martes, 31 de marzo de 2015

Evangelio del Martes 31 de Marzo

Martes Santo

Evangelio según San Juan 13,21-33.36-38.

Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará".
Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.
Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús.
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: "Pregúntale a quién se refiere".
El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: "Señor, ¿quién es?".
Jesús le respondió: "Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato". Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: "Realiza pronto lo que tienes que hacer".
Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto.
Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: "Compra lo que hace falta para la fiesta", o bien que le mandaba dar algo a los pobres.
Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él.
Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: 'A donde yo voy, ustedes no pueden venir'.
Simón Pedro le dijo: "Señor, ¿adónde vas?". Jesús le respondió: "A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás".
Pedro le preguntó: "¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti".
Jesús le respondió: "¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces".

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.

lunes, 30 de marzo de 2015

Evangelio del Lunes 30 de Marzo

Lunes Santo

Evangelio según San Juan 12,1-11. 

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. 
Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. 
María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. 
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: 
"¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?". 
Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. 
Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. 
A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre". 
Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. 
Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús. 

domingo, 29 de marzo de 2015

Evangelio del Domingo 29 de marzo

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.

Evangelio según San Marcos 14,1-72.15,1-47

Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ácimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte.
Porque decían: "No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo".
Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí: "¿Para qué este derroche de perfume?
Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres". Y la criticaban.
Pero Jesús dijo: "Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo.
A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre.
Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura.
Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo".
Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús.
Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?".
El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo,
y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: '¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?'.
El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario".
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Al atardecer, Jesús llegó con los Doce.
Y mientras estaban comiendo, dijo: "Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo".
Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro: "¿Seré yo?".
El les respondió: "Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo.
El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!".
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo".
Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella.
Y les dijo: "Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos.
Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Y Jesús les dijo: "Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.
Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea".
Pedro le dijo: "Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré".
Jesús le respondió: "Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces".
Pero él insistía: "Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré". Y todos decían lo mismo.
Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: "Quédense aquí, mientras yo voy a orar".
Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse.
Entonces les dijo: "Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando".
Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora.
Y decía: "Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya".
Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro: "Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora?
Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil".
Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras.
Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle.
Volvió por tercera vez y les dijo: "Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar".
Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos.
El traidor les había dado esta señal: "Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado".
Apenas llegó, se le acercó y le dijo: "Maestro", y lo besó.
Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron.
Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja.
Jesús les dijo: "Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos.
Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras".
Entonces todos lo abandonaron y huyeron.
Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron;
pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.
Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.
Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los servidores, calentándose junto al fuego.
Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban.
Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban.
Algunos declaraban falsamente contra Jesús:
"Nosotros lo hemos oído decir: 'Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre'".
Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones.
El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: "¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?".
El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente: "¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito?".
Jesús respondió: "Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo".
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: "¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?
Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?". Y todos sentenciaron que merecía la muerte.
Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían: "¡Profetiza!". Y también los servidores le daban bofetadas.
Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote
y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo: "Tú también estabas con Jesús, el Nazareno".
El lo negó, diciendo: "No sé nada; no entiendo de qué estás hablando". Luego salió al vestíbulo.
La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes: "Este es uno de ellos".
Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro: "Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo".
Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando.
En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: "Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces". Y se puso a llorar.
En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Este lo interrogó: "¿Tú eres el rey de los judíos?". Jesús le respondió: "Tú lo dices".
Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él.
Pilato lo interrogó nuevamente: "¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!".
Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato.
En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo.
Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición.
La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado.
Pilato les dijo: "¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?".
El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia.
Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás.
Pilato continuó diciendo: "¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?".
Ellos gritaron de nuevo: "¡Crucifícalo!".
Pilato les dijo: "¿Qué mal ha hecho?". Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: "¡Crucifícalo!".
Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia.
Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron.
Y comenzaron a saludarlo: "¡Salud, rey de los judíos!".
Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje.
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús.
Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: "lugar del Cráneo".
Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó.
Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno.
Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron.
La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: "El rey de los judíos".
Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían: "¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar,
sálvate a ti mismo y baja de la cruz!".
De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí: "¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo!
Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!". También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.
Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde;
y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: "Eloi, Eloi, lamá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: "Está llamando a Elías".
Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo: "Vamos a ver si Elías viene a bajarlo".
Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó: "¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!".
Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé,
que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.
Era día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer,
José de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto.
Informado por el centurión, entregó el cadáver a José.
Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después, hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.

 Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús. 

sábado, 28 de marzo de 2015

"LA HORA DE DIOS".

Nuestra conciencia y voluntad en el Domingo de Ramos. 

Será la ocasión de profundizar también nosotros hoy esa conciencia, de querer crecer en nuestra voluntad en ser heraldos, mensajeros del Mesías, de su Reino de alegría, paz, gozo en el Espíritu, de profundizar la conciencia de estar viviendo “la hora” de Dios, en la que se cumplieron las profecías de la venida del Príncipe de la paz (Cf Is. 9,6) en su triunfo incontenible y en su entrega total (Cf Lc 19,39-40).
Nos ayudará para esto, a vivir el camino a la Pascua (la litúrgica, y el camino a la Pascua eterna) la reconciliación. La interior, la profunda, que nos mueva al sacramento de la reconciliación, es decir, a la confesión, pues la necesitamos. En el itinerario a la Pascua todos necesitamos de la purificación para vivir la “hora de Dios”.
María, nuestra Madre, la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, quien nunca nos abandona, nos guíe de la mano en este camino hacia la luz pascual.
+Oscar Sarlinga.

El Rey rechazado revestido de "vivos rojos".

El Rey de Paz fue rechazado por muchos; rechazado por el inicio sistema romano; rechazado por cierta muchedumbre de entre el Pueblo. Misterio de Piedad de muchos; misterio de iniquidad de muchos también, expresado el tormento de la Cruz, patíbulo del sistema romano. Pero desde esa Cruz de Misericordia infinita derramada, vino el triunfo total, el de la Resurrección, el de la Ascensión, el del Envío del Espíritu Santo en Pentecostés, que inauguró el “tiempo de la Iglesia”. Por eso este rojo vivo es el color litúrgico del Descenso del Espíritu, y el color del martirio, del supremo testimonio de ese Amor inmenso.

Hacernos como niños, para VerLo...

Y Jesús, ¿qué veía en el Domingo de los Ramos?. Pensemos entonces que en este día en que se jugaban los destinos de la redención, más que la gloria de la aclamación, Jesús veía su entrega para la redención. Jesús, el Maestro, sabio, misericordioso, peregrinante en la Palestina de entonces, que obró milagros, tuvo en su misma entrada triunfal la conciencia de ser el Salvador prometido y a la vez la conciencia de la Cruz.

Nosotros, para “ver” este misterio, hemos de hacernos como niños. Sí, en especial los niños del pueblo hebreo agitaban ramos, de olivo, de palma, en señal de fiesta, porque son los niños quienes tienen un corazón más puro, y por ello, en un sentido, “ven más”, “aceptan más”, dan un homenaje más amoroso y sentido. Es por ello que el Señor nos ha exhortado a “hacernos como niños”, en sentido de purificar nuestro corazón, como en este día en que nos pide “verlo” en el Domingo de Ramos o de Pasión, más que como un “espectáculo religioso” (lo cual se convertiría más bien en una espectacular repetición en el calendario litúrgico), como una reactualización vivida, por obra del Espíritu, de ese Misterio del Señor. Y esto al punto que cada uno de nosotros aquí presentes nos hacemos partícipes, como nuevo Pueblo de Dios, proclamando a Jesús, “Mesías”, el Cristo, nuestro Salvador.

+Oscar Sarlinga.


"Bendito el "Rey" que viene".

Predomina el colorido, lo festivo, los ramos que se levantan cual signo de ovación. Observemos, sin embargo, que el vistoso color rojo vivo de los ornamentos, más que el ostensible color de los reyes o de los emperadores, fue el colorido revistiente de Jesús burlado con el “manto real”, el manto “del Rey” que reinaría desde la ignominia de una Cruz. Por eso también le ciñieron la cabeza con la corona “real” de espinas y le dieron como cetro la caña. Fue Pilato, juez inicuo, quien sin embargo hiciera dejar el “título” sobre la Cruz, que lo reconocía “Rey”. Un Rey, no como los de este mundo, sino un Rey cuyo Reino es de Paz, Amor Justicia, de Vida y Verdad. Un Rey pacífico, humilde, que llegó a su pueblo montado sobre la cría de una asna, como lo profetizó Zacarías.

+Oscar

Domingo de Ramos

También en el Domingo de Ramos... resuenan las palabras del Señor: "si ustedes no se hacen como niños no entrarán en el Reino de los Cielos"... 
Aclamemos hoy a nuestro Señor, como lo hicieron los niños hebreos que acudieron aclamando al Señor, con inmenso cariño, con amor: ¡Bendito el que viene!. 
¡Cómo habrá prevalecido el clamor de los niños y de los puros de corazón, sobre el rumor de la muchedumbre, sobre la ira de quienes odiaban a Jesús, como habrá prevalecido ese día el clamor del Hosanna al nuevo Hijo de David (Cf Mt. 21, 15).
Revivamos hoy ese Misterio, en y desde la fe.

+Oscar.

miércoles, 25 de marzo de 2015

La familia ocupa un puesto central, el Papa en su catequesis

Tomado de: http://www.news.va/

(RV).- En su catequesis de la audiencia general, celebrada el cuarto y último miércoles de marzo, en coincidencia con la fiesta de la Anunciación, el Papa Francisco propuso un momento de oración a los miles de fieles y peregrinos que a pesar de la lluvia se habían dado cita en la Plaza de San Pedro.

Al recordar la visita a María del Arcángel Gabriel, que le anuncia que concebirá y dará a luz al Hijo de Dios, el Obispo de Roma explicó que con este anuncio, el Señor ilumina y refuerza la fe de la Virgen, como hará luego con su esposo, José, para que Jesús nazca y sea acogido en el calor de una familia.

Teniendo en cuenta que en muchos países se celebra la Jornada por la Vida, en el 20º aniversario de la promulgación de la Evangelium vitae, la encíclica de San Juan Pablo II sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana, en la que – como dijo el Papa – la familia ocupa un puesto central, Francisco destacó que desde el principio, Dios bendijo al hombre y a la mujer para que formaran una comunidad de amor para transmitir la vida.

También recordó que en el sacramento del matrimonio, los esposos cristianos se comprometen con esta bendición durante toda la vida; y la Iglesia, por su parte, se obliga a no abandonar a la nueva familia, ni siquiera cuando ésta se aleje o caiga en el pecado, llamándola siempre a la conversión y a la reconciliación con el Señor.

Por eso – dijo también el Santo Padre – la Iglesia necesita una oración llena de amor por la familia y por la vida. De ahí su propuesta de rezar insistentemente por el próximo Sínodo de los Obispos, sobre la familia, para que la Iglesia esté cada vez más comprometida y más unida en su testimonio del amor y la misericordia de Dios con todas las familias.

(María Fernanda Bernasconi - RV)

En las primeras vísperas del día de la Anunciación del Señor (24 de marzo por la tarde) celebramos la Santa Misa con la Legión de María en la iglesia catedral de Santa Florentina, en Campana.

"Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús".

Misa de la Legión de María. 
El 24 de marzo por la tarde (vísperas de la Anunciación del Señor) en la iglesia catedral.

Evangelio del Miércoles 25 de Marzo

Solemnidad de la Anunciación del Señor

Evangelio según San Lucas 1,26-38.

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó. 

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.   

martes, 24 de marzo de 2015

Evangelio del Martes 24 de Marzo

Martes de la quinta semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 8,21-30.

Jesús dijo a los fariseos:
"Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir".
Los judíos se preguntaban: "¿Pensará matarse para decir: 'Adonde yo voy, ustedes no pueden ir'?".
Jesús continuó: "Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo.
Por eso les he dicho: 'Ustedes morirán en sus pecados'. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron: "¿Quién eres tú?". Jesús les respondió: "Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo.
De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo".
Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre.
Después les dijo: "Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó.
El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada". 

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.   

lunes, 23 de marzo de 2015

Evangelio del Lunes 23 de Marzo

Lunes de la quinta semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 8,1-11.

Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos,
dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?".
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
Como insistían, se enderezó y les dijo: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra".
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí,
e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?".
Ella le respondió: "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante". 

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.   

domingo, 22 de marzo de 2015

Evangelio del Domingo 22 de Marzo

Domingo de la quinta semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 12,20-33.

Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos
que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: "Señor, queremos ver a Jesús".
Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús.
El les respondió: "Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.
Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Mi alma ahora está turbada, ¿Y qué diré: 'Padre, líbrame de esta hora'? ¡Si para eso he llegado a esta hora!
¡Padre, glorifica tu Nombre!". Entonces se oyó una voz del cielo: "Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar".
La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: "Le ha hablado un ángel".
Jesús respondió: "Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes.
Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera;
y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí".
Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir. 

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.   

sábado, 21 de marzo de 2015

Evangelio del Sábado 21 de Marzo

Sábado de la cuarta semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 7,40-53.

Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta".
Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?".
Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?".
Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre".
Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar?
¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita".
Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo:
"¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?".
Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta".
Y cada uno regresó a su casa. 

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.

viernes, 20 de marzo de 2015

Evangelio del Viernes 20 de Marzo

Viernes de la cuarta semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30.

Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas, sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar?
¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías?
Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es".
Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen.
Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió".
Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús. 

jueves, 19 de marzo de 2015

Evangelio del Jueves 19 de Marzo

Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María

Evangelio según San Mateo 1,16.18-21.24a.

Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado. 

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.   

miércoles, 18 de marzo de 2015

Una sociedad sin niños es triste y gris, dijo el Papa en su catequesis




2015-03-18 Radio Vaticana

(RV).- En su catequesis de la audiencia general, celebrada el tercer miércoles de marzo en una soleada Plaza de San Pedro, el Papa Francisco continuó sus reflexiones sobre la familia, refiriéndose en esta ocasión a los niños, como un gran don para la humanidad.

De ellos, que sonríen y lloran, algo que a menudo se bloquea en los mayores, el Obispo de Roma dijo que nos recuerdan que todos hemos sido totalmente dependientes de los cuidados de otros, al igual que Jesús y tal como nos muestra el misterio de la Navidad.

Tras destacar que en el Evangelio se elogia a los “pequeños”, a los que necesitan ayuda y de modo especial a los niños, el Papa Bergoglio afirmó que ellos son una riqueza para la Iglesia y para nosotros puesto que nos hacen ver que todos somos siempre hijos, necesitados de ayuda, amor y perdón. Todas ellas – dijo – condiciones para entrar en el Reino de Dios.

El Santo Padre afirmó, además, que los niños nos enseñan el modo de ver la realidad de manera confiada y pura porque sienten con sencillez las cosas, sin ver en ellas únicamente algo que puede servirnos o que podemos aprovechar.

Y concluyó recordando a los presentes que ciertamente los niños dan vida, alegría y esperanza; así como también preocupaciones y, a veces problemas, pero “es mejor así – dijo Francisco – que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

Resumen de la catequesis del Papa Francisco para los fieles de nuestro idioma:

Queridos hermanos y hermanas:

De entre las figuras familiares, hoy deseo centrarme en los niños, como gran don para la humanidad.

Ellos nos recuerdan que todos hemos sido totalmente dependientes de los cuidados de otros. También Jesús, como nos muestra el misterio de la Navidad. En el Evangelio se elogia a los “pequeños”, a los que necesitan ayuda, especialmente a los niños.

Ellos son una riqueza para la Iglesia y para nosotros: nos hacen ver que todos somos siempre hijos, necesitados de ayuda, necesitados de amor y perdón, que son las condiciones para entrar en el Reino de Dios.

Los niños desmontan la idea de creernos autónomos y autosuficientes, como si nosotros nos hubiéramos dado la vida y fuéramos los dueños, en vez de haberla recibido.

Los niños nos enseñan también el modo de ver la realidad de manera confiada y pura. Cómo se fían espontáneamente de papá y mamá, cómo se ponen sin recelos en manos de Dios y de la Virgen. Sienten con sencillez las cosas, sin ver en ellas únicamente algo que puede servirnos, que podemos aprovechar.

Ellos sonríen y lloran, algo que a menudo se bloquea en los mayores.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España, México, Perú, Argentina y Uruguay.

Hermanos y hermanas, los niños dan vida, alegría, esperanza. Dan también preocupaciones y a veces dan problemas, pero es mejor así que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños, o no quieren niños.

Pidamos que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

Texto completo de la catequesis del Papa

La familia: los niños

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de haber analizado las diversas figuras de la vida familiar - madre, padre, hijos, hermanos, abuelos, - quisiera concluir este primer grupo de catequesis sobre la familia hablando de los niños. Lo haré en dos momentos: hoy me detendré sobre el gran don que son los niños para la humanidad (aplausos). Pero es verdad eh - y gracias por aplaudir - que son el gran don de la humanidad, pero también son los grandes excluidos, porque ni siquiera los dejan nacer. Y la próxima semana, me detendré sobre algunas heridas que, lamentablemente, hacen mal a la infancia. Me vienen a la mente los tantos niños que he encontrado durante mi último viaje a Asia: llenos de vida, de entusiasmo, y por otra parte, veo que en el mundo muchos de ellos viven en condiciones no dignas… En efecto, por como son tratados los niños se puede juzgar la sociedad, pero no sólo moralmente, también sociológicamente. Si es una sociedad libre o una sociedad esclava de intereses internacionales.

En primer lugar los niños nos recuerdan que todos, en los primeros años de la vida, hemos sido totalmente dependientes de los cuidados y de la benevolencia de los demás. Y el Hijo de Dios no se ha ahorrado este pasaje. Es el misterio que contemplamos cada año, en Navidad. El Pesebre es el ícono que nos comunica esta realidad en el modo más simple y directo.

Es curioso: Dios no tiene dificultad para hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas en entender a Dios. No por casualidad en el Evangelio hay algunas palabras muy bellas y fuertes de Jesús sobre los “pequeños”. Este término “pequeños” indica a todas las personas que dependen de la ayuda de los demás, y en particular, a los niños. Por ejemplo Jesús dice: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños” (Mt 11, 25). Y todavía: “Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial” (Mt 18, 10).

Por lo tanto, los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos llaman constantemente a la condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: aquella de no considerarnos autosuficientes sino necesitados de ayuda, de amor, de perdón. ¡Y todos estamos necesitados de ayuda, de amor, de perdón! ¡Todos!

Los niños nos recuerdan otra cosa bella; nos recuerdan que somos siempre hijos. Incluso si uno se convierte en adulto o anciano, aún si se convierte en padre, si se ocupa un lugar de responsabilidad, por debajo de todo esto permanece la identidad de hijo. Todos somos hijos. Y eso nos vuelve a llevar siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros, sino que la hemos recibido. El gran don de la vida es el primer regalo que hemos recibido: la vida. A veces corremos el riesgo de vivir olvidándonos de esto, como si fuéramos nosotros los dueños de nuestra existencia, y en cambio somos radicalmente dependientes. En realidad, es motivo de gran alegría sentir que en cada edad de la vida, en cada situación, en cada condición social, somos y permanecemos hijos. Este es el mensaje principal que los niños nos dan, con su sola presencia. Solamente con la presencia nos recuerdan que todos nosotros y cada uno de nosotros somos hijos.

Pero hay tantos dones, tantas riquezas que los niños traen a la humanidad. Recordaré sólo algunos.

Traen su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza espontánea en el papá y la mamá; y tiene una confianza espontánea en Dios, en Jesús, en la Virgen. Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, todavía no está contaminada por la malicia, por los dobleces, por las “costras” de la vida que endurecen el corazón. Sabemos que también los niños tienen el pecado original, que tienen sus egoísmos, pero conservan una pureza y una simplicidad interior.

Pero, los niños no son diplomáticos: dicen lo que sienten, dicen lo que ven, directamente. Y muchas veces, ponen en dificultad a los padres... Dicen: “esto no me gusta porque es feo” delante de otras personas… Pero, los niños dicen lo que piensan, no son personas dobles. Todavía no han aprendido aquella ciencia del “doblez” que nosotros, los adultos, hemos aprendido.

Los niños además, en su simplicidad interior, traen consigo la capacidad de dar y recibir ternura. Ternura es tener un corazón “de carne” y no “de piedra”, como dice la Biblia (cf. Ez 36, 26). La ternura también es poesía; es “sentir” las cosas y los acontecimientos, no tratarlos como meros objetos, sólo para usarlos porque sirven...

Los niños tienen la capacidad de sonreír y de llorar. Algunos cuando los tomo para besarlos, sonríen. Otros, me ven de blanco, creen que soy el médico y que vengo a hacerles la inyección, ¡y lloran! ¡Espontáneamente! ¡Los niños son así!

Sonreír y llorar, dos cosas que en nosotros los grandes, a menudo se “bloquean”, ya no somos capaces… Y muchas veces nuestra sonrisa se convierte en una sonrisa de cartón, una cosa sin vida, una sonrisa que no es vivaz, incluso una sonrisa artificial, de payaso. Los niños sonríen espontáneamente y lloran espontáneamente.

Siempre depende del corazón. Y nuestro corazón se bloquea y pierde a menudo esta capacidad de sonreír y de llorar. Y entonces los niños pueden enseñarnos de nuevo a sonreír y llorar. Tenemos que preguntarnos nosotros mismos: ¿yo sonrío espontáneamente, con frescura, con amor? ¿O nuestra sonrisa es artificial? ¿Yo todavía lloro? ¿O he perdido la capacidad de llorar? Dos preguntas muy humanas que nos enseñan los niños.

Por todas estas razones, Jesús invita a sus discípulos a “ser como los niños”, porque «el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos» (cf. Mt 18, 3; Mc 10, 14).

Queridos hermanos y hermanas, los niños traen vida, alegría, esperanza. Por cierto también traen preocupaciones y a veces muchos problemas; pero es mejor una sociedad con éstas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris, porque se ha quedado sin niños. Y cuando vemos que el nivel de nacimiento de una sociedad apenas llega al uno por ciento podemos decir: “esta sociedad es triste, es gris, porque se ha quedado sin niños”.

(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual, Griselda Mutual - RV)

(from Vatican Radio)

Evangelio del Miércoles 18 de Marzo

Miércoles de la cuarta semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 5,17-30.

Jesús dijo a los judíos:
"Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo".
Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.
Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: "Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo.
Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados.
Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida.
Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán.
Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella, y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre.
No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.
Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.  

martes, 17 de marzo de 2015

17 Marzo, San Patricio.

Este 17 de marzo el Pueblo de Dios conmemora al obispo San Patricio, patrono de Irlanda (y de las comunidades de irlandeses establecidas en el mundo). Aunque casi nadie hace referencia respecto de San Patricio a su "formación de raíz francesa" (aunque el término es anacrónico) así lo fue. Pocos conocen que su vocación nació a raíz de su captura por parte de unos piratas que lo esclavizaron (a los 15 años) y que luego de diversas vicisitudes fue formado en el "monasterio misionero" de Marmoutiers, fundado por San Martín de Tours, quien fue llamado "varón equiapostólico". Una brevísima referencia histórica a Marmoutiers, "escuela de obispos y misioneros -y de obispos-misioneros-: Habiendo Martín fundado Ligugé, vivía allí feliz su vida de consagración. Pero la ciudad de Tours se había quedado sin obispo, y el 371 los cristianos de Tours prácticamente "se apoderan de Martín" para cuasi imponerle el hacerse cargo del Obispado. Fiel a su vocación de "monje misionero" Martín, una vez obispo de Tours, estableció, para su humilde residencia, el monasterio de Marmoutiers, centro misionero de donde surgieron más tarde, entre otros muchos obispos misioneros, San Patricio y San Paulino de Nola.

Evangelio del Martes 17 de Marzo

Martes de la cuarta semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 5,1-3a.5-16.

Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?".
El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes".
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina".
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla".
El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'".
Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'".
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía".
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. 

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.  

lunes, 16 de marzo de 2015

Evangelio del Lunes 16 de Marzo

Lunes de la cuarta semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 4,43-54.

Jesús partió hacia Galilea.
El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo.
Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.
Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún.
Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo.
Jesús le dijo: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen".
El funcionario le respondió: "Señor, baja antes que mi hijo se muera".
"Vuelve a tu casa, tu hijo vive", le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.
Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y leanunciaron que su hijo vivía.
El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre", le respondieron.
El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y entonces creyó él y toda su familia.
Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea. 

 Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús. 

domingo, 15 de marzo de 2015

Evangelio del Domingo 15 de Marzo

Domingo de la cuarta semana de Cuaresma

Evangelio según San Juan 3,14-21.

Dijo Jesús:
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios. 

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.  

sábado, 14 de marzo de 2015

Evangelio del Sábado 14 de Marzo

Sábado de la tercera semana de Cuaresma

Evangelio según San Lucas 18,9-14.

Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
"Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'.
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'.
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.  

viernes, 13 de marzo de 2015

Evangelio del Viernes 13 de Marzo

Viernes de la tercera semana de Cuaresma

Evangelio según San Marcos 12,28b-34.

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor;
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos".
El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él,
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios".
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.  

jueves, 12 de marzo de 2015

Misa en Santa Marta - Corazones petrificados

2015-03-12 L’Osservatore Romano

Ninguna componenda: o nos dejamos amar «por la misericordia de Dios» o elegimos el camino «de la hipocresía» y hacemos lo que queremos dejando que nuestro corazón «se endurezca» cada vez más. Es la historia de la relación entre Dios y el hombre, desde los tiempos de Abel hasta nuestros días, en el centro de la reflexión propuesta por el Papa Francisco durante la misa en Santa Marta el jueves 12 de marzo.

El Pontífice partió de la oración del salmo responsorial —«No endurezcáis vuestro corazón»— y se preguntó: «¿Por qué sucede esto?». Para comprenderlo hizo referencia ante todo a la primera lectura tomada del libro del profeta Jeremías (7, 23-28) donde está, por decirlo así, sintetizada la «historia de Dios». Y nos podríamos preguntar: ¿Cómo, «Dios tiene una historia?». ¿Cómo es posible visto que «Dios es eterno»? Es verdad, explicó el Papa Francisco, «pero desde el momento en que Dios entró en diálogo con su pueblo, entró en la historia».
Y la historia de Dios con su pueblo «es una historia triste» porque «Dios lo dio todo» y a cambio «sólo recibió cosas malas». El Señor había dicho: «Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien». Ese era el «camino» hacia la felicidad. «Pero ellos no escucharon ni hicieron caso» y, es más, «caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón»: es decir, no querían «escuchar la Palabra de Dios».

Esta opción, explicó el Papa, caracterizó toda la historia del pueblo de Dios: «pensemos en el asesinato, en la muerte de Abel, asesinado por su hermano, corazón malvado de envidia». Sin embargo, a pesar de que el pueblo haya continuamente «dado la espalda» al Señor, Él afirma: «Yo no me he cansado». Y envía «con asidua atención» a los profetas. Aun así, sin embargo, los hombres no lo escucharon. Es más, se lee en la Escritura, «endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres». Y «la situación del pueblo de Dios empeoró, a través de las generaciones».

El Señor dijo a Jeremías: «Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aún así les dirás: “Esta es la gente que no escucha la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar». Y luego, destacó el Papa, añadió una palabra «terrible: “Ha desaparecido la fidelidad... Vosotros no sois un pueblo fiel”». Aquí, comentó el Papa Francisco, parece que Dios llorase: «Te he amado tanto, te he dado tanto y tú... todo en contra de mí». Un llanto que recuerda el de Jesús «contemplando Jerusalén». Por lo demás, explicó el Pontífice, «en el corazón de Jesús estaba toda esta historia, donde la fidelidad había desaparecido». Una historia de infidelidad que atañe «nuestra historia personal», porque «nosotros hacemos nuestra voluntad. Pero haciendo esto, en el camino de la vida seguimos una senda de endurecimiento: el corazón se endurece, se petrifica. La palabra del Señor no entra. El pueblo se aleja». Por ello, dijo el Papa, «hoy, en este día cuaresmal, podemos preguntarnos: ¿Escucho la voz del Señor, o hago lo que yo quiero, lo que me gusta?».

El consejo del salmo responsorial –«No endurezcáis vuestro corazón»– se vuelve a encontrar «muchas veces en la Biblia» donde, para explicar la «infidelidad del pueblo», se usa a menudo «la figura de la adúltera». El Papa Francisco recordó, por ejemplo, el pasaje famoso de Ezequiel 16: «Toda una historia de adulterio, es la tuya. Tú, pueblo, no fuiste fiel a mí, eres un pueblo adúltero». O también las muchas veces en que Jesús «reprochaba a los discípulos ese corazón endurecido», como hizo con los de Emaús: «¡Qué necios y torpes sois!».

El corazón malvado –explicó el Pontífice al recordar que «todos tenemos un pedacito»– «no nos deja entender el amor de Dios. Nosotros queremos ser libres», pero «con una libertad que al final nos hace esclavos, y no con la libertad del amor que nos ofrece el Señor».

Esto, subrayó el Papa, sucede también en las «instituciones»: por ejemplo, «Jesús cura a una persona, pero el corazón de estos doctores de la ley, de estos sacerdotes, de este sistema legal era muy duro, siempre buscaban excusas». Y, así, le dicen: «Pero, tú arrojas a los demonios en nombre del demonio». Tú eres un brujo demoníaco. Son los legalistas «que creen que la vida de la fe se regula solamente por las leyes que hacen ellos». Para ellos «Jesús usa esa palabra: hipócritas, sepulcros blanqueados, muy hermosos por fuera pero por dentro llenos de podredumbre y de hipocresía».

Lamentablemente, dijo el Papa Francisco, lo mismo «ocurrió en la historia de la Iglesia». Pensemos «en la pobre Juana de Arco: hoy es santa. Pobrecita: estos doctores la quemaron viva, porque decían que era herética». O incluso más cercano en el tiempo, pensemos «en el beato Rosmini: todos sus libros al Índice. No se podían leer, era pecado leerlos. Hoy es beato». Al respecto el Pontífice destacó que así como «en la historia de Dios con su pueblo, el Señor enviaba a los profetas para decir que amaba a su pueblo», así «en la Iglesia, el Señor envía a los santos». Son ellos «los que llevan adelante la vida de la Iglesia: son los santos. No son los poderosos, no son los hipócritas». Son «el hombre santo, la mujer santa, el niño, el joven santo, el sacerdote santo, la religiosa santa, el obispo santo...»: es decir, los «que no tienen el corazón endurecido», sino «siempre abierto a la palabra de amor del Señor», los que «no tienen miedo de dejarse acariciar por la misericordia de Dios. Por eso los santos son hombres y mujeres que comprenden tantas miserias, tantas miserias humanas, y acompañan al pueblo de cerca. No desprecian al pueblo».

Con este pueblo que «perdió la fidelidad» el Señor es claro: «El que no está conmigo, está contra mí». Alguien podría preguntar: «¿Pero no existirá otro camino de componenda, un poco de aquí y un poco de allá?». No, dijo el Pontífice, «o estás en la senda del amor, o estás en la senda de la hipocresía. O te dejas amar por la misericordia de Dios, o haces lo que quieres según tu corazón, que se endurece cada vez más por esta senda». No existe, afirmó, «una tercera senda posible: o eres santo, o vas por el otro camino». Y quien «no recoge» con el Señor, no sólo «deja las cosas», sino «peor: desparrama, arruina. Es un corruptor. Es un corrupto, que corrompe».Por esta infidelidad «Jesús llora por Jerusalén» y «por cada uno de nosotros». En el capítulo 23 de san Mateo, recordó el Papa concluyendo, se lee una maldición «terrible» contra los «dirigentes que tienen el corazón endurecido y quieren endurecer el corazón del pueblo». Dice Jesús: «Así recaerá sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre de Abel. Serán culpables de tanta sangre inocente, derramada por su maldad, su hipocresía, su corazón corrupto, endurecido, petrificado».

«Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (Hb 10,24)

En el contexto de la moral de las bienaventuranzas, esta es una espléndida invitación para Cuaresma, la que encontramos en la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24) y a procurar que demos fruto en acoger a Cristo en una vida que se despliega según las tres virtudes teologales, a saber: acercarse al Señor «con corazón sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la caridad y las buenas obras» (v. 24).
+Oscar Sarlinga.

Misa en Santa Marta - Corazones petrificados

Tomado de: http://www.news.va/

2015-03-12 L’Osservatore Romano
Ninguna componenda: o nos dejamos amar «por la misericordia de Dios» o elegimos el camino «de la hipocresía» y hacemos lo que queremos dejando que nuestro corazón «se endurezca» cada vez más. Es la historia de la relación entre Dios y el hombre, desde los tiempos de Abel hasta nuestros días, en el centro de la reflexión propuesta por el Papa Francisco durante la misa en Santa Marta el jueves 12 de marzo.
El Pontífice partió de la oración del salmo responsorial —«No endurezcáis vuestro corazón»— y se preguntó: «¿Por qué sucede esto?». Para comprenderlo hizo referencia ante todo a la primera lectura tomada del libro del profeta Jeremías (7, 23-28) donde está, por decirlo así, sintetizada la «historia de Dios». Y nos podríamos preguntar: ¿Cómo, «Dios tiene una historia?». ¿Cómo es posible visto que «Dios es eterno»? Es verdad, explicó el Papa Francisco, «pero desde el momento en que Dios entró en diálogo con su pueblo, entró en la historia».

Y la historia de Dios con su pueblo «es una historia triste» porque «Dios lo dio todo» y a cambio «sólo recibió cosas malas». El Señor había dicho: «Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien». Ese era el «camino» hacia la felicidad. «Pero ellos no escucharon ni hicieron caso» y, es más, «caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón»: es decir, no querían «escuchar la Palabra de Dios».
Esta opción, explicó el Papa, caracterizó toda la historia del pueblo de Dios: «pensemos en el asesinato, en la muerte de Abel, asesinado por su hermano, corazón malvado de envidia». Sin embargo, a pesar de que el pueblo haya continuamente «dado la espalda» al Señor, Él afirma: «Yo no me he cansado». Y envía «con asidua atención» a los profetas. Aun así, sin embargo, los hombres no lo escucharon. Es más, se lee en la Escritura, «endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres». Y «la situación del pueblo de Dios empeoró, a través de las generaciones».
El Señor dijo a Jeremías: «Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aún así les dirás: “Esta es la gente que no escucha la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar». Y luego, destacó el Papa, añadió una palabra «terrible: “Ha desaparecido la fidelidad... Vosotros no sois un pueblo fiel”». Aquí, comentó el Papa Francisco, parece que Dios llorase: «Te he amado tanto, te he dado tanto y tú... todo en contra de mí». Un llanto que recuerda el de Jesús «contemplando Jerusalén». Por lo demás, explicó el Pontífice, «en el corazón de Jesús estaba toda esta historia, donde la fidelidad había desaparecido». Una historia de infidelidad que atañe «nuestra historia personal», porque «nosotros hacemos nuestra voluntad. Pero haciendo esto, en el camino de la vida seguimos una senda de endurecimiento: el corazón se endurece, se petrifica. La palabra del Señor no entra. El pueblo se aleja». Por ello, dijo el Papa, «hoy, en este día cuaresmal, podemos preguntarnos: ¿Escucho la voz del Señor, o hago lo que yo quiero, lo que me gusta?».
El consejo del salmo responsorial –«No endurezcáis vuestro corazón»– se vuelve a encontrar «muchas veces en la Biblia» donde, para explicar la «infidelidad del pueblo», se usa a menudo «la figura de la adúltera». El Papa Francisco recordó, por ejemplo, el pasaje famoso de Ezequiel 16: «Toda una historia de adulterio, es la tuya. Tú, pueblo, no fuiste fiel a mí, eres un pueblo adúltero». O también las muchas veces en que Jesús «reprochaba a los discípulos ese corazón endurecido», como hizo con los de Emaús: «¡Qué necios y torpes sois!».
El corazón malvado –explicó el Pontífice al recordar que «todos tenemos un pedacito»– «no nos deja entender el amor de Dios. Nosotros queremos ser libres», pero «con una libertad que al final nos hace esclavos, y no con la libertad del amor que nos ofrece el Señor».
Esto, subrayó el Papa, sucede también en las «instituciones»: por ejemplo, «Jesús cura a una persona, pero el corazón de estos doctores de la ley, de estos sacerdotes, de este sistema legal era muy duro, siempre buscaban excusas». Y, así, le dicen: «Pero, tú arrojas a los demonios en nombre del demonio». Tú eres un brujo demoníaco. Son los legalistas «que creen que la vida de la fe se regula solamente por las leyes que hacen ellos». Para ellos «Jesús usa esa palabra: hipócritas, sepulcros blanqueados, muy hermosos por fuera pero por dentro llenos de podredumbre y de hipocresía».
Lamentablemente, dijo el Papa Francisco, lo mismo «ocurrió en la historia de la Iglesia». Pensemos «en la pobre Juana de Arco: hoy es santa. Pobrecita: estos doctores la quemaron viva, porque decían que era herética». O incluso más cercano en el tiempo, pensemos «en el beato Rosmini: todos sus libros al Índice. No se podían leer, era pecado leerlos. Hoy es beato». Al respecto el Pontífice destacó que así como «en la historia de Dios con su pueblo, el Señor enviaba a los profetas para decir que amaba a su pueblo», así «en la Iglesia, el Señor envía a los santos». Son ellos «los que llevan adelante la vida de la Iglesia: son los santos. No son los poderosos, no son los hipócritas». Son «el hombre santo, la mujer santa, el niño, el joven santo, el sacerdote santo, la religiosa santa, el obispo santo...»: es decir, los «que no tienen el corazón endurecido», sino «siempre abierto a la palabra de amor del Señor», los que «no tienen miedo de dejarse acariciar por la misericordia de Dios. Por eso los santos son hombres y mujeres que comprenden tantas miserias, tantas miserias humanas, y acompañan al pueblo de cerca. No desprecian al pueblo».
Con este pueblo que «perdió la fidelidad» el Señor es claro: «El que no está conmigo, está contra mí». Alguien podría preguntar: «¿Pero no existirá otro camino de componenda, un poco de aquí y un poco de allá?». No, dijo el Pontífice, «o estás en la senda del amor, o estás en la senda de la hipocresía. O te dejas amar por la misericordia de Dios, o haces lo que quieres según tu corazón, que se endurece cada vez más por esta senda». No existe, afirmó, «una tercera senda posible: o eres santo, o vas por el otro camino». Y quien «no recoge» con el Señor, no sólo «deja las cosas», sino «peor: desparrama, arruina. Es un corruptor. Es un corrupto, que corrompe».
Por esta infidelidad «Jesús llora por Jerusalén» y «por cada uno de nosotros». En el capítulo 23 de san Mateo, recordó el Papa concluyendo, se lee una maldición «terrible» contra los «dirigentes que tienen el corazón endurecido y quieren endurecer el corazón del pueblo». Dice Jesús: «Así recaerá sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre de Abel. Serán culpables de tanta sangre inocente, derramada por su maldad, su hipocresía, su corazón corrupto, endurecido, petrificado».

Evangelio del Jueves 12 de Marzo

Jueves de la tercera semana de Cuaresma

Evangelio según San Lucas 11,14-23.

Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar.
La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios".
Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra.
Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.
Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús. 

miércoles, 11 de marzo de 2015

PENITENCIA-SOLIDARIDAD.

Un binomio cuyo nexo no suele verse. En la penitencia hay también una razón de solidaridad, en la economía (“oikonomía”) de la salvación: el expiar por otros (con su forma no menor, la "reparación"). Así considerada, la penitencia deviene una de las formas superiores de la solidaridad. Esta forma de solidaridad dará un nuevo y más profundo sentido a nuestra solidaridad en el compartir (¡que cuesta enormemente en las comunidades nuestras!) en el saber interesarse por los otros (por ejemplo, en la catequesis, Caritas, en la promoción de las vocaciones todas, en las vocaciones sacerdotales y religiosas, en el apoyo al Seminario diocesano, en la extensión de las obras para la evangelización…). ¿O creíamos que “solidaridad” era un mero sentimiento pasajero?. Sé que lo vamos profundizando como comunidad diocesana.
+Oscar Sarlinga.

Penitencia cuaresmal

En CUARESMA (y, a decir verdad, siempre). El DISCERNIMIENTO como fruto de la Penitencia cuaresmal. ¿Para qué es necesaria la penitencia?. Porque no podemos ocultar que en nuestros ámbitos contemporáneos a algunos (muchos) les es antipática hasta la palabra, la cual no tiene mucha “buena prensa”. A la penitencia, bien entendida (jamás como masoquismo o formas filo-masoquistas) la necesitamos como ejercicio y como purificación. Vista así, la penitencia ingresa en la dinámica de la colaboración de nuestra libertad a la Gracia, en la línea de la exhortación del Bautista: «Hagan penitencia, y se acercará a ustedes el reino de los cielos» (Mt. 3, 2). Lo dijo el mismo Cristo (Cf. Mt. 4, 17).
Así lo refiere el evangelista San Marcos: «El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca, hagan penitencia y crean en el Evangelio» (Mc. 1, 15). La penitencia es necesaria para que profundicemos el discernimiento entre el bien y el mal (cf. Hb 4, 12), para fortalecer en nosotros la voluntad de seguir al Señor Jesús, el Salvador, como resulta de la teología que el Apóstol Pablo ilustró y propugnó en la carta a los Romanos y en la carta a los Gálatas: Cristo es necesario, Cristo es suficiente.
+Oscar Sarlinga

Evangelio del Miércoles 11 de Marzo

Miércoles de la tercera semana de Cuaresma

Evangelio según San Mateo 5,17-19.

Jesús dijo a sus discípulos:
«No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»


Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús. 

martes, 10 de marzo de 2015

Evangelio del Martes 10 de Marzo

Martes de la tercera semana de Cuaresma

Evangelio según San Mateo 18,21-35.

Se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".
Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo".
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'.
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'.
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'.
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos". 

Palabra de Dios. Gloria a Ti Señor Jesús.