lunes, 15 de junio de 2009

CORPUS CHRISTI en la diócesis de ZÁRATE-CAMPANA


La Fiesta del Corpus Christi fue celebrada en la diócesis en distintas parroquias, y de modo interparroquial en las ciudades de Campana, Zárate y Belén de Escobar.
En la ciudad de Campana, la celebración tuvo lugar el domingo 14, a las 10.30. Mons. Oscar D. Sarlinga estuvo presente, junto con el cura párroco de la Catedral, Pbro. Hugo Lovatto, el Rvdo P. Wilson Gomes párroco de la parroquia Ntra. Sra. del Carme, el P. Joaquin DJ, párroco de la parroquia Ntra. Sra. de Luján y de los Santos Apostoles Pedro y Pablo, y el Pbro. Nestor Villa y los vicarios de la catedral, los Pbros. Mauricio Aracena y Lucas Martínez.
Una gran cantidad de fieles laicos asistió a la celebración, en especial un grupo muy numeroso, entre ellos niños de la catequesis, venidos de la capilla San Martín de Porres. Luego de la Misa se realizo la procesión en las calles adyacentes al templo catedral de Santa Florentina.
En su homilía, Mons. Oscar Sarlinga dijo que si creemos, en el sentido más puro de la palabra, encontramos salvación, y el poder transformador de la fe, el poder de la Eucaristía será capaz de renovar verdaderamente el mundo y la Iglesia, a partir de la renovación de los corazones: el rencor, la acedia y el odio se desvanecerán, la violencia se transformará en energías de amor, y por lo tanto, la muerte en vida. La muerte ya ya sido vencida por la Resurrección gloriosa de Jesucristo –dijo-. Queda en nosotros los cristianos el recibir con fe y devoción los efectos inconmensurables de ese Amor; el odio, la envidia, la dispersión y el desinterés por el bien de los demás no pueden tener ya la última palabra. En cada acto del cristiano está presente la Resurrección. Este poder transformador, para retomar una expresión del Santo Padre Benedicto XVI, es como una «fisión nuclear llevada en lo más íntimo del ser», se trata de la victoria del amor sobre el odio, la victoria del amor sobre la muerte. Solamente esta íntima explosión del bien que vence al mal puede suscitar después la cadena de transformaciones que poco a poco cambiarán el mundo.
odos los demás cambios, al lado de esa fisión, son superficiales y carecen en sí de poder salvador. Por esto estamos aquí, por eso hablamos de «redención» y no simplemente de «energías espirituales», puesto que hemos recibido en lo más íntimo de nuestro ser la fuerza transformadora de la Redención de Cristo y podemos entrar en este magnífico dinamismo en y desde la fe, en y desde la aceptación de la Cruz Pascual. Jesús puede distribuir su Cuerpo, porqué se entrega realmente a sí mismo. Esta primera transformación fundamental de la violencia en amor, de la muerte en vida lleva consigo las demás transformaciones. Pan y vino se convierten en su Cuerpo y su Sangre. Llegados a este punto la transformación no puede detenerse, antes bien, es aquí donde debe comenzar plenamente. El Cuerpo y la Sangre de Cristo se nos dan para que a su vez nosotros mismos seamos transformados; este es el significado de la Fiesta del Corpus Christi. Nosotros mismos debemos llegar a ser Cuerpo de Cristo, sus consaguíneos. Todos comemos el único pan, y esto significa que entre nosotros llegamos a ser una sola cosa. La adoración, hemos dicho, llega a ser, de este modo, unión. Dios no solamente está frente a nosotros, como el Totalmente otro. Está dentro de nosotros, y nosotros estamos en Él. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propagarse a los demás y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la medida dominante del mundo. Yo encuentro una alusión muy bella a este nuevo paso que la Última Cena nos indica con la diferente acepción de la palabra «adoración» en griego y en latín. La palabra griega es "proskynesis".
Significa el gesto de sumisión, el reconocimiento de Dios como nuestra verdadera medida, cuya norma aceptamos seguir. Significa que la libertad no quiere decir gozar de la vida, considerarse absolutamente autónomo, sino orientarse según la medida de la verdad y del bien, para llegar a ser, de esta manera, nosotros mismos, verdaderos y buenos. Este gesto es necesario, aun cuando nuestra ansia de libertad se resiste, en un primer momento, a esta perspectiva. Hacerla completamente nuestra será posible solamente en el segundo paso que nos presenta la Última Cena. La palabra latina adoración es ad-oratio, que etimológicamente significa contacto boca a boca, abrazo y, por tanto, en resumen, "amor" en el sentido más puro. La sumisión se hace unión, porque aquel al cual nos sometemos es Amor. Así la sumisión adquiere sentido, porque no nos impone cosas extrañas, sino que nos libera desde lo más íntimo de nuestro ser.
En la ciudad de Zárate el Corpus Christi tuvo mucha partipación de fieles y fue celebrado con dignidad y devoción, habiendo sido presididas las celebraciones por Mons. Ariel Pérez, cura párroco de Nuestra Señora del Carmen. En Belén de Escobar, como es tradicional, se realizó la procesión del Corpus alrededor de la plaza frente a la iglesia co-catedral y fue presidida por el Pbro. Atilio Rosatte, cura párroco de la parroquia de la Natividad.

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