jueves, 29 de mayo de 2014

Evangelio del Jueves 29 de Mayo

Jueves de la sexta semana de Pascua

Evangelio según San Juan 16,16-20.

Jesús dijo a sus discípulos:
"Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver".
Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: "¿Qué significa esto que nos dice: 'Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'?. ¿Y que significa: 'Yo me voy al Padre'?".
Decían: "¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir".
Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: "Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: 'Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'.
Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo." 

es Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.


 Comentario del Evangelio por San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia

«Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón»

El Señor dijo: «Dentro de poco ya no me veréis; dentro de otro poco, me veréis» (Jn 16,16). Eso que él llama un poco, es todo el espacio de nuestro tiempo actual, eso que el evangelista Juan dice en su carta: «Es la última hora» (1Jn 2,18). Esta promesa... va dirigida a toda la Iglesia, como también esta otra promesa: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). El Señor no podía retrasar su promesa: dentro de poco tiempo y le veremos y ya no tendremos nada que pedirle, ninguna pregunta para hacerle porque ya todos nuestros deseos se verán satisfechos, y yo no buscaremos más.

Este poco tiempo nos parece largo porque todavía está discurriendo; cuando habrá terminado, entonces nos daremos cuenta de cuán corto ha sido. Que nuestro gozo sea diferente del que tiene el mundo de quien se dice: «El mundo se alegrará». En este tiempo en que crece nuestro deseo, no estemos sin gozo, sino tal como dice el apóstol Pablo: «Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación» (Rm 12,12). Porque la mujer, cuando va a dar a luz, a la cual el Señor nos compara, siente tanto gozo por el hijo que va a parir que no se entristece por su sufrimiento.

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