Testimonios de un rector, una profesora y una joven estudiante recuerdan ante el Santo Padre que la educación es una herramienta clave para que el mundo pueda mejorar.
Ciudad del Vaticano, 08 de julio de 2015 (ZENIT.org) Rocío Lancho García
La educación es la base de la felicidad de las naciones, de las familias y de los individuos; la educación hace buenos padres, buenos hijos y buenos ciudadanos. Así lo ha asegurado Fabián Carrasco Castro, rector de la Universidad de Cuenca, durante el encuentro que el Santo Padre ha mantenido con el mundo de la educación, en Quito, en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Antes del discurso del Santo Padre, tres personas han intervenido presentando la realidad educativa en este país.
En primer lugar ha dado su testimonio Carolayne Espinoza Jiménez, alumna de un Universidad Laica "Eloy Alfaro", represetando a los jóvenes, los detinatarios de la educación, “para unir nuestra voz a la de cuantos sueñan un mundo mejor, en camino hacia el cumplimiento del Evangelio de Jesús entre nosotros”.
Por eso, Carolayne ha afirmado que como jóvenes, “estamos necesitados de maestros, educadores, profesores, padres de familia, consagrados y sacerdotes”, que no solo transmitan conocimientos y herramientas técnicas, sino que principalmente “sean para nosotros guías espirituales”, que “nos ayuden a orientar nuestras vidas y los grandes dones que hemos recibido de Dios, no para un beneficio personal, sino como regalos de amor a la humanidad”.
Así, la joven ha asegurado que aspiran a que en sus centros educativos se dé apertura a “todas las dimensiones de la realidad humana”, “la búsqueda y la valoración de la verdad”, “al aprecio por la sabiduría”. Igualmente aspiran a que en su país pueda, finalmente, “superarse el equívoco de que la dimensión religiosa, y todo lo que ella ha producido en cultura y humanidad, debe ser excluida de las aulas para proteger la libertad personal y la conciencia de cada uno”. Mientras que, ha advertido, “el agnosticismo, e incluso el ateísmo, son ordinariamente propuestos”. De este modo, Carolayne ha indicado que los jóvenes consideran que corresponde al Estado “ser facilitador y no barrera, para las nuevas generaciones, de todo el patrimonio y la riquezas humanas de la sociedad, incluido el religioso”. Sólo así --ha añadido-- podremos ser agentes de cambios positivos.
Reconociendo que sus palabras pueden sorprender, la joven ha hecho mención de la famosa petición del Papa en Río de Janeiro de hacer lío, no puramente para molestar, sino para que las aspiraciones por un mundo más justo, fundamentado sobre la solidaridad y el amor cristiano, “vuelvan a orientar la historia del mundo, en contra del egoísmo y las ofertas locas de felicidad barata que predican los que quieren introducirnos por los caminos de lo superficial y lo efímero”.
En segundo lugar ha hablado Etna Martínez, docente del Colegio “Madre Bernarda”, en nombre de todas las maestras y maestros católicos de Ecuador. Así, la profesora ha recordado los rasgos de la figura del educador católico y de su tarea específica. Educar “es un acto de amor”, es “dar vida” y “dar lo mejor de sí mismos” y “utilizar los mejores recursos materiales y tecnológicos, para despertar la pasión por el conocimiento, promoviendo el crecimiento humano y espiritual”, pero sobre todo, “dando testimonio de vida con el ejemplo, poniendo en marcha la sabiduría, la humildad, la paciencia, la solidaridad, el respeto y la fraternidad”, ha explicado.
La calidad de la educación --ha añadido-- la garantizamos con decisión y voluntad política de hacer un verdadero cambio en la educación, con la participación de los maestros y maestras, de las instituciones educativas, que nos aferramos por un mundo más humano, justo y fraterno.
Y para concluir, el rector, hablando en nombre de docentes y personal administrativo de las universidades, se ha mostrado convencido de que “una educación libre, independiente y de calidad es la única herramienta para que el desarrollo social, humano y económico del Ecuador sea posible”.
Reflexionando sobre el cambio generacional que se está viviendo con el avance tecnológico y económico, Carrasco ha precisado que la niñez y la juventud requieren de orientación y de una buena guía “para enfrentar su futuro con entereza y de manera integral, desde la óptica de la fe y la esperanza”. Y para lograrlo, padres y maestros deben utilizar no solo prácticas tradicionales de educación, sino “criterios innovadores”, de acuerdo “con los tiempos y los problemas actuales” y que provoquen “la curiosidad activa y la ferviente necesidad de progresar intelectualmente”.
Por otro lado, el rector ha subrayado que la educación es "el arma" más poderosa para cambiar el país. Asimismo ha indicado que aún habiendo dado muchos pasos importantes en materia educativa, un reto muy importante es “mejorar el alcance y la calidad educativa a todo nivel”, especialmente en aquellos “sectores pobres y marginados”.
Finalmente ha precisado que los educadores deben centrar sus esfuerzos a la consecución de “un gran acuerdo nacional por la educación de calidad”. Y este acuerdo debe “estar alejado de todo interés sectorial o político y tener como fin último el desarrollo nacional y el bienestar general”.
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