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| Barbarin en Irak (foto de - lyon.catholique.fr) |
El arzobispo de Lyon en visita de solidaridad a los cristianos iraquíes. «Diré el Padre Nuestro en arameo, hasta que no puedan volver a sus casas. ¿Las visas francesas? No es la solución»
Giorgio Bernardelli
Roma
El sábado pasado había participado en una manifestación de solidaridad con los cristianos de Mosul, obligados a abandonar las propias viviendas. El lunes voló a Erbil para ir a reunirse con ellos. En estas horas sigue en Irak el cardenal arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin, uno de los rostros más conocidos de la Iglesia francesa. El purpurado, que nació en Marruecos, siempre ha estado en primera línea en el diálogo entre el musulmanes y cristianos (hace un año, por ejemplo, hizo un peregrinaje en Tibhirine, el lugar en el que fueron asesinados seis monjes en Argelia, en compañía del imán de Lyon), por lo que ahora el mismo Barbarin impulsó con decisión esta iniciativa, que forma parte de la amplia movilización de la comunidad católica francesa.
El viaje a Irak terminará mañana; en compañía del arzobispo de Lyon, conforman la delegación el obispo de Evry Michel Dubost (que también nació en Marruecos y es presidente del Consejo para las relaciones interreligiosas de la Conferencia Episcopal de Francia) y monseñor Pascal Gollnisch, director de la Ouvre d'Orient.
El lunes pasado, el grupo llegó a Erbil, en donde con el patriarca caldeo Louis Sako, se reunió con algunos de los desplazados de Mosul. Durante una de las liturgias celebradas en la catedral de San José, en la capital de Kurdistán, Barbarin anunció ante unos mil fieles que su visita marca el comienzo de un gemelaje entre la diócesis de Lyon y la de Mosul, es decir una manera para que la solidaridad no sea una emoción pasajera.
El martes se llevó a cabo la visita a Qaraqosh, la ciudad de la Llanura de Nínive a apenas unos 20 km. de Mosul que también fue abandonada masivamente pos la población cuando las milicias del Califato comenzaron a disparar en contra de los kurdos que la controla. Justamente Qaraqosh es la ciudad en la que la emergencia de los desplazados hoy en día es más dramática: en esta comunidad, de unas 50 mil personas, no hay agua, por lo que otra ong católica (Sos Eastern Christians) acaba de comenzar a excavar un pozo más profundo para afrontar el problema.
Ayer, en cambio, la delegación visitó Alqosh y Malabrwan, otras dos localidades del norte iraquí en las que se encuentran muchos de los cristianos que huyeron de Mosul. Escuchando sus testimonios, Barbarin pudo encontrar las narraciones de la odisea vivida durante las últimas semanas. Las historias de las familias depredadas en los retenes de los milicianos islamistas; las narraciones de los que escucharon: «Si te conviertes al Islam, te volveremos a dar todo»; las lágrimas de los que no conciben un futuro.
A nuestra gente de Qaraqosh, el cardenal Barbarin hizo una promesa: «Todos los días recitaré el Padre Nuestro en arameo, la lengua de los cristianos sirios –dijo–, hasta el día en el que puedan volver a Mosul». Ayer también, el cardenal hizo un resumen de su viaje en una entrevista publicada por el sitio de Famille Chrétienne: «El patriarca Sako me dijo: “No se imaginan cuán importante es esta visita: les ha vuelto a dar valentía. Ven que alguien concretamente piensa en ellos”», refirió.
La entrevista también fue la coasión para comentar la disponibilidad expresada por el gobierno francés a conceder a los cristianos iraquíes el derecho de asilo. «Esta propuesta me deja perplejo –dijo Barbarin desde Irak. Claro, se trata de un gesto de solidaridad, pero temo que podría crear mucha confusión. Sobre todo porque muchos cristianos dirán: “Vamos, es mejor partir que morir”. Y es comprensible que ellos quieran salvar las propias vidas y las de sus familiares antes que nada. Pero, ¿a quién acogerá Francia? ¿Dará hospitalidad a 10 mil o a 40 mil cristianos? Todo esto es tan poco claro… Y si luego damos las visas y son recibidos con generosidad en Francia, ¿quién lea animará a quedarse aquí?. Hoy en la mañana ya había cola frente al consulado. Haciendo que salgan todos los cristianos de Irak –concluyó el arzobispo de Lyon– no se resolverá la situación ni se acabará la violencia».
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