lunes, 15 de septiembre de 2008

CELEBRACIÓN EN LA CONCATEDRAL

HOMILÍA EN LA MISA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

IGLESIA CON-CATEDRAL DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

Belén de Escobar, 13 de septiembre de 2008

I
EL PODER TRANSFORMADOR DE LA CRUZ

Luego de la bienhechora presencia de 350 jóvenes misioneros de todas las parroquias de la diócesis, en Belén de Escobar, para la «Misión Joven» que tuvo lugar la pasada semana, celebramos hoy la festividad de la Cruz Salvadora, Cruz Pascual, Cruz del Hijo de Dios, que nos envió para anunciar su Mensaje a todas las naciones.

Celebramos hoy la Exaltación de la Santa Cruz. El camino de la cruz ha pasado por las distintas épocas, los continentes y las culturas, también a través de un mundo desgarrado por la incomprensión y la letal violencia. “Mediante su amor, la Cruz se hace (…) transformación del ser humano en ser partícipe de la gloria de Dios (…) y nos involucra a todos, arrastrándonos dentro de la fuerza transformadora de su amor”(1)

Jesús en la Cruz nos toca hoy a nosotros, quienes estamos aquí, y lleva su Mano sanante a nuestro corazón, a fin de que, siguiéndolo en esa Cruz y en su Resurrección gloriosa, lleguemos a ser mensajeros de su amor y de su paz, transformadores de la sociedad humana y peregrinos hacia lo Infinito y Eterno.

Esta transformación requiere del anuncio explícito, en pleno uso de los derechos y a la vez en pleno respeto a los derechos de todos, y en especial de ese «quicio de los derechos humanos» que es la libertad religiosa. Tal como lo he dicho, permítaseme recordarlo, en mi reciente carta pastoral con motivo del Año Paulino Universal: “Pablo anunció con valentía (…), y sin temor al rechazo o al desentendimiento, que la Cruz de Jesucristo posee valor salvador y que es Su gloriosa resurrección la que nos da la «novedad» perpetua del cristianismo, la religión de una vida nueva, la del Amor (cf. Rom 6,4), ese Amor que derriba los muros del odio y de la división y hermana a los seres humanos, hechos «creaturas nuevas» (cf. Efes 2,14), liberados (Cf. Gal 5,1) e iluminados por Jesús (cf. Efes 5,8) en el Espíritu (…) El Señor no ha dado a sus discípulos un espíritu de «timidez» -y menos todavía de pusilanimidad- (Cf 2 Tim 1,7)” sino que estamos fundados “(…) en la convicción de que la gracia de Cristo siempre nos acompaña, incluso en medio de las fatigas y cansancios (Cf 1 Cor 15,10)” (2). Todo un programa de vida, un programa de fe.

II
El REALISMO DE LA ESPERANZA

De nuestra Iglesia, Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios, el Concilio Vaticano II ha dicho: «Nada hay de verdaderamente humano que no tenga eco en su corazón»(3) . Nuestra actitud fontal está arraigada en el «realismo de la esperanza» porque, por una parte, reconoce y hace suyos todos los problemas y miserias humanas, pero no se deja arrastrar por el cinismo propio de la actitud derrotista que abandona finalmente su responsabilidad por los hechos humanos y sociales, puesto que sabe que todo el mundo está penetrado y sostenido por la gracia pascual, aunque sea de manera misteriosa y para nosotros desconocida. Es una actitud de fe.

Esta experticia en humanidad de la Iglesia tiene también que ver con el orden temporal y civil. En cuanto a la comunidad social y política (la cual realiza sus fines específicos), las relaciones con la Iglesia - nos dice el Concilio – “son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno”. Con autonomía e independencia, pues, deben relacionarse para construir, para el bien de todos, y en especial en bien de quienes menos tienen, o que más necesitan.

Ahora bien, esta mutua independencia y autonomía entre las instituciones civiles y eclesiales, en cualquier nivel, no impide, sino que más bien postula, una cooperación libre, porque, como afirma el mismo Concilio Vaticano II, ambas instituciones, “aunque sea por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Y este servicio lo realizarán con mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas, habida cuenta de las circunstancias de lugar y tiempo” (4).

La actitud de la Iglesia, como de distintas religiones que respetan la dignidad de la persona y el principio del bien común, debe ser espetuosa de la sociedad civil y de sus legítimos representantes. Una acción del Estado en sus fines propios por el bien de todos, la construcción de esta ciudad temporal, es bueno para todas las instituciones. Se trata de profundizar un gran respeto a dicha mutua autonomía, en su propio terreno, y una estrecha cooperación a favor del bien integral – esto es, temporal y eterno, cívico y religioso - de los ciudadanos. Son los principios de una sana laicidad, con una valoración positiva del rol del cristianismo y de las religiones que trabajan por la Paz. El Papa Benedicto se ha referido al tema en su discurso de anteayer, en París, al hablar de la mencionada «sana laicidad».

Junto con algunas sociedades intermedias, la Provincia de Buenos Aires colaborará con parte de la restauración, en un proyecto integral, de este Templo. Agradecemos en nombre del pueblo de Escobar y de la diócesis, católicos, creyentes en general, y también quienes no sean, porque es un monumento emblemático de memoria histórica, fundacional y de conciencia cívica y ciudadana, en su centésimo aniversario, donde se hallan los restos de quien es considerada fundadora de Escobar, Tapia de Cruz. Auguramos que también podamos seguir colaborando de modo interinstitucional en el plano educacional, integrativo social y asistencial cuando es necesario, con las autoridades civiles y con un sentido interreligioso.

III
EL AMOR VERDADERO VENCE TODO MAL

En la vida siempre habrá luchas y dificultades. Por sobre todo, es el amor el que siempre vence. Así nos aconseja el Apóstol Pedro, en su segunda carta: “Por eso, pongan el máximo empeño en incrementar su fe con la firmeza, la firmeza con el conocimiento, el conocimiento con el dominio de los instintos, el dominio de los instintos con la constancia, la constancia con la piedad, la piedad con el amor fraterno y el amor fraterno con la caridad.” 2 Pedro 1, (5-7).

Las palabras del Apóstol Pedro tienen que ver con la cruz que sufren en este mundo las personas rectas que trabajan por el bien común y la promoción integral de la persona humana y de las comunidades, al punto que a veces se ven tentados en sucumbir al «desánimo de los que quieren obrar el bien». El dominio de los instintos: más que pensar primariamente en los «instintos básicos» de la supervivencia o del apetecer, el Apóstol se está refiriendo a los «instintos» vistos en su dimensión de sus consecuencias morales(5) .

¿Qué persona de buena voluntad no ha sufrido contrariedades?. Y pareciera que, mientras más alguien de bien quiere actuar con rectitud, más se ensañan obscuras fuerzas que encuentran una retroalimentación vital en enmadejadas estructuras de pecado. El conocimiento, entendimiento y diálogo; la constancia y la piedad; el esfuerzo por vivir la caridad fraterna, son los remedios que nos ofrece San Pedro en su carta.

Dejar entrar luz en nuestros corazones, y encender siempre una luz a nuestro alrededor, por pequeña que sea. Será nuestro máximo empeño, como con poesía nos lo dice una canción: “Alma, no entornes tu ventana, al sol feliz de la mañana…”

GENEROSIDAD CON LA COLECTA «MÁS POR MENOS»

Dejemos, pues, s entrar esa luz. Este fin de semana se realizará en todos los templos del país la 39ª Colecta Nacional Más por Menos, que organiza la Comisión Episcopal de Ayuda a las Regiones Más Necesitadas con el lema: “Tu ayuda me da esperanza”. Recordemos que los más necesitados no son simplemente «objeto» de nuestra misericordia o benevolencia, sino sujetos obrantes de una corresponsabilidad. Demos con generosidad, pues Dios ama al que da con alegría.

Con la protección piadosa de la Virgen Madre de Dios, honrada en esta iglesia cocatedral en el misterio de la Natividad del Verbo encarnado, y como Nuestra Señora de los Buenos Aires.

Amén.

—–
1. BENEDICTO XVI, Homilía en la Misa «in Coena Domini», presidida por él en la Basílica de San Juan de Letrán, el 21 de marzo de 2008.
2.Me sea permitido citar la Carta Pastoral de un servidor, del 15 de junio del 2008, con motivo de la Apertura del Año Paulino Jubilar (se puede encontrar en www.obzaratecampana.com.ar)
3.CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 1.
4. CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et spes, 76.
5. Tales como el ansia de supremacía y de predominio; al afán desmesurado de la propia gloria; al egoísmo y la ambición desmedida y dispuesta a todo, no excluida la manipulación, con tal de prevalecer; al deseo de disminuir y denigrar al otro; a la irresponsable imprevisión del daño que puede ocasionárseles a los demás con acciones movidas por la codicia; a la acción destructiva de la lengua sin importar cuál sea la verdad; al quererse erigir en juez de los otros pero sin revisar ninguna de nuestras propias acciones; al ansia de ocultar las acciones oscuras tras ficticias «cortinas de humo»; al obstruir por el obstruir mismo todas las buenas iniciativas de los demás.

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