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Padrenuestro.net
Aica.org
La diócesis se halla toda entera consagrada al Sagrado Corazón de Jesús desde el 9 de mayo de 2009 (véase el tema en: http://www.aica.org/)
Nuestra diócesis tiene como Patrona a la Santísima Virgen en su advocación de Nuestra Señora de Luján. Copatrono es San José, cuya imagen (bicentenaria) fue entronizada recientemente en la iglesia catedral de Santa Florentina (donde se encuentra el célebre mural de Raúl Soldi: "Santa Florentina, florece como un lirio").
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La diócesis se halla toda entera consagrada al Sagrado Corazón de Jesús desde el 9 de mayo de 2009 (véase el tema en: http://www.aica.org/)
Nuestra diócesis tiene como Patrona a la Santísima Virgen en su advocación de Nuestra Señora de Luján. Copatrono es San José, cuya imagen (bicentenaria) fue entronizada recientemente en la iglesia catedral de Santa Florentina (donde se encuentra el célebre mural de Raúl Soldi: "Santa Florentina, florece como un lirio").
Nos enorgullece tener en nuestra diócesis templos insignes como son San Antonio de Padua, de San Antonio de Areco (donde se celebró bajo el lema: "San Antonio de Areco, Madre de ciudades", el inicio del Bicentenario de la Nación Argentina) y asimismo Nuestra Señora del Pilar (Pilar), Nuestra Señora del Carmen (Zárate), Santiago Apóstol (Baradero, la jurisdicción parroquial más antigua de la provincia de Buenos Aires, habiendo sido "parroquia de indios"), la Exaltación de la Santa Cruz (en el partido homónimo) y la misma iglesia co-catedral de la Natividad del Señor, en Belén de Escobar.
Estamos muy contentos con el camino recorrido desde la creación de la diócesis, lo cual, como toda dimensión humana, tiene luces y sombras pero en la cual la obra de la Gracia se ha manifestado, en la comunión eclesial, en el estado permanente de misión, en los gestos misionales (en especial de parte de la juventud misionera) y en la dimensión misional de toda la pastoral, en la Liturgia, en la catequesis (de la cual los encuentros y congresos catequísticos han sido signo), en la Caritas y la atención a los más necesitados, en Justicia y Paz, en la educación católica (y la dinamización de las escuelas del Obispado)en las vocaciones diversas y complementarias a la vida cristiana, sin dejar de mencionar el aumento y perseverancia de las vocaciones sacerdotales, que ha llevado a la reapertura del Seminario “San Pedro y San Pablo” y a la Escuela de Ministerios. Por supuesto que siempre hace falta “más” (en el decir de San Ignacio de Loyola), más, pero siempre dando gracias al Señor por todos los beneficios concedidos, y con la humildad de saber que es Él quien da el crecimiento, si somos fieles a su don de Amor.
Desde la perspectiva geográfica y geopolítica se halla ubicada, como sabemos, en el llamado “corredor Norte” de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, pertenecen a ella los partidos o circunscripciones civiles que jalonan el “ramal Escobar-Campana-Zárate” (a Rosario) de la Autopista Panamericana, a saber: Escobar, Campana, Zárate y Baradero, y los partidos o circunscripciones que jalonan el ramal “Pilar” de la citada Autopista, a saber, el mismo Pilar (parte de Del Viso y Tortuguitas pertenecen a Zárate-Campana, la mayor parte a la diócesis de San Miguel), Exaltación de la Cruz y San Antonio de Areco. Varios de los “partidos” cuentan en su interior con diversas “ciudades” declaradas tales legalmente.
El primer Obispo diocesano fue Mons. Alfredo Mario Espósito Castro, claretiano, elegido obispo por el Papa Pablo VI el 21 de Abril, quien recibió su consagración episcopal (de manos del Sr. Nuncio Apostólico Pío Laghi) en la iglesia de Santa Florentina y tomó posesión ese mismo día de la flamante sede episcopal, el 4 de julio de 1976. Al punto que se hizo costumbre que durante años se celebrara “el aniversario de la diócesis” más que el día de su creación por parte del Pontífice, el día de la consagración del primer Obispo y su toma de posesión. Mons. Alfredo Esposito Castro, fundador del Seminario “San Pedro y San Pablo” dimitió en 1991 a la cura pastoral de la diócesis por razones serias de salud; luego de diversos destinos, fue acogido en la clínica San Camilo, donde fue cuidado y atendido y allí falleció el 1ro. de enero de 2010, habiendo sido celebrada la misa de cuerpo presente en la iglesia catedral de Santa Florentina el día 2, y allí, en la renovada iglesia criptal, en el área tumbal que se creara a tales efectos, espera la resurrección de los muertos, junto al altar del Sagrado Corazón de Jesús.
El segundo Obispo fue Mons. Rafael Eleuterio Rey, quien siendo obispo auxiliar de Mendoza, fue trasladado por el Papa Juan Pablo II a la diócesis el 18 de abril de 1992, donde estuvo a cargo durante catorce años. En febrero de 2006 presento su renuncia a la diócesis por razones de salud, el papa Benedicto XVI se la aceptó el 3 de febrero del mismo año, y ese día nombró al nuestro actual Obispo, Mons. Oscar Sarlinga.
En la tarde del sábado 18 de febrero, en el curso de una celebración eucarística que tuvo lugar en la Catedral Santa Florentina, nuestro Obispo Oscar fue puesto en posesión de la diócesis. Recordamos que en sus palabras alusivas, al término de la ceremonia de toma de posesión, Mons. Oscar quiso referirse a "la continua ‘novedad’ del cristianismo", que radica en ser "acontecimiento de la salvación, que renueva interiormente en Cristo a la humanidad, transformando al ser humano desde su ‘ser interior’ más profundo: el ‘corazón’, entendido éste en sentido bíblico", para lo cual intenté precisar que “para ver esa salvación actuante, para ver al Cristo viviente, es preciso el don de la fe, los ‘ojos de la fe’", siendo esta misma fe la "puerta", pues "siendo ella misma un don de Dios, es ‘puerta’ de las virtudes, de los dones del Espíritu y de las gracias, también de la gracia de la sanación, en especial de la sanación espiritual, tan fundamental", nos dijo entonces. En cierto sentido, y sin quererlo, fue como urograma”.
Expresó también que "todo plan de vida cristiana y también todo proyecto pastoral y evangelizador han de partir de la contemplación del rostro de Jesús y de la conversión del corazón, para así obrar una misión evangelizadora que llegue a todos sin excepción, preferencialmente a la ‘oveja perdida’ de la que habla el Evangelio", refiriéndose, según dijo, "a una acción evangelizadora que trasunte amor por la Verdad, inmenso afecto por todos los seres humanos, con apertura, respeto y convicción espiritual".
(Para quien desee rememorar esas palabras, véase, en todo caso, el link en http://www.aica.org/)
Nuestro Plan Pastoral diocesano hace referencia a un “caminar juntos en Cristo” y parte de la consideración de la celebración del trigésimo aniversario de la diócesis, con oportunidad de la fiesta patronal del 8 de mayo de 2006: “(…) hemos iniciado un renovado caminar juntos, en pos de la nueva evangelización, nueva en su ardor, nueva en sus métodos y modos de expresión, como lo dijera el Papa Juan Pablo II.Después del Gran Jubileo por el que entramos en el IIIer. Milenio, como Iglesia particular queremos afianzar su herencia, puesto nuestro corazón en Jesucristo, el que hace nuevas todas las cosas (a cuyo Corazón hemos consagrado la diócesis el 9 de mayo de 2009 en la iglesia co-catedral de Belén de Escobar). En ese «sentir con la Iglesia» es comprendido este Plan Pastoral, conscientes de la esencial necesidad, sobre todo, de vivir más y mejor el Evangelio de Jesucristo, como nos refiere el Papa Benedicto XVI: "Ahora nos toca recoger la herencia jubilar, tomar conciencia de que lo importante no es tanto hacer "programas nuevos", sino vivir la novedad permanente del evangelio...".
Todo esto queremos hacerlo en fidelidad a la Iglesia, en comunión orgánica dentro de ella, con el Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, el cual "(…) es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los Obispos como de la muchedumbre de los fieles"(Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Lumen gentium, 23). Así, a la luz de las enseñanzas de la Iglesia, con el discernimiento del Obispo, y siguiendo el principio de participación y subsidiariedad, como Iglesia particular que somos hemos efectuado una amplia consulta a los distintos organismos diocesanos (consejo episcopal, colegio de consultores, consejo presbiteral, consejo pastoral), a los decanatos, a las parroquias, al clero, religiosos, religiosas y laicado, de resultas de lo cual hemos recibido innumerables aportes reveladores de consensos eclesiales profundos, sobre la base de los cuales se elaboraron esquemas puestos a revisión de los decanatos, parroquias y organismos, los cuales en su redacción final dan lugar al presente Plan. Los decanatos pusieron en movimiento los mecanismos de consulta y participación en las parroquias, en los movimientos y asociaciones de fieles.
En este XXXV aniversario se hace más y más necesario el fortalecer la comunión de la Iglesia en nuestra Iglesia particular a fines de recibir un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización, en una Iglesia particular que quiere arraigarse todavía más en la fuerza profética y poder perennes de Pentecostés, procurando ser cada día más como «un solo corazón y una sola alma» (Hech. 4, 32), pues tenemos por delante la apasionante tarea de hacer renacer el celo evangelizador, en el horizonte exigente y comprometido de la pastoral ordinaria. Este acento que acaba de ser mencionado significa que cada uno ha de desarrollar su misión de un modo armónico e integrado en el Plan pastoral de la diócesis, el cual surge de un camino de variada participación: precisamente, es la llamada pastoral orgánica.
En este sentido, el Documento de Aparecida nos lleva a ver en dicha pastoral orgánica una dimensión discipular: "Una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el Papa".
De todo ello, la Eucaristía es la plenitud. El mismo Señor dijo: "Yo soy el pan de la Vida" (Jn 6, 35). Y Eucaristía dice relación estrecha con caridad, vida cristiana efectivamente vivida, en lo personal y como Iglesia. Nuestro Papa Benedicto XVI, en «Sacramentumcaritatis», hizo esa relación fundamental: "Deseo relacionar la presente exhortación con mi primera carta encíclica Deus caritas est".
Es por ello que, como Iglesia particular de Zárate-Campana, en el mismo Plan Pastoral hemos partido de la contemplación del Rostro de Jesús. ¿Por qué contemplar?, podría preguntársenos. ¿Qué tiene que ver con un Plan Pastoral?. Lo tiene, y en medida principal, porque, como nos lo expresara Juan Pablo II, "(…) la santidad es la perspectiva en la que debe situarse todo camino pastoral (…) la santidad de nuestras comunidades… es lo que ha de sostener, recrear y potenciar las actividades propias de la pastoral ordinaria". Es en el seno de la comunidad eclesial (y en la Iglesia particular se dan todas las notas de la Iglesia universal), donde el ser humano recorre su camino de conversión, de liberación del pecado y de crecimiento en la fe, hasta el encuentro con Jesucristo.Por este motivo, si queremos contribuir en nuestra diócesis a una profunda renovación humana y cristiana, es preciso asumir que "(…) no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio. La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior y, si hubiera que resumirlo en una palabra, lo mejor sería decir que la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama, trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos"(Evangeliinuntiandi).
Con ese fin que menciona la Evangeliinuntiandi hemos querido llegar a todos, también a las comunidades de inmigrantes, en especial a aquellos que más recientemente han llegado, como las comunidades de paraguayos y de bolivianos. En especial la ciudad de Escobar “ciudad de inmigración” ha sido sede de encuentros, y cuenta con la imagen de Nuestra Señora de los Buenos Aires, patrona de los navegantes y de los migrantes e itinerantes.
Feliz aniversario a nuestra querida diócesis.El segundo Obispo fue Mons. Rafael Eleuterio Rey, quien siendo obispo auxiliar de Mendoza, fue trasladado por el Papa Juan Pablo II a la diócesis el 18 de abril de 1992, donde estuvo a cargo durante catorce años. En febrero de 2006 presento su renuncia a la diócesis por razones de salud, el papa Benedicto XVI se la aceptó el 3 de febrero del mismo año, y ese día nombró al nuestro actual Obispo, Mons. Oscar Sarlinga.
En la tarde del sábado 18 de febrero, en el curso de una celebración eucarística que tuvo lugar en la Catedral Santa Florentina, nuestro Obispo Oscar fue puesto en posesión de la diócesis. Recordamos que en sus palabras alusivas, al término de la ceremonia de toma de posesión, Mons. Oscar quiso referirse a "la continua ‘novedad’ del cristianismo", que radica en ser "acontecimiento de la salvación, que renueva interiormente en Cristo a la humanidad, transformando al ser humano desde su ‘ser interior’ más profundo: el ‘corazón’, entendido éste en sentido bíblico", para lo cual intenté precisar que “para ver esa salvación actuante, para ver al Cristo viviente, es preciso el don de la fe, los ‘ojos de la fe’", siendo esta misma fe la "puerta", pues "siendo ella misma un don de Dios, es ‘puerta’ de las virtudes, de los dones del Espíritu y de las gracias, también de la gracia de la sanación, en especial de la sanación espiritual, tan fundamental", nos dijo entonces. En cierto sentido, y sin quererlo, fue como urograma”.
Expresó también que "todo plan de vida cristiana y también todo proyecto pastoral y evangelizador han de partir de la contemplación del rostro de Jesús y de la conversión del corazón, para así obrar una misión evangelizadora que llegue a todos sin excepción, preferencialmente a la ‘oveja perdida’ de la que habla el Evangelio", refiriéndose, según dijo, "a una acción evangelizadora que trasunte amor por la Verdad, inmenso afecto por todos los seres humanos, con apertura, respeto y convicción espiritual".
(Para quien desee rememorar esas palabras, véase, en todo caso, el link en http://www.aica.org/)
Nuestro Plan Pastoral diocesano hace referencia a un “caminar juntos en Cristo” y parte de la consideración de la celebración del trigésimo aniversario de la diócesis, con oportunidad de la fiesta patronal del 8 de mayo de 2006: “(…) hemos iniciado un renovado caminar juntos, en pos de la nueva evangelización, nueva en su ardor, nueva en sus métodos y modos de expresión, como lo dijera el Papa Juan Pablo II.Después del Gran Jubileo por el que entramos en el IIIer. Milenio, como Iglesia particular queremos afianzar su herencia, puesto nuestro corazón en Jesucristo, el que hace nuevas todas las cosas (a cuyo Corazón hemos consagrado la diócesis el 9 de mayo de 2009 en la iglesia co-catedral de Belén de Escobar). En ese «sentir con la Iglesia» es comprendido este Plan Pastoral, conscientes de la esencial necesidad, sobre todo, de vivir más y mejor el Evangelio de Jesucristo, como nos refiere el Papa Benedicto XVI: "Ahora nos toca recoger la herencia jubilar, tomar conciencia de que lo importante no es tanto hacer "programas nuevos", sino vivir la novedad permanente del evangelio...".
Todo esto queremos hacerlo en fidelidad a la Iglesia, en comunión orgánica dentro de ella, con el Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, el cual "(…) es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los Obispos como de la muchedumbre de los fieles"(Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Lumen gentium, 23). Así, a la luz de las enseñanzas de la Iglesia, con el discernimiento del Obispo, y siguiendo el principio de participación y subsidiariedad, como Iglesia particular que somos hemos efectuado una amplia consulta a los distintos organismos diocesanos (consejo episcopal, colegio de consultores, consejo presbiteral, consejo pastoral), a los decanatos, a las parroquias, al clero, religiosos, religiosas y laicado, de resultas de lo cual hemos recibido innumerables aportes reveladores de consensos eclesiales profundos, sobre la base de los cuales se elaboraron esquemas puestos a revisión de los decanatos, parroquias y organismos, los cuales en su redacción final dan lugar al presente Plan. Los decanatos pusieron en movimiento los mecanismos de consulta y participación en las parroquias, en los movimientos y asociaciones de fieles.
En este XXXV aniversario se hace más y más necesario el fortalecer la comunión de la Iglesia en nuestra Iglesia particular a fines de recibir un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización, en una Iglesia particular que quiere arraigarse todavía más en la fuerza profética y poder perennes de Pentecostés, procurando ser cada día más como «un solo corazón y una sola alma» (Hech. 4, 32), pues tenemos por delante la apasionante tarea de hacer renacer el celo evangelizador, en el horizonte exigente y comprometido de la pastoral ordinaria. Este acento que acaba de ser mencionado significa que cada uno ha de desarrollar su misión de un modo armónico e integrado en el Plan pastoral de la diócesis, el cual surge de un camino de variada participación: precisamente, es la llamada pastoral orgánica.
En este sentido, el Documento de Aparecida nos lleva a ver en dicha pastoral orgánica una dimensión discipular: "Una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y comunión con los sucesores de los Apóstoles y con el Papa".
De todo ello, la Eucaristía es la plenitud. El mismo Señor dijo: "Yo soy el pan de la Vida" (Jn 6, 35). Y Eucaristía dice relación estrecha con caridad, vida cristiana efectivamente vivida, en lo personal y como Iglesia. Nuestro Papa Benedicto XVI, en «Sacramentumcaritatis», hizo esa relación fundamental: "Deseo relacionar la presente exhortación con mi primera carta encíclica Deus caritas est".
Es por ello que, como Iglesia particular de Zárate-Campana, en el mismo Plan Pastoral hemos partido de la contemplación del Rostro de Jesús. ¿Por qué contemplar?, podría preguntársenos. ¿Qué tiene que ver con un Plan Pastoral?. Lo tiene, y en medida principal, porque, como nos lo expresara Juan Pablo II, "(…) la santidad es la perspectiva en la que debe situarse todo camino pastoral (…) la santidad de nuestras comunidades… es lo que ha de sostener, recrear y potenciar las actividades propias de la pastoral ordinaria". Es en el seno de la comunidad eclesial (y en la Iglesia particular se dan todas las notas de la Iglesia universal), donde el ser humano recorre su camino de conversión, de liberación del pecado y de crecimiento en la fe, hasta el encuentro con Jesucristo.Por este motivo, si queremos contribuir en nuestra diócesis a una profunda renovación humana y cristiana, es preciso asumir que "(…) no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio. La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior y, si hubiera que resumirlo en una palabra, lo mejor sería decir que la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama, trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos"(Evangeliinuntiandi).
Con ese fin que menciona la Evangeliinuntiandi hemos querido llegar a todos, también a las comunidades de inmigrantes, en especial a aquellos que más recientemente han llegado, como las comunidades de paraguayos y de bolivianos. En especial la ciudad de Escobar “ciudad de inmigración” ha sido sede de encuentros, y cuenta con la imagen de Nuestra Señora de los Buenos Aires, patrona de los navegantes y de los migrantes e itinerantes.
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