domingo, 14 de abril de 2013

III Domingo de Pascua: "(...) se les hicieron pocas las fuerzas para recoger la red, de tan grande que era la cantidad de peces"; "(...) después de esto, nuevamente Jesús se hizo presente a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberiades." (Jn. 21,1).

Encontrarnos con Jesús Resucitado
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EVANGELIO DEL III DOMINGO DE PASCUA

El relato del Evangelio del III Domingo de Pascua nos muestra que Jesús se hace presente cuando los discípulos viven una nueva experiencia de frustración: eran siete de sus amigos que después de pescar una noche entera no habían recogido nada. No es que sea fácil anunciar a Jesucristo; Su propuesta de vida, Su gracia, Su amor desconcertante, Su pasión y resurrección y también Sus interpelaciones. El Evangelio nos presenta una nueva manifestación de Cristo resucitado a sus discípulos. El Señor vivo y victorioso busca la manera de encontrarse con sus Apóstoles y discípulos en las varias situaciones de la vida que estos podrían enfrentar, dándoles la gracia y la fortaleza que necesitan en su misión.

Como vemos en el Evangelio, a los Apóstoles y los discípulos los invadió una gran alegría, eran tantos los peces y tendrían mucho que hacer ahora, pero uno de ellos, justo aquel a quien Jesús más quería, no se queda entretenido con los peces sino que pone atención en aquel que había dado la orden de lanzar las redes y lo reconoce: "Es el Señor!"

Este es otro gran peligro en nuestras vidas, Dios se hace presente en nuestra situación difícil, nos hace encontrar la solución que necesitamos, y después nosotros, de tan contentos ni nos acordamos de reconocer quién nos ayudó.

El discípulo amado sabía que sólo podría ser el maestro quien trasformara aquella noche de tanto trabajo inútil en un amanecer de satisfacción.

Creo que cada uno de nosotros en este domingo, estamos invitados a hacer una experiencia sencilla y discreta de Jesús resucitado, que se acerca a la orilla del lago de nuestras vidas, que conoce las dificultades y las frustraciones que pasamos, que aun así nos pide algo y que tiene una indicación precisa para darnos y así cambiar nuestra suerte.

Oh Jesús, ayúdanos a no desesperar cuando aun después de trabajar tanto, no conseguimos nada. Danos la fe de saber que en cualquier momento Tú legarás a la orilla de nuestra vida, para darnos una nueva indicación, como una bendición, que cambiará todo nuestro fracaso. Y cuando esto suceda, ayúdanos a reconocerte y gozar de Tu presencia.

El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.


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