Junto con una gran cantidad de sacerdotes y fieles laicos, Mons. Oscar Sarlinga celebró la solemnidad de Pentecostés en
La gran cantidad de jóvenes presentes (entre los cuales un ómnibus del grupo juvenil de la catedral de Campana), las familias, que han venido a acompañar a los casi 30 integrantes de la comunidad, que pertenecen a distintos países, expresó un clima de fiesta vivido con piedad y espíritu de fe. La comunidad del Cenáculo es conocida en Argentina como
Durante la misa, Mons. Sarlinga dijo la siguiente homilía:
HOMILÍA DE PENTECOSTÉS
EN «IL CENACOLO»
DE EXALTACIÓN DE
Queridos sacerdotes, queridos jóvenes,
Hermanos y hermanas en el Señor que han venido con espíritu de Fe a esta celebración de Pentecostés, en esta Casa de oración y de paz, Casa de María de Luján,
I.
FESTIVIDAD DE
Estamos llamados hoy a vivir una renovada «epíclesis», palabra que a muchos no resultará familiar, y que no es otra cosa que la invocación de la presencia del Espíritu Santo, su derramamiento, su efusión, sobre nosotros, como en un renovado Pentecostés, que hoy estamos viviendo. Y bien. Hoy estamos juntos, unidos. Hoy también nosotros queremos ser un «cenáculo» de discípulos fidelísimos, y de misioneros ejemplares del Nombre cristiano.
Pentecostés es
II.
NUESTRA MEDIACIÓN, EN
Esa «mediación» constituye hoy, también, nuestra misión. ¿Hemos venido con la disponibilidad de asumirla?. Porque de esa asunción de responsabilidad podrá también depender el que otros quieran «abrirse a recibir el Verbo». Todo «don» conlleva «responsabilidad».
¿Qué significa asumir, además de lo que ya sabemos?. El asumir la misión implica a la vez abrir las puertas del corazón, a fines de dejar entrar el aire sano y fresco. Todos los días necesitamos un «soplo oxigenador», no tanto que apunte principalmente a reformas estructurales (aunque éstas puedan ser también legítimas y aún necesarias) sino por sobre todo con una «renovación espiritual», en el Amor, que nos dé un sentido de «vida nueva», de «renovación de la alegría», el «sentido mismo y primordial» de todo y del todo, que el mundo está perdiendo (aunque desearía interiormente encontrarlo, a quién le cabe duda…).
Es nuestra tarea poner en obra «energías latentes» (la expresión es de Pablo VI) para el Anuncio del Mensaje a todos cuantos entren en contacto con nosotros. Eso es evangelización, la cual, como nos lo recordaba Juan Pablo II, ha de ser «nueva en su ardor, en sus métodos y en sus modos de expresión». Es «nueva» en tanto «renovada», porque en ningún momento de la historia de
Dijimos que hoy celebramos
III.
Así las cosas, ¿cómo podríamos pensar que Pentecostés fue un acontecimiento histórico que se dio una vez, y basta, como si sus efectos no se renovaran hoy?. Pentecostés ocurre hoy, aquí, 11 de mayo de 2008. Pentecostés es permanente, es actual, porque el Espíritu Santo, sean cuales fueran las condiciones de nuestra vida, nunca abandona a
En este gran «cambio epocal» que vive nuestra civilización, en la cual pareciera que
Y la realidad histórica y religiosa inaugurada en Pentecostés es abierta, universal, «católica». El estupor causado por el cristianismo irradiante entre los pueblos nos lo atestigua: «Todos estuvieron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en diversas lenguas, según que el Espíritu les permitía expresarse (…) y (…) cada los escuchaba hablar en su propia lengua» (Hch 2). La diversidad puede significar también unidad. Existe un comentario judío al Éxodo, refiriéndose al capítulo 10 del Génesis, en el que se traza un mapa de las setenta naciones que, según se pensaba en aquella época, formaban la totalidad de la humanidad. A dichas naciones se las envía al Monte Sinaí para escuchar la palabra de Dios, y fue allí donde la voz de Dios se dividió en setenta, para hacer la unidad: "En el Sinaí la voz del Señor se dividió en setenta lenguas, para que todas las naciones pudieran comprender" 7. Así, también en el Pentecostés que relata san Lucas, la palabra de Dios, mediante los Apóstoles, se dirige a la humanidad para anunciar a todas las naciones, en su diversidad, «las maravillas de Dios» (Hch 2, 11). Si prestamos atención, veremos que aquí está el sentido más profundo del milagro de las lenguas… cada uno conserva la propia, pero todos convergen, en la expresión y en la comprensión, convergen en la misma Verdad, en el Espíritu de Verdad.
Dicho milagro manifiesta la realidad de la diversidad de los pueblos, que por virtud del Evangelio se compagina en armoniosa y fraterna unidad, en el sentido en que se refiere San Pablo en la carta a los Efesios: «Ustedes deben respetarse los unos a los otros con amor –escribe san Pablo- esforzándose por conservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz: un solo cuerpo y un solo Espíritu, como en una sola esperanza han sido llamados: uno es el Señor, una la fe, uno el bautismo, uno es Dios y Padre de todos» (Ef. 4, 2-6). Uno y todos; son los puntos centrales de esta la concepción espiritual traída por Pentecostés, para una manifestación social, mundial, de la humanidad «polarizada en Cristo».
¿Vemos el alcance real de todo esto?. ¡Cuánto para dejar transformar nuestras vidas!. Y, a la vez, qué distancia tan inmensa existe entre entenderlo conceptualmente, y dejarlo penetrar en el corazón. Pero, ¡aquí estamos, Señor!. Somos «uno y todos».
Y lo somos para celebrar Su Gloria: Laudate Dominum omnes Gentes!, ¡Alaben a Dios, todas las familias de los pueblos!. Para la felicidad de la humanidad, para una transformación de la sociedad en el Amor y para el camino hacia la vida eterna.
Con la ayuda de María
+Oscar Sarlinga
La «Comunidad Cenáculo» fue fundada en el mes de julio de 1983 gracias a la intuición de una mujer, sor Elvira Petrozzi, que quiso donar su propia vida en favor de los adictos y de los jóvenes descarriados y que han perdido el sentido de la vida.
La sede principal de
No se trata de una comunidad terapéutica, en el sentido corriente del término, sino que el concepto es una escuela de vida, que parte de la idea que el problema de la droga hunde sus raíces en la familia y en los vínculos del afecto del joven. En
Al finalizar la santa misa los jóvenes de
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