'El daño contra el ambiente rebota contra el hombre' y la encíclica Laudato Si' 'no es verde sino social'
Ciudad del Vaticano, 21 de julio de 2015 (ZENIT.org) Rocío Lancho García
El santo padre Francisco ha participado este martes por la tarde en el encuentro sobre cambio climático y esclavitud, donde se ha dirigido a más de sesenta alcaldes procedentes de distintas partes mundo. Durante su discurso a los participantes, pronunciado en español, ha analizado las dos emergencias tratadas a lo largo del día.
La cultura del cuidado del ambiente no es una actitud solamente “verde”, ha asegurado el Papa, es “mucho más”. Por eso, ha precisado que cuidar el ambiente significa tener una actitud de ecología humana. La ecología “es total, es humana”, ha precisado. De este modo, el Santo Padre ha explicado que en la encíclica Laudato Si’ “no se puede separar al hombre del resto”.
Por otro lado, el Pontífice ha subrayado “el efecto de rebote que existe contra el hombre cuando el ambiente es maltratado”. El Papa además ha asegurado que su encíclica no es “verde” sino social, destacando que cuidar el ambiente es “una actitud social”.
A propósito del encuentro que se está celebrando, Francisco ha indicado que le ha parecido una idea muy fecunda invitar a los alcaldes. Porque, ha advertido el Papa, “una de las cosas que más se nota cuando el ambiente no es cuidado, es el crecimiento desmesurado de las ciudades. Es un fenómeno mundial”. Así, ha explicado que “son como cabezas se hacen grandes pero cada vez con cordones de pobreza y miseria más grandes”.
La gente sufre los efectos del descuido del ambiente, ha precisado. “Y en este sentido está involucrado el fenómeno migratorio”, ha añadido. ¿Por qué la gente viene a las grandes ciudades?, se ha preguntado el Pontífice. “Porque el mundo rural ya no les da oportunidades”.
A continuación ha mencionado otro punto que está en la encíclica y que denuncia, con mucho respeto, la idolatría de la tecnocracia. Algo que “lleva a despojar del trabajo, que crea desocupación”, ha advertido Francisco, denunciado la desocupación juvenil que afecta a tantos países de Europa.
¿Qué horizonte, qué futuro se ofrece a estos jóvenes? A propósito, ha advertido de los riesgos que corren de caer en adicciones, en el aburrimiento al no saber qué hacer de su vida, en el suicidio, o involucrarse en proyectos guerrilleros que ofrecen un ideal de vida.
También ha denunciado la cantidad de “enfermedades raras” que vienen por culpa del exceso de la tecnificación. Así como ha advertido sobre la desertificación y la deforestación de algunas zonas del planeta. Y todos estos fenómenos confluyen en “el trabajo en negro”. El no ganar lo suficiente para poder vivir puede provocar actitudes delictivas, ha subrayado. Al respecto, ha condenado nuevamente el trabajo esclavo y la prostitución como “fuente de trabajo para poder sobrevivir”.
Por otro lado, el Pontífice ha manifestado que tiene esperanza en la cumbre de París que se celebra a finales de este año para que “se logre algún acuerdo fundamental básico”. Las Naciones Unidas --ha insistido-- tienen que interesarse fuertemente en este fenómeno.
El Santo Padre ha presentado dos formas de incultura. En primer lugar “la incultura que Dios nos entregó para transformarla en cultura” y la segunda es “cuando el hombre no respeta la relación con la Tierra”. Para poner un ejemplo ha hablado de la energía atómica, “es buena, puede ayudar”, ha observado, pero existe la parte negativa de esta energía, como "Hiroshima y Nagasaki”.
Para finalizar su discurso, el Santo Padre ha recordado la responsabilidad que tienen los presentes para combatir la trata de personas y proteger el medio ambiente. “El trabajo más serio y profundo se hace desde la periferia hacia el centro”, ha explicado. Es decir, “desde ustedes hacia la conciencia de la humanidad”.
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