lunes, 21 de mayo de 2012

Mensaje de Mons. Sarlinga para la Jornada de Comunicaciones Sociales

Transmitido en la eucaristía en el Santuario de Schoenstatt, Belén de Escobar, con motivo de la coronación de la sagrada imagen de María, Mater ter admirabilis.
 

Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales

Mensaje de Mons. Oscar Sarlinga

en la Ascensión de Jesucristo a los Cielos

Hoy día es conocida la valoración de la Iglesia por los medios sociales de comunicación; no siempre, sin embargo, los miembros de la Iglesia, como Familia de Dios, hacemos un uso profundizado, irradiante y evangelizador de aquéllos. En especial hoy día, cuando muchos contamos con diversos sitios, aplicaciones y redes sociales. El Santo Padre Benedicto XVI atrae nuestra atención en su mensaje a ver cómo éstos “(…) pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios”[1].
Es claro: transmisión de ideas, pensamientos, sentimientos, e imágenes generadoras de todo ello, son un modo estupendo de comunicación humana; ahora se nos llama también a profundizar más aún, a encontrar espacios de silencio como ocasión de meditar, y de compartir la Palabra del Señor a través de esos medios, para a la evangelización, y a civilizar, en sentido de la civilización del Amor. Ya se hace, sólo que se nos llama “a más”. Ayudaremos así al sentido de familia, a ser “una sola familia” (a este “valor”, ¿lo valoramos lo suficiente?) pues "Dios (...) ha querido que todos los hombres constituyan una sola familia y se traten mutuamente como hermanos. Todos, en efecto, han sido creados a imagen de Dios (...) y todos están llamados a una sola e idéntica meta que es Dios mismo"[2].
 En tanto “Jornada Mundial”, la primera se celebró el domingo 7 de mayo de 1967, pero “el comunicar” en sentido más puro venía como ínsito en Pentecostés, para el empeño de la misión eclesial[3]. En y por los Apóstoles, antes de ascender al Cielo dijo a los cristianos de todos los tiempos: “Ustedes serán mis testigos hasta los confines de la tierra” (Cf Hch 1,8). Pese a ser hombres "sin instrucción ni cultura" (Hch 4,13), los primeros testigos respondieron generosamente, y “comunicaron” la Buena Noticia, con Amor y en solidaridad, derribando muros de enemistad que separaban a los pueblos, y reconciliándolos con Dios (cf. Ef 2, 14), con la fuerza del Espíritu de caridad.
Y ahora les propongo una valoración de lo que podría ser “un signo” de estos tiempos. En este tiempo en que surge con mayor fuerza que nunca antes la cuestión de los medios de comunicación social, cuya importancia crece hasta el punto de estar casi “omnipresentes”, en un sentido, en la cultura moderna, podemos ver que las imágenes, palabras, sobreabundan muchas veces sin el necesario discernimiento a la luz de las virtudes y los valores trascendentes. Que abunden en verdad, bondad, en poder sanante, en información adecuada, en proponer soluciones a una justicia tan largamente esperada; que abunden en unir por causas justas y en creación de lazos de solidaridad.
Es el humanismo cristiano, trascendente, integral y solidario el que puede signar con sello de verdad a los medios sociales. Nosotros, por lo menos, no disponemos de grandes medios ni de tecnologías. Pero en tanto cristianos, nos podemos plantear si el uso de aquellos medios “que están a nuestro alcance”, por lo menos, lo hacemos o no con un sentido pleno de evangelización, de promoción de la unidad, la fraternidad, promoción del respeto comprensivo, del diálogo franco y sincero… Este aspecto forma parte integrante de la misión nuestra como “miembros de la Iglesia”, y podría ser hoy la ocasión para que valoremos desde lo ético cómo lo hacemos, pero también que procuremos valorarlo desde lo religioso, desde una evaluación acerca de nuestra apertura a lo genuinamente profético, en comunión eclesial, siendo conscientes de que la Iglesia, no conocerá descanso “(…) hasta que realice visiblemente esa unidad, entre sus hijos de cualquier lengua, de cualquier nación, de cualquier medio Al hacer esto, tiene conciencia de ser un signo profético de unidad y de paz para el mundo entero (cf. Is 11, 12)"[4].
Valorar, dijimos, y principalmente, desde el silencio de la oración. En el mensaje de este año que hemos citado, Benedicto XVI señala que “allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial”. Es importante crear un ambiente propicio, “casi una especie de ‘ecosistema’ que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos”.  Por esto decíamos que el Santo Padre llamó a “considerar con interés los diversos sitios, aplicaciones y redes sociales que pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios”. “De esta contemplación nace con toda su fuerza interior la urgencia de la misión”[5].
En esa sintonía, vemos que desde la comunión con Dios colaboramos con el futuro mismo del hombre, "hacia el cual todo está orientado en la tierra, como a su centro y su cima"[6], porque es “imagen” de Dios, hacia el cual todo está orientado, por eso los primeros discípulos comunicaron a Jesús muerto y resucitado, al Espíritu enviado: “Lo primero y más importante es que los discípulos anunciaron a Cristo como respuesta al mandato que él les había dado”[7].
Y hoy estamos invitados a comunicar, con renovada fuerza, la fe, la esperanza, la caridad. También la solidaridad, que es como la dimensión social de la virtud de la caridad, la solidaridad real que nos sitúa a todos, los unos con los otros, los unos para los otros, en la búsqueda del bien común dela gran comunidad de los hombres[8] No podría omitir en este día la importancia de la comunicación, para todos nosotros, y desde todos nosotros, de la colecta solidaria nacional, la de Caritas, que este año 2012 se realizará el sábado 9 y el domingo 10 de junio bajo el lema: Pobreza Cero. Vida digna para todos. Ayudaremos todos con nuestra contribución, seguramente lo habíamos previsto; ayudemos todavía más con su comunicación y difusión, en aras de condiciones de vida acordes a la dignidad que tenemos las mujeres y los hombres como imagen de Dios.
Un mayor fortalecimiento del apostolado, hacia eso vamos. Esta Jornada nació a raíz del Decreto “Inter Mirifica” del Concilio Ecuménico Vaticano II, promulgado el 4 de diciembre de 1963 por el Santo Padre Pablo VI, que estableció, en el n. 18: “Para mayor fortalecimiento del apostolado multiforme de la Iglesia sobre los medios de comunicación social, debe celebrarse cada año en todas las diócesis del orbe.[9].
En vistas de este mayor fortalecimiento que nos pidió el Concilio, sepamos valorar, calibrar, diría, este signo de los tiempos: el surgimiento de la sociedad de la información es una verdadera revolución cultural, que transforma a los medios en "el primer Areópago de nuestra época"[10]. Sepamos, queramos, integrarlos a la misión evangelizadora. A la integración y no a levantar muros de división, odio o materialismo; sepamos, queramos, en la humildad y pobreza de nuestros medios de comunicación terrenos, hacer vehiculizar a través de los medios de comunicación contemporáneos, la mayor riqueza: la Palabra y el Amor que mueven al universo.
Con la ayuda de María la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, en la solemnidad de la Ascensión de Jesucristo a los cielos

+Oscar, Obispo de Zárate-Campana
19 de mayo de 2012


Notas
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[1] BENEDICTO XVI, Mensaje para la Jornada mundial de las Comunicaciones sociales 2012
[2] CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et Spes, n. 24, § 1.
[3] Cf CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 24 (“para el empeño de esta misión, Cristo Señor prometió a sus Apóstoles el Espíritu Santo, a quien envió de hecho el día de Pentecostés desde el cielo para que, confortados por su virtud, fuesen sus testigos hasta los confines de la tierra ante las gentes, pueblos y reyes”).
[4] PABLO VI, Discurso a la Organización Internacional del Trabajo, Ginebra, 10 de junio de 1969, n. 21 en AAS, t. LXI [1969], p. 500).
[5] BENEDICTO XVI, Mensaje para la Jornada mundial de las Comunicaciones sociales 2012.
[6] CONC. ECUM. VAT. II, Const. past. Gaudium et Spes, n. 12.
[7] JUAN PABLO II, Mensaje de Su Santidad para la XXXIV Jornada Mundial para las Comunicaciones Sociales «Anunciar a Cristo en los Medios de Comunicación Social al alba del Tercer Milenio»24 de enero del 2000 .
[8] Cf PABLO VI, Alocución a la Asamblea General de la ONU en Nueva York, 4 de octubre de 1965, en AAS, t. LVII [1965], p. 879/884).
[9] CONC. ECUM. VAT. II, Decreto Inter Mirifica,  n. 18: (“Para mayor fortalecimiento del apostolado multiforme de la Iglesia sobre los medios de comunicación social, debe celebrarse cada año en todas las diócesis del orbe, a juicio de los obispos, una jornada en la que se ilustre a los fieles sobre sus deberes en esta materia, se les invite a orar por esta causa y a aportar una limosna para este fin, que será empleada íntegramente para sostener y fomentar, según las necesidades del orbe católico, las instituciones e iniciativas promovidas por la Iglesia en este campo”.)
[10]  JUAN PABLO II, Enc. Redemptoris Missio, n. 37.

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