domingo, 25 de enero de 2015

Hoy la Iglesia conmemora "la conversión de San Pablo"

"Todos estamos llamados a poner alma, mente, corazón, sangre y brazos para dar la vida, cada uno según su vocación y elección, para hacer de todos los seres humanos una sola familia, reconciliada en el amor del Padre".
En el día en que la Iglesia conmemora "la conversión de San Pablo" (25 de enero) les dejo para este Domingo algunos "vectores paulinos" (inspirados en San Pablo) de la carta pastoral con motivo del 35to. aniversario de creación de nuestra diócesis por parte del bienaventurado Pablo VI:

-El Rostro de Cristo, su mirada profunda que cala en nuestro interior-

“Persevero en el pedido: contemplemos el Rostro del Señor, sobre todo su mirada, su dulzura, en el Rostro de esa Cabeza coronada de espinas. ¿Por qué “contemplarla”? (Recordarán, nos lo preguntábamos en el mismo Plan pastoral). Porque la santidad es la perspectiva en la que debe situarse todo camino pastoral; la santidad de nuestras comunidades es lo que ha de sostener, recrear y potenciar las actividades propias de la pastoral ordinaria. Es en el seno de la comunidad eclesial (y en la Iglesia particular se dan todas las notas de la Iglesia universal), donde el ser humano recorre su camino de conversión, de liberación del pecado y de crecimiento en la fe, hasta el encuentro con Jesucristo. Por este motivo, si queremos contribuir en nuestra diócesis a una profunda renovación humana y cristiana, es preciso asumir que no hay “humanidad nueva” si no hay en primer lugar creaturas nuevas, hechas de nuevo (“déjame nacer de nuevo, Señor”, cantamos) con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio (…). Todos estamos llamados a poner alma, mente, corazón, sangre y brazos para dar la vida, cada uno según su vocación y elección, para hacer de todos los seres humanos una sola familia, reconciliada en el amor del Padre; así recibiremos como don en la diócesis (y contribuiremos a la Iglesia universal) la perenne vitalidad del Espíritu Santo, que anima la Iglesia y la sostiene en la humana debilidad, debilidad que deviene fortaleza cuando hunde sus raíces en la misma vida de Cristo, que es toda trinitaria (…) No dejemos de recurrir a la intercesión de María Santísima, aun cuando humanamente se derrumbara toda esperanza (humana); la esperanza teologal abre horizontes infinitos; María “es causa de salvación para todo el género humano”. Ella es nuestra Señora, quien desde Luján nos dice: “ora, canta, camina, trabaja, ten esperanza, que mi luz sea tu luz” (carta pastoral del 6 de agosto de 2011, el día de la Transfiguración del Señor).


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