viernes, 25 de octubre de 2013

25 de octubre: los Santos Macabeos


Sitio arqueológico de San Justo y los SANTOS MACABEOS en Lyon, Francia.
La más antigua referencia cristiana a los Santos Macabeos,
de finales del siglo I y mitad del II

25 de octubre: Los Santos Macabeos. Siglo II a. C.

En la Sagrada Biblia hay dos libros llamados de Los Macabeos (palabra que significa: "fuerte contra el adversario"). Allí se narran las historias heroicas de quienes prefirieron perder todos sus bienes y hasta morir, con tal de defender la santa religión de Israel, del verdadero Dios. El Rey Antíoco Epíphanes hizo introducir el helenismo, la religión y las costumbres paganas en Israel, llegando incluso a profanar el templo.
Por otra parte, si bien en la época no estaban elaborados los conceptos de “libertad religiosa” y de “libertad de conciencia”, dicho helenismo fue forzado, con violación, por consiguiente de lo que hoy llamaríamos, como se ha dicho, libertad de conciencia y libertad religiosa.
En Occidente, la referencia más antigua que tiene que ver con los Macabeos es un lugar de culto y un hábitat antiquísimo, que la arqueología sacó a luz entre 1954 y 1976, en Lyon, Francia, que data de fines del siglo I, habiéndose desarrollado hasta la mitad del siglo II de nuestra era. Se trata del primitivo lugar de culto “de los Macabeos”, al cual, siglos más tarde y después de las persecuciones contra los cristianos, se le agregó el título de San Justo, Obispo, convirtiéndose así en la iglesia de San Justo y de los Macabeos, de Lyon.
En el libro 2o de los Macabeos, capítulo 7º, se narra la historia de los siete hermanos mártires, los cuales fueron cruelmente atormentados para hacerles renegar de la fe, pero prefirieron toda clase de tormentos con tal de permanecer fieles a los mandatos de Dios hasta la muerte. La siguiente es su historia, según la cuenta la S. Biblia:
Sucedió que siete hermanos israelitas fueron apresados, junto con su madre, y eran forzados por el rey a que renegaran de la santa religión verdadera. Fueron flagelados con azotes y fuetes de cuero, para que hicieran lo que la santa religión del Dios de Israel prohibe.
Uno de ellos decía al impío rey Antíoco que pretendía alejarlos de la religión de sus padres: -"¿Qué pretendes de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que desobedecer las leyes que Dios les dio a nuestros antepasados".
El rey lleno de rabia, mandó prender fuego debajo de sartenes y calderas, e hizo echar allí la lengua del que había hablado en nombre de los demás. Hizo que le arrancaran toda la piel de la cabeza, y que le cortaran las manos y los pies, en presencia de sus hermanos y de su madre. Cuando quedó completamente inutilizado, viendo que todavía respiraba, mandó el rey que lo echaran a un sartén que estaba sobre el fuego y allí lo tostaran. Aparte, mientras el humo de la sartén se difundía lejos, los demás hermanos, junto con su madre, se animaban mutuamente a morir con generosidad y decían:
"El Señor Dios cuida de todos nosotros y está presenciando lo que sucede. Siempre se cumplirá lo que prometió Moisés: Dios se compadece de sus amigos"

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