miércoles, 16 de julio de 2014

16 de julio: la Iglesia celebra la fiesta de la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora del Carmen.


El nombre “Carmen” proviene de la lengua hebrea, y está relacionada con “Carmelo”, esto es: כרמן (Har ha'Karmel) que significa jardin de Dios. En las lenguas romances, entre las cuales el castellano, ese nombre tomó también algo del significado del latín “carmen”, que significa “canto, poema, bella música”.
El Monte Carmelo es mencionado en la Antigua Alianza, entre otros lugares, en el capítulo 18 del Primer Libro de los Reyes, en el relato donde el profeta Elías -símbolo del profetismo en el Antiguo Testamento- demuestra que el Señor de Israel es el verdadero Dios (recordamos el episodio del destruido "Altar de Karmel" y cómo Elías reunió 12 piedras (esto es, una por cada Tribu de Israel) con las cuales lo reparó o reerigió. Una comunidad de ermitaños de Israel vivió allí desde aquella época, según antiquísima tradición.
Como vemos, la historia del Carmelo está íntimamente ligada al profeta Elías, que vivió en el siglo IX antes de Cristo. Según tradiciones recogidas por los Santos Padres y por escritores antiguos, varios lugares conservaban el recuerdo de su presencia: una gruta en la ladera norte, sobre el cabo de Haifa, donde estableció su morada primero él y después Eliseo; cerca de allí, el sitio donde reunían a sus discípulos, llamado por los cristianos Escuela de los Profetas y en árabe también El Hader; en la misma zona, hacia el oeste, un manantial conocido como fuente de Elías, que él mismo habría hecho brotar de la roca; y en el sureste del macizo, la cima de El-Muhraqa y el torrente del Qison, donde se enfrentó a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal: por su oración Dios hizo bajar fuego del cielo y de este modo el pueblo abandonó la idolatría, según relata el primer libro de los Reyes (Cfr. 1 Re 18, 19-40).
En estos lugares venerados desde los albores del cristianismo, donde se habían construido iglesias y monasterios en memoria de Elías, nació la Orden del Carmen y fue en estos tiempos cristianos cuando se estableció allí una comunidad de ermitaños, que permaneció durante siglos, hasta que en el siglo XI todo fue destruido a sangre y fuego por hordas llegadas desde Egipto. Muchos monjes, murieron mientras cantaban himnos a la Sma. Virgen, pero algunos lograron huir y embarcarse y llegar hasta Italia. Allá empezaron a propagar la devoción a la Sma. Virgen y las gentes los seguían llamando Los Carmelitas. Ahora los Padres Carmelitas y las hermanas Carmelitas siguen propagando en todas partes la devoción a Nuestra Señora. Entre los monjes llegados del Monte Carmelo hubo uno que se hizo célebre por su santidad, por su amor a la Virgen y sobre todo por una aparición que recibió. Fue San Simón Stock. Dice la tradición que un 16 de julio (de 1251) la Sma. Virgen se le apareció y le prometió conceder ayudas muy especiales a quienes lleven el Santo Escapulario como un acto de cariño y devoción de honor de la Madre de Dios con deseo de convertirse y llevar una vida más santa.
Según la más creíble tradición, el 16 de julio de 1251 la Virgen María apareció al monje San Simón Stock, superior general de la Orden Carmelita, a quien le entregó sus hábitos y el escapulario, principal signo del culto mariano que le daba como señal. La veneración recibió reconocimiento papal en 1587. Según esa tradición devota, la Virgen prometió liberar del Purgatorio a todas las almas que hayan vestido el escapulario durante su vida, el sábado siguiente a la muerte de la persona y llevarlos al Cielo.

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