lunes, 29 de junio de 2009

ENCENDIMIENTO DE LA LLAMA VOTIVA DE LA FE JUNTO A LA IMAGEN DEL APÓSTOL SAN PABLO EN LA CLAUSURA DEL AÑO PAULINO.


Como había sido anunciado por el secretariado de comunicación institucional del Obispado y asimismo en la última edición de AICA, el Año Paulino Jubilar fue clausurado solemnemente el sábado 27 de junio, en horas vespertinas, en la iglesia de San José, llamada «de los peregrinos» en el predio del Movimiento de Schoenstatt, del partido de Escobar. Dicho acontecimiento, que en el inicio formaba parte de un díptico junto con la iglesia catedral de Santa Florentina, se convirtió en acto de cierre del mencionado Año, debido a que el encuentro diocesano en Campana, en el atrio y plaza, debió ser suspendido a causa del acto eleccionario nacional del día 29, razón por lo cual el Obispo solicitó a los curas párrocos que hicieran solemne acto de clausura en sus respectivas parroquias. En la iglesia catedral de Santa Florentina la solemne clausura la realizó el cura párroco, Pbro. Hugo Lovatto, en el templo.

La iglesia de San José, la tercera más amplia en la diócesis, se encontró repleta de fieles laicos. En una tarde fría, la calidez de compartir ese momento de fe y amor llenó los corazones. La procesión comenzó junto al "Santuario" de la Mater ter admirabilis, adonde concurrió la multitud de fieles y los concelebrantes, todos los cuales, luego, vinieron junto con el Obispo hasta el frente de la nueva Iglesia (consagrada el 29 de junio del pasado año) donde Mons. Oscar Sarlinga procedió a bendecir las dos nuevas estatuas de los Apóstoles Pedro y Pablo que ornan el frente del templo. La misa fue concelebrada por Mons. Edgardo Galuppo, Mons. Santiago Herrera, el P. el Obispo procedió a bendecir las dos nuevas estatuas de los Apóstoles Pedro y Pablo que ornan el frente de la Iglesia (que fue consagrada por el Obispo el 29 de junio del pasado año). La misa fue concelebrada por Mons. Edgardo Galuppo, Mons. Santiago Herrera, el P. (superior), el P. Benjamín Pereyra, se encontraban tambien Mons. Marcelo Monteagudo, el P. Claudio Carusso, el P. Superior, Juan Pablo Catoggio, el Asesor diocesano del Movimiento, Pbro. Benjamín Pereira, y los sacerdotes Nicolas Guidi, Claudio Caruso, Pablo Iriarte y Mauricio Aracena. Del movimiento de Schoenstatt se encontraban la Superiora Regional del Instituto Nuestra Señora de Schoenstatt: María Augusta Landgraf, y miembros del Instituto de las Hermanas de María. Asistió a la eucaristía el Seminario diocesano "San Pedro y San Pablo".

Antes de concluir la misa, el Obispo dejó encendida una llama votiva junto a la imagen de San Pablo, que es aquélla que fue hecha pintar al inicio del Año Paulino Jubilar, y que ha ido recorriendo los distintos eventos y celebraciones diocesanas, tales como celebraciones patronales, conferencias, actos ecuménicos, encuentros de diálogo interreligioso, así como las celebraciones de clausura de las misiones juveniles que se realizaron en las parroquias.
Luego de la celebración eucarística se tuvo un ágape fraterno y a continuación todos los concurrentes fueron invitados a escuchar un concierto del eximio pianista chileno eximio pianista chileno Felipe Browne.

En su homilía Mons. Sarlinga expresó que “el Año Paulino dejaba un entusiasmo espiritual a seguir caminando con Cristo, el Señor, con el mismo San Pablo, el Apóstol de las gentes, esto es, a caminar en el Espíritu y a mantener encendida la llama de la fe transformadora de los corazones y centro irradiador de la evangelización”.

Recordó también que, en la Apertura del Año Paulino, el Papa Benedicto XVI había subrayado “(…) cómo en la expresión paulina «todos ustedes son uno en Jesucristo» reside la verdad y la fuerza de la revolución cristiana, la revolución más profunda de la historia humana, que se experimenta en torno a la Eucaristía”

Mencionó también que uno de los frutos de este Año Jubilar debía ser la profundización de la «conversión pastoral» de la que habla el Documento de Aparecida, y que esta conversión espiritual “(…) comporta, por tanto, dejar de buscarse exclusivamente o principalmente a sí mismo, sino, en el decir del Apóstol, «revestirse de Cristo» y entregarse a Él, caminando en una «vida nueva» (Cf Rm 6, 3s)”. Acerca de la vida nueva, dijo que San Pablo, en Rm. 12,2 habla de «renovación», como en Ef. 4,23. Se refiere a un progreso interior, espiritual, típico de la dinámica bautismal.

Dijo también que, más allá de las cualidades de sus miembros, “la Iglesia es santa: «una, santa, católica y apostólica», siendo ésta una verdad primera de nuestra fe; y la Iglesia es santa porque, también en el decir de San Pablo, «Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla, purificándola con el baño del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa parecida, santa e inmaculada» (Ef 5,25-27)”.

El Obispo hizo alusión también a la reciente carta del Santo Padre (Carta de Su Santidad del 10 de marzo de 2009), en la que aludía al pasaje de la carta a los Gálatas (5,13-15), que el Papa relacionó con el momento actual, acerca de la visión cristiana de la libertad, de la plenitud de la ley y de la necesidad de la concordia: "No una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se concentra en esta frase: Amarás al prójimo como a ti mismo. Pero, atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente". Dijo también que el Santo Padre se había preguntado, en dicha carta: “¿Sorprende acaso que tampoco nosotros seamos mejores que los Gálatas? Que ¿quizás estemos amenazados por las mismas tentaciones? ¿Que debamos aprender nuevamente el justo uso de la libertad? ¿Y que una y otra vez debamos aprender la prioridad suprema: el amor?”, a partir de lo cual exhortó “a vivir en la concordia y en la responsabilidad, para trabajar juntos en la construcción de fundamentos morales y espirituales, porque Jesús nos trajo Vida, y Vida en abundancia”. “San Pablo, continuó, y con él, todo cristiano, contempla al Hijo de Dios como Aquel que murió por amor nuestro y también como Aquel que se hace efectivamente en su vida, tanto como en la nuestra: «vivo, pero ya no vivo yo, sino que «Cristo vive en mí» (Gal 2, 20)”.

domingo, 21 de junio de 2009

MENSAJE DEL OBISPO CON MOTIVO DEL INICIO DEL AÑO SACERDOTAL CONVOCADO POR EL SANTO PADRE

Queridos sacerdotes

Queridos hermanos y hermanas todos de esta diócesis de Zárate-CampanaEl lema señalado por el Papa para motivar a una vivencia profunda del sacerdote a lo largo de este tiempo es: “FIDELIDAD DE CRISTO, FIDELIDAD DEL SACERDOTE”. El día 19 de junio, celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Un servidor lo hará en la iglesia catedral de Santa Florentina, en Campana, junto con los sacerdotes de la misma catedral y del Obispado. Cada uno de los sacerdotes lo hará en sus respectivas parroquias, o en las iglesias adscriptas a sus respectivos movimientos o asociaciones de fieles. El Santo Cura de Ars, puesto como modelo de sacerdote por el Santo Padre, intercederá en todo momento por nosotros.

Para nuestra diócesis, a la que hemos consagrado solemnemente al Sagrado Corazón de Jesús el 9 de mayo próximo pasado, esta fiesta adquiere una relevancia especial, pues nos convoca como Iglesia particular, en unión con la Iglesia universal a vivir el infinito amor del Corazón del Hijo de Dios, que nos da a conocer plenamente al Padre, porque “Él (Jesucristo) con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa Resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la revelación y la confirma con testimonio divino”(1). Es la ocasión propicia para pedir a Dios, con gran confianza, con amor filial: «SEÑOR SANTO Y FIEL, DANOS LA GRACIA DE LA FIDELIDAD», porque todo lo bueno y santo lo tenemos de su gracia y de nuestra aceptación, a la manera como San Pablo nos dice: “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Cor. 15,10). Casi al término del Año Paulino Jubilar, con multitud de gracias recibidas, pedimos particularmente el don de vivir nuestro sacerdocio con alegría, renovada esperanza y espíritu evangelizador, siendo lo que somos, sacerdotes de Jesucristo.

I

EL SACERDOTE VIVE DEL CORAZÓN DE CRISTO

El Corazón de Cristo es signo del gran amor que Dios tiene por todos nosotros. Es fuente de conversión. Recibir «juntos» ese don, requiere de conversión porque la unidad no se da sin conversión de los corazones. Rogamos que, contemplando el Rostro de Cristo, sea para nosotros fuente de conversión pastoral, porque “(…) el corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron”(2).

Sin Corazón de Cristo no hay dinamismo evangelizador. El dinamismo de la evangelización se alimenta de la acogida del Evangelio como Palabra que salva, de la Presencia vivificadora de Jesucristo, en el Espíritu, de la Presencia y acción de su Cuerpo, que es la Iglesia. Aunque sea algo que ya sabemos, dejemos entrar en el corazón nuestro, todavía más que en nuestra mente, lo que significa: «Eucaristía, Fuente y Culmen». En nuestro Plan Pastoral así lo hemos asumido: “De todo ello, la EUCARISTÍA es la plenitud. El mismo Señor dijo: "Yo soy el pan de la Vida" (Jn 6, 35). Y Eucaristía dice relación estrecha con caridad, vida cristiana efectivamente vivida, en lo personal y como Iglesia. Nuestro Papa Benedicto XVI, en «Sacramentum caritatis», hizo esa relación fundamental (…) con (…) Deus caritas est". Por esto, la «Sacramentum caritatis», iluminadora para nosotros y nuestro Plan pastoral, posee (…) una visión en la cual "la celebración eucarística aparece aquí con toda su fuerza como fuente y culmen de la existencia eclesial"”(3).

No ignoramos el obrar de males y obscuridades en nuestro derredor (los cuales, quizá, algunas veces hagan triste acto de presencia también dentro de nosotros). Pero Dios que se hizo Hombre ha vencido todo mal, no hay obstáculo que se contraponga a su gracia, si somos dóciles a Él, que es el Señor. El Santo Padre nos lo afirma también: “A pesar del mal que hay en el mundo, conservan siempre su actualidad las palabras de Cristo a sus discípulos en el Cenáculo: "En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). La fe en el Maestro divino nos da la fuerza para mirar con confianza el futuro”(4).

La esperanza y la confianza no defraudan. Lejos de una mirada rutinaria que puede nublar nuestros ojos, lejos también de cierta desconsideración, que puede obnubilar, será la virtud de la humildad la que nos ayudará a ensanchar el corazón y la mente y nos moverá a hacer un «espacio profundo» dentro de nosotros mismos, a los fines de «recibir en la escucha» lo que el Espíritu nos dice, a través de quienes hacen sus veces, en la convocación de este providencial Año Sacerdotal. El Señor es fiel; si somos dóciles a Él, nada nos quitará la fuerza para mirar con confianza la realidad de nuestro ministerio y la sed de Dios de nuestro pueblo. El sacerdote vive del Corazón de Cristo. Se trata de purificar nuestro espíritu, en absoluto desde el miedo, sino desde el «temor de Dios», que es Don del Espíritu Santo, y desde el Don de la «piedad» en su sentido más pleno.

Temor de Dios, y piedad, ¡tan relacionados con la virtud teologal de la esperanza!.

II
SACERDOTE DE CRISTO PARA LA EUCARISTÍA EN UNA NUEVA PRIMAVERA

El Año Sacerdotal está llamado entonces a contribuir a la intensificación de la verdadera identidad sacerdotal y de los medios que la alimentan. Como lo hemos dicho, en la verdad y desde la humildad: “Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado” (Lc. 18, 14). El sacerdocio es un Don que hemos recibido, para darle gloria al Señor, por el bien de su Pueblo que es la Iglesia. San Pablo nos dice: “Qué tienes que no hayas recibido?” (2 Cor. 4,7).

En la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo queremos renovar el carisma recibido, el Don que Jesús nos entregó en el momento de su muerte: su Cuerpo y su Sangre, don entregado como pan de vida bajado del cielo: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo” (Jn. 6, 51).

La Iglesia hace la Eucaristía. La Eucaristía hace la Iglesia. Renovar y dar nuevas fuerzas a nuestro sentido eclesial será también una gracia. Más que «autorreferencia» se trata de profundizar en identidad y misión. La Eucaristía es el sacramento de la comunión cristiana; es el sacramento de la comunión, que realiza la unidad de cada uno de nosotros con Jesucristo, y, por tanto, obra el misterio de unidad entre nosotros, como comunidad participante del único Pan: “Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan”, nos dice San Pablo (1 Cor. 10,17). Como diócesis, venimos trabajando el valor de la comunión y de la misionariedad como ejes de nuestro caminar como Iglesia. Precisamente, qué don precioso sería comprender también vivencialmente que la Eucaristía es el sacramento de la comunión y de la misión, una Eucaristía celebrada y vivida, una Eucaristía que hace que nuestra vida sea transformada, en la justicia, paz y gozo en el Espíritu.


Hay situaciones muy difíciles, es cierto. E incluso, a veces, casi abrumadoras. Veamos esperanza. Si lo pedimos con confianza, el Señor nos dará una nueva primavera de la misión sacerdotal, y una nueva primavera pastoral. Como el amor es difusivo de sí mismo, será éste un Año para redescubrir la belleza y la importancia del sacerdocio y de cada sacerdote, y para rezar y trabajar sin descanso por el aumento, perseverancia y santificación de las vocaciones sacerdotales, como lo pide el Señor en el Evangelio: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha” (Mt. 9, 37-38). Ya hemos visto un resurgir de las vocaciones sacerdotales.

El Papa Benedicto XVI ha querido “(…) invitar particularmente a los sacerdotes, en este Año dedicado a ellos, a percibir la nueva primavera que el Espíritu está suscitando en nuestros días en la Iglesia, a la que los Movimientos eclesiales y las nuevas Comunidades han contribuido positivamente”(5).

III

TESTIMONIO EVANGÉLICO EN LA VIDA SACERDOTAL, UN SIGNO DE LOS TIEMPOS

En la actualidad, diría, cual signo de los tiempos, necesitamos que los sacerdotes, con su vida y obras, manifiesten ante el mundo un auténtico testimonio evangélico, como nos refiere el Papa, recordando las palabras de un predecesor suyo: “Pablo VI ha observado oportunamente: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio"”(6). El llamado lo recibieron los Doce de parte de Jesús para que estuvieran con Él (cf. Mc 3, 14), aprendieran de Él, bebieran de sus palabras y vieran sus obras y su testimonio. Fue después de ello cuando los mandó a predicar. La carta del Papa llama también a los sacerdotes en nuestros días a asimilar el "nuevo estilo de vida" que el Señor Jesús inauguró y que los Apóstoles hicieron suyo”(7). Es el centro irradiador del testimonio.

De dicho centro irradiador proviene la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea, en su misión en el culto divino, como evangelizador y dinamizador de la vida eclesial. Cual prolongación y «sacramento» de Jesucristo, el Buen Pastor, el sacerdote ha de vivir su misión desde su espiritualidad sacerdotal, basada ésta en la vida interior y del ejercicio de las virtudes sacerdotales, del sentir con la Iglesia y de la corresponsabilidad asumida en la caridad pastoral. Desde este centro de nuestra misión veremos con renovada luz el valor inmenso del celibato sacerdotal, como lo decimos también en nuestro Plan: “Reafirmamos en nuestro Proyecto pastoral nuestra convicción en el motivo central del celibato como la entrega a Cristo y con él a la Iglesia, y constituyendo al mismo tiempo una forma de caridad pastoral que se hace consagración total y testimonio escatológico ante los hombres, bases muy sólidas para vivirlo gozosamente en la plenitud, como valor positivo del amor” .

Fidelidad de Cristo. Fidelidad a Cristo. Fidelidad a la Iglesia. En la Biblia, fidelidad, amor y verdad se identifican.

Este Año sacerdotal es Año de bendición. Que sea verdaderamente nuestro asumido programa de vida. Con la ayuda de la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre de la Iglesia. Y la intercesión piadosa del Santo Cura de Ars.

+Oscar D. Sarlinga


18 de junio de 2009

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1.CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum, Nº 4.
2.CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, Nº 1432.
3.OBISPADO DE ZÁRATE-CAMPANA, «Plan Pastoral diocesano», en www.obzaratecampana.com.ar
4.BENEDICTO XVI, Carta del Papa Benedicto los sacerdotes, en http://www.aica.org/index2.php?pag=2009aniosacerdotal). En adelante, «Carta del Papa…»
5.BENEDICTO XVI, «Carta del Papa».
6.BENEDICTO XVI, «Carta del Papa».
7.Cf BENEDICTO XVI, «Carta del Papa…»
8.OBISPADO DE ZÁRATE-CAMPANA, «Plan Pastoral Diocesano», en www.obzaratecampana.com.ar

lunes, 15 de junio de 2009

CORPUS CHRISTI en la diócesis de ZÁRATE-CAMPANA


La Fiesta del Corpus Christi fue celebrada en la diócesis en distintas parroquias, y de modo interparroquial en las ciudades de Campana, Zárate y Belén de Escobar.
En la ciudad de Campana, la celebración tuvo lugar el domingo 14, a las 10.30. Mons. Oscar D. Sarlinga estuvo presente, junto con el cura párroco de la Catedral, Pbro. Hugo Lovatto, el Rvdo P. Wilson Gomes párroco de la parroquia Ntra. Sra. del Carme, el P. Joaquin DJ, párroco de la parroquia Ntra. Sra. de Luján y de los Santos Apostoles Pedro y Pablo, y el Pbro. Nestor Villa y los vicarios de la catedral, los Pbros. Mauricio Aracena y Lucas Martínez.
Una gran cantidad de fieles laicos asistió a la celebración, en especial un grupo muy numeroso, entre ellos niños de la catequesis, venidos de la capilla San Martín de Porres. Luego de la Misa se realizo la procesión en las calles adyacentes al templo catedral de Santa Florentina.
En su homilía, Mons. Oscar Sarlinga dijo que si creemos, en el sentido más puro de la palabra, encontramos salvación, y el poder transformador de la fe, el poder de la Eucaristía será capaz de renovar verdaderamente el mundo y la Iglesia, a partir de la renovación de los corazones: el rencor, la acedia y el odio se desvanecerán, la violencia se transformará en energías de amor, y por lo tanto, la muerte en vida. La muerte ya ya sido vencida por la Resurrección gloriosa de Jesucristo –dijo-. Queda en nosotros los cristianos el recibir con fe y devoción los efectos inconmensurables de ese Amor; el odio, la envidia, la dispersión y el desinterés por el bien de los demás no pueden tener ya la última palabra. En cada acto del cristiano está presente la Resurrección. Este poder transformador, para retomar una expresión del Santo Padre Benedicto XVI, es como una «fisión nuclear llevada en lo más íntimo del ser», se trata de la victoria del amor sobre el odio, la victoria del amor sobre la muerte. Solamente esta íntima explosión del bien que vence al mal puede suscitar después la cadena de transformaciones que poco a poco cambiarán el mundo.
odos los demás cambios, al lado de esa fisión, son superficiales y carecen en sí de poder salvador. Por esto estamos aquí, por eso hablamos de «redención» y no simplemente de «energías espirituales», puesto que hemos recibido en lo más íntimo de nuestro ser la fuerza transformadora de la Redención de Cristo y podemos entrar en este magnífico dinamismo en y desde la fe, en y desde la aceptación de la Cruz Pascual. Jesús puede distribuir su Cuerpo, porqué se entrega realmente a sí mismo. Esta primera transformación fundamental de la violencia en amor, de la muerte en vida lleva consigo las demás transformaciones. Pan y vino se convierten en su Cuerpo y su Sangre. Llegados a este punto la transformación no puede detenerse, antes bien, es aquí donde debe comenzar plenamente. El Cuerpo y la Sangre de Cristo se nos dan para que a su vez nosotros mismos seamos transformados; este es el significado de la Fiesta del Corpus Christi. Nosotros mismos debemos llegar a ser Cuerpo de Cristo, sus consaguíneos. Todos comemos el único pan, y esto significa que entre nosotros llegamos a ser una sola cosa. La adoración, hemos dicho, llega a ser, de este modo, unión. Dios no solamente está frente a nosotros, como el Totalmente otro. Está dentro de nosotros, y nosotros estamos en Él. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propagarse a los demás y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la medida dominante del mundo. Yo encuentro una alusión muy bella a este nuevo paso que la Última Cena nos indica con la diferente acepción de la palabra «adoración» en griego y en latín. La palabra griega es "proskynesis".
Significa el gesto de sumisión, el reconocimiento de Dios como nuestra verdadera medida, cuya norma aceptamos seguir. Significa que la libertad no quiere decir gozar de la vida, considerarse absolutamente autónomo, sino orientarse según la medida de la verdad y del bien, para llegar a ser, de esta manera, nosotros mismos, verdaderos y buenos. Este gesto es necesario, aun cuando nuestra ansia de libertad se resiste, en un primer momento, a esta perspectiva. Hacerla completamente nuestra será posible solamente en el segundo paso que nos presenta la Última Cena. La palabra latina adoración es ad-oratio, que etimológicamente significa contacto boca a boca, abrazo y, por tanto, en resumen, "amor" en el sentido más puro. La sumisión se hace unión, porque aquel al cual nos sometemos es Amor. Así la sumisión adquiere sentido, porque no nos impone cosas extrañas, sino que nos libera desde lo más íntimo de nuestro ser.
En la ciudad de Zárate el Corpus Christi tuvo mucha partipación de fieles y fue celebrado con dignidad y devoción, habiendo sido presididas las celebraciones por Mons. Ariel Pérez, cura párroco de Nuestra Señora del Carmen. En Belén de Escobar, como es tradicional, se realizó la procesión del Corpus alrededor de la plaza frente a la iglesia co-catedral y fue presidida por el Pbro. Atilio Rosatte, cura párroco de la parroquia de la Natividad.

viernes, 12 de junio de 2009

FIESTAS PATRONALES DE SAN ANTONIO DE ARECO, EN LA FESTIVIDAD DE SAN ANTONIO DE PADUA


FIESTAS PATRONALES DE SAN ANTONIO DE ARECO, EN LA FESTIVIDAD DE SAN ANTONIO DE PADUA

(sábado 13 de junio)

-El día domingo 14 se celebrarán las patronales del pueblo de Duggan-

La tradicional ciudad de San Antonio de Areco, perteneciente a nuestra diócesis de Zárate-Campana celebra una vez más sus Fiestas Patronales. El sábado 13 de junio el Sr. Obispo Mons. Oscar Sarlinga asiste a las fiestas patronales de San Antonio de Areco, en honor del santo patrono, San Antonio de Padua.

La iglesia matriz, de espléndido estilo neo-clásico y monumento nacional, pertenece al Obispado de Zárate-Campana y la parroquia está confiada a los Padres Palotinos (Sociedad del Apostolado Católico), por acuerdo de 6 años. El actual cura párroco (quien ejerce su misión desde 2003) es el P. Santiago Whelan, S.A.C.

Dentro de los festejos patronales destaca, por la tarde, un importante «encuentro coral», a saber: * Coro St. Gregory´s College (de Vicente López, cuyo Director es Diego Sarquis), el * Coro de Madres del Río de la Plata (de Buenos Aires, cuya Directora es Vicky Paz), el * Coro de la Catedral de San Isidro y el Coro del Club Náutico de San Isidro (cuyo Director es Gustavo Felice). Estos 2 últimos coros de la ciudad de San Isidro, se unirán para interpretar la Misa Criolla (de Ariel Ramírez) en versión completa, con músicos y solistas vocales invitados.


EL SANTO PATRONO

San Antonio nació en Lisboa (Portugal) en 1195. A los 27 años se hizo franciscano y tomó el nombre de Antonio, en recuerdo de San Antonio Abad. Fue a evangelizar al Africa pero el clima y el trabajo lo enfermaron. Se embarcó para España pero una tempestad lo llevó a Italia. Allí y en Francia predicó previniendo a la gente para que no se dejara engañar por los herejes albigenses.

Fijó su residencia en Padua, ciudad universitaria. Allí consiguió los mejores frutos de sus sermones y adquirió una fama inmensa. León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo", porque su imagen y su devoción se encuentran por todas partes.

Fue un evangelizador incansable. Repetía que el gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree. Los favores que consigue son inmensos. Es más amado e invocado por el pueblo humilde que ve en él un protector de los pobres y necesitados.

Murió el 13 de junio de 1231, a los 35 años.

La ciudad de Padua ha conservado sus restos con enorme devoción durante más de siete siglos, construyéndole una bellísima basílica. Dios quiso glorificar su sepulcro obrando allí infinidad de milagros. El Papa Gregorio XI lo declaró santo al año de muerto. Pío XII lo declaró "Doctor Evangélico".

PROGRAMACIÓN DE LAS FIESTAS PATRONALES (Iglesia Católica) Y FIESTA DE LA CIUDAD (organizada por el Municipio)

P r o g r a m a c i ó n Plaza Ruiz de Arellano
9:30 – Izamiento de la Bandera Nacional –
Homenaje y ofrenda floral en la placa a los primeros vecinos.

10:00 - Procesión con la imagen de San Antonio de Padua, presidida por el Sr. Obispo con la participación de los sacerdotes de la ciudad.

Iglesia de San Antonio 10:30 - Misa en Acción de Gracias a San Antonio de Padua, presidida por el Sr. Obispo, concelebrada por el cura párroco, P. Santiago Whelan y sacerdotes de la ciudad, contando con la asistencia del Coral San Antonio.

Plaza Ruiz de Arellano 11:30 - Inauguración Festejos Patronales, recorrida a la plaza, inauguración de la kermessey presentación de la exposición de artesanos.

12:00 - Apertura de las cantinas de las escuelas Nº 1, Nº 4, Nº 5 y Jardín de Infantes El Duende Azul.

12:40 - Presentación de danzas tradicionales con la Escuela Municipal de Danzas “R. Güiraldes”.

13:30 - Música en la rotonda de la plaza 14:15 - Simultánea de Ajedrez en el atrio de la Iglesia. - Exposición plástica por la Escuela de Bellas Artes y Taller municipal de artes plásticas en la plaza.

15:00 - Presentación de Usos y costumbres. - Encuentro literario con la Asociación de Escritores de San Antonio de Areco.

15:30 - Búsqueda del Tesoro. 15:45 – Músicos. Encuentro coral –tres agrupaciones-
17:30 - Música en la rotonda de la plaza
18:15 - Banda musical. 19:00 - Fuegos Artificiales

Domingo 14 - desde las 9:30 hs.

Ruta Nac. Nº 8, ramal Pilar, Km. 129, San Antonio de Areco 10ª Fiesta Patronal de Duggan Declarada de Interés Turístico Provincial. Duggan, “Pueblo de labradores” se prepara para recibir a los participantes con una gran celebración en homenaje a su Santo Patrono, y fiestas camperas.

martes, 9 de junio de 2009

EFUSIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA DIÓCESIS DESDE LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS HASTA LA SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

En la solemnidad de Pentecostés la diócesis tuvo el gozo de la celebración del sacramento de la confirmación en la parroquia de Nuestra Señora de las Gracias (Pilar) y en la Comunidad del Cenáculo (Parque Sakura, partido de Exaltación de la Cruz). Ambas dos celebraciones, presididas por el Sr. Obispo, contaron con la presencia de gran cantidad de fieles, y en el caso de la parroquia de las Gracias, con la presencia y animación de su cura párroco, Pbro. Fernando Crevatin, y de los laicos y laicas que están preparándose para la conformación del consejo pastoral (con los cuales el Sr. Obispo mantuvo un diálogo muy animado al terminar la celebración, junto con el P. Crevatin). En el Cenáculo hubo fiesta (es como "la fiesta patronal" de la comunidad), con una serie de actividades durante el día, que culminaron con la misa presidida por Mons. Sarlinga, con participación de numerosos sacerdotes, de cerca de 400 fieles laicos, durante la cual se administró el sacramento de la confirmación.

Hubo celebración de confirmaciones asimismo en San Antonio de Areco el día Domingo 31 de Mayo por la tarde, presididas por Mons. Santiago Herrera, pro-vicario general, y en Capilla del Señor una semana después, el Sábado 6 de Junio también por la tarde, presididas por Mons. Edgaro Galuppo, vicario general.
El sábado en las vísperas de la solemnidad de la Santísima Trinidad, el Sr. Obispo fue a la parroquia de la Beata Teresa de Calcutta, donde el cura párroco, Pbro. Eduardo Carrozo, las catequistas y laicos comprometidos habían preparado una estupenda ceremonia, en la cual fueron confirmados 30 jóvenes de la comunidad parroquial. La celebración estuvo precedida por un encuentro fraterno durante la tarde, fue festiva y manifestó el intenso trabajo pastoral de la comunidad parroquial, guiada por su pastor.

Han sido acontecimientos de gracia en nuestra diócesis. En Pentecostés viene el Espíritu Santo y nace la Iglesia. La Iglesia es la comunidad de los que han «nacido de lo alto», "de agua y Espíritu", como dice el evangelio de san Juan (cf. Jn 3, 3. 5). La comunidad cristiana no es, ante todo, el resultado de la libre decisión de los creyentes; en su origen está primariamente la iniciativa gratuita del amor de Dios, que otorga el don del Espíritu Santo. La adhesión de la fe a este don de amor es «respuesta» a la gracia, y la misma adhesión es suscitada por la gracia. Así pues, entre el Espíritu Santo y la Iglesia existe un vínculo profundo e insoluble. A este respecto, dice san Ireneo: «Donde está la Iglesia, ahí está también el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu del Señor, ahí está la Iglesia y toda gracia» (Adv. haer., III, 24, 1). Se comprende, entonces, la atrevida expresión de san Agustín: «Poseemos el Espíritu Santo, si amamos a la Iglesia» (In Io., 32, 8).

El relato del acontecimiento de Pentecostés subraya que la Iglesia nace universal: éste es el sentido de la lista de los pueblos —partos, medos, elamitas... (cf. Hch 2, 9-11)— que escuchan el primer anuncio hecho por Pedro. El Espíritu Santo es donado a todos los hombres, de cualquier raza y nación, y realiza en ellos la nueva unidad del Cuerpo místico de Cristo. San Juan Crisóstomo pone de relieve la comunión llevada a cabo por el Espíritu Santo, con este ejemplo concreto: «Quien vive en Roma sabe que los habitantes de la India son sus miembros» (In Io., 65, 1: PG 59, 361).

Del hecho de que el Espíritu Santo es «la nueva alianza» deriva que la obra de la tercera Persona de la santísima Trinidad consiste en hacer presente al Señor resucitado y con él a Dios Padre. En efecto, el Espíritu realiza su acción salvífica haciendo inmediata la presencia de Dios. En esto consiste la alianza nueva y eterna: Dios ya se ha puesto al alcance de cada uno de nosotros. En cierto sentido, cada uno, «del más chico al más grande» (Jr 31, 34), goza del conocimiento directo del Señor, como leemos en la primera carta de san Juan: «en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas —y es verdadera y no mentirosa— según os enseñó, permaneced en él» (1 Jn 2, 27). Así se cumple la promesa que hizo Jesús a sus discípulos durante la última cena: «El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Jn 14, 26).