lunes, 14 de abril de 2008

DOMINGO DEL BUEN PASTOR


MENSAJE PASTORAL DE MONS. OSCAR D. SARLINGA

EN EL DOMINGO DEL BUEN PASTOR

12 de abril de 2008

Hermanos y hermanas de esta diócesis de Zárate-Campana,

La Iglesia celebra hoy el Domingo del Buen Pastor, y la Jornada de Oración por las vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras. Sin excluir a nadie, les pido orar intensa y especialmente por los sacerdotes y por las vocaciones al Sacerdocio ministerial en nuestra porción del Pueblo de Dios.

Es el Señor el que llama a quienes Él quiere hacer «Pastores según su Corazón», pastores que conozcan a sus ovejas, como las ovejas los conocen. El mismo Jesús, Buen Pastor por excelencia, nos llama a cada uno de nosotros por nuestro nombre, no somos anónimos ni masificados para él, somos personas, con dignidad y valor eterno, ya como creaturas, ya como redimidos. Es por esto que Él se entregó por nosotros (Cf. Gal 2,20).

En el Cielo, seremos amados y amaremos como partícipes de la alegría infinita, de la felicidad sin límite, de la luz inextinguible que es el mismo Dios, semejantes a Él para siempre, porque lo veremos como Él es (cf 1 Jn 3,3). Mientras tanto, en nuestra peregrinación como Iglesia congregada y congregante, necesitamos de la Eucaristía, de la acción pastoral, de la vida de Fe, y en ello poseen una misión específica los Pastores del Pueblo de Dios, que amen y defiendan a quienes el Señor les ha encomendado, amándolos hasta dar la vida, sin huir, como el mercenario cuando llega el lobo. Y sin rehuir el «dar» y el «darse», por entero, a la única Causa que nos mueve, Jesús mismo, el mismo Reino de Dios que ha venido a nosotros y que nos impulsa a construir la «civilización del Amor». El Señor, en su Misericordia y su Justicia, con su mirada que todo lo penetra, verá la medida verdadera en que nos hemos entregado a la Causa del Evangelio, privilegiando a los «pobres de Yahveh» y a todos cuantos más lo necesitan.

El Pastor, por último, puesto que el bien es difusivo de sí mismo, experimenta el ardor porque la grey crezca y prospere en el Amor, porque muchos esperan escuchar la voz del Señor, y tantos todavía no la han sentido: “Tengo otras ovejas que no son de este rebaño –dice el Señor- (….) escucharán mi voz y serán un solo rebaño y un solo pastor” (Jn 10,16). Es el ansia misionera, que es propia de toda la Iglesia, de todos los estados de vida y de toda vocación cristiana. Por ese mismo motivo, un sacerdote no puede dejar de ser misionero. Y la misión, al mismo tiempo, le da renovado sentido a su vida y consagración.

Por esa razón, en nuestra declaración de hoy, al término de esta Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino, “(…) los obispos de la Argentina hemos dedicado con alegría un tiempo considerable para buscar caminos adecuados, que nos ayuden a aplicar las orientaciones pastorales surgidas del gozoso encuentro eclesial de Aparecida. Queremos renovar con todo el Pueblo de Dios el desafío de ser discípulos misioneros de Jesucristo, recordando que nadie puede ser apóstol y enviado si no recrea el encuentro con el Señor vivo y resucitado, y se convierte a él”.

Que se me conceda hoy, Domingo del Buen Pastor, el aplicar hoy de modo especial ese llamado a los sacerdotes, siendo que aquél lo es en sí es a todo el Pueblo de Dios. Así, agradezcamos la entrega generosa de todos, como lo expresamos en dicha declaración: “Valoramos el camino pastoral que realizan las Iglesias particulares con sus nuevos planes y proyectos. Por ello, agradecemos la entrega generosa de los sacerdotes y diáconos, nuestros principales colaboradores, de los consagrados y consagradas, de los agentes pastorales y de todas las comunidades cristianas. Con ustedes deseamos seguir abiertos al impulso del Espíritu, que nos viene de Aparecida, para renovar el entusiasmo de ser discípulos misioneros de Jesucristo”.

Queridos fieles de Jesucristo, queridos hermanos. Rezamos hoy en especial por las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada. Damos gracias por el crecimiento vocacional que el Señor nos ha dado en nuestra diócesis, desde su Corazón. Pero nuestra mies es inmensa, y necesitamos más obreros… Crecer en santidad y en entrega generosa será la clave del aumento, perseverancia y santificación de las vocaciones sacerdotales.

Rezamos hoy con renovado entusiasmo la oración por la patria, rezamos y nos disponemos a obrar, con energía, con alegría compartida, poniendo también nuestras mejores intenciones y fuerzas al servicio del bien común en la sociedad civil.

Como comunidad diocesana, la Fiesta de Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra diócesis, la celebraremos este año, el sábado 3 de mayo, en Santiago del Baradero, cuya parroquia matriz cumple 370 años. Hemos cumplido así con una de las primeras propuestas del consejo presbiteral y del consejo pastoral, habiendo celebrado la Fiesta patronal diocesana en la iglesia catedral de Santa Florentina (2006), en la Inmaculada Concepción de Maquinista Savio (2007) y en este 2008, en Santiago del Baradero. Todo ello cual signo de la unidad diocesana. Dios mediante, en 2009 será celebrada en la Natividad del Señor, de Belén de Escobar, precedida por la «misión joven», como hemos venido haciéndolo desde 2007.

Unidos al Papa Benedicto XVI, Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, en comunión con toda la Iglesia, queremos renovar en nuestra vida el ser discípulos y misioneros, para que nuestro pueblo, en Cristo, tenga vida, y la tenga en abundancia.

Bajo la mirada de María, en su advocación de Nuestra Señora de Luján, los bendice y ora por ustedes,

+Oscar Sarlinga

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