En CUARESMA (y, a decir verdad, siempre). El DISCERNIMIENTO como fruto de la Penitencia cuaresmal. ¿Para qué es necesaria la penitencia?. Porque no podemos ocultar que en nuestros ámbitos contemporáneos a algunos (muchos) les es antipática hasta la palabra, la cual no tiene mucha “buena prensa”. A la penitencia, bien entendida (jamás como masoquismo o formas filo-masoquistas) la necesitamos como ejercicio y como purificación. Vista así, la penitencia ingresa en la dinámica de la colaboración de nuestra libertad a la Gracia, en la línea de la exhortación del Bautista: «Hagan penitencia, y se acercará a ustedes el reino de los cielos» (Mt. 3, 2). Lo dijo el mismo Cristo (Cf. Mt. 4, 17).
Así lo refiere el evangelista San Marcos: «El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca, hagan penitencia y crean en el Evangelio» (Mc. 1, 15). La penitencia es necesaria para que profundicemos el discernimiento entre el bien y el mal (cf. Hb 4, 12), para fortalecer en nosotros la voluntad de seguir al Señor Jesús, el Salvador, como resulta de la teología que el Apóstol Pablo ilustró y propugnó en la carta a los Romanos y en la carta a los Gálatas: Cristo es necesario, Cristo es suficiente.
+Oscar Sarlinga
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