Agustín, ya convertido,
se dispuso volver con su madre a su tierra en África, y juntos se
fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había
obtenido de Dios lo que más anhelaba en esta vida y podía morir
tranquila. Sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la
noche, mientras ambos platicaban debajo de un cielo estrellado de las
alegrías que esperaban en el cielo, Mónica exclamó entusiasmada : “¿Y a
mí que más me puede amarrar a la tierra ?
Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que
deseaba lo he conseguido de Dios”. Poco días después le invadió una
fiebre y murió. Murió pidiendo a su hijo “que se acordara de ella en el
altar del Señor”. Murió en el año 387, a los 55 años de
edad.
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http://obispadodezaratecampana.org/
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