Campana, miércoles 19 de marzo, a las 19.
Con una manifiesta y remarcable participación de sacerdotes (60 de entre los 64 sacerdotes con ministerio efectivo en la diócesis, ya sea del clero secular como del clero religioso) y dos diáconos permanentes, tuvo lugar la misa crismal, presidida por el Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga, en la iglesia de Santa Florentina, catedral de la diócesis de Zárate-Campana. Dada las reducidas dimensiones del templo catedralicio, para estas ocasiones puede participar tan sólo una delegación de fieles laicos provenientes de cada parroquia, lo cual hizo que entre los presbíteros y el pueblo fiel colmaran la iglesia.
En la homilía, que fue transmitida por FM «Santa María» para las ciudades de Campana, Zárate y zonas de influencia, Mons. Sarlinga se refirió en primer lugar a la similitud espiritual entre los «Jubileos» del Antiguo Testamento y
Luego prosiguió Mons. Sarlinga explicando a los fieles que todo sacerdocio proviene de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Les habló también de las imágenes o figuras con que el Antiguo Testamento se refería al Mesías, y destacó las de Rey, Pastor y Siervo sufriente, que convergen en la de Sacerdote. Al mismo tiempo, hizo hincapié en cómo denomina a Jesucristo «Sacerdote» y «Pontífice» la carta a los hebreos. Aplicando el tema a la relación entre sacerdocio común bautismal y sacerdocio ministerial, dijo también que existe una distinción no de grado sino de esencia entre el sacerdocio común de los fieles, propio de todo bautizado, y el sacerdocio ministerial, como lo enseña el Concilio Vaticano II en
A continuación, el Obispo hizo alusión al Evangelio, deteniéndose en la expresión de Jesús: «El Señor me ha consagrado por la unción» y dijo, citando a Juan Pablo II, que la ordenación sacramental determina en el presbítero «un nexo ontológico específico, que une el sacerdote a Cristo Sumo Sacerdote y Buen Pastor»[2], explicando que «ontológico» significa, «del ser mismo», y que «nuestro sacerdocio ministerial es de Dios, y lo llevamos en vasijas de barro, en el decir de San Pablo, en bien del pueblo que nos ha sido confiado».
Mons. Sarlinga trajo a colación un párrafo de
Las razones antedichas llevaron al Obispo a establecer en su homilía un nexo indisoluble entre la referencia del sacerdote a Cristo y su relación con
Seguidamente hizo una señalada referencia a la 2da. Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios cuando, afirmando que en su apostolado no tuvo sosiego sino tribulaciones, las describe así: «por fuera, luchas, por dentro, temores» (II Cor 7,5), recordando a la vez nuestro Obispo que el Papa Pablo VI, en épocas difíciles (las cuales, acotó, «no son sustancialmente diferentes hoy día») dijo que “(…) una de las impresiones recogidas de los distintos acontecimientos que caracterizan la vida de
Mons. Sarlinga añadió que «para quien cree, siempre son tiempos de esperanza y de alegría profunda, también éste, y de una esperanza viva y operante». Al mismo tiempo expresó que era entendible que se tuviera «luchas y fatigas» (en el sentido de San Pablo) por causa de la evangelización («En el mundo tendrán muchas luchas», nos anunció el Señor). Ése es un sentido en el que puede entenderse la primera parte de la frase citada de san Pablo en
Hizo luego otra precisión: «Sin embargo, peor aún sería otro significado posible, consistente en «tenernos temor los unos de los otros, dentro de
«En cambio, dentro de
Continuó su homilía exhortando a los sacerdotes a no descuidar, en el pastoreo eclesial, «la dimensión del ofrecimiento de los sufrimientos, como lo hizo el Pontífice Misericordioso de la carta a los Hebreos, cuando nos exhorta a la fidelidad y a la confianza». Razón por la cual, dijo, «nosotros también somos servidores (como el Siervo sufriente) y hacedores de puentes (a imagen del Pontífice Misericordioso de la carta a los Hebreos); con la gracia del Señor, co-constructores de
Mons. Oscar Sarlinga agradeció mucho a los sacerdotes la entrega generosa de la que han dado muestras, en bien de la porción del Rebaño que les fue encomendada, y pidió a los fieles laicos que oraran por ellos, que los quisieran y acompañaran, «cada uno según su vocación y misión» en el pastoreo que el Obispo les encargó.
Concluyó pidiendo «la ayuda de la siempre Virgen María,
[1] CONC. ECUM. VAT. II, Const. Dogm. Lumen Gentium, 10.
[2] JUAN PABLO II, Exh. Ap. Postsinodal «Pastores dabo vobis», 11.
[3] BENEDICTO XVI, Exh. Ap. Postsinodal «Sacramentum Caritatis», 23.
[4] PABLO VI, Discurso del 15 de noviembre de 1970, Ciudad del Vaticano.
[5] Cf. PABLO VI, Homilía "Resistite fortes in fide", en
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