sábado, 27 de septiembre de 2014

Los ancianos con fe son como árboles que continúan dando fruto



Ciudad del Vaticano (AICA): Se celebró esta mañana, por primera vez, en la plaza de San Pedro, la Jornada de la tercera edad, organizada por el Pontificio Consejo de la Familia y llamada “La bendición de la larga vida”, reunión a ancianos y abuelos de más de 20 países que dieron testimonio de una vida plena, feliz y al servicio de los demás. Con la presencia del papa emérito Benedicto XVI, el papa Francisco les dijo que ¨la violencia a los ancianos es deshumana, como a los niños. Pero Dios no los abandona. Con su ayuda son y seguirán siendo memoria para su pueblo. Y también para nosotros, para la gran familia de la Iglesia. Gracias¨.
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Se celebró esta mañana, por primera vez, en la plaza de San Pedro, la Jornada de la tercera edad, organizada por el Pontificio Consejo de la Familia y llamada “La bendición de la larga vida”, reunión a ancianos y abuelos de más de 20 países que dieron testimonio de una vida plena, feliz y al servicio de los demás.

En una alegre jornada que contó con la presencia del papa emérito Benedicto XVI, y animada por música y canciones. Andrea Bocelli entonó la primera canción con su conocido tema “Con te partirò”.

El papa Francisco agradeció a todos por venir y especialmente agradeció la presencia de Benedicto XVI. "Yo dije muchas veces que me gusta mucho que él viva aquí en el Vaticano, porque era como tener el abuelo sabio en casa", afirmó Francisco.

A continuación, el Pontífice destacó el testimonio del matrimonio venido de Irak, de una ciudad cercana a Mosul. "A ellos, todos juntos decimos un gracias especial. Es muy lindo que estén hoy aquí y un don para la Iglesia. Nosotros les ofrecemos nuestra cercanía, nuestra oración y la ayuda concreta", expresó Francisco.

Además, añadió que "la violencia a los ancianos es deshumana, como a los niños. Pero Dios no los abandona. Está con ustedes. Con su ayuda son y siguen siendo memoria para su pueblo. Y también para nosotros, para la gran familia de la Iglesia. Gracias".

Estos hermanos -prosiguió el Papa- nos testimonian que también en las pruebas más difíciles, los ancianos que tienen fe son como árboles que continúan dando fruto. Y esto vale también en las situaciones más comunes, donde puede haber otras tentaciones, y otras formas de discriminación.

“La vejez, dijo el Santo Padre, de forma particular, es un tiempo de gracia en el que el Señor nos renueva su llamada, nos llama a custodiar y transmitir la fe. Nos llama a rezar, nos llama a interceder, nos llama a ser cercano a quien lo necesita". Y es que, precisó, "los abuelos tienen una capacidad para entender las situaciones más difíciles, una gran capacidad. ¡Y cuando rezan por estas situaciones, su oración es fuerte, es poderosa!".

De este modo recordó que "los abuelos, que recibieron la bendición de ver los hijos de los hijos, les es concedida una tarea grande: transmitir la experiencia de la vida, la historia de una familia, de una comunidad, de un pueblo; compartir con sencillez una sabiduría y la misma fe: ¡la herencia más preciosa!"

A propósito, el Papa mencionó los países donde la persecución religiosa fue cruel, donde "fueron los abuelos quienes llevaron a bautizar a los niños a escondidas, a darles su fe". Ellos, "salvaron la fe en esos países", afirmó.

Pero el anciano no siempre tiene una familia que lo acoge. Por esta razón, el Santo Padre pidió que las casas para los ancianos sean "verdaderamente casa y no prisiones". Así como deben ser "para los ancianos y no para los intereses de otros". Francisco advirtió que no "debe haber institutos donde los ancianos viven olvidados, como escondidos, descuidados". Las residencias de ancianos, precisó, deberían ser "pulmones" de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; "deberían ser santuarios de humanidad donde quien es viejo y débil es cuidado y custodiado como un hermano o una hermana mayor".

Otro aspecto sobre que el Santo Padre reflexionó en su discurso, fue sobre el abandono de los ancianos. Por eso advirtió sobre las veces que se "descartan a los ancianos con actitudes de abandono que son una verdadera y propia eutanasia escondida". Esto, explicó, "es el efecto de esa cultura del descarte que hace mucho mal al mundo". Así, "todos estamos llamados a contrarrestar esta venenosa cultura del descarte".

Como cristianos -concluyó el Papa- estamos llamados a imaginar, con fantasía y sabiduría, los caminos para afrontar este desafío. "Un pueblo que no custodia a los abuelos y no les trata bien es un pueblo que no tiene futuro", subrayó Francisco. Pero, también exhortó a los ancianos que "tienen la responsabilidad de mantener vivas estas raíces en ustedes mismos. Con la oración, la lectura del Evangelio, las obras de misericordia". Así -añadió- permanecemos como árboles vivos, que en la vejez no paran de dar fruto.

Finalmente, el Obispo de Roma afirmó que "una de las cosas más bellas de la vida de familia, de nuestra vida humana de familia, es acariciar un niño y dejarse acariciar por un abuelo o una abuela".

Para culminar la celebración, el Papa celebró la Santa Misa y el rezo mariano del Ángelus.+

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