sociedad y entre los distintos pueblos.
Y añadió que con Jesús, este vínculo de hermandad se dilata hasta superar cualquier diferencia de nación, lengua, cultura o religión.
Por eso decir “es como un hermano para mí” – afirmó el Santo Padre – es el mayor elogio que se puede hacer, puesto que sin este valor, la libertad y la igualdad alcanzadas por muchos pueblos se convierten en individualismo y conformismo.
Además el Papa recordó que esta virtud brilla cuando en la familia hay un hermano más débil del que cuidan los demás miembros. Y pidió que también los cristianos veamos de este modo a los pobres y a los pequeños, dejando que el hermano toque nuestro corazón, tal como nos los enseñó el Señor.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
Texto completo de la catequesis del Papa
La familia: los hermanos
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro camino de catequesis sobre la familia, después de haber considerado el papel de la madre, del padre, de los hijos, hoy es el turno de los hermanos. “Hermano”, “hermana” son palabras que el cristianismo ama mucho. Y gracias a la experiencia familiar, son palabras que todas las culturas y todas las épocas comprenden.
El vínculo fraterno ocupa un lugar especial en la historia del pueblo de Dios, que recibe su revelación en lo vivo de la experiencia humana. El salmista canta la belleza del vínculo fraterno, y dice así: “¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! (Sal 132,1). Y esto es verdad, la hermandad es bella. Jesucristo ha llevado a su plenitud también esta experiencia humana del ser hermanos y hermanas, asumiéndola en el amor trinitario y potenciándola para que vaya más allá de los vínculos de parentela y pueda superar todo muro de ajenidad.
Sabemos que cuando la relación fraterna se arruina, cuando se arruina esta relación entre hermanos, abre el camino a experiencias dolorosas de conflicto, de traición, de odio. El relato bíblico de Caín y Abel constituye el ejemplo de este resultado negativo. Después del asesinato de Abel, Dios pregunta a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?” (Gen 4,9 a). Es una pregunta que el Señor continúa repitiendo a cada generación. Y lamentablemente, en cada generación, no cesa de repetirse también la dramática respuesta de Caín: “No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?” (Gen 4,9 b). Pero cuando se rompe la unión entre los hermanos, se transforma en una cosa fea, también mala para la humanidad. Y también en familia, ¡cuántos hermanos han peleado por pequeñas cosas o por una herencia y luego no se hablan más, no se saludan más! Pero esto es feo. La fraternidad es algo grande. Pensar que ambos, todos los hermanos han habitado en el vientre de la misma mamá durante nueve meses, ¡vienen de la carne de la mamá! Y no se puede romper la fraternidad. Pensemos un poco, todos conocemos familias que tienen hermanos divididos, que han peleado, pensemos un poco y pidamos al Señor por estas familias – quizás en nuestra familia hay algunos casos – para que el Señor nos ayude a reunir a los hermanos, a reconstituir la familia. La hermandad no se debe romper y cuando se rompe sucede lo que acaeció a Caín y Abel, cuando el Señor pregunta a Caín a dónde estaba su hermano: “No lo sé, no me importa de mi hermano”. ¡Esto es feo, es una cosa muy, muy dolorosa de escuchar! En nuestras oraciones recemos siempre por los hermanos que se han dividido.
El vínculo de fraternidad que se forma en familia entre los hijos, si sucede en un clima apertura hacia los demás, es la gran escuela de libertad y de paz. En familia, entre los hermanos se aprende la convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad. Quizás no siempre somos conscientes, ¡pero es precisamente la familia que introduce la fraternidad en el mundo! A partir de esta primera experiencia de fraternidad, nutrida por los afectos y por la educación familiar, el estilo de la fraternidad se irradia como una promesa sobre la sociedad entera y sobre las relaciones entre los pueblos.
La bendición que Dios, en Jesucristo, derrama sobre este vínculo de fraternidad, lo dilata en un modo inimaginable, haciéndolo capaz de superar toda diferencia de nación, de lengua, de cultura e incluso de religión.
Piensen en lo que se convierte el vínculo entre los hombres, aún muy diferentes entre sí, cuando pueden decir de otro: “¡Él es como un hermano, ella es como una hermana para mí!” Esto es bello, ¡es bello! La historia ha demostrado suficientemente, además, que incluso la libertad y la igualdad, sin la fraternidad, pueden llenarse de individualismo y de conformismo, también de interés.
La fraternidad en la familia brilla de modo especial cuando vemos la atención, la paciencia, el afecto del cual están rodeados el hermanito o la hermanita más débil, enfermos o discapacitados. Los hermanos y hermanas que hacen esto son muchísimos, en todo el mundo, y tal vez no apreciamos lo suficiente su generosidad. Y cuando los hermanos son muchos en familia – hoy saludé una familia, allí, que tiene nueve hijos: el mayor, o la mayor, ayuda al papá, a la mamá, a cuidar a los más pequeños. Y esto es bello, este trabajo de ayuda entre los hermanos.
Tener un hermano, una hermana que te quiere es una experiencia fuerte, impagable, insustituible. Lo mismo sucede con la fraternidad cristiana. Los más pequeños, los más débiles, los más pobres deben enternecernos: tienen “derecho” a tomarnos el alma y el corazón. Sí, ellos son nuestros hermanos y como tales debemos amarlos y tratarlos. Cuando sucede esto, cuando los pobres son como de casa, nuestra propia fraternidad cristiana vuelve a tomar vida. Los cristianos, de hecho, van al encuentro de los pobres y de los débiles no para obedecer a un programa ideológico, sino porque la palabra y el ejemplo del Señor nos dice todos somos hermanos. Éste es el principio del amor de Dios y de toda justicia entre los hombres. Les sugiero una cosa: antes de finalizar, me faltan pocas líneas, en silencio cada uno de nosotros, pensemos en nuestros hermanos, en nuestras hermanas, pensemos en silencio y en silencio desde el corazón recemos por ellos. Un instante de silencio.
He aquí, con esta oración hemos traído a todos los hermanos y hermanas, con el pensamiento, con el corazón, aquí a la plaza para recibir la bendición. Gracias.
Hoy más que nunca es necesario volver a llevar la fraternidad al centro de nuestra sociedad tecnocrática y burocrática: entonces la libertad y la igualdad también tomarán su entonación justa. Por eso, no privemos con ligereza a nuestras familias, por temor o por miedo, de la belleza de una amplia experiencia fraterna de hijos e hijas. Y no perdamos nuestra confianza en la amplitud de horizonte que la fe es capaz de sacar de esta experiencia, iluminada por la bendición de Dios. Gracias.
(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual, Griselda Mutual - RV)
Resumen de la catequesis del Papa Francisco para los fieles de nuestro idioma:
Queridos hermanos y hermanas:
Seguimos con el tema de la familia, en concreto hoy hablamos de los hermanos. La fraternidad era un valor esencial en el pueblo de Israel, encontrando cumplidos elogios de ella en el Antiguo Testamento.
Su ruptura, sin embargo, abre un abismo profundo en el hombre. La pregunta de Dios a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” no cesa de resonar a lo largo de la historia.
Es en la familia donde aprendemos a abrirnos a los demás, a crecer en libertad y en paz, siendo esa primera convivencia fraterna la que se propone como un ideal para cualquier relación dentro de la sociedad y entre los distintos pueblos.
Con Jesús, este vínculo de hermandad se dilata hasta superar cualquier diferencia de nación, lengua, cultura o religión. Qué mayor elogio puede haber que decir: Es como un hermano para mí.
Sin este valor, la libertad y la igualdad alcanzadas por muchos pueblos se convierten en individualismo y conformismo.
Cómo brilla esta virtud cuando en la familia hay un hermano más débil, con qué afecto los demás cuidan de él.
También los cristianos debemos ver así a los pobres, a los pequeños, dejando que el hermano toque nuestro corazón como nos enseñó Jesús.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los numerosos jóvenes, así como a los grupos provenientes de España, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos.
Pidamos al Señor que en esta Cuaresma, que hoy iniciamos, bendiga a las familias y su generosa entrega. Que en ellas aprendamos a ser siempre hermanos. Muchas gracias.
(from Vatican Radio)
Evangelio del Miércoles 18 de Febrero
Miércoles de Ceniza
Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
martes, 17 de febrero de 2015
Santos Fundadores de la Orden de los Siervos de María
Este 17 de febrero tiene lugar la conmemoración litúrgica de los Siete Santos Fundadores de la Orden de los Siervos de María.
Felicidades y bendiciones a los PP. y Hnos. de la Orden que se encuentran en Fátima, Pilar.
Gracias por todo su testimonio y apostolado en nuestra diócesis y la irradiación a muchos lugares del país.
Para tomar conocimiento de los Siete Santos Fundadores puede verse:
Felicidades y bendiciones a los PP. y Hnos. de la Orden que se encuentran en Fátima, Pilar.
Gracias por todo su testimonio y apostolado en nuestra diócesis y la irradiación a muchos lugares del país.
Para tomar conocimiento de los Siete Santos Fundadores puede verse:
http://www.magnificat.ca/los_siete_santos_fundadores
Evangelio del Martes 17 de Febrero
Martes de la sexta semana del tiempo ordinario
Evangelio según San Marcos 8,14-21.
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca.
Jesús les hacía esta recomendación: "Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes".
Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.
Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.
Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?".
Ellos le respondieron: "Doce".
"Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?".
Ellos le respondieron: "Siete".
Entonces Jesús les dijo: "¿Todavía no comprenden?".
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Marcos 8,14-21.
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca.
Jesús les hacía esta recomendación: "Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes".
Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.
Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.
Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?".
Ellos le respondieron: "Doce".
"Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?".
Ellos le respondieron: "Siete".
Entonces Jesús les dijo: "¿Todavía no comprenden?".
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
lunes, 16 de febrero de 2015
Evangelio del Lunes 16 de Febrero
Lunes de la sexta semana del tiempo ordinario
Evangelio según San Marcos 8,11-13.
Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.
Jesús, suspirando profundamente, dijo: "¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo".
Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Marcos 8,11-13.
Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.
Jesús, suspirando profundamente, dijo: "¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo".
Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
domingo, 15 de febrero de 2015
Si el mal es contagioso, también lo es el bien: el Papa durante el Ángelus
(RV).- Este domingo comentando el Evangelio del día, Francisco reflexionó sobre el episodio de la curación del leproso. Como es habitual ante una plaza de San Pedro llena de fieles y peregrinos, el Obispo de Roma nos recordó en esta oportunidad que Jesús toma de nosotros nuestra humanidad enferma y nosotros tomamos de Él su humanidad sana y sanadora. “Esto ocurre cada vez que recibimos con fe un Sacramento: el Señor Jesús nos ‘toca’ y nos dona su gracia”, “nos cura de la lepra del pecado”.
El Papa notó que una vez más el Evangelio nos muestra qué cosa hace Dios frente a nuestro mal: no viene a “dar una lección” sobre el dolor; tampoco viene a eliminar del mundo el sufrimiento y la muerte; viene más bien a cargar sobre sí el peso de nuestra condición humana, a llevarla hasta el fondo, para librarnos de manera radical y definitiva. “Así Cristo combate los males y los sufrimientos del mundo: haciéndose cargo de ellos y venciéndolos con la fuerza de la misericordia de Dios”, puntualizó.
“El Evangelio de la curación del leproso nos dice que, si queremos ser verdaderos discípulos de Jesús, estamos llamados a convertirnos, unidos a Él, en instrumentos de su amor misericordioso, superando todo tipo de marginación. Si el mal es contagioso, también lo es el bien. Por lo tanto, es necesario que abunde en nosotros, cada vez más, el bien. Dejémonos contagiar por el bien y contagiemos el bien.”
(RC-RV)
Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos dias!
en estos domingos el evangelista Marcos nos está contando la acción de Jesús contra todo tipo de mal, a favor de los sufrientes en el cuerpo y en el espíritu: endemoniados, enfermos, pecadores… Él se presenta como aquel que combate y vence el mal en cualquiera lo encuentre. En el Evangelio de hoy (cfr Mc 1,40-45) ésta su lucha enfrenta un caso emblemático, porque el enfermo es un leproso. La lepra es una enfermedad contagiosa y despiadada, que desfigura a la persona, y que era símbolo de impureza: el leproso tenía que estar fuera de los centros habitados y advertir de su presencia a los pasantes. Estaba marginado de las comunidades civil y religiosa. Era como un muerto ambulante.
El episodio de la curación del leproso se desarrolla en tres breves pasajes: la invocación del enfermo, la respuesta de Jesús, las consecuencias de la curación prodigiosa. El leproso suplica a Jesús «de rodillas» y le dice: «si quieres, puedes purificarme» (v. 40). Ante esta oración humilde y confiada, Jesús reacciona con una actitud profunda de su alma: la compasión, y compasión es una palabra muy profunda: compasión significa “padecer-con-el otro”. El corazón de Cristo manifiesta la compasión paterna de Dios por aquel hombre, acercándose a él y tocándolo. Este detalle es muy importante. Jesús «extendió la mano y lo tocó … y en seguida la lepra desapareció y quedó purificado» (v. 41).
La misericordia de Dios supera toda barrera y la mano de Jesús toca al leproso. Él no se coloca a una distancia de seguridad y no actúa por poder, sino que se expone directamente al contagio de nuestro mal; y así precisamente nuestro mal se convierte en el punto del contacto: Él, Jesús, toma de nosotros nuestra humanidad enferma y nosotros tomamos de Él su humanidad sana y sanadora. Esto ocurre cada vez que recibimos con fe un Sacramento: el Señor Jesús nos “toca” y nos dona su gracia. En este caso pensamos especialmente en el Sacramento de la Reconciliación, que nos cura de la lepra del pecado.
Una vez más el Evangelio nos muestra qué cosa hace Dios frente a nuestro mal: Dios no viene a “dar una lección” sobre el dolor; tampoco viene a eliminar del mundo el sufrimiento y la muerte; viene más bien a cargar sobre sí el peso de nuestra condición humana, a llevarlo hasta el fondo, para librarnos de manera radical y definitiva. Así Cristo combate los males y los sufrimientos del mundo: haciéndose cargo de ellos y venciéndolos con la fuerza de la misericordia de Dios.
Hoy, a nosotros, el Evangelio de la curación del leproso nos dice que, si queremos ser verdaderos discípulos de Jesús, estamos llamados a convertirnos, unidos a Él, en instrumentos de su amor misericordioso, superando todo tipo de marginación. Para ser “imitadores de Cristo” (cfr 1 Cor 11,1) frente a un pobre o a un enfermo, no debemos tener miedo de mirarlo a los ojos y de acercarnos con ternura y compasión, y de tocarlo y de abrazarlo. A menudo he pedido a las personas que ayudan a los demás, hacerlo mirándolas a los ojos, no tener miedo de tocarlos; que el gesto de ayuda sea también un gesto de comunicación: también nosotros tenemos necesidad de ser acogidos por ellos. Un gesto de ternura, un gesto de compasión … Yo les pregunto: ustedes, cuando ayudan a los demás, ¿los miran a los ojos? ¿Los acogen sin miedo de tocarlos? ¿Los acogen con ternura? Piensen en esto: ¿cómo ayudan, a la distancia o con ternura, con cercanía? Si el mal es contagioso, también lo es el bien. Por lo tanto, es necesario que abunde en nosotros, cada vez más, el bien. Dejémonos contagiar por el bien y ¡contagiemos el bien!
(Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano).
Saludos después del Ángelus dominical
(RV).- Después de rezar el ángelus, el Papa Francisco dirigió ante todo su deseo de serenidad y paz a todos los hombres y mujeres de Extremo Oriente y de diversas partes del mundo que se preparan a celebrar el año nuevo lunar.
Como explicó el mismo Pontífice, estas festividades les ofrecen la feliz ocasión de redescubrir y de vivir de modo intenso la fraternidad, que es vínculo precioso de la vida familiar y cimiento de la vida social. Y manifestó su deseo de que este regreso anual a las raíces de la persona y de la familia ayude a esos pueblos a construir una sociedad en la que se entrelazan relaciones interpersonales orientadas al respeto, a la justicia y a la caridad.
Además, el Papa Bergoglio saludó a los fieles romanos y peregrinos, especialmente a quienes viajaron a Roma para asistir al Consistorio y para acompañar a los nuevos Cardenales y agradeció la presencia de las delegaciones oficiales de diversos países que han querido estar presentes en este evento.
De los demás grupos presentes en la Plaza de San Pedro que también recibieron el saludo del Santo Padre destacamos los peregrinos procedentes de San Sebastián, Campo de Criptana, Orense, Pontevedra e Ferrol; los estudiantes de Campo Valongo y Oporto, en Portugal, y los procedentes de París, así como los miembros del Foro de las Instituciones Cristianas de Eslovaquia; los fieles holandeses de Buren; los militares estadounidenses procedentes de Alemania y las comunidades de venezolanos residentes en Italia.
Por último, al saludar a los jóvenes de diversas localidades italianas, muchos de ellos grupos escolares y de catequesis el Pontífice los animó a ser testigos gozosos y valerosos de Jesús en la vida de cada día.
Y tras desear a todos feliz domingo, el Santo Padre, como es costumbre, pidió a todos que por favor no se olviden de rezar por él, a lo que añadió su clásico “¡buen almuerzo y hasta la vista”!
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)
Evangelio del Domingo 15 de Febrero
Sexto Domingo del tiempo ordinario
Evangelio según San Marcos 1,40-45.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Marcos 1,40-45.
Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme".
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado".
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
"No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado".
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
"No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
sábado, 14 de febrero de 2015
Papa Francisco a novios en San Valentín: No tengan miedo al amor para siempre
Tomado de: https://www.aciprensa.com/
Un grupo de novios en la Plaza de San Pedro (Foto ACI Prensa) |
VATICANO, 14 Feb. 14 / 10:08 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco recibió esta mañana en la Plaza de San Pedro a más de 20 mil novios por el día de San Valentín, a quienes alentó a no tenerle miedo a decir “sí” para siempre y a quienes exhortó a vivir el perdón y la gratitud cotidianamente en el matrimonio.
En el evento, titulado “La alegría del sí para siempre” organizado por el Pontificio Consejo para la Familia, se inició a las 11:00 a.m. con diversos testimonios, intercalados con lecturas y canciones dedicadas al amor. A las 12:30, el Santo Padre llegó a la Plaza para saludar a los novios y responder a tres preguntas sobre el miedo al sí “para siempre”; la vida en común y la forma de celebrar el matrimonio.
“Es importante preguntarnos si es posible amarse ‘para siempre’ –dijo el Papa–. Hoy en día muchas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas, para toda la vida, porque parece imposible... y esta mentalidad lleva a muchos que se preparan para el matrimonio a decir: ‘Estamos juntos hasta que nos dure el amor’.... Pero, ¿qué entendemos por ‘amor’? ¿Sólo un sentimiento, una condición psicofísica? Ciertamente, si es así, no se puede construir sobre ello nada sólido”.
Pero, continuó el Santo Padre, “si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece y también podemos decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se edifica en compañía, ¡no solos!.. No querrán construirla sobre la arena de los sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa: que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza”.
Así como el amor de Dios es estable y para siempre, dijo el Papa, “queremos que el amor en que se asienta la familia también lo sea. No debemos dejarnos vencer por la ‘cultura de lo provisional’. Así que el miedo del ‘para siempre’ se cura día tras día, confiando en el Señor Jesús en una vida que se convierte en un viaje espiritual diario, hecho de pasos, de crecimiento común...Porque el ‘para siempre’ no es solo cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos. En el Padrenuestro decimos ‘Danos hoy nuestro pan de cada día’. Los esposos pueden rezar así´: ‘Señor, danos hoy nuestro amor de todos los días.... enséñanos a querernos’”.
Respondiendo a la segunda pregunta, Francisco ha subrayado que “la convivencia es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres palabras: ¿Puedo? Gracias, Perdona. ‘¿Puedo?’ Es la petición amable de entrar en la vida de algún otro con respeto y atención. El verdadero amor no se impone con dureza y agresividad. San Francisco decía: ‘La cortesía es la hermana de la caridad, que apaga el odio y mantiene el amor’ Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hace falta mucha cortesía”.
"Gracias. La gratitud es un sentimiento importante ¿Sabemos dar las gracias?: En vuestra relación ahora y en vuestra futura vida matrimonial, es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios... y a los dones de Dios se dice ‘gracias’. No es una palabra amable para usar con los extraños, para ser educados. Hay que saber decirse gracias para caminar juntos”.
“Perdona. En la vida cometemos muchos errores, nos equivocamos tantas veces. Todos. De ahí la necesidad de utilizar esta palabra tan sencilla ‘perdona’. En general, cada uno de nosotros está dispuesto a acusar al otro para justificarse. Es un instinto que está en el origen de muchos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir disculpas. También así crece una familia cristiana. Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. Existimos nosotros, los pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón... sin que la paz vuelva a casa. Si aprendemos a pedir perdón y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá adelante”.
Por último, el Santo Padre ha recordado que la celebración del matrimonio debe ser “una fiesta, pero una fiesta cristiana y no mundana” y poniendo como ejemplo el primer milagro de Jesús en las bodas de Caná, cuando transformó el agua en vino porque se había acabado ha dicho: “Lo que sucedió en Caná hace dos mil años, sucede en realidad en cada fiesta nupcial. Lo que hará pleno y profundamente verdadero vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y nos otorga su gracia”.
“Al mismo tiempo, es bueno que vuestro matrimonio sea sobrio y destaque lo que es realmente importante. Algunos están muy preocupados por los signos externos: el banquete... los trajes. Estas cosas son importantes en una fiesta, pero sólo si indican el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición de Dios sobre vuestro amor. Haced que como el vino de Caná, los signos externos de vuestra ceremonia revelen la presencia del Señor y recuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y la razón de su alegría”.
En el evento, titulado “La alegría del sí para siempre” organizado por el Pontificio Consejo para la Familia, se inició a las 11:00 a.m. con diversos testimonios, intercalados con lecturas y canciones dedicadas al amor. A las 12:30, el Santo Padre llegó a la Plaza para saludar a los novios y responder a tres preguntas sobre el miedo al sí “para siempre”; la vida en común y la forma de celebrar el matrimonio.
“Es importante preguntarnos si es posible amarse ‘para siempre’ –dijo el Papa–. Hoy en día muchas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas, para toda la vida, porque parece imposible... y esta mentalidad lleva a muchos que se preparan para el matrimonio a decir: ‘Estamos juntos hasta que nos dure el amor’.... Pero, ¿qué entendemos por ‘amor’? ¿Sólo un sentimiento, una condición psicofísica? Ciertamente, si es así, no se puede construir sobre ello nada sólido”.
Pero, continuó el Santo Padre, “si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece y también podemos decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se edifica en compañía, ¡no solos!.. No querrán construirla sobre la arena de los sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa: que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza”.
Así como el amor de Dios es estable y para siempre, dijo el Papa, “queremos que el amor en que se asienta la familia también lo sea. No debemos dejarnos vencer por la ‘cultura de lo provisional’. Así que el miedo del ‘para siempre’ se cura día tras día, confiando en el Señor Jesús en una vida que se convierte en un viaje espiritual diario, hecho de pasos, de crecimiento común...Porque el ‘para siempre’ no es solo cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos. En el Padrenuestro decimos ‘Danos hoy nuestro pan de cada día’. Los esposos pueden rezar así´: ‘Señor, danos hoy nuestro amor de todos los días.... enséñanos a querernos’”.
Respondiendo a la segunda pregunta, Francisco ha subrayado que “la convivencia es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres palabras: ¿Puedo? Gracias, Perdona. ‘¿Puedo?’ Es la petición amable de entrar en la vida de algún otro con respeto y atención. El verdadero amor no se impone con dureza y agresividad. San Francisco decía: ‘La cortesía es la hermana de la caridad, que apaga el odio y mantiene el amor’ Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hace falta mucha cortesía”.
"Gracias. La gratitud es un sentimiento importante ¿Sabemos dar las gracias?: En vuestra relación ahora y en vuestra futura vida matrimonial, es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios... y a los dones de Dios se dice ‘gracias’. No es una palabra amable para usar con los extraños, para ser educados. Hay que saber decirse gracias para caminar juntos”.
“Perdona. En la vida cometemos muchos errores, nos equivocamos tantas veces. Todos. De ahí la necesidad de utilizar esta palabra tan sencilla ‘perdona’. En general, cada uno de nosotros está dispuesto a acusar al otro para justificarse. Es un instinto que está en el origen de muchos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir disculpas. También así crece una familia cristiana. Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. Existimos nosotros, los pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón... sin que la paz vuelva a casa. Si aprendemos a pedir perdón y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá adelante”.
Por último, el Santo Padre ha recordado que la celebración del matrimonio debe ser “una fiesta, pero una fiesta cristiana y no mundana” y poniendo como ejemplo el primer milagro de Jesús en las bodas de Caná, cuando transformó el agua en vino porque se había acabado ha dicho: “Lo que sucedió en Caná hace dos mil años, sucede en realidad en cada fiesta nupcial. Lo que hará pleno y profundamente verdadero vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y nos otorga su gracia”.
“Al mismo tiempo, es bueno que vuestro matrimonio sea sobrio y destaque lo que es realmente importante. Algunos están muy preocupados por los signos externos: el banquete... los trajes. Estas cosas son importantes en una fiesta, pero sólo si indican el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición de Dios sobre vuestro amor. Haced que como el vino de Caná, los signos externos de vuestra ceremonia revelen la presencia del Señor y recuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y la razón de su alegría”.
Evangelio del Sábado 14 de Febrero
Sábado de la quinta semana del tiempo ordinario
Evangelio según San Marcos 8,1-10.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
Evangelio según San Marcos 8,1-10.
En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
"Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer.
Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos".
Los discípulos le preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?".
El les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". Ellos respondieron: "Siete".
Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud.
Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.
Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.
Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió.
En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.
"Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer.
Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos".
Los discípulos le preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?".
El les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". Ellos respondieron: "Siete".
Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud.
Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.
Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.
Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió.
En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.
Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.
viernes, 13 de febrero de 2015
LA PROMESA DEL "CORAZÓN NUEVO"
"El Dios de la vida nos dijo: "Yo les daré un corazón nuevo..." (Ez 36,26) La promesa del "corazón nuevo" se cumplió de modo supremo en el Corazón del Hijo del Hombre, Jesucristo. En Él está como "condensada" nuestra fe en el Hijo del Dios viviente, el Hijo de Dios bendito. Pues el Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por la piedad popular como por los místicos y los verdaderos teólogos. Ese Corazón expresa de manera sencilla y auténtica la "buena noticia del Amor", resumiendo en sí todo el Evangelio, todo el misterio de la encarnación y la redención".
De la carta de Mons. Oscar Sarlinga a la comunidad diocesana con motivo de la consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, en las fiestas patronales de la Virgen de Luján, el 9 de mayo de 2009.
De la carta de Mons. Oscar Sarlinga a la comunidad diocesana con motivo de la consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, en las fiestas patronales de la Virgen de Luján, el 9 de mayo de 2009.
Mensaje del cardenal Ouellet por el Día de Hispanoamérica, "Evangelizadores con la fuerza del Espíritu"
Tomado de: http://www.news.va/
2015-02-13 Radio Vaticana
(RV).- “Evangelizar con la fuerza del Espíritu” es lema del día de Hispanoamérica, que se celebra el próximo 1 de marzo, y que tiene como objetivo, entre otros, reconocer que de nuestras comunidades cristianas partieron para América muchos misioneros que llevaron la fe a aquel continente, donde hoy están el 50% de los católicos del mundo. Además, la intención es promover entre los fieles diversos cauces de cooperación para ayudar a las Iglesias más necesidades de América a crecer y madurar en la fe recibida.
En este contexto el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, escribe un mensaje en el que expresa su agradecimiento a los sacerdotes y laicos que colaboran con la misión como Fidei Donum, en particular a los cerca de 300 sacerdotes que sirven a la Iglesia en Latinoamérica acogidos a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), así como a todas las religiosas y religiosos españoles que cooperan con la evangelización en aquellas tierras.
El cardenal recuerda que esta cita anual que se celebra desde 1959, es una buena ocasión para tener presentes en la oración a todos los misioneros. Y recordando las palabras del Papa Francisco en su exhortación Evangelii Gaudium sobre el verdadero misionero, dice que lo es por ser “discí- pulo, sabe que Jesús camina con él, respira con él, trabaja con él; percibe a Jesús vivo en medio de la tarea misionera (cf. EG, 264-265). Y «si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie» (EG, 266). Es una invitación, asegura el cardenal en su mensaje, “a sumergirnos en la alegría del Evangelio y a alimentar el amor de Dios, capaz de iluminar la vocación y la misión propias”.
En el apartado del escrito del cardenal Marc Ouellet, llamado “Pasión por el pueblo”, se recuerda que la actividad misionera de la Iglesia en América Latina es una continua solicitud por los más necesitados, y así fue uno de los principales argumentos en las sucesivas Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, e invita a acudir al Documento Conclusivo de Aparecida para descubrir cómo la Iglesia sigue el ejemplo del Maestro; según recuerda el Papa Francisco, «en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: “Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí” (Mt 25, 40)» (EG, 179).
Finalmente, invita a los más de 9.000 misioneros españoles al servicio de la Iglesia en América Latina, a leer y releer todo lo que escribe el papa Francisco en los últimos números de su exhortación apostólica Evangelii Gaudium respecto a ese «regalo de Jesús a su pueblo», que es la maternidad de María. Cristo nos lleva a María, pero también María nos conduce a Cristo, porque en esa imagen materna se descubren todos los misterios del Evangelio (cf. EG, 285) y porque «ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompa- ñarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno» (EG, 286). El pueblo americano peregrina a los santuarios marianos, pedazos de cielo, para pedirle a la Virgen que transforme este continente en la casa de Jesús con «una montaña de ternura”.
(MZ-RV)
Mensaje completo del cardenal Marc Ouellet por el Día de Hispanoamérica
«Doy gracias a mi Dios cada vez que os recuerdo; siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy» (Flp 1, 3-5). De este saludo del apóstol Pablo bien puede hacerse eco el papa Francisco, como también yo mismo o cada uno de los obispos de España y, en especial, S. E. Mons. Braulio Rodríguez Plaza, presidente de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, recordando a los más de 9.000 misioneros españoles que trabajan al servicio de la evangelización en América Latina. «Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» (Ef 1, 2).
Vaya nuestro abrazo fraterno a los sacerdotes y laicos que colaboran en la misión como Fidei donum, en particular a los cerca de 300 sacerdotes que sirven a la Iglesia en Latinoamérica acogidos a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), así como a todas las religiosas y religiosos españoles que cooperan con la evangelización en aquellas tierras. Mi palabra de gratitud se dirige también a quien preside la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias y a quienes colaboran con ella para acompañar y alentar esa corriente misionera tan importante para la misión de la Iglesia en América Latina. La próxima celebración del «Día de Hispanoamérica», tradicional cita anual que se está celebrando desde el año 1959, es una buena ocasión para tener presentes a todos esos misioneros en la oración y en la comunión eclesial, que se hace explícita en la cooperación entre las Iglesias. «Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús» (1 Cor 1, 4).
Alegría en el Espíritu Santo
Es muy bueno que, inspirándose en el capítulo V de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, que el santo padre Francisco ha propuesto para invitar «a una nueva etapa evangelizadora [...] e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años» (EG, 1; cf. 287), se haya escogido para esta nueva cita del Día de Hispanoamérica el lema «Evangelizadores con la fuerza del Espíritu». En efecto, es en Pentecostés cuando los Apóstoles, con la fuerza del Espíritu, salen de sí mismos y se convierten en evangelizadores. Ellos, que hasta ese momento habían estado aherrojados por el miedo y el temor, manifiestan con alegría y audacia su fe en Cristo resucitado. Esta transformación es fruto de esa fuerza del Espíritu, que «renueva, sacude e impulsa a la Iglesia en una salida fuera de sí para evangelizar a todos los pueblos» (EG, 261).
Fue el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, como presidente de la Comisión de Redacción del Documento Conclusivo en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida, mayo de 2007), y el hoy papa Francisco, en la redacción de esta exhortación apostólica, quien ha querido personalmente incorporar en ambos textos la alegría como una elocuente señal de identidad de los primeros evangelizadores, como debe serlo también de los de ahora, siguiendo el pensamiento de Pablo VI: «Recobremos y acrecentemos el fervor, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lá- grimas [...]. Y ojalá el mundo actual —que busca con angustia, a veces con esperanza— pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo” (EN, 80)» (EG, 10). La propuesta que ofrece el lema de la jornada, «Evangelizadores con la fuerza del Espíritu», es fruto de la decidida confianza en el Espíritu Santo, que «acude en ayuda de nuestra debilidad» (Rom 8, 26), para seguir impulsando una corriente evangelizadora marcada por esa alegría, más fervorosa, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa, promovida por «evangelizadores llenos de coraje, incansables en el anuncio y capaces de una gran resistencia activa» (EG, 263).
La vocación de los misioneros Fidei donum
El origen y la causa por la que los misioneros son enviados a cooperar con otras Iglesias más necesitadas está en la iniciativa 6 Mensaje divina, que les ha llamado a estar con Él y a anunciar el Reino (cf. Mc 3, 14-15); es Dios quien les da esta vocación que transforma su vida. No marchan por iniciativa propia o por otros motivos que no sean el anuncio del Evangelio. Así sucedió en los orígenes de la primera evangelización del continente americano. Desde entonces, miles de misioneros y misioneras han llegado a América, especialmente desde España, en unos casos, para la primera evangelización; en otros, para la cooperación con aquellas Iglesias en formación. Estas personas son conscientes de su vocación divina, hasta el punto de que pueden decir con el papa Francisco: «Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo» (EG, 273).
La respuesta a tal llamada implica en cada caso un largo y muchas veces arduo camino: requiere dejar el propio terruño y sus gentes, partir hacia mundos lejanos, incorporarse en la vida de otros pueblos, compenetrarse con su historia, congeniar con su temperamento, vibrar con sus sufrimientos y esperanzas, participar en una nueva realidad eclesial, ponerse al servicio de nuevos obispos, alargar los horizontes de la solicitud apostólica universal... Tampoco se ocultan las oscuridades que el evangelizador encontrará en su trabajo misionero (cf. EG, 287). Sin embargo, este proceso es, a la vez, motivo de conversión y de renovado entusiasmo, porque el origen y el fruto de la actividad misionera no depende de los proyectos individuales, ni de las fuerzas humanas, necesarias por otra parte para el sostenimiento y el dinamismo en esa «peregrinación misionera». Es Él, el que da la vocación, quien otorga tanto la fuerza de emprender el camino para «llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (EG, 21), como la alegría del anuncio, para que esa luz de Cristo ilumine a cuantos todavía no lo conocen o lo han rechazado.
A la vez acontece que, en medio de la oscuridad y de los impedimentos, siempre se perciben nuevos brotes y signos de que tarde o temprano se producirá el fruto esperado. «Esa es la fuerza de la resurrección y cada evangelizador es un instrumento de ese dinamismo» (EG, 276). Por eso, el misionero tiene la seguridad de que no se perderá ninguno de sus esfuerzos realizados con amor, como no se pierde el amor de Dios; de que su trabajo dará frutos, pero sin pretender saber cómo, ni dónde, ni cuándo.
Estas convicciones que animan a los misioneros brotan del convencimiento de que «ninguna motivación será suficiente si no arde en nuestros corazones el fuego del Espíritu» (EG, 261), porque saben que es Él quien precede a la actividad misionera en el secreto de los corazones y en la cultura de los pueblos. Son conscientes de que su misión es ser instrumentos en manos del Espíritu Santo, y hacen gravitar la certeza de su misión en esa seguridad de que en el interior de las personas hay una espera, aunque sea inconsciente, por conocer la verdad sobre Dios, sobre el hombre, sobre el camino que lleva a la liberación del pecado y de la muerte (cf. RM, 45; EG, 265).
Entonces descubren aún con mayor evidencia la necesidad de apoyarse en la oración, como siervos inútiles y mendicantes, pero dóciles y disponibles, y en la audacia (parresia) para proclamar el Evangelio en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente. La fuerza les viene del Espíritu. «No hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos!» (EG, 280).
La fuerza del primer amor
El papa Francisco recuerda en su exhortación apostólica que la primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más —«¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer?»—. El verdadero misionero, que lo es por ser discí- pulo, sabe que Jesús camina con él, respira con él, trabaja con él; percibe a Jesús vivo en medio de la tarea misionera (cf. EG, 264-265). Y «si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie» (EG, 266). Solo desde ese saberse enviado por Dios puede el misionero vivir con alegría el servicio de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar a los demás.
De ahí el grito de Francisco: «¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!» (EG, 83). Es una invitación a sumergirnos en la alegría del Evangelio y a alimentar el amor de Dios, capaz de iluminar la vocación y la misión propias. Con motivo del último DOMUND escribía el santo padre: «Os exhorto a recordar, como en una peregrinación interior, el “primer amor” con el que el Señor Jesucristo ha caldeado el corazón de cada uno, no por un sentimiento de nostalgia, sino para perseverar en la alegría. El discípulo del Señor persevera en la alegría cuando está con Él, cuando hace su voluntad, cuando comparte la fe, la esperanza y la caridad evangélica» (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2014).
Encuentro personal con Cristo
El misionero sabe, por propia experiencia, que tiene necesidad de “recomenzar” siempre su renovado encuentro personal con Jesucristo. Nada se puede dar por presupuesto ni por descontado. No puede conformarse con lo que considera “adquirido”. Las nuevas exigencias de la actividad misionera —como ocurre en el caso de América Latina, donde la fe y la vida cristiana de las comunidades parece que tardan en consolidarse— requieren siempre de un nuevo inicio, que mantenga despierto el asombro y la fascinación por ese encuentro.
Cuando más pesa el cansancio, el desaliento o la tristeza al no advertir los frutos de muchos sacrificios, y aparece la soledad difícil de sobrellevar; cuando aparece la tentación de dejarse arrastrar por apatías y escepticismos, más necesita el misionero recomenzar, con el mismo entusiasmo con el que pronunció en su momento el “sí” para salir a la misión; con el “sí” de la renovación de las promesas sacerdotales o de los votos de consagración; con aquel “sí” por el que se mostró disponible a la misión ad gentes. Como el “fiat” de la Virgen María, gracias al cual el Hijo de Dios entrega su vida al Padre y la fuerza imparable de su Resurrección se convierte en fuente inagotable de semillas de un mundo nuevo (cf. EG, 276-278).
Esa es la razón de la alegría y de la esperanza del misionero, de su continuo revivir el amor a quienes le han sido confiados, para compartir con ellos el don del encuentro con Cristo, que les llena de gozo y sentido, de fuerza y esperanza; que es la respuesta sobreabundante y totalmente satisfactoria a las «necesidades más profundas» de sus personas, que anhelan amor y verdad, justicia y felicidad. Por la fuerza del Espíritu el misionero vive, 10 Mensaje en su más absorbente actividad, la contemplación del rostro de Dios en los demás; por eso, urge recobrar un espíritu contemplativo, sin cansarse de «pedirle a Él que vuelva a cautivarnos» (EG, 264). Esta experiencia contemplativa se trueca en oración de intercesión por los demás, la cual posibilita que el poder, el amor y la fidelidad de Dios se manifiesten con mayor nitidez en el pueblo: «Interceder no nos aparta de la verdadera contemplación, porque la contemplación que deja fuera a los demás es un engaño» (EG, 281).
Para contar siempre con la presencia y compañía del Señor, «nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial» (EG, 264). El papa Francisco insiste en que la misión comienza de rodillas, se alimenta y adquiere su ímpetu de entrega a través de una disciplina de oración, se despliega desde la comunión con Él en la eucaristía, necesita de tiempos de adoración, y siempre recomienza, más allá de nuestros desfallecimientos y caídas, por la frecuencia del sacramento de la reconciliación. «Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la Palabra, de diálogo sincero con el Señor, las tareas fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga» (EG, 262).
Vivir la oración contemplativa no separa de la realidad; por eso, el santo padre advierte que «se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad y con la lógica de la Encarnación» (EG, 262). Frente a ese equívoco, ahí está el testimonio de tantos misioneros y misioneras que gastan su vida al servicio del Evangelio y ofrecen a sus gentes la memoria 11 Evangelizadores con la fuerza del Espíritu viva y grata de la presencia del Señor, que bien conoce y ama la realidad humana, especialmente la de quienes carecen de lo más necesario. Porque «Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!» (EG, 278).
Pasión por el pueblo
En estos tiempos propicios y exigentes de “salida misionera”, se confirma que «la misión es una pasión por Cristo, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo» (EG, 268). La evangelización es siempre obra de todo el pueblo de Dios y destinada a todos, sin acepción de personas ni grupos sociales. Esa capacidad de abrazar a todo pueblo al que se está destinado se encuentra, de modo muy especial, en la entraña de la vocación misionera ad gentes y ad extra. Los misioneros no caen en paracaídas sobre la gente, sino que aprenden a conocerla, a apreciarla, a quererla, a valorarla, a crecer con ella. Se enriquecen con sus expresiones de piedad popular, con sus testimonios de fe, esperanza y caridad. Y esto, dice el papa, «es fuente de gozo superior» (EG, 268). ¿No nos muestran los misioneros cómo gozan estando muy cerca de los suyos, «perdiendo el tiempo» en la convivencia, compenetrados con sus alegrías, sufrimientos y esperanzas, siempre misericordiosos, solidarios, serviciales, sin excluir a ninguno? Miran cómo lo hacía Jesús y «tocan la carne sufriente de los demás», abrazando en especial a los más pobres y necesitados. Son un ejemplo de compasión y consuelo, de sanación y liberación. Esta dinámica de identificación con el pueblo es la que hace que el misionero pueda exclamar con el papa Francisco: «Si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida. Es lindo ser pueblo fiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres!» (EG, 274).
El misionero, tomado de en medio del pueblo y enviado al pueblo, manifiesta su identidad al reconocer su pertenencia a Cristo, y, por Cristo, al mundo y al pueblo al que es enviado. Esta vinculación es la que le hace ser un manantial que desborda y refresca a sus hermanos. Solamente puede ser misionero quien busca el bien de los demás y desea la felicidad de los otros. Esa apertura de su corazón es precisamente la fuente de su felicidad, hasta el punto de verificarse las palabras del Señor que recordaba Pablo a los fieles de Mileto: «Hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20, 35).
La actividad misionera de la Iglesia en América Latina es una continua solicitud por los más necesitados. Ha sido uno de los principales argumentos en las sucesivas Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Basta acudir al Documento Conclusivo de Aparecida para descubrir cómo la Iglesia sigue el ejemplo del Maestro; según recuerda el papa Francisco, «en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: “Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí” (Mt 25, 40)» (EG, 179).
De la mano de María
Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras, y a todos los que acompañan y apoyan esta cooperación con las Iglesias 12 Mensaje13 Evangelizadores con la fuerza del Espíritu en formación de América Latina, para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de este continente. Ellos encarnan, según las mencionadas palabras del beato Pablo VI, «la dulce y confortadora alegría de evangelizar» (EN, 80). María, mujer orante y trabajadora en Nazaret y Nuestra Señora de la prontitud, sigue siendo el ejemplo de este “salir alegres” para auxiliar a los demás “sin demora” (Lc 1, 39) y hacer presente la justicia y la ternura que salen el encuentro de los otros. A todos y cada uno de los 9.000 misioneros españoles al servicio de la Iglesia en América Latina los invito, en fin, a leer y releer, a gustar en la oración, todo lo que escribe el papa Francisco en los últimos números de su exhortación apostólica Evangelii gaudium respecto a ese «regalo de Jesús a su pueblo», que es la maternidad de María. Cristo nos lleva a María, pero también María nos conduce a Cristo, porque en esa imagen materna se descubren todos los misterios del Evangelio (cf. EG, 285) y porque «ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompa- ñarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno» (EG, 286).
El pueblo americano peregrina a los santuarios marianos, pedazos de cielo, para pedirle a la Virgen que transforme este continente en la casa de Jesús con «una montaña de ternura». Pidamos también nosotros a María la gracia de tener siempre presentes su camino de obediencia a los designios del Padre, su estar dispuesta a la efusión de gracia del Espíritu Santo para que el Verbo se hiciera carne en su carne, su inseparable relación con su Hijo, su maternidad llena de ternura y consuelo, su intercesión ante la Santísima Trinidad, su testimonio de prime-ra discípula, su guía como Estrella de la nueva evangelización, «para que esta invitación a una nueva etapa evangelizadora sea acogida por toda la comunidad eclesial» (EG, 287).
A todos y cada uno, vaya mi bendición pastoral y un abrazo fraterno,
Marc Card. Ouellet, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina
En este contexto el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, escribe un mensaje en el que expresa su agradecimiento a los sacerdotes y laicos que colaboran con la misión como Fidei Donum, en particular a los cerca de 300 sacerdotes que sirven a la Iglesia en Latinoamérica acogidos a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), así como a todas las religiosas y religiosos españoles que cooperan con la evangelización en aquellas tierras.
El cardenal recuerda que esta cita anual que se celebra desde 1959, es una buena ocasión para tener presentes en la oración a todos los misioneros. Y recordando las palabras del Papa Francisco en su exhortación Evangelii Gaudium sobre el verdadero misionero, dice que lo es por ser “discí- pulo, sabe que Jesús camina con él, respira con él, trabaja con él; percibe a Jesús vivo en medio de la tarea misionera (cf. EG, 264-265). Y «si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie» (EG, 266). Es una invitación, asegura el cardenal en su mensaje, “a sumergirnos en la alegría del Evangelio y a alimentar el amor de Dios, capaz de iluminar la vocación y la misión propias”.
En el apartado del escrito del cardenal Marc Ouellet, llamado “Pasión por el pueblo”, se recuerda que la actividad misionera de la Iglesia en América Latina es una continua solicitud por los más necesitados, y así fue uno de los principales argumentos en las sucesivas Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, e invita a acudir al Documento Conclusivo de Aparecida para descubrir cómo la Iglesia sigue el ejemplo del Maestro; según recuerda el Papa Francisco, «en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: “Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí” (Mt 25, 40)» (EG, 179).
Finalmente, invita a los más de 9.000 misioneros españoles al servicio de la Iglesia en América Latina, a leer y releer todo lo que escribe el papa Francisco en los últimos números de su exhortación apostólica Evangelii Gaudium respecto a ese «regalo de Jesús a su pueblo», que es la maternidad de María. Cristo nos lleva a María, pero también María nos conduce a Cristo, porque en esa imagen materna se descubren todos los misterios del Evangelio (cf. EG, 285) y porque «ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompa- ñarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno» (EG, 286). El pueblo americano peregrina a los santuarios marianos, pedazos de cielo, para pedirle a la Virgen que transforme este continente en la casa de Jesús con «una montaña de ternura”.
(MZ-RV)
Mensaje completo del cardenal Marc Ouellet por el Día de Hispanoamérica
«Doy gracias a mi Dios cada vez que os recuerdo; siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy» (Flp 1, 3-5). De este saludo del apóstol Pablo bien puede hacerse eco el papa Francisco, como también yo mismo o cada uno de los obispos de España y, en especial, S. E. Mons. Braulio Rodríguez Plaza, presidente de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, recordando a los más de 9.000 misioneros españoles que trabajan al servicio de la evangelización en América Latina. «Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» (Ef 1, 2).
Vaya nuestro abrazo fraterno a los sacerdotes y laicos que colaboran en la misión como Fidei donum, en particular a los cerca de 300 sacerdotes que sirven a la Iglesia en Latinoamérica acogidos a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), así como a todas las religiosas y religiosos españoles que cooperan con la evangelización en aquellas tierras. Mi palabra de gratitud se dirige también a quien preside la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias y a quienes colaboran con ella para acompañar y alentar esa corriente misionera tan importante para la misión de la Iglesia en América Latina. La próxima celebración del «Día de Hispanoamérica», tradicional cita anual que se está celebrando desde el año 1959, es una buena ocasión para tener presentes a todos esos misioneros en la oración y en la comunión eclesial, que se hace explícita en la cooperación entre las Iglesias. «Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús» (1 Cor 1, 4).
Alegría en el Espíritu Santo
Es muy bueno que, inspirándose en el capítulo V de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, que el santo padre Francisco ha propuesto para invitar «a una nueva etapa evangelizadora [...] e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años» (EG, 1; cf. 287), se haya escogido para esta nueva cita del Día de Hispanoamérica el lema «Evangelizadores con la fuerza del Espíritu». En efecto, es en Pentecostés cuando los Apóstoles, con la fuerza del Espíritu, salen de sí mismos y se convierten en evangelizadores. Ellos, que hasta ese momento habían estado aherrojados por el miedo y el temor, manifiestan con alegría y audacia su fe en Cristo resucitado. Esta transformación es fruto de esa fuerza del Espíritu, que «renueva, sacude e impulsa a la Iglesia en una salida fuera de sí para evangelizar a todos los pueblos» (EG, 261).
Fue el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, como presidente de la Comisión de Redacción del Documento Conclusivo en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida, mayo de 2007), y el hoy papa Francisco, en la redacción de esta exhortación apostólica, quien ha querido personalmente incorporar en ambos textos la alegría como una elocuente señal de identidad de los primeros evangelizadores, como debe serlo también de los de ahora, siguiendo el pensamiento de Pablo VI: «Recobremos y acrecentemos el fervor, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lá- grimas [...]. Y ojalá el mundo actual —que busca con angustia, a veces con esperanza— pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo” (EN, 80)» (EG, 10). La propuesta que ofrece el lema de la jornada, «Evangelizadores con la fuerza del Espíritu», es fruto de la decidida confianza en el Espíritu Santo, que «acude en ayuda de nuestra debilidad» (Rom 8, 26), para seguir impulsando una corriente evangelizadora marcada por esa alegría, más fervorosa, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa, promovida por «evangelizadores llenos de coraje, incansables en el anuncio y capaces de una gran resistencia activa» (EG, 263).
La vocación de los misioneros Fidei donum
El origen y la causa por la que los misioneros son enviados a cooperar con otras Iglesias más necesitadas está en la iniciativa 6 Mensaje divina, que les ha llamado a estar con Él y a anunciar el Reino (cf. Mc 3, 14-15); es Dios quien les da esta vocación que transforma su vida. No marchan por iniciativa propia o por otros motivos que no sean el anuncio del Evangelio. Así sucedió en los orígenes de la primera evangelización del continente americano. Desde entonces, miles de misioneros y misioneras han llegado a América, especialmente desde España, en unos casos, para la primera evangelización; en otros, para la cooperación con aquellas Iglesias en formación. Estas personas son conscientes de su vocación divina, hasta el punto de que pueden decir con el papa Francisco: «Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo» (EG, 273).
La respuesta a tal llamada implica en cada caso un largo y muchas veces arduo camino: requiere dejar el propio terruño y sus gentes, partir hacia mundos lejanos, incorporarse en la vida de otros pueblos, compenetrarse con su historia, congeniar con su temperamento, vibrar con sus sufrimientos y esperanzas, participar en una nueva realidad eclesial, ponerse al servicio de nuevos obispos, alargar los horizontes de la solicitud apostólica universal... Tampoco se ocultan las oscuridades que el evangelizador encontrará en su trabajo misionero (cf. EG, 287). Sin embargo, este proceso es, a la vez, motivo de conversión y de renovado entusiasmo, porque el origen y el fruto de la actividad misionera no depende de los proyectos individuales, ni de las fuerzas humanas, necesarias por otra parte para el sostenimiento y el dinamismo en esa «peregrinación misionera». Es Él, el que da la vocación, quien otorga tanto la fuerza de emprender el camino para «llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (EG, 21), como la alegría del anuncio, para que esa luz de Cristo ilumine a cuantos todavía no lo conocen o lo han rechazado.
A la vez acontece que, en medio de la oscuridad y de los impedimentos, siempre se perciben nuevos brotes y signos de que tarde o temprano se producirá el fruto esperado. «Esa es la fuerza de la resurrección y cada evangelizador es un instrumento de ese dinamismo» (EG, 276). Por eso, el misionero tiene la seguridad de que no se perderá ninguno de sus esfuerzos realizados con amor, como no se pierde el amor de Dios; de que su trabajo dará frutos, pero sin pretender saber cómo, ni dónde, ni cuándo.
Estas convicciones que animan a los misioneros brotan del convencimiento de que «ninguna motivación será suficiente si no arde en nuestros corazones el fuego del Espíritu» (EG, 261), porque saben que es Él quien precede a la actividad misionera en el secreto de los corazones y en la cultura de los pueblos. Son conscientes de que su misión es ser instrumentos en manos del Espíritu Santo, y hacen gravitar la certeza de su misión en esa seguridad de que en el interior de las personas hay una espera, aunque sea inconsciente, por conocer la verdad sobre Dios, sobre el hombre, sobre el camino que lleva a la liberación del pecado y de la muerte (cf. RM, 45; EG, 265).
Entonces descubren aún con mayor evidencia la necesidad de apoyarse en la oración, como siervos inútiles y mendicantes, pero dóciles y disponibles, y en la audacia (parresia) para proclamar el Evangelio en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente. La fuerza les viene del Espíritu. «No hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos!» (EG, 280).
La fuerza del primer amor
El papa Francisco recuerda en su exhortación apostólica que la primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más —«¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer?»—. El verdadero misionero, que lo es por ser discí- pulo, sabe que Jesús camina con él, respira con él, trabaja con él; percibe a Jesús vivo en medio de la tarea misionera (cf. EG, 264-265). Y «si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie» (EG, 266). Solo desde ese saberse enviado por Dios puede el misionero vivir con alegría el servicio de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar a los demás.
De ahí el grito de Francisco: «¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!» (EG, 83). Es una invitación a sumergirnos en la alegría del Evangelio y a alimentar el amor de Dios, capaz de iluminar la vocación y la misión propias. Con motivo del último DOMUND escribía el santo padre: «Os exhorto a recordar, como en una peregrinación interior, el “primer amor” con el que el Señor Jesucristo ha caldeado el corazón de cada uno, no por un sentimiento de nostalgia, sino para perseverar en la alegría. El discípulo del Señor persevera en la alegría cuando está con Él, cuando hace su voluntad, cuando comparte la fe, la esperanza y la caridad evangélica» (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2014).
Encuentro personal con Cristo
El misionero sabe, por propia experiencia, que tiene necesidad de “recomenzar” siempre su renovado encuentro personal con Jesucristo. Nada se puede dar por presupuesto ni por descontado. No puede conformarse con lo que considera “adquirido”. Las nuevas exigencias de la actividad misionera —como ocurre en el caso de América Latina, donde la fe y la vida cristiana de las comunidades parece que tardan en consolidarse— requieren siempre de un nuevo inicio, que mantenga despierto el asombro y la fascinación por ese encuentro.
Cuando más pesa el cansancio, el desaliento o la tristeza al no advertir los frutos de muchos sacrificios, y aparece la soledad difícil de sobrellevar; cuando aparece la tentación de dejarse arrastrar por apatías y escepticismos, más necesita el misionero recomenzar, con el mismo entusiasmo con el que pronunció en su momento el “sí” para salir a la misión; con el “sí” de la renovación de las promesas sacerdotales o de los votos de consagración; con aquel “sí” por el que se mostró disponible a la misión ad gentes. Como el “fiat” de la Virgen María, gracias al cual el Hijo de Dios entrega su vida al Padre y la fuerza imparable de su Resurrección se convierte en fuente inagotable de semillas de un mundo nuevo (cf. EG, 276-278).
Esa es la razón de la alegría y de la esperanza del misionero, de su continuo revivir el amor a quienes le han sido confiados, para compartir con ellos el don del encuentro con Cristo, que les llena de gozo y sentido, de fuerza y esperanza; que es la respuesta sobreabundante y totalmente satisfactoria a las «necesidades más profundas» de sus personas, que anhelan amor y verdad, justicia y felicidad. Por la fuerza del Espíritu el misionero vive, 10 Mensaje en su más absorbente actividad, la contemplación del rostro de Dios en los demás; por eso, urge recobrar un espíritu contemplativo, sin cansarse de «pedirle a Él que vuelva a cautivarnos» (EG, 264). Esta experiencia contemplativa se trueca en oración de intercesión por los demás, la cual posibilita que el poder, el amor y la fidelidad de Dios se manifiesten con mayor nitidez en el pueblo: «Interceder no nos aparta de la verdadera contemplación, porque la contemplación que deja fuera a los demás es un engaño» (EG, 281).
Para contar siempre con la presencia y compañía del Señor, «nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial» (EG, 264). El papa Francisco insiste en que la misión comienza de rodillas, se alimenta y adquiere su ímpetu de entrega a través de una disciplina de oración, se despliega desde la comunión con Él en la eucaristía, necesita de tiempos de adoración, y siempre recomienza, más allá de nuestros desfallecimientos y caídas, por la frecuencia del sacramento de la reconciliación. «Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la Palabra, de diálogo sincero con el Señor, las tareas fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga» (EG, 262).
Vivir la oración contemplativa no separa de la realidad; por eso, el santo padre advierte que «se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad y con la lógica de la Encarnación» (EG, 262). Frente a ese equívoco, ahí está el testimonio de tantos misioneros y misioneras que gastan su vida al servicio del Evangelio y ofrecen a sus gentes la memoria 11 Evangelizadores con la fuerza del Espíritu viva y grata de la presencia del Señor, que bien conoce y ama la realidad humana, especialmente la de quienes carecen de lo más necesario. Porque «Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!» (EG, 278).
Pasión por el pueblo
En estos tiempos propicios y exigentes de “salida misionera”, se confirma que «la misión es una pasión por Cristo, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo» (EG, 268). La evangelización es siempre obra de todo el pueblo de Dios y destinada a todos, sin acepción de personas ni grupos sociales. Esa capacidad de abrazar a todo pueblo al que se está destinado se encuentra, de modo muy especial, en la entraña de la vocación misionera ad gentes y ad extra. Los misioneros no caen en paracaídas sobre la gente, sino que aprenden a conocerla, a apreciarla, a quererla, a valorarla, a crecer con ella. Se enriquecen con sus expresiones de piedad popular, con sus testimonios de fe, esperanza y caridad. Y esto, dice el papa, «es fuente de gozo superior» (EG, 268). ¿No nos muestran los misioneros cómo gozan estando muy cerca de los suyos, «perdiendo el tiempo» en la convivencia, compenetrados con sus alegrías, sufrimientos y esperanzas, siempre misericordiosos, solidarios, serviciales, sin excluir a ninguno? Miran cómo lo hacía Jesús y «tocan la carne sufriente de los demás», abrazando en especial a los más pobres y necesitados. Son un ejemplo de compasión y consuelo, de sanación y liberación. Esta dinámica de identificación con el pueblo es la que hace que el misionero pueda exclamar con el papa Francisco: «Si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida. Es lindo ser pueblo fiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres!» (EG, 274).
El misionero, tomado de en medio del pueblo y enviado al pueblo, manifiesta su identidad al reconocer su pertenencia a Cristo, y, por Cristo, al mundo y al pueblo al que es enviado. Esta vinculación es la que le hace ser un manantial que desborda y refresca a sus hermanos. Solamente puede ser misionero quien busca el bien de los demás y desea la felicidad de los otros. Esa apertura de su corazón es precisamente la fuente de su felicidad, hasta el punto de verificarse las palabras del Señor que recordaba Pablo a los fieles de Mileto: «Hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20, 35).
La actividad misionera de la Iglesia en América Latina es una continua solicitud por los más necesitados. Ha sido uno de los principales argumentos en las sucesivas Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Basta acudir al Documento Conclusivo de Aparecida para descubrir cómo la Iglesia sigue el ejemplo del Maestro; según recuerda el papa Francisco, «en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: “Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí” (Mt 25, 40)» (EG, 179).
De la mano de María
Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras, y a todos los que acompañan y apoyan esta cooperación con las Iglesias 12 Mensaje13 Evangelizadores con la fuerza del Espíritu en formación de América Latina, para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de este continente. Ellos encarnan, según las mencionadas palabras del beato Pablo VI, «la dulce y confortadora alegría de evangelizar» (EN, 80). María, mujer orante y trabajadora en Nazaret y Nuestra Señora de la prontitud, sigue siendo el ejemplo de este “salir alegres” para auxiliar a los demás “sin demora” (Lc 1, 39) y hacer presente la justicia y la ternura que salen el encuentro de los otros. A todos y cada uno de los 9.000 misioneros españoles al servicio de la Iglesia en América Latina los invito, en fin, a leer y releer, a gustar en la oración, todo lo que escribe el papa Francisco en los últimos números de su exhortación apostólica Evangelii gaudium respecto a ese «regalo de Jesús a su pueblo», que es la maternidad de María. Cristo nos lleva a María, pero también María nos conduce a Cristo, porque en esa imagen materna se descubren todos los misterios del Evangelio (cf. EG, 285) y porque «ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompa- ñarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno» (EG, 286).
El pueblo americano peregrina a los santuarios marianos, pedazos de cielo, para pedirle a la Virgen que transforme este continente en la casa de Jesús con «una montaña de ternura». Pidamos también nosotros a María la gracia de tener siempre presentes su camino de obediencia a los designios del Padre, su estar dispuesta a la efusión de gracia del Espíritu Santo para que el Verbo se hiciera carne en su carne, su inseparable relación con su Hijo, su maternidad llena de ternura y consuelo, su intercesión ante la Santísima Trinidad, su testimonio de prime-ra discípula, su guía como Estrella de la nueva evangelización, «para que esta invitación a una nueva etapa evangelizadora sea acogida por toda la comunidad eclesial» (EG, 287).
A todos y cada uno, vaya mi bendición pastoral y un abrazo fraterno,
Marc Card. Ouellet, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina
Suscribirse a:
Entradas (Atom)