San Hilario de Poitiers, obispo y doctor de la Iglesia. Pertenece a la "tradición johánica" que proviene del Apóstol y Evangelista San Juan, a través de la sucesión apostólica y de la enseñaza.
San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia, que fue elevado a la sede de Poitiers, en Aquitania (en la actual Francia), en tiempo del emperador Constancio, el cual se había apartado de la fe católica y había abrazado la creencia arriana. Hilario Luchó denodadamente en favor de la fe nicena acerca de la Trinidad y de la divinidad de Cristo, y fue desterrado por esta razón a Frigia durante cuatro años. Compuso los celebérrimos comentarios a los Salmos y al evangelio de san Mateo.
San Agustín, quien cita frecuentemente contra los pelagianos la autoridad de san Hilario, le llama «el ilustre doctor de las Iglesias». San Jerónimo dice que era «un hombre de gran elocuencia; la trompeta de los latinos contra los arrianos». En otra parte afirma que, «en san Cipriano y san Hilario, Dios transplantó dos cedros del mundo a su Iglesia».
San Hilario nació en Poitiers, de una ilustre familia. El mismo nos dice que fue educado en la idolatría y nos hace una narración detallada de la forma en que Dios le llevó al conocimiento de la fe. La luz de la razón le hizo comprender que, siendo el hombre un ser moral y libre, fue creado para ejercitar la paciencia, la templanza y las demás virtudes que merecen una recompensa después de la muerte. Hilario se consagró ardientemente a reflexionar sobre la esencia de Dios, y pronto descubrió lo infundado del politeísmo, con lo que llegó al convencimiento de que hay un solo Dios eterno, inmutable, todopoderoso, causa primera de todas las cosas. Sus reflexiones se hallaban en este punto, cuando conoció la Sagrada Escritura. La descripción de la existencia de Dios por las palabras «Yo soy el que es», le impresionó profundamente, así como la idea del supremo dominio divino (su Providencia, su disposición de todas las cosas, el gobierno del universo), ilustrado por el inspirado lenguaje de los profetas. La lectura del Nuevo Testamento completó sus investigaciones: La profundización del Evangelio según San Juan le enseñó Verbo Divino, Dios hijo, es coeterno y consustancial con el Padre.
San Agustín, quien cita frecuentemente contra los pelagianos la autoridad de san Hilario, le llama «el ilustre doctor de las Iglesias». San Jerónimo dice que era «un hombre de gran elocuencia; la trompeta de los latinos contra los arrianos». En otra parte afirma que, «en san Cipriano y san Hilario, Dios transplantó dos cedros del mundo a su Iglesia».
San Hilario nació en Poitiers, de una ilustre familia. El mismo nos dice que fue educado en la idolatría y nos hace una narración detallada de la forma en que Dios le llevó al conocimiento de la fe. La luz de la razón le hizo comprender que, siendo el hombre un ser moral y libre, fue creado para ejercitar la paciencia, la templanza y las demás virtudes que merecen una recompensa después de la muerte. Hilario se consagró ardientemente a reflexionar sobre la esencia de Dios, y pronto descubrió lo infundado del politeísmo, con lo que llegó al convencimiento de que hay un solo Dios eterno, inmutable, todopoderoso, causa primera de todas las cosas. Sus reflexiones se hallaban en este punto, cuando conoció la Sagrada Escritura. La descripción de la existencia de Dios por las palabras «Yo soy el que es», le impresionó profundamente, así como la idea del supremo dominio divino (su Providencia, su disposición de todas las cosas, el gobierno del universo), ilustrado por el inspirado lenguaje de los profetas. La lectura del Nuevo Testamento completó sus investigaciones: La profundización del Evangelio según San Juan le enseñó Verbo Divino, Dios hijo, es coeterno y consustancial con el Padre.
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